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Cómo resistir, sanar y reconstruirse colectivamente: recomendaciones activistas y defensores

Las detenciones arbitrarias, censura y represión sistemática denunciadas en Venezuela durante la última década han dejado heridas al tejido social en el país: desmovilización, desconfianza entre ciudadanos, silencio impuesto y miedo.

La ONG Laboratorio de Paz, organización dedicada al fortalecimiento de los espacios cívicos, la democracia y derechos humanos a través de la investigación en Venezuela, compartió un informe elaborado por el sociólogo Carlos Figueroa, sobre cómo encontrar herramientas para “resistir, sanar y reconstruirse colectivamente”, en contextos autoritarios.

A juicio de la ONG, en una Venezuela “fragmentada y dolida” sus aportes pueden ayudar a entender “que la lucha no es solo contra el autoritarismo, sino también por nuestra capacidad de confiar, de organizarnos, y de imaginar un futuro diferente”.

Figueroa, estudioso de las dictaduras y guerras en América Latina, creó un concepto para ayudar a entender estos contextos de represión continuo: el de “sociedades traumatizadas”, definida como aquellas sociedades que han sufrido terror político y violencia prolongada, que han afectado el encuentro entre ciudadanos en función de objetivos comunes.

Laboratorio de Paz destaca que las recomendaciones del sociólogo pueden ser adoptadas por los defensores y activistas en sociedades como las de Venezuela  para “organizarse y cuidarse colectivamente sin exponerse de manera necesaria”.

Características de “sociedades traumatizadas”

De acuerdo al especialista en estudios de procesos políticos, estas son las características que emergen en sociedades que han experimentado episodios traumáticos por violaciones de DDHH.

Miedo internalizado: la represión sistemática genera miedo crónico que impide la acción colectiva, incluso generaciones después.

Silenciamiento y autocensura: el trauma colectivo produce una cultura del silencio: “mejor no hablar”, “no te metas”.

Desconfianza estructural: se rompe la confianza social. Los vínculos comunitarios se deterioran ante el temor a la delación o la traición.

Fragmentación del tejido político: los movimientos sociales, aún después de la dictadura, presentan fisuras internas que provienen del pasado traumático.

Desmemoria o disputa por la memoria: el pasado traumático es negado, ocultado o reescrito desde el poder, dificultando su elaboración colectiva.

Propuestas a comunidades organizadas, activistas y defensores de derechos humanos que pueden ayudar a reconstruir el tejido social

El experto recomienda recuperar la memoria colectiva mediante acciones como nombrar lo que pasó, escuchar testimonios, registrar las historias, no permitir que el olvido o la “normalización” de los abusos se imponga porque “hacer memoria es un acto político: decir ‘esto fue injusto’ es resistir”.

De igual forma, insta a promover la lucha a través de la justicia aunque sea parcial: “exigir verdad y reparación, aunque no haya condenas inmediatas, visibilizar los crímenes, nombrar a las víctimas, construir memoria viva desde lo simbólico: homenajes, denuncias, espacios de duelo.

Otro consejo del especialista es “reconstituir el tejido social desde abajo”: recuperar la organización barrial, la solidaridad cotidiana, la ayuda mutua -sin la necesidad de crear grandes estructuras- sino un “grupo confiable” como primera medida, reunirse, encontrarse, escucharse y cuidarse como medio de expresión para hacer política.

Asimismo, considera que en contextos represivos es necesario apostar por una educación crítica y liberadora:compartir lecturas, reflexiones, películas, debates, cuestionar el discurso oficial, reconocer las múltiples formas de violencia para que, a través de la educación, se estimule la memoria colectiva”.

Y como última sugerencia, se indica la importancia de  mantener viva la esperanza de cambio: No es optimismo ciego, sino el acto voluntario de seguir haciendo, aunque duela (…) cada espacio que se abre, cada voz que se alza, cada acto de ternura organizada es parte de la sanación”.

*El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa, con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes “contra el odio”, “contra el fascismo” y “contra el bloqueo”. Este contenido está siendo publicado teniendo en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país.

vaca mediática
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Las detenciones arbitrarias, censura y represión sistemática denunciadas en Venezuela durante la última década han dejado heridas al tejido social en el país: desmovilización, desconfianza entre ciudadanos, silencio impuesto y miedo.

La ONG Laboratorio de Paz, organización dedicada al fortalecimiento de los espacios cívicos, la democracia y derechos humanos a través de la investigación en Venezuela, compartió un informe elaborado por el sociólogo Carlos Figueroa, sobre cómo encontrar herramientas para “resistir, sanar y reconstruirse colectivamente”, en contextos autoritarios.

A juicio de la ONG, en una Venezuela “fragmentada y dolida” sus aportes pueden ayudar a entender “que la lucha no es solo contra el autoritarismo, sino también por nuestra capacidad de confiar, de organizarnos, y de imaginar un futuro diferente”.

Figueroa, estudioso de las dictaduras y guerras en América Latina, creó un concepto para ayudar a entender estos contextos de represión continuo: el de “sociedades traumatizadas”, definida como aquellas sociedades que han sufrido terror político y violencia prolongada, que han afectado el encuentro entre ciudadanos en función de objetivos comunes.

Laboratorio de Paz destaca que las recomendaciones del sociólogo pueden ser adoptadas por los defensores y activistas en sociedades como las de Venezuela  para “organizarse y cuidarse colectivamente sin exponerse de manera necesaria”.

Características de “sociedades traumatizadas”

De acuerdo al especialista en estudios de procesos políticos, estas son las características que emergen en sociedades que han experimentado episodios traumáticos por violaciones de DDHH.

Miedo internalizado: la represión sistemática genera miedo crónico que impide la acción colectiva, incluso generaciones después.

Silenciamiento y autocensura: el trauma colectivo produce una cultura del silencio: “mejor no hablar”, “no te metas”.

Desconfianza estructural: se rompe la confianza social. Los vínculos comunitarios se deterioran ante el temor a la delación o la traición.

Fragmentación del tejido político: los movimientos sociales, aún después de la dictadura, presentan fisuras internas que provienen del pasado traumático.

Desmemoria o disputa por la memoria: el pasado traumático es negado, ocultado o reescrito desde el poder, dificultando su elaboración colectiva.

Propuestas a comunidades organizadas, activistas y defensores de derechos humanos que pueden ayudar a reconstruir el tejido social

El experto recomienda recuperar la memoria colectiva mediante acciones como nombrar lo que pasó, escuchar testimonios, registrar las historias, no permitir que el olvido o la “normalización” de los abusos se imponga porque “hacer memoria es un acto político: decir ‘esto fue injusto’ es resistir”.

De igual forma, insta a promover la lucha a través de la justicia aunque sea parcial: “exigir verdad y reparación, aunque no haya condenas inmediatas, visibilizar los crímenes, nombrar a las víctimas, construir memoria viva desde lo simbólico: homenajes, denuncias, espacios de duelo.

Otro consejo del especialista es “reconstituir el tejido social desde abajo”: recuperar la organización barrial, la solidaridad cotidiana, la ayuda mutua -sin la necesidad de crear grandes estructuras- sino un “grupo confiable” como primera medida, reunirse, encontrarse, escucharse y cuidarse como medio de expresión para hacer política.

Asimismo, considera que en contextos represivos es necesario apostar por una educación crítica y liberadora:compartir lecturas, reflexiones, películas, debates, cuestionar el discurso oficial, reconocer las múltiples formas de violencia para que, a través de la educación, se estimule la memoria colectiva”.

Y como última sugerencia, se indica la importancia de  mantener viva la esperanza de cambio: No es optimismo ciego, sino el acto voluntario de seguir haciendo, aunque duela (…) cada espacio que se abre, cada voz que se alza, cada acto de ternura organizada es parte de la sanación”.

*El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa, con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes “contra el odio”, “contra el fascismo” y “contra el bloqueo”. Este contenido está siendo publicado teniendo en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país.

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