El periodismo más luminoso surge de las entrañas de estos tiempos oscuros de censura y represión robo-lucionaria

Pero familiares y vecinos no se dejaron amedrentar y mantuvieron su protesta. El periodismo libre, no arrodillado ni controlado, Correo del Caroní en primer lugar, hizo lo correcto: le dio voz a la gente. No censuró. Investigó. Buscó la verdad. Eso es lo que Correo del Caroní ha hecho invariablemente en sus 39 años de vida y ahora con mas razón. Sus periodistas fueron al sitio pese a todos los riesgos y las amenazas del gobierno. Comenzaron a descubrir -y publicar- pruebas y verdades junto al pueblo denunciante. Así llegaron al sitio numerosos periodistas de medios libres e incluso internacionales. Eso fue un impulso fundamental. Reportajes, testimonios, evidencias, todo se iba publicando incluyendo las terribles y dolorosas pruebas que “las autoridades” no veían. Los periodistas, con los vecinos, encontraron evidencias en el lugar de la masacre. Solo restaba encontrar los cuerpos como testimoniaban los sobrevivientes y negaba el gobierno. En pocos días apareció la verdad. La masacre, lamentablemente, no era “virtual”. Fiscalía y Defensoría terminaron por encontrar los cadáveres de 17 mineros masacrados.
El crimen no pudo ser silenciado ni enterrado en el olvido, gracias al coraje de familiares de los asesinados y del pueblo de Tumeremo. Gracias a que hay diputados de verdad y gracias a que el gobierno no ha podido lograr que la “hegemonía comunicacional” sea total. No han podido silenciar todo. Pese a tanto acoso y represión que ha silenciado o arrodillado a muchos, aún hay periodismo libre, el que resiste en medio de mil limitaciones. El periodismo con “P” mayúscula siguió investigando, dando voz al pueblo y llegando al fondo del asunto, labor que en otro plano completaría la Asamblea Nacional que tras los resultados del 6D y luego de años de genuflexión y entreguismo, ahora juega su rol político y constitucional.
No es poca cosa resistir y no arrodillarse al poder. Correo del Caroní ha sido sometido a un intenso cerco a lo largo de estos años. Cerco económico, de cortar el acceso libre al papel, pero también amenazas y demandas contra el editor del diario David Natera Febres, cuyo fin último –además de la venganza por no callar ante la corrupción- es cerrar al periódico para completar el cepo regional de censura y control del poder corrupto. Al poder, a la cúpula corrupta, le molesta que algo como la masacre de Tumeremo no haya podido ser silenciado y enterrado. Les molesta que la corrupción no pueda seguir alegre e impune. Les molesta que el pueblo que sufre por hambre, criminalidad y grave escasez de medicinas tenga lugares donde su reclamo se lea y escuche en lugar de ser silenciados. A la cúpula roja podrida le molesta que la ruina que ellos causaron en la industria de Guayana se conozca en lugar de quedar sepultada en la censura. Que el empobrecimiento general de los trabajadores y sus familias encuentre espacio para ser denunciado cuando su control mediático intenta disfrazar todo. Que protestas, luchas y reclamos tengan eco.
El premio de Periodismo Gabriel García Márquez es un poderoso aliento para perseverar a pesar de todos los atropellos, el hostigamiento, las amenazas y el cerco del poder corrupto. Es el fruto de haberse atrevido a no ceder, a mantener el compromiso histórico con Guayana y Venezuela. La confirmación de que lo correcto es hacer periodismo de verdad e incluso ser mejores, crecer ante la adversidad. Allá en Medellín están Oscar Murillo y Clavel Rangel de nuestro Correo del Caroní, junto a Ronna Risquez de Runrunes y César Batiz de El Pitazo. Ellos junto a Germán Dam, Pableysa Ostos, que se fajaron con coraje en el sitio, junto a Lorena Meléndez, Ramsés Siverio, Leonardo Suárez Montoya, Marcos Valverde y Liseth Boon de los tres medios tienen nuestro cariño y admiración. ¡Gran trabajo! Periodismo en mayúscula junto al coraje y la determinación. Tanto como María Laura Chang de Efecto Cocuyo por su magnífica serie de trabajos tituladas “Sin tratamiento” acerca de la muy dolorosa crisis del sistema de salud y Juanita León de La Silla Vacía de Colombia por ‘La justicia que sale de La Habana’, acerca del proceso de paz en Colombia.
El periodismo -el de verdad- siempre será incómodo para el poder. Solo que cuando el poder es democrático o simplemente hay instituciones libres, división de poderes y equilibrios democráticos, esa incomodidad causa algunos forcejeos y desaveniencias, pero no puede imponer atropellos como el cierre de RCTV, de docenas de emisoras radiales, la compra mediante poderes fácticos corruptos de otros medios, las demandas y el uso de lo judicial para perseguir a medios como Correo del Caroní, Tal Cual, El Nacional, La Patilla y otros. Cuando hay democracia no puede un gobierno censurar mediante “cadenas” abusivas por miles de horas a los medios radioeléctricos. Tampoco puede usar los medios públicos como si fueran de la propiedad abusiva del cogollo corrupto en lugar de propiedad y uso de toda la nación en su pluralidad.
En la Venezuela de hoy, además de los medios clausurados, a los que compró el poder para colocarlos en el rol indigno de ser tituladores de propaganda engañosa del poder; junto a los que el poder corrupto ha doblegado. Junto a esa indignidad, hay unos cuantos medios que resisten y defienden al periodismo y han surgido nuevos. Es el momento de valorar al magnífico periodismo de investigación, de análisis, de la noticia de calle que hacen medios digitales como RunRunes, Efecto Cocuyo, La Patilla, Armando Info, El Pitazo, Prodavinci, Crónica Uno, KonZapata, El Estímulo, Climax, junto con Tal Cual, El Nacional, La Verdad, El Carabobeño, Versión Final, El Impulso, Correo del Caroní y algunos mas. Junto a unos pocos sobrevivientes y resistentes, además de magníficos espacios radiales en RCR, Unión Radio, Fé y Alegria y algunos mas en diversas regiones. No es casual que sean de Venezuela dos de los tres finalistas de este premio iberoamericano de periodismo en Cobertura. Es el resultado de la respuesta de coraje, dignidad y de principios del periodismo venezolano –la mayor parte de él- ante el plan totalitario de la “hegemonía comunicacional”, la censura directa, mediante las “cadenas” la persecución y los atropellos judiciales, policiales, de los grupos paramilitares del régimen