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Ginebra: ¿última oportunidad para Siria? por Omar Hernández

Este Sábado se reúne con carácter de urgencia el denominado “grupo de contacto” de Siria en la localidad suiza de Ginebra, lugar donde hace ya más de medio siglo se suscribieron los Convenios homónimos que regulan el Derecho Internacional Humanitario y donde se reúnen los órganos encargados de velar por el cumplimiento de los tratados de derechos humanos. Nótese la ironía de discutir precisamente en Ginebra, sobre el absoluto irrespeto que sobre ambos ordenamientos jurídicos son testigos las agencias y organizaciones que socorren a las víctimas de la represión oficial en Siria.

Precisamente en dicha ciudad esta misma semana, la Comisión Internacional de Investigación creada y designada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, dijo que lo de Siria era ya un “conflicto armado no internacional” y que la autoría y culpa de las recientes masacres que dejaron como mártires a decenas de civiles (incluidos niños) recae con toda certeza en fuerzas leales al régimen de al Assad. Una “dramática escalada”, fue el término que se dejó oir en la sala XX del Palacio de las Naciones.

La diplomacia multilateral dará lo que quizás sea una última oportunidad para Siria y su pueblo. El plan de paz de seis puntos del enviado especial de la ONU, Kofi Annan, luce como letra muerta a la luz de las circunstancias. Y eso, con todo y que el puesto de Annan fue creado por la Asamblea General y su plan, respaldado por el Consejo de Seguridad, que incluso creó una misión de supervisión para garantizar su vigencia.

Así las cosas, la deslegitimidad e ilegalidad están en el bando de Damasco y no de la comunidad internacional. Annan, la ONU y el pleno -o la mayoría al menos- de los países quieren que haya paz en Siria pues de no haberla, no sólo se incrementará el futuro expediente de la

Corte Penal Internacional sino que podría haber un desborde del conflicto hacia los vecinos con consecuencias impredecibles. La tensión reciente con Turquía apunta precisamente en este sentido.

El plan de paz parece que aún tiene un chance ‘in extremis’. Hay consenso de que debe ser salvado. Y ello, pasa por la creación de un “grupo de contacto”, que incluye -en palabras de Annan-, a “países con influencia real en la situación, que puedan influir al gobierno sirio y a la oposición”. Hubo cierta polémica sobre si incluir a Irán o no en dicho grupo. Al final, para mantener cierta cohesión, no fue incluido el régimen islámico sobre el que pesan severos cuestionamientos por su controvertido programa nuclear.

El grupo es bien selecto: los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China), Turquía, Irak, Kuwait y Qatar, además del Secretario General de la ONU, el Secretario General de la Liga Árabe y la Alta Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea.

“Esos países deberían sentarse y mirar los problemas de manera fría y realista, y estudiar lo que se puede hacer para lograr una transición política que evite que el conflicto explote”, sostuvo el exSecretario General de la ONU. Nótese lo importante del término empleado: transición.

En principio, según varias fuentes diplomáticas, la idea de una transición que desbanque a al Assad del poder, contaría con el respaldo de las grandes potencias. Pero transición no es remoción absoluta. La idea de Annan es conformar un gobierno de unidad nacional, compuesto por miembros del actual régimen y también, de la oposición, excluyendo a culpables confesos de crímenes recientes.

Si Moscú no se muestra demasiado reticente e impone sus condiciones, los días de al Assad en el gobierno están contados. El detalle interesante a tener en cuenta, es que aún si los países del grupo se pusieran de acuerdo, el apoyo del propio régimen y de la coalición opositora siria no está garantizado. Sentar y fundir en un mismo gobierno a acérrimos enemigos, se dice fácil pero se hace cuesta arriba.

Los intentos de torpedear un proceso de paz que debe ser inminente, engrosarán la lista de fatalidades que ya superó hace tiempo las diez mil personas.

Omar Hernández
Internacionalista
@omarhUN

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Este Sábado se reúne con carácter de urgencia el denominado “grupo de contacto” de Siria en la localidad suiza de Ginebra, lugar donde hace ya más de medio siglo se suscribieron los Convenios homónimos que regulan el Derecho Internacional Humanitario y donde se reúnen los órganos encargados de velar por el cumplimiento de los tratados de derechos humanos. Nótese la ironía de discutir precisamente en Ginebra, sobre el absoluto irrespeto que sobre ambos ordenamientos jurídicos son testigos las agencias y organizaciones que socorren a las víctimas de la represión oficial en Siria.

Precisamente en dicha ciudad esta misma semana, la Comisión Internacional de Investigación creada y designada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, dijo que lo de Siria era ya un “conflicto armado no internacional” y que la autoría y culpa de las recientes masacres que dejaron como mártires a decenas de civiles (incluidos niños) recae con toda certeza en fuerzas leales al régimen de al Assad. Una “dramática escalada”, fue el término que se dejó oir en la sala XX del Palacio de las Naciones.

La diplomacia multilateral dará lo que quizás sea una última oportunidad para Siria y su pueblo. El plan de paz de seis puntos del enviado especial de la ONU, Kofi Annan, luce como letra muerta a la luz de las circunstancias. Y eso, con todo y que el puesto de Annan fue creado por la Asamblea General y su plan, respaldado por el Consejo de Seguridad, que incluso creó una misión de supervisión para garantizar su vigencia.

Así las cosas, la deslegitimidad e ilegalidad están en el bando de Damasco y no de la comunidad internacional. Annan, la ONU y el pleno -o la mayoría al menos- de los países quieren que haya paz en Siria pues de no haberla, no sólo se incrementará el futuro expediente de la

Corte Penal Internacional sino que podría haber un desborde del conflicto hacia los vecinos con consecuencias impredecibles. La tensión reciente con Turquía apunta precisamente en este sentido.

El plan de paz parece que aún tiene un chance ‘in extremis’. Hay consenso de que debe ser salvado. Y ello, pasa por la creación de un “grupo de contacto”, que incluye -en palabras de Annan-, a “países con influencia real en la situación, que puedan influir al gobierno sirio y a la oposición”. Hubo cierta polémica sobre si incluir a Irán o no en dicho grupo. Al final, para mantener cierta cohesión, no fue incluido el régimen islámico sobre el que pesan severos cuestionamientos por su controvertido programa nuclear.

El grupo es bien selecto: los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Rusia y China), Turquía, Irak, Kuwait y Qatar, además del Secretario General de la ONU, el Secretario General de la Liga Árabe y la Alta Representante para la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea.

“Esos países deberían sentarse y mirar los problemas de manera fría y realista, y estudiar lo que se puede hacer para lograr una transición política que evite que el conflicto explote”, sostuvo el exSecretario General de la ONU. Nótese lo importante del término empleado: transición.

En principio, según varias fuentes diplomáticas, la idea de una transición que desbanque a al Assad del poder, contaría con el respaldo de las grandes potencias. Pero transición no es remoción absoluta. La idea de Annan es conformar un gobierno de unidad nacional, compuesto por miembros del actual régimen y también, de la oposición, excluyendo a culpables confesos de crímenes recientes.

Si Moscú no se muestra demasiado reticente e impone sus condiciones, los días de al Assad en el gobierno están contados. El detalle interesante a tener en cuenta, es que aún si los países del grupo se pusieran de acuerdo, el apoyo del propio régimen y de la coalición opositora siria no está garantizado. Sentar y fundir en un mismo gobierno a acérrimos enemigos, se dice fácil pero se hace cuesta arriba.

Los intentos de torpedear un proceso de paz que debe ser inminente, engrosarán la lista de fatalidades que ya superó hace tiempo las diez mil personas.

Omar Hernández
Internacionalista
@omarhUN

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