La familia europea por Luis DE LION
La crisis de la Unión Europea, ya no puede ocultarse. La más hermosa idea, el proyecto más grande de la humanidad, el sueño de solidaridad, democracia y prosperidad, no atraviesa su mejor momento.
Las razones no del fracaso, por cuanto la Unión Europea ha sido un éxito económico, sino la explicación del cisma actual, son múltiples y variadas. Desde las 16 ampliaciones de la UE en apenas 18 años, pasando por los regionalismos independentistas, todo ello desembocó, a que en el presente en el seno de la Unión se afronten intereses nacionales. El carburante político ideal para la división.
Desde 1957 cuando los seis firmaron el tratado de Roma, hasta hoy que son 29 los miembros de la Unión, es evidente que esa inflación de membresías modificó la naturaleza de la UE. Pero ese crecimiento no es un fatalismo, el error pudo estar, en que no se quiso aceptar que las realidades cambian.
Pero el temor, está hoy más que fundado.
David Cameron, va a cumplir su vieja promesa de consultar a sus compatriotas sobre la permanencia dentro de la UE, pero lo tocará hacerlo justo cuando el euroescepticismo británico se ha vuelto más virulento. Para protegerse, Londres obtuvo, unas inéditas concesiones por parte de Bruselas.
En el ojo del huracán, los inmigrantes de Europa del Este. Luego de la ampliación de la Unión en 2004, el Reino Unido, fue el único país que no restringió la inmigración proveniente de los nuevos Estados miembros de la UE. La administración británica, reconoce su error al subestimar sus previsiones, esperaban 15.000 polacos y en 10 años llegó un millón de personas, que como inmigrantes europeos tienen derecho a las mismas prestaciones sociales que los británicos.
La salida del Reino Unido, debilitaría el peso económico de la Unión. La población británica representa el 13% de la UE, es una de las tres mejores de la Unión y pesa el equivalente al 15% de la riqueza de los 28 miembros. Para el correcto funcionamiento de la UE, el Reino Unido aporta 12% del presupuesto de Bruselas. Del otro lado, la Unión es el socio comercial esencial del Reino Unido con quien éste realiza el 50% de sus intercambios. Ante esa perspectiva los empresarios británicos están sumamente inquietos. El poderoso sector financiero británico, 12% del PIB, milita activamente contra el Brexit. Las petroleras, las farmacéuticas, las energéticas y las automotrices son empresas que perderían mucho con una salida del Reino Unido de la UE.
Dicho esto, en suma, la opinión europea, sigue creyendo en la Unión, pero cada vez comprende menos como funciona y hacia dónde va.
¿Qué hacer? Sería bueno salir del galimatías administrativo de Bruselas. La tecnocracia europea, se ha convertido en un freno. La mezcla institucional entre el Consejo y el Parlamento, es un escollo en el que todos se pierden y nadie encuentra su lugar. Pero esto no es lo principal.
Lo primordial es que la Unión Europea no puede ocuparse de todo, no es algo normal.
La Unión sigue sin tener política exterior, pero es que en la práctica es imposible. Lituania y España no tienen la misma visión de la Rusia actual, ni de los EEUU En materia de defensa, ningún esfuerzo. No les interesa. La PESC es todo y nada.
Entonces queda la economía, segmento en el que realmente ha sido exitosa Europa, pero la economía desde el 2008 no avanza, atrapada en la crisis.
Cuando los 6 países fundadores se preparaban en 1957 para el Mercado Común Europeo, los ingleses preparaban una zona de libre intercambio. Londres al ver que se hizo realidad la CEE decidió adherirse, para no quedarse fuera del mercado. Pero los británicos, jamás soñaron con un proyecto político y su espíritu siempre fue limitarse a una Unión económica.
En el presente, es un hecho palpable, el crecimiento europeo se ha ralentizado, la administración y sus reglamentos pesan mucho, dicho esto, no es tan ilógico que un miembro pretenda intentar una salida.
Pero en el hipotético escenario del Brexit es imposible hoy medir las consecuencias para unos y para los otros. Tocará a los que se quedan en la UE pensar y aprovechar la ocasión para hacer los cambios necesarios.
Alemania y Francia, los dos motores, tendrían que proponer un programa para que Bruselas dentro de 15 años, alcance la harmonía fiscal y de regímenes sociales entre todos sus miembros. No es fácil, será cuesta arriba. Solo la voluntad política puede lograrlo.
Una UE a la carta, es algo que no puede existir. De hecho, Europa es una familia, no es una nación.