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Maduro: el héroe ridículo por Andrés Volpe @andresvolpe

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Hace 11 años

El ideal estético del acuerdo categórico con el ser
es un mundo en el que se deniega el excremento
y todo el mundo actúa como si no existiera.
Este ideal estético se llama kitsch […]
El kitsch es la negación absoluta del excremento,
tanto en lo literal y los sentidos figurados de la palabra;
kitsch excluye todo, desde su ámbito de competencia,
que es esencialmente inaceptable en la existencia humana.

Milan Kundera.
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Habrá que entender que el sucesor pretende ser heroico, porque la revolución bolivariana así lo condiciona. La guerra contra los fantasmas del fascismo, contra la derecha venezolana, contra las sombras detrás de la cortina, contra la promesa incumplida que le embarca en mentira y lo hace dorado y brillante para que todo el mundo pueda ver que no todo lo que brilla es oro y no todo lo negro es petróleo.
Pero hay que justificar los actos y para eso se idealizan las mentiras y se actúa en función de un alto propósito y de las palabras vacías de un líder supremo triste y transparente que ya nada aporta y que ya nada salva. La justificación del héroe en base a la idealización de la mentira y, así, mantener el pellejo aun todavía pegado a los huesos haciendo creer a los muchos que la muerte es trascendencia. Pero se hace evidente y del pellejo trasluce la mentira. El ridículo con el absurdo producen el espectáculo del héroe risible, un Don Quijote sin gracia ni inmortalidad. El sucesor es un héroe ridículo.

Así es el kitsch comunista y Kundera lo dice: el desmoronamiento de los valores éticos y lo objetivo por la suplantación del romanticismo tonto y la guerra sin fin de los comunistas con la realidad. Todo basado en una mentira embellecedora y de consuelo frente a las carnes podridas y los fracasos. La mentira como necesidad de idealización  creada por la debilidad ante la realidad infranqueable. Todo se resume en la mentira consoladora de tener una patria y la agüita para las heridas. El círculo de los hipócritas rodeando el fuego y gritando “¡Tenemos patria! ¡Tenemos patria! ¡Tenemos patria!” mientras proyectan sus sombras sobre una montaña de cadáveres. Restos de las calles de Venezuela, restos de la patria, restos de la revolución. Entonces el kitsch. La acción de darle la espalda y mentir a los muchos y a sí mismos y la acción de pretender lo heroico y comer del absurdo. La acción de seguir aumentando los cadáveres para que la montaña sea una torre de Babel y desafiar la realidad. La acción de pretender que el excremento no existe.

El héroe ríe y hace el ridículo. El héroe cae y tiene dislexia. El héroe inventa guerras y enemigos. El héroe es la consumación del kitsch. El héroe ridículo solo busca entretener por entretener, porque él solo es una mentira complaciente, un payaso que besa el asfalto para que los demás rían de él. El héroe ridículo es el ideal estético de la revolución bolivariana y todo lo que esté fuera de él es inaceptable. Todo lo que esté fuera de él no existe y el mundo solo es el producto de la mentira embellecida. La revolución es tan solo una mentira complaciente.

Fuente: CEDICE

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