En las últimas semanas ha ocurrido una suerte de deslave en la opinión pública en general y en las redes sociales en particular con relación a la actuación y función de la MUD como alternativa opositora a este nefasto gobierno. Después de que dicha instancia tuviera una postura más o menos combativa contra el gobierno, y especificamente en cuanto a declarar a viva voz la ocurrencia de un fraude electoral en las elecciones de abril del pasado año, hemos avizorado con extrañeza la actitud de sus principales lÃderes en cuanto a promover un diálogo con el gobierno, lo cual algunos analistas han catalogado de apaciguamiento.
Muchas hipótesis pueden tejerse en cuanto a este cambio en la polÃtica de la MUD hacia el gobierno, sobre todo cuando algunos de sus más conspicuos voceros y allegados se han dedicado a atacar con fiereza a aquellos que osan criticar, asà sea levemente, las decisiones, actuaciones e inacción de la mesa de la unidad. Más allá de las hipótesis que podrÃan explicar tal cambio, y en particular de aquellas que acusan de colaboracionistas a los dirigentes de la instancia opositora, es conveniente dar una mirada a las regularidades polÃticas que muestra la historia latinoamericana, de las últimas décadas en lo que se refiere a cambios o salidas de gobiernos autoritarios, como una forma de entender, más no de justificar, la actual polÃtica de la dirección opositora.
En general es conveniente señalar que ola democratizadora que abrazó a latinoamérica a partir de la década de los 80, no fue producto de revoluciones, golpes de Estado o levantamientos, como bien lo expresa Sepúlveda en su libro “Historia del Mundo Actual. Centroamérica, con sus experiencias guerrilleras fallidas, a excepción de Nicaragua, son ejemplos de tal anotación. Después de años de guerra civil, en donde ninguna de las facciones pudo imponerse sobre la otra, fueron las negociaciones, apoyadas por instancias internacionales, las que trajeron la paz y con ella la democracia a la región.
En suramérica, los casos de Brasil y Argentina son reveladores. En el primer paÃs fue la propia junta militar que gobernaba esa nación, la que encabezó una progresiva transición hasta el logro de una democracia total. En Argentina, después del total desastre que significó para los militares la derrotra en Las Malvinas, se vieron obligados a entregar devolver al poder al mundo civil. El caso del Chile de Allende y todo lo que devino después de perder el plesbicito es harto conocido. Las transiciones hacia modelos democráticos en Paraguay, Bolivia, Uruguay y Perú, no han estado excentos de tensiones y uso de la fuerza en algunos casos, no obstante, en ninguno de ellos ha sido una revolución la que ha podido lograr tal objetivo. Muchos de los cambios arriba mencionados, han sido el producto de la incapacidad de los regÃmenes de fuerza para mantener condiciones socioeconómicas satisfactorias para la mayorÃa de la población, expresa el autor arriba citado.
Asà entonces, esta clase de argumentaciones pueden servir de base para la constitución de polÃticas para abordar escenarios en donde un régimen dictatorial, como el que nos gobierna, ejerza el control polÃtico y militar. No obstante tal cuestión, considerar cambios en las estrategias, y en particular en las tácticas empleadas, nunca debe descartarse.