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5 lecciones de migrantes gallegos, por Luis Carlos Díaz

Lecciones de unos gallegos que se fueron en la postguerra y no volvieron sino muchísimas décadas después, al final de sus vidas, cuando algunos les reclamaron que “no se habían quedado a luchar” o que “no reconstruyeron el país”:

1. No había comida suficiente en el pueblo. Que se fueran algunos alivió el abastecimiento para los demás.

2. Desde afuera se trabajó duro y se enviaron recursos. Sus familias y otras familias se beneficiaron de las remesas. Los ayudaron a mantenerse.

3. Se llevaron el país con ellos y supieron preservar lo bueno que habían sido y que la guerra había golpeado. Se lo llevaron con dolor y alegría, con morriña. Fueron embajadores de una identidad y una cocina. Fueron gente buena donde llegaron y por ellos los demás se hacían una idea de los orígenes. Una parte de Galicia y España hablaba a través de sus acciones.

4. Al volver, volvieron solventes. Volvieron con dinero para invertir, comprar y mejorar aún más la zona. Algunos además enviaron a sus hijos con experiencia y conocimientos, con dos identidades, con ganas de volver a tejer la piel rasgada de la separación.

5. Vieron mundo. Recorrieron, vivieron y amaron en muchos paisajes. Brindaron con otros vinos, hicieron amigos en otras lenguas, vieron que había tierra más allá del Cabo Fisterra y los barcos no se hundían en el horizonte. Mientras alguna de la gente que se quedó no dejó nunca de ser gente de pueblito, con sus limitaciones y una vida sencilla en la que nunca se supieron otros.

Así que se fueron y volvieron y otros se fueron varias veces más. Indecisos y preguntándose qué hacer. Porque cuando las cosas se hacen con el ímpetu de vivir, no hay exactamente un aquí ni un allá, hay un “marcho que teño que marchar”.

25 de julio: Día da Patria Galega

 

Luis Carlos Díaz

@LuisCarlos

Telegram:

https://t.me/luiscarlosdiaz

Lecciones de unos gallegos que se fueron en la postguerra y no volvieron sino muchísimas décadas después, al final de sus vidas, cuando algunos les reclamaron que “no se habían quedado a luchar” o que “no reconstruyeron el país”:

1. No había comida suficiente en el pueblo. Que se fueran algunos alivió el abastecimiento para los demás.

2. Desde afuera se trabajó duro y se enviaron recursos. Sus familias y otras familias se beneficiaron de las remesas. Los ayudaron a mantenerse.

3. Se llevaron el país con ellos y supieron preservar lo bueno que habían sido y que la guerra había golpeado. Se lo llevaron con dolor y alegría, con morriña. Fueron embajadores de una identidad y una cocina. Fueron gente buena donde llegaron y por ellos los demás se hacían una idea de los orígenes. Una parte de Galicia y España hablaba a través de sus acciones.

4. Al volver, volvieron solventes. Volvieron con dinero para invertir, comprar y mejorar aún más la zona. Algunos además enviaron a sus hijos con experiencia y conocimientos, con dos identidades, con ganas de volver a tejer la piel rasgada de la separación.

5. Vieron mundo. Recorrieron, vivieron y amaron en muchos paisajes. Brindaron con otros vinos, hicieron amigos en otras lenguas, vieron que había tierra más allá del Cabo Fisterra y los barcos no se hundían en el horizonte. Mientras alguna de la gente que se quedó no dejó nunca de ser gente de pueblito, con sus limitaciones y una vida sencilla en la que nunca se supieron otros.

Así que se fueron y volvieron y otros se fueron varias veces más. Indecisos y preguntándose qué hacer. Porque cuando las cosas se hacen con el ímpetu de vivir, no hay exactamente un aquí ni un allá, hay un “marcho que teño que marchar”.

25 de julio: Día da Patria Galega

 

Luis Carlos Díaz

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Lecciones de unos gallegos que se fueron en la postguerra y no volvieron sino muchísimas décadas después, al final de sus vidas, cuando algunos les reclamaron que “no se habían quedado a luchar” o que “no reconstruyeron el país”:

1. No había comida suficiente en el pueblo. Que se fueran algunos alivió el abastecimiento para los demás.

2. Desde afuera se trabajó duro y se enviaron recursos. Sus familias y otras familias se beneficiaron de las remesas. Los ayudaron a mantenerse.

3. Se llevaron el país con ellos y supieron preservar lo bueno que habían sido y que la guerra había golpeado. Se lo llevaron con dolor y alegría, con morriña. Fueron embajadores de una identidad y una cocina. Fueron gente buena donde llegaron y por ellos los demás se hacían una idea de los orígenes. Una parte de Galicia y España hablaba a través de sus acciones.

4. Al volver, volvieron solventes. Volvieron con dinero para invertir, comprar y mejorar aún más la zona. Algunos además enviaron a sus hijos con experiencia y conocimientos, con dos identidades, con ganas de volver a tejer la piel rasgada de la separación.

5. Vieron mundo. Recorrieron, vivieron y amaron en muchos paisajes. Brindaron con otros vinos, hicieron amigos en otras lenguas, vieron que había tierra más allá del Cabo Fisterra y los barcos no se hundían en el horizonte. Mientras alguna de la gente que se quedó no dejó nunca de ser gente de pueblito, con sus limitaciones y una vida sencilla en la que nunca se supieron otros.

Así que se fueron y volvieron y otros se fueron varias veces más. Indecisos y preguntándose qué hacer. Porque cuando las cosas se hacen con el ímpetu de vivir, no hay exactamente un aquí ni un allá, hay un “marcho que teño que marchar”.

25 de julio: Día da Patria Galega

 

Luis Carlos Díaz

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