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Opinión

De bufón a presidente, por Luis De Lion

Luis DE LION
13/11/2016

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@ldelion

Los 240 años de democracia norteamericana, dejan al resto del mundo, sin muchas lecciones que dar sobre el tema. Solo una sociedad viva y con sus reflejos activados, es capaz de hacer dos revoluciones socio-políticas en apenas 8 años. Así lo demuestra el hecho de haber sido capaces los Estados Unidos, de pasar, sin mayores traumas del “yes we can” al “make America great again”. La confirmación de dicha transición, sin heridas profundas, la escuchamos en los tonos conciliadores e institucionales de Trump, Clinton y Obama, que dejaron en ridículo a los profetas del apocalipsis.

Pero no todos los pilares de la democracia estadounidenses salieron ilesos de ésta elección. La principal víctima, ha sido la opinión pública. Que se hizo portavoz de un hipotético y horripilante escenario, que tuvo su raíz en el nefasto efecto autopredictivo de los sondeos. En consecuencia, el establishment se dejó llevar por una opinión pública que era todo menos lúcida. En su miopía e histeria anti Trump, la opinión se paralizó ante un personaje que encarnaba un fenómeno fuera de lo común. De esa manera, y a la luz de los resultados, la opinión y el pronóstico, de los medios, fue profundamente desafiado. Si observamos con atención, el mapa de los resultados electorales, no fueron análisis sino predicciones de ombliguistas los que evocaron el declive del voto blanco, el femenino y el hispano.

Más que un antisistema, Trump, mantuvo un discurso y una acción antiélites. Sin la prensa, sin la banca y sin el apoyo de su partido. La amplia victoria de Trump impone una revisión, de la opinión pública.

De igual forma, se produjo una muy mala estimación de los elementos de movilización.

La frustración como recurso político, fue descartada, por todos menos por el equipo de campaña de Trump. El voto popular, no formó parte de la hábil táctica electoral del equipo de Trump. Simplemente porque no cuenta para ganar la presidencia. Así vimos como la táctica electoral de Trump no intentó ganar California. Al tiempo que Hillary dio por ganados los tradicionales estados demócratas. Clinton, durante la campaña jamás puso un pie en Wisconsin. Incomprensible tratándose de la primera zona agrícola del país. Pero Michigan y Wisconsin resultaron decisivos. Casualmente los estados donde había ganado Sanders.

El otro gran perdedor, de las elecciones ha sido, Barack Obama para quien votar por Trump era simplemente inaceptable.

De esa manera, llega a su fin el lirismo de Obama, que estaba convencido que con lo simbólico se podía cambiar al mundo. No vendía esperanza, sino sueños. Lo sustituye, Trump y su visión hobbesiana del mundo, que vende realismo en lugar de sueños, pero con un estilo y un verbo que inquieta.

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