La historia trágica del “Falke” (Primera parte) por Simón Alberto Consalvi

La desventura del Falke, la gran conspiración de Román Delgado Chalbaud para derrocar a Juan Vicente Gómez.
Prisionero en La cárcel de La Rotunda, José Rafael Pocaterra escribió en sus Memorias de un venezolano de la decadencia, entre febrero y mayo de 1919, este perfil aterrador:. “De repente atraviesa el patio un personaje extravagante, ¿es un disfraz? ¿es una visión? Lleva una bata de baño y los cabellos negros y rizados cáenle hasta los riñones. Es tan enorme la barra de sus grillos que la arrastra sobre un tolete con rueditas hechas de carretes de hilo…” La figura fantasmal descrita por Pocaterra, ese fantasma que atraviesa el patio con tan doliente aspecto es el otrora elegante y apuesto, todopoderoso y rico general Román Delgado Chalbaud.
Conspiró contra Juan Vicente Gómez en 1913, se contó entre los primeros que quisieron derrocarlo antes de que se afirmara como el gran dictador. Habían sido amigos y tenían negocios compartidos; invitado a desayunar en palacio, al despedirse Gómez le dijo una frase que lo inquietó: “Si el sapo brinca y se ensarta, la culpa no es de la estaca”. Lo mandó a detener camino de su casa. Ingresó a La Rotunda el 17 de mayo. Era presidente de la Compañía de Navegación Fluvial y Costanera, hombre de gran poder y, sin duda, de ambición. Con él fueron detenidos 157 ciudadanos acusados de complicidad. Delgado Chalbaud llegó a comandar la flota de guerra a los veinticinco años y fue figura relevante del castrismo; conspiró con Tello Mendoza y Torres Cárdenas para sustituir a Castro con el general Alcántara, descartando al vicepresidente Gómez, tal como lo refiere Ramón J. Velásquez. No obstante, las barajas cambian de rostros y en 1908, Gómez se gana su adhesión y el 19 de diciembre de 1908 aparece al lado de Leopoldo Baptista y Félix Galavis en el grupo que acompaña a Gómez a tomar el poder. Es la historia que va y la historia que viene.
Cuando Pocaterra tropieza con el fantasma, lleva seis años en prisión, pero entiende que le faltan muchos más. No obstante, y como nunca se sabe, el 28 de diciembre de 1921 le dijo al escritor: “-Si salimos los dos, vamos a la guerra; si sale usted y yo me quedo, aguárdeme”. Y esperándolo estuvo Pocaterra hasta 1927, cuando liberado, Delgado Chalbaud viajó a Paris con una idea fija, la misma de 1913, pero ahora con mayor encono y fuegos de venganza. Para Pocaterra la libertad del antiguo prisionero significó un total cambio de vida. Si hasta 1926 se mantuvo al margen de conspiraciones, en 1927 le llegó el momento de cumplir la palabra.
Como si la estrella de Gómez se hubiera ocultado, en 1928 los sucesos estudiantiles alteran la siesta del general. Pocaterra escribe el prólogo de un breve libro escrito por dos de esos estudiantes: En la huellas de la pezuña, de Rómulo Betancourt y Miguel Otero Silva. En Paris avanza la conspiración de Delgado Chalbaud. En su ensayo, “Pocaterra, actor y testigo de una época”, Ramón J. Velásquez describe el gran laberinto de generales y civiles que están considerando llegada la hora final de Gómez.
Pocaterra juega un papel estelar desde sus inicios. Ese mismo año insurreccional de 1928, aparece en Francia un libro que causa espanto por lo que relata: La Tyrannie au Vénézuéla. Gómez, la honte de l’Amérique. Fragments des Mémoires d’un Vénézuélien de la décadence. Fue impreso en Paris por André Delpeuch, Éditeur, y sus págimas se abren con una “Nota del Editor” donde se elogia a José Rafael Pocaterra, considerándolo “uno de los más interesantes escritores hispanoamericanos. Periodista hábil y sutil, panfletario terrible, admirable cuentista, se le reconoce como el primero entre los novelistas venezolanos… La breve biografía del escritor se remonta a sus prisiones, desde 1907, los episodios de 1908, y al mencionarse el nombre de Gómez, se dice: “Éste era una especie de bruto que fungía de ayudante, a quien su amo había confiado antes de partir la Presidencia de la República y quien, tomando ventaja de su ausencia, le quitó el poder y lo declaró prófugo de la ley”. En la nota se afirma que el escritor “se vincula íntimamente al movimiento de oposición que en Venezuela se conoce como la Conspiración Delgado-Chalbaud”.
Aunque esto último no parece haber sido cierto, la mención del general tiene un propósito, se descubre la verdad de la historia. A partir de allí desaparece Pocaterra y sólo se habla de Delgado Chalbaud. Es una larga referencia a sus hazañas y aventuras, poniendo énfasis en sus vínculos con Francia.
“Notemos al pasar que Delgado-Chalbaud lleva en sus venas sangre francesa: es nieto, por el lado materno, de bordelés, y ama y admira a Francia con el entusiasmo fogoso de un buen latino”. Él proyectaba establecer en Venezuela, con capitales franceses, una banca de emisión y una banca hipotecaria agrícola, destinadas a fomentar las riquezas del país. Como si describiera la “tierra prometida” al capital francés pinta la majestuosidad del Amazonas, “vasta y fértil región de espesos bosques y amplísimas llanuras, cruzada de ríos y prodigiosamente rica en minerales y productos naturales”. Otra, la más moderna red para aguas negras en la capital de la República; todo esto estuvo abierto a los inversionistas galos, pero Gómez es un germanófilo contumaz y enemigo de Francia, y lo obstaculizó.
La germanofilia de Gómez, que se manifestaba ya sin ambages hasta en la grotesca imitación que el presidente de Venezuela hacía del tragicómico Guillermo II en sus uniformes, discursos y telegramas, iba a revelarse durante la Gran Guerra y sería astuta y sistemáticamente explotada, en toda ocasión, por Von Prolius, Ministro de Alemania en Caracas, y por las principales empresas alemanas en el país, con la Casa Blohm a la cabeza. Esta germanofilia va a combinarse en la mente de Gómez, de la manera más eficaz, con los temores que le suscitasen las intrigas urdidas contra los propósitos patrióticos y civilizadores de Delgado-Chalbaud”.
En este inverosímil retrato de Delgado Chalbaud se relata su enfrentamiento con Gómez en 1913, en términos verdaderamente heroicos. Una versión muy diferente a la del sapo y la estaca:
“Román Delgado-Chalbaud sostuvo una entrevista privada con el Presidente, en el curso de la cual, al comentarle el estado de ansiedad y de inquietud de la mayoría de los ciudadanos en relación a la sucesión presidencial, osó, con serena y valiente franqueza, preguntarle qué pensaba el Presidente al respecto, y expresarle su convicción que la ‘continuidad’ – es decir, la reelección – traería funestas consecuencias para el pueblo venezolano; y particularmente, que daría lugar a una guerra civil al hacer legítima la resistencia armada. Y ello, al tiempo que Cipriano Castro, el antiguo jefe, o más exactamente, el amo de Gómez, a quien éste había quitado el poder al momento de la traición, hacía notorios esfuerzos por recuperarlo”.
Continúa así un capítulo de la historia venezolana (escrito para franceses), que no es posible glosar por su extensión. Pocaterra escribió a su turno una breve introducción a los fragmentos. En conclusión, la edición de La Tyrannie au Vénézuéla. Gómez, la honte de l’Amérique, cumplía dos objetivos: desprestigiar a Gómez y presentar a Delgado Chalbaud, el gran amigo de Francia, como el sucesor. Hay una afirmación cómica en extremo: el lenguaje de Gómez cuando discutía con Delgado era tan rústico que resultaba ¡imposible traducirlo al francés!