Minería ilegal y Farc devoran la Amazonia venezolana
Van tras oro, diamantes y coltán, esclavizan a los indígenas y talan la selva.
Desde el aire, el manto verde que cubre la Amazonia venezolana deja entrever pequeños, pero cada vez más numerosos, agujeros. En tierra, a 40 grados centígrados bajo la sombra, cuadrillas de mineros brasileños, colombianos y venezolanos devoran una de las zonas de mayor biodiversidad del mundo en busca de oro, diamantes y coltán que, según autoridades locales, sacan clandestinamente del país con ayuda de la guerrilla colombiana de las Farc.
Como ocurrió a principios del siglo XX con la fiebre del caucho, los fabulosos precios del oro -que triplicó su valor en la última década- han hecho florecer un millonario e ilegal negocio que sabotea los esfuerzos del Gobierno venezolano por frenar la deforestación en el pulmón del planeta.
Organizaciones no gubernamentales de derechos indígenas, como Survival International, calculan que hasta 4.000 mineros ilegales -o ‘garimpeiros’- actúan en las entrañas del estado venezolano de Amazonas, enclavado entre Colombia y Brasil. Y según el gobernador Liborio Guarulla, lo hacen protegidos por miles de combatientes de las Farc que se esconden del lado venezolano de la frontera de 2.219 kilómetros de selva.
“La presencia de ‘garimpeiros’ y guerrilleros en territorio venezolano es evidente”, dijo Guarulla, un indígena de la etnia baniva que gobierna Amazonas desde el 2001. Maduro ha criticado a Guarulla por abandonar la coalición de partidos que apoyaba al Gobierno y se ha referido a él como “muy corrompido, muy borracho”, a pesar de que el gobernador jura ser abstemio.
A diferencia de antaño, cuando los ‘garimpeiros’ se abrían paso en la selva a machetazos, autoridades de Venezuela y los otros siete países amazónicos han denunciado que ahora emplean maquinaria pesada para desviar ríos, deforestar y remover una tonelada de sedimento para hallar apenas unos gramos de oro.
Además, contaminan ríos y tierras con el letal cianuro, que usan para recuperar metales mediante el proceso de lixiviación. Representantes de naciones amazónicas reunidos en octubre en Brasilia dijeron que, muchas veces, las transnacionales de la minería esperan a que los garimpeiros descubran una gran veta para tomar el control, apareciendo como los salvadores del daño ambiental con su tecnología de punta.
ESCLAVIZAN INDÍGENAS
Ubicado en el extremo sur de Venezuela, Amazonas es un estado escasamente poblado con un 25 por ciento de su superficie ocupado por el bosque tropical más extenso del mundo: la Amazonia.
Además de producir un tercio del oxígeno que respiramos y ser el hogar de innumerables especies de plantas y animales, la Amazonia es un enorme depósito de oro, diamantes y coltán, un mineral estratégico utilizado en la fabricación de teléfonos móviles, computadoras portátiles y misiles teledirigidos.
Y el devastador avance de los ‘garimpeiros’ tras esas riquezas no sOlo está acabando con la selva, sino también con sus habitantes: los indígenas yanomami. Nómades dedicados a la caza, la pesca y la recolección, los yanomami ocupan 20 millones de hectáreas de selva prístina, un territorio del tamaño del Reino Unido en la frontera de Venezuela y Brasil. ¿Su maldición? Estar plagados de minerales.
En la década de 1980, una avalancha de 40.000 ‘garimpeiros’ acabó con la quinta parte de los yanomami, diezmados por la gripe y la malaria. Desde entonces, organizaciones de derechos humanos han denunciado numerosos asesinatos en manos de los buscadores de oro.
El año pasado, sin ir más lejos, una comunidad de 80 yanomami en la frontera con Brasil fue masacrada por proteger sus tierras, según relató uno de los sobrevivientes a radios y periódicos locales. El Gobierno venezolano negó que hubiera ocurrido una masacre.
Reforzando la percepción de Amazonas como una vasta tierra de nadie, los casi 20.000 yanomami que deambulan por la selva venezolana se han convertido en mano de obra barata -o sencillamente gratuita- para los ‘garimpeiros’.
Los mineros ilegales apresan a los indígenas y los tatúan para reconocerlos cuando huyen, una práctica extendida en la Amazonia durante la fiebre del caucho. “Los tienen como esclavos”, explicó el activista en lengua yanomami.
Y MENOS ÁRBOLES…
La anarquía y la depredación de minerales no son las únicas consecuencias de la presencia de ‘garimpeiros’ y guerrilleros en la Amazonia venezolana. La deforestación en Venezuela aumentó en los últimos años a un ritmo de 1.100 kilómetros cuadrados anuales, un agujero del tamaño de la ciudad brasileña de Río de Janeiro, según cifras oficiales.
Y aunque no es comparable con los 5.843 kilómetros cuadrados deforestados en Brasil apenas en el último año, es una de las tasas más altas de los países de la cuenca amazónica.
‘LOS MUCHACHOS’
En San Fernando de Atabapo, una pequeña, calurosa y polvorienta ciudad 218 kilómetros río arriba desde Puerto Ayacucho, se refieren a los guerrilleros colombianos como los ‘muchachos’.
“Ellos (los guerrilleros de las Farc) no solo cuidan los campamentos donde están los ‘garimpeiros’, también los escoltan río abajo”, dijo un habitante del pueblo.