En un boletín especial, Cepaz describió las motivaciones, edades, ámbito de ocurrencia y otros elementos sobre casos de femicidios ocurridos en 2022 en donde el agresor fue un adolescente.
De 368 ofensores que cometieron femicidos en el año 2022 12 tenían edades comprendidas entre 12 y 17 años. Es decir, son agresores adolescentes
“La casa de habitación prevalece como el espacio más frecuente donde se encuentran los cuerpos de las mujeres víctimas de femicidio. La privacidad ha sido una fuente de opresión para las mujeres maltratadas”, afirma Cepaz
El Observatorio Digital de Femicidios del Centro de Justicia y Paz (Cepaz) emitió un boletín especial en el que describe las motivaciones, edades, ámbito de ocurrencia y otros elementos sobre casos de femicidios ocurridos en 2022 en donde el agresor fue un adolescente.
En el documento informan que, al cierre de 2022, se monitorearon 282 casos de femicidios consumados y 120 frustrados. En promedio, hubo una acción femicida cada 26 horas. Y en el año hubo un total de 368 ofensores vinculados a los 282 femicidios consumados, pues en 51 de los casos los ofensores actuaron en grupo.
De estos 368 ofensores, 12 tenían edades comprendidas entre 12 y 17 años. Es decir, son agresores adolescentes.
A continuación, los hallazgos más relevantes del reporte.
Motivaciones del adolescente agresor
Cepaz precisa que en cuatro de los femicidios cometidos por adolescentes hubo ataques o agresión sexual contra la víctima. “En otros cuatro casos el desprecio a la mujer se materializó en una disputa económica”, agregan.
Por su parte, “uno de los casos encierra el desprecio a una condición o vulnerabilidad, y otro, una escena de celos o alegato de infidelidad íntima”.
En el 83,3% de los casos identificados por Cepaz, los adolescentes ofensores actuaron de modo individual en la comisión de los hechos ilícitos. En uno de los 12 casos hubo la participación de dos ofensores en el femicidio. En otro caso, participaron tres ofensores.
Ámbito de la ocurrencia
Ocho de los casos documentados para este monitoreo especial revelan como ámbito de ocurrencia la casa de habitación de la mujer.
“La casa de habitación prevalece como el espacio más frecuente donde se encuentran los cuerpos de las mujeres víctimas de femicidio. La privacidad ha sido una fuente de opresión para las mujeres maltratadas y ha contribuido a perpetuar su subordinación dentro de la familia”, destaca Cepaz.
Relación afectiva entre víctima y adolescente agresor
De estos 12 casos de femicidios cometidos por agresores adolescentes se puede observar que solamente dos de ellos pueden describirse como femicidio íntimo (en los que existen vínculos de parejas y exparejas entre víctima y agresor, con o sin convivencia bajo el mismo techo).
Por otra parte, los femicidios no íntimos se presentaron en siete de los 12 casos. Seis de ellos cometidos por conocidos sin relación familiar (clientes, amigos, vecinos, o relación laboral académica o profesional), y uno donde no se aprecia relación alguna.
“Este último evento ocurrió en Barinas donde una niña de 11 años fue asesinada por múltiples puñaladas por su vecino de 15 años, quien intentó violarla. En estos casos, el hecho de que no exista una relación previa entre víctima y victimario no solo no exime la posibilidad de que exista una relación de poder entre ellos, sino que, de la misma forma que ocurre con la violencia contra la mujer en el espacio público, la misoginia se evidencia”, resaltan.
Finalmente, observamos tres casos que podemos clasificarlos como femicidio familiar, es decir, cometidos por miembros de la misma familia, porque se atiende al parentesco, que puede ser por consanguinidad, afinidad o adopción.
Tipo de arma o mecanismo de comisión
Entre los adolescentes infractores por femicidios el mecanismo menos utilizado fue el accionar de un arma de fuego (presente en solo dos casos). Pero los medios noticiosos describieron cuatro femicidios cometidos con arma punzo penetrante y seis muertes violentas producto de la propia mano y pies (golpes de puño y patadas). Es decir, cuerpos de mujeres que confirman con sus signos la brutalidad con la cual fueron asesinadas.
Por otra parte, entre los adolescentes agresores no se reportaron suicidios tras cometer el hecho. “La mayoría de los femicidios seguidos de suicidio del agresor están asociados al uso de armas de fuego; y como vimos anteriormente, entre los adolescentes el arma de fuego es el mecanismo de comisión menos presente”, explica Cepaz.
Detención del agresor adolescente
En los 12 casos registrados en el monitoreo al cierre del año 2022, seis de los agresores adolescentes fueron aprehendidos tras cometer el hecho. Dos están en fuga y uno falleció en el contexto del hecho, pero no por suicidio.
Participación de mujeres como coautoras o cómplices de la violencia femicida
En dos casos se menciona la participación de una mujer como coautora o cómplice. En el primero de ellos se trató de una madre adolescente (16 años) y su pareja, quienes, constantemente golpeaban a la niña cuando lloraba. En esta oportunidad se propinó una fuerte golpiza y no se le dieron a la víctima las atenciones médicas pertinentes.
“Este hecho a su vez se trata de un femicidio infantil, en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder que le otorga su situación de progenitores sobre la niña. En el otro caso, se trató de la hija de la víctima, una joven de 15 años, quien actuó junto con un joven de 15 años, su pareja”, se describe en el reporte.
Debe existir la condena contra el agresor
Cepaz enfatiza que el considerar la violencia femicida como problema social implica no solo su visibilización, sino también “que exista la condena pública de los agresores de acuerdo a su nivel de responsabilidad y los factores que le atenúan o agravan”.
Instan también a que disminuya la percepción de impunidad “a través de una implementación efectiva de la ley” y que se incluya la atención y apoyo a las víctimas indirectas de estas muertes violentas, “como por ejemplo, las niñas y los niños que quedan huérfanos por el femicidio de sus madres”.
Recomiendan también que, según los tipos de feminicidio que se produzcan en territorios determinados y por periodos de tiempo también determinados, y en los que puedan identificarse patrones, se generen políticas públicas distintas de prevención, “adaptadas culturalmente a los hallazgos y factores de riesgos que se hagan más evidentes en el monitoreo de los casos”.
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