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Opinión

El anatema del tiempo por Armando Martini Pietri

Armando Martini Pietri
21/04/2016

BanderadeVenezuela

 

La polarización política en Venezuela entre PSUV y MUD están doblegados al tiempo en el conflicto que ambos se han planteado: la permanencia o no del presidente Maduro en el poder. La MUD presiona para adelantar, el PSUV para atrasar. Sin embargo en ese trance los ciudadanos ya desconfían de ambas partes, la gente está atiborrada y a pesar de alardes y discursos, la gran masa ciudadana cada día está menos con cualquiera.

Un problema fundamental es que las alianzas parecen pegadas con saliva de loro. En el oficialismo crece la grieta y se observa claramente una separación entre el chavismo leal a Chávez, muerto pero añorado, y el madurismo, que parece desprovisto de toda madurez política y capacidad para gobernar. A Chávez la gente lo rodeaba hasta en el peor aguacero, este martes 19 de abril a Maduro lo dejaron con la palabra en la boca y la guayabera empapada, el evento debió ser suspendido.

En la MUD su secretario general y principales dirigentes partidistas hablan de unidad, aseguran estar unidos, pero es claro que las fracciones están marcadas, ya es conocido de todos que en la MUD la unión es apariencia y en cualquier momento los pedazos se irán cayendo –piensan desde ya en la competencia por las gobernaciones.

Ambos lados están llenos de fisuras que en cualquier momento pueden convertirse en fracturas, ya nadie se llama a engaño y los crujidos empiezan a oírse en estéreo.

En el PSUV, ni el chavismo ni el madurismo aceptan asumir responsabilidades en el fracaso evidente, estruendoso del Gobierno y se culpan mutuamente. Cegados por la torpeza, la ignorancia y la incapacidad de innovar, se escudan tras el pretexto de que hay que mantener el legado de Chávez que no puede ni debe perderse, ahora algunos hablan de “regresar  a sus orígenes”. Quizás no sea mala idea, si al referirse a “los orígenes” están pensando en aquel Chávez delgado que hablaba pausadamente donde lo invitaban y ofrecía un país activo, próspero, sin corrupción, la Venezuela aquella que seguía creyendo que los militares son eficientes sólo por ser militares, disciplinados y ordenados.

La oposición, por su parte, no sólo muestra rendijas sino que se le señala de no haberse preparado suficiente para la situación atenazante que les está tocando vivir. ¿No sabían los candidatos a diputados que el régimen no podría simplemente aceptar que el único poder que perdería le impusiera leyes? ¿No previeron los dirigentes opositores que en las salas del Tribunal Supremo de Justicia hay magistrados obedientes y estrechamente relacionados a Miraflores, pero que también saben de leyes, su manejo y análisis para aprobarlas o invalidarlas?

La guerra de la oposición por ahora es de bajo nivel, pero todo conflicto tiende a subir el volumen, y con las próximas elecciones los tonos se elevaran, es inevitable. Cada partido tratará de asegurar estados, y eso es importante. ¿Cederá UNT, pongamos por caso, su control del Zulia? ¿Permitirá Henri Falcón a un adeco, justiciero o lopecista en Lara así como así? Son sólo dos ejemplos sin entrar en detalles de Carabobo donde el partidito de los Salas se ha hecho polvareda.

Podríamos criticar a Ramos Allup, quien quizás, en un momento de entusiasmo por el aplastante triunfo en las elecciones parlamentarias, se apresuro y aseguró que en 6 meses los opositores darían al país la fórmula constitucional para quitarse a Maduro de encima. Es en esta cuestión en particular donde el tiempo se convierte en algo grave, porque estamos avanzando en 2016 y, en menos de un año, Maduro podría salir por renuncia o revocatorio, pero el chavismo –no necesariamente el madurismo- seguiría al mando, la Constitución establece que no se convocaría a elecciones sino que el Vicepresidente asumiría la Presidencia hasta completar el período, año 2018. O sea, o la oposición gana esta batalla antes del 31 de diciembre de 2016 –revocatorio o cualquier otra solución que se plantee- o habrá que aguantarse al gobierno oficialista dos años más. ¿Será acaso lo que se quiere?

Es una inocentada y hasta una estupidez pensar que el oficialismo se quedaría de brazos cruzados y nada haría al respecto. Llamar al revocatorio era y es riesgoso, las trabas y obstáculos serán inmensos ¿es que acaso olvidamos que Chávez logró retrasarlo casi un año? ¿Qué hizo pensar –a algunos- que Maduro no lo haría?

Teóricamente, las normas vigentes que dan lentitud al proceso de preparación del referéndum pueden ser cambiadas a través de la Ley de Referendo y ello corresponde al Poder Legislativo. Como en efecto ya fue aprobada en segunda discusión. Sin embargo, hasta ahora, el entramado institucional del país ha funcionado a favor del gobierno en este juego de tiempo. Y para colmo, lo nuevo pero también previsible, el Consejo Nacional Electoral envió misiva a la Asamblea Nacional indicando que la potestad exclusiva en la iniciativa de legislación electoral le corresponde a ese poder, y no la tiene la Asamblea. Buscaban evitar –o al menos complicar- que la aprobación de la Ley de Referéndum sirva para reducir los lapsos y poder hacer el revocatorio este año. Que, por cierto, el oficialismo públicamente ha sostenido que la responsabilidad del revocatorio queda para la oposición. Lo mismo que la Enmienda, para reducir el período de Maduro, queda a cargo de la Asamblea Nacional. Al menos hasta que la Sala Constitucional disponga otra cosa, y lo hará, sin duda.

El Gobierno gana tiempo, es lo único que sabe hacer, corre arrugas porque tiene cuatro ases y la oposición sólo uno, y hasta ahora parece estar ganando, al menos en lo de aferrarse a Miraflores. La Asamblea juramentó 3 diputados de Amazonas y el TSJ la declaró en “desacato” y ningún pronunciamiento se espera. El parlamento negó el Decreto de Emergencia Económica emitido por el presidente, la súper Sala lo puso en vigencia y todos tan tranquilos. La AN aprobó la reforma a la Ley del Banco Central de Venezuela, la Sala Constitucional la declaró inconstitucional. Y continuará con toda ley que no convenga al oficialismo. Merece mención especial la irregular, descarada y hasta irresponsable decisión número 9 de la Sala Constitucional, que normó las facultades de interpelación y de control gubernamental que se le atribuyen al cuerpo legislativo. 

La situación hace sentir a la Asamblea virtualmente mediatizada y sin posibilidad de encarar con éxito los desafíos. Sería poco serio pensar que habrá un cambio en estas posturas que han restringido los poderes del Legislativo y uno se pregunta: ¿aceptará el TSJ la nueva Ley, que busca aumentar la cantidad de magistrados de la Sala Constitucional, y que serían nombrados por el actual Poder Legislativo opositor? No se rían, hay quien se lo pregunta. 

Ya transcurrió un trimestre y el Presidente Maduro ha sorteado con daño pero aún insuficiente la oposición legislativa, ayudado –ciertamente- por las instituciones que le están dando respaldo eficaz y efectivo.

No está resuelto un proceso de diálogo, sugerido por el Papa Francisco, en el que también se jugará con el tiempo, el PSUV para prolongar, dilatar y los opositores para apresurar y activar. Se produjo un acuerdo unánime en la Asamblea Nacional en función del llamado del Papa. La Conferencia Episcopal anunció que los obispos podrían mediar. Lo que hace recordar, la misma trampa aquella de la Mesa de Negociación y Acuerdos en 2003-2004 que al final logró la convocatoria a referéndum, pero después de largos –larguísimos- meses de diálogos inútiles. 

Pero, y eso es lo verdaderamente peligroso, hay otros factores presentes más allá de lo jurídico y político. Es la situación económica y social del país, la alta inflación y la escasez mayoritaria. Los tiempos de hambre no son los mismos que los tiempos políticos, y es difícil imaginar si el Gobierno está realmente consciente de que esa mecha está encendida.

La MUD está presa entre normas y leguleyismos para lograr despejar la situación política y avanzar en el proyecto de salir del Presidente este mismo año. Conocidos los obstáculos, impedimentos e inconvenientes ¿se atreverá la oposición representada en la MUD invocar la presión popular? Más importante ¿Está en capacidad de hacerlo? ¿Y si el oficialismo –como siempre lo ha hecho- moviliza su gente? Y lo más significativo ¿qué consecuencia tendría en el ambiente político? 

La terrible y peligrosísima respuesta está en lo que todos vimos este martes 19 de abril, ninguna de las dos movilizaciones logró más concurrencia que una reunión de encuentro de promoción entre amigos; la gente se cansó, se hartó, se fastidió de los llamados de los políticos. Es preocupante pero amanecerá y veremos. Y pidamos a Dios que lo que veamos no sea peor que lo que ahora mismo estamos viendo. Porque podría ser peor.

@ArmandoMartini

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