Venezuela y el petróleo (III) por Leopoldo López
Gracias por la receptividad a nuestra intención de abrir un debate sobre el petróleo y nuestro destino como nación.
En nuestra primera entrega propusimos debatir la aproximación cultural-política que hemos tenido con el petróleo. ¿Es una maldición? ¿Ha sido y es el causante de nuestros males? Pensamos que no y que ha sido el uso discrecional, poco transparente y mal enfocado dado por años a nuestra principal riqueza. Ante el petróleo como maldición, proponemos asumirlo como una bendición y como la más importante oportunidad que tenemos para dar un brinco histórico hacia la Venezuela que siempre hemos soñado.
En segundo lugar, para alcanzar ese país propusimos en el artículo anterior una visión petrolera nacionalista y soberana que orienta una política petrolera que se plantea cinco objetivos estratégicos. El primero de ellos es el de convertirnos en el principal productor y exportador del mundo. ¿Podemos lograrlo?
A primera vista pareciera un objetivo grandilocuente y cargado de nacionalismo, pero, aunque esto es cierto, no lo es menos que Venezuela concentra 20% de las reservas petroleras del mundo pero apenas representa 3% de la producción mundial. Venezuela tiene el coeficiente reservas/producción (R/P) más alto entre todos los países productores.
Ya fuimos el primer exportador del mundo, ¿por qué no volver a serlo? Según la Agencia Internacional de Energía (2012), el primer exportador es Arabia Saudita (8,9 millones b/d), seguido por Rusia (7,2 millones b/d) y los Emiratos Árabes Unidos (2,6 millones b/d). Con llevar la producción a 4 millones b/d, nos convertiríamos en el tercer exportador mundial (hoy somos el noveno).
Venezuela cuenta con petróleo ¡infinito! pero tiene fecha de vencimiento (la edad de piedra no se acabó por falta de piedra, la era de los hidrocarburos probablemente no se acabará por falta de hidrocarburos).
También debemos tener cuidado de generalizar y categorizar nuestras reservas como de “baja calidad”; ese es uno de los paradigmas que estamos determinados a cambiar. Venezuela es tres países petroleros en uno: el de crudos convencionales, el del crudo extrapesado y el gasífero.
Sólo en crudos convencionales (medianos-livianos), Venezuela cuenta con reservas mayores a los 80.000 millones de bbl (40 veces las que tiene Colombia, 5 veces más que Brasil). Con este nivel de reservas, podríamos incrementar la producción significativamente solo en crudos convencionales.
Hablemos de los más de 200.000 millones bbl de crudo extrapesado que tenemos en la faja. Si bien hace apenas 20 años no era comercialmente viable (solo lo pensábamos para la Orimulsión), hoy con los altos precios y los avances tecnológicos esas reservas son tan fungibles en el mercado como cualquier otro yacimiento. Por eso nosotros proponemos poner la mirada lejos y asumir que podemos y debemos ser el principal productor y exportador del mundo. Aquí entran las consideraciones de que no es posible, que se requiere mucha inversión y que si lo hacemos “desbalanceamos” el mercado y nuestro cartel predilecto, la OPEP. Ante estas consideraciones, válidas todas, nosotros pensamos que el capital para invertir está disponible y que con un plan serio que entusiasme y genere confianza dentro y fuera del país podemos atraer el financiamiento necesario. Es cierto que debemos recuperar la confianza. Esto no es imposible; las empresas y países con estas capacidades siguen interesados en Venezuela; mucho siguen aquí, solo están esperando que se den las condiciones adecuadas para acompañarnos, en una relación de respeto, a alcanzar estas ambiciosas metas. Teniendo las mayores reservas del planeta, no podemos conformarnos con ser un país de 3 millones b/d. Debemos ocupar el puesto que nos merecemos. Fuerza y fe, Venezuela.