El inaceptable chantaje de la Unidad, por Armando Martini Pietri - Runrun
El inaceptable chantaje de la Unidad, por Armando Martini Pietri

 

Unidad, alianza, unión, asociación, frente amplio, agrupación, alardes e hipocresías cacareadas a diestra y siniestra, pero sin propósito de enmienda ni contrición. Quienes las vociferan lo hacen con interés de exigencia obligada, intimidación y amenaza, coaccionando el deseo mayoritario de una población angustiada y deseosa de cambio mientras muere de hambre y padece graves problemas de salud sin posibilidad de tratamiento.

Ya nadie cae en el chantaje de la “unidad” para beneficio de unos pocos, en el deseo de esconder motivos reales, y la inconsistencia entre aquello que se defiende y lo que realmente se hace; son malas consejeras para los mentirosos y buenas para los engañados. Con sus falsedades los estafadores emprenden nuevas mentiras y se enmarañan en ellas, obscurecen perspectivas y pierden el horizonte, mientras los estafados aprenden en carne propia a no creer en neblinas ni aromas que desprenden fragancias, pero envenenan.

Se busca entrampar a los ciudadanos en requerimientos escabrosos -que rayan en la coerción- a las demandas de unidad como requisito forzoso para rescatar al país del tragadero dictatorial de esta ignominia llamada socialismo del siglo XXI, con el deleznable argumento de que atacas a la oposición más que al régimen. Algunos tramperos justifican así su simpleza y, peor, tratan de esconder la impunidad viciosa en la que se cobijan, es decir, guardar silencio, lo que se convierte en complicidad de la porquería en que están inmersos políticos y no políticos que se benefician, usufructúan y se lucran del absolutismo. Han hecho de la unidad una estafa en la que algunos sucumben de buena fe, inconsciencia o interés. Prueba irrefutable de que trabajan para mantener el estatus que precisa quien gobierna para sobrevivir y permanecer.

Venezuela clama con apremio urgente una plataforma opositora seria, con solidez ética y moral, de principios y buenas costumbres ciudadanas que, en base a coraje, inteligencia, estrategia y coherencia, dejando de lado el interés personal y partidista, entendiendo que primero es Venezuela y se dedique con propiedad a salir del régimen opresor.

En lo interno e internacional es lugar común aludir con ímpetu -casi enfermizo- a la exhortación unitaria que no admite limitaciones ni condiciones, sin detenerse a preocuparse de que no necesariamente da los resultados que deseamos o imaginamos. La unidad poderosa, vigorosa y valiente, la de verdad, tiene un precio muy alto que muchos políticos, politiqueros y cooperantes no están dispuestos a pagar. Mil veces preferible y más confiable es una ciudadanía intransigente que demande y reclame sus derechos con entusiasmo, pasión, exigencia, severidad y sea así infatigable acusadora, que una sociedad encubridora, tolerante, resignada y complaciente ante lo que consiente y razona incorrecto.

Desvergonzados y deshonestos no hace mucho manifestaban que con ética no se gana en política, hoy son víctimas de su falta de comportamiento y proceder, están sordos y ciegos en medio de la bruma corrupta, enfurecen y responden con improperios rabiosos cuando se les critica o se les toca con el pétalo de una rosa. O con una verdad que no es tan suave.

Para que la unidad sea factible y sustentable hay que definir sus integrantes. No tiene sentido incorporar a los fracasados de siempre, articular con infiltrados y blandengues improductivos consecuentes con la complicidad bajo cuerda, partícipes convivientes, corruptos cooperantes, si no está clara la intención y el propósito que dé sustento y justifique la unidad pretendida. No es ni puede ser requisito el pensamiento único para unirnos, sólo es indispensable tener intenciones, planes, destrezas, cualidades comunes y ejecutables, que puedan lograrse y den resultados.

Opositores sumisos y colaboradores, en apenas horas apoyan la tosca nueva propuesta de referéndum después que el mundo rechazó y desconoció la legitimidad de Maduro. Recordemos lo que decían el 16J, que: el Plebiscito sería una etapa superior que   defenderían. Ahora los embusteros sin sonrojo manifiestan apuntalar elecciones. Así como fue una caricatura el montaje electoral, también lo fue el discurso de promesas de enmienda y rectificación.

De inmediato, se anuncian risibles primarias ¿de qué? ¿para qué? y designan a dedo pro cónsules de la diáspora sin consultar a nadie. Y si los ciudadanos no intervenimos y nos imponemos con fuerza determinante, se embarcarán de nuevo en otra negociación -eso que llaman diálogo- con la dictadura. Será un atrevimiento inútil que avalará la miseria, carencias y privaciones. Maniobra distraccionista a la cual algunos le hacen el juego, tahúres de la falsedad. Pero hay algo que ofende más, el mayor y más devastador cáncer mental de esos falsos profetas: el desprecio al pueblo, creer que los ciudadanos son imbéciles, manso ganado para arrear donde ellos quieran.

Para eso existen, para equivocarse. Insisten obsesivos en iniciativas negociadas y apuestan a democracia con quien no cree en ella, porque, en definitiva, no entienden, no les interesa o no quieren comprender cómo maniobra y manipula el totalitarismo comunista bajo el yugo y la dependencia castrista. Entiéndanlo, la única posible consulta en que la gente participaría con entusiasmo sería una que decida la dimisión y disolución de la oposición oficialista que cohabita con el absolutismo cubano, y el retiro definitivo de la política de los desgastados dirigentes actuales.

No sigamos preguntándonos con asombro e incredulidad por qué seguimos acorralados. Los mismos políticos que lo han negociado y cedido casi todo pretenden seguir controlando todo, hasta los exiliados que se han ido en busca de mejor futuro dejando atrás el castrochavismo madurista al igual que a sus cómplices miopes, turbados e indiferentes, pero jamás mudos. La economía inflacionaria sigue su curso imparable al colapso, el hambre insiste y se acentúa, la enfermedad y la violencia acosan, la muerte acecha y la tiranía reprime. Los venezolanos no huyen ni se van porque no quieran a su país, sino porque esta Venezuela chavo-mudista no los quiere a ellos.

 

@ArmandoMartini