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Traición en el orden del día por Beatriz de Majo

traicion 2 (1)

Es cierto que la tríada que nos gobierna ha preferido aplazar sus hondas diferencias con tal de presentarse monolíticamente ante propios y ajenos y transmitir al país una sensación de fortaleza. En efecto, Maduro, Cabello y Ramírez se reparten la torta del poder que comparten con el liderazgo cubano esperando que al esforzarse por convivir con sus enemistades y cuestionamientos mutuos podrán mantener firme el bastón de mando frente a una sociedad que se torna más rebelde, intolerante e ingobernable.

Con lo que no contaban ninguno de los tres es con el elemento espontáneo de la traición de sus detractores internos que se manifiesta en un contacto, aún soterrado, con las bien aglutinadas fuerzas políticas representadas en la MUD. Ha crecido el sentimiento de que si desde dentro no es posible hacer nada para exponer a la luz pública los destrozos morales y materiales que se experimentan en las instituciones y el gobierno, es necesario dar buen uso a las interioridades de que se dispone para que otros se encarguen de hacer justicia y de detener el desmoronamiento revolucionario y de rescatar lo que queda de país.

Es que dentro de las filas rojas y en el seno del Gobierno hay numerosos y continuos elementos de protuberante descontento que, con el correr del tiempo, se han tornado insostenibles. ¿Quién quiere estar asociado o haber sido cercano observador o tácito cómplice de las tropelías de los funcionarios, los hechos de corrupción, el manejo doloso de los dineros públicos, el inadecuado uso de la justicia y del poder, la compra de conciencias o la misma traición a la patria como en el caso de la subordinación a lo cubano?

A ese descontento superlativo que se expresa en denuncias que surgen de ellos y contra ellos mismos debemos las grabaciones que hemos tenido a la vista en las últimas semanas, las acusaciones bien documentadas de corrupción, la exposición a la luz pública de los desmanes de los revolucionarios y muchas otras evidencias que ya han sido puestas en manos opositoras para que alguien se encargue de hacerlas públicas hoy, y de castigarlas más adelante.

Es así como Cabello tiene que enfrentar el descontento de sus propios uniformados por la gravitación cubana en el interior de las Fuerzas Armadas. Es así como Maduro no va a poder ignorar los señalamientos de manejo criminal de los dineros del Estado por parte de sus seguidores. Es así como Ramírez tendrá que ponerle cuatro ojos a los negociados que se dan en sus predios antes de que le exploten más escándalos en la cara sin que pueda lavarse las manos de responsabilidad.

Cada día surgen más espontáneos dentro del propio chavismo dispuestos a difundir los entuertos que han estado obligados a presenciar y que deben tolerar calladamente.

El miedo de ese lado ha llegado a su fin. Le toca ahora a la tríada que nos gobierna lidiar, en lo cotidiano, con la traición de los propios.

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traicion 2 (1)

Es cierto que la tríada que nos gobierna ha preferido aplazar sus hondas diferencias con tal de presentarse monolíticamente ante propios y ajenos y transmitir al país una sensación de fortaleza. En efecto, Maduro, Cabello y Ramírez se reparten la torta del poder que comparten con el liderazgo cubano esperando que al esforzarse por convivir con sus enemistades y cuestionamientos mutuos podrán mantener firme el bastón de mando frente a una sociedad que se torna más rebelde, intolerante e ingobernable.

Con lo que no contaban ninguno de los tres es con el elemento espontáneo de la traición de sus detractores internos que se manifiesta en un contacto, aún soterrado, con las bien aglutinadas fuerzas políticas representadas en la MUD. Ha crecido el sentimiento de que si desde dentro no es posible hacer nada para exponer a la luz pública los destrozos morales y materiales que se experimentan en las instituciones y el gobierno, es necesario dar buen uso a las interioridades de que se dispone para que otros se encarguen de hacer justicia y de detener el desmoronamiento revolucionario y de rescatar lo que queda de país.

Es que dentro de las filas rojas y en el seno del Gobierno hay numerosos y continuos elementos de protuberante descontento que, con el correr del tiempo, se han tornado insostenibles. ¿Quién quiere estar asociado o haber sido cercano observador o tácito cómplice de las tropelías de los funcionarios, los hechos de corrupción, el manejo doloso de los dineros públicos, el inadecuado uso de la justicia y del poder, la compra de conciencias o la misma traición a la patria como en el caso de la subordinación a lo cubano?

A ese descontento superlativo que se expresa en denuncias que surgen de ellos y contra ellos mismos debemos las grabaciones que hemos tenido a la vista en las últimas semanas, las acusaciones bien documentadas de corrupción, la exposición a la luz pública de los desmanes de los revolucionarios y muchas otras evidencias que ya han sido puestas en manos opositoras para que alguien se encargue de hacerlas públicas hoy, y de castigarlas más adelante.

Es así como Cabello tiene que enfrentar el descontento de sus propios uniformados por la gravitación cubana en el interior de las Fuerzas Armadas. Es así como Maduro no va a poder ignorar los señalamientos de manejo criminal de los dineros del Estado por parte de sus seguidores. Es así como Ramírez tendrá que ponerle cuatro ojos a los negociados que se dan en sus predios antes de que le exploten más escándalos en la cara sin que pueda lavarse las manos de responsabilidad.

Cada día surgen más espontáneos dentro del propio chavismo dispuestos a difundir los entuertos que han estado obligados a presenciar y que deben tolerar calladamente.

El miedo de ese lado ha llegado a su fin. Le toca ahora a la tríada que nos gobierna lidiar, en lo cotidiano, con la traición de los propios.

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