En modo de supervivencia por María Elena Arcia Paschen
Creo que este título describe bastante bien la situación en la que nos encontramos la mayoría de quienes habitamos esta otrora “Tierra de Gracia” lo cual me produce, confieso, profunda tristeza, pero por otro lado nos mantiene en una permanente búsqueda de soluciones que nos permitan superar esta penosa situación teniendo claro que tenemos que aprender las lecciones de la historia para no repetirla.
Este modo de vida en el cual nos ha sumergido la terrible crisis que vivimos es muy parecido al que genera una guerra. Todos buscan los medios para lograr mantenerse vivos -unos con mayores posibilidades que otros- pero todos esperanzados en la ilusión de ser rescatados o de ser sorprendidos por el final de la guerra.
Esta realidad dura y empobrecedora nos ha puesto a todos sin distinción en estado de hacer lo que nos permita mantenernos en pie. Quizás parte de la estrategia del menguado régimen ha sido agobiarnos con muchas tareas indispensables para sobrevivir para así evitar que tengamos el tiempo y la fuerza para combatir su ineficiencia, pero afortunadamente muchos venezolanos padecemos del síndrome del “optimismo crónico” y continuamos luchando y apostando al cambio.
Pero hay algo que es inocultable y son los resultados desastrosos que están a la vista de todos y están generando muchísimo malestar… Les recomendaría a quienes todavía controlan el gobierno que no subestimaran la capacidad de rebote que se puede generar de forma también inesperada y espontánea en la “gente común” que aspira tomar el control de su propio destino hastiados de ser objeto de una historia que otros han escrito por ellos para convertirse en sujetos activos de su propio destino. Esto se olfatea en la calle y hay que tener mucho cuidado cuando el pueblo siente que el país lo llama …
De contar el gobierno con estadistas o al menos personas con cierto sentido común, ya habrían diseñado algún plan y estarían ejecutándolo simplemente para salvarse ellos mismos y evitar el desmoronamiento de la imagen del ¨Gigante Eterno” y la desmoralización de sus propios seguidores. Pero están congelados.
La sociedad está pidiendo a gritos un cambio y está buscando los líderes que la oriente, pero estos líderes deben demostrar que no son servidores de las circunstancias, sino por el contrario son el gran elemento del cambio para ayudar en la tarea de reconstruir la sociedad y el país.
Se trata de cambiar las circunstancias adversas para abrir paso a nuevas realidades. No podemos aceptar la situación actual como un hecho fatal inmutable, incontrovertido; hacerlo supondría renunciar a la potencialidad de la libertad del ser humano y esto es inaceptable. Aún cuando se entiende el desánimo (momentáneo) tenemos que dejar a un lado esa actitud derrotera para dar paso a la sociedad de los “porfiados”.
El punto de quiebre para dar lugar a los grandes cambios es siempre la encrucijada de una crisis profunda y se convierte ésta en el momento propicio para la acción de cambio de los nuevos líderes.
Nos toca, por los momentos, convertirnos cada uno de nosotros en los líderes que inicien el trabajo necesario por lo que tenemos que empezar por modificar muchos hábitos y actitudes. Debemos recuperar del afán emprendedor la característica de mirar todas las posibilidades para crear nuevos proyectos, desterrar la amargura, la indiferencia y la mediocridad. Practicar los valores de laboriosidad, responsabilidad, honestidad, solidaridad, civismo entre otros para convertirnos en líderes de nuestros pequeñas parcelas y de este forma ir moldeando el tipo de líder que esta maltratada sociedad requiere para llevar adelante los urgentes cambios.
¡El país lo necesita, lo espera, lo exige!
@malarcia