Ofertas fáciles de trabajo son usadas como carnada por redes de trata de personas - Runrun
Ofertas fáciles de trabajo son usadas como carnada por redes de trata de personas

COMO MODELOS, NIÑERAS, RECEPCIONISTAS, PARA trabajar en un hotel de lujo, aprender inglés o simplemente para conocer otros países. Pagan en euros, en dólares, o ayudan a conseguir documentos. Todo suena fácil, ideal y a veces como el trabajo soñado. Pero esta lista de ofertas laborales también es la más frecuente cuando se caracterizan los modos de captación de las víctimas de trata y tráfico de personas, en especial en el caso de niñas, adolescentes y mujeres, que en Venezuela constituyen 68% del perfil de personas vulnerables a este delito, uno de los cinco más rentables del mundo por la cantidad de dinero que se mueve a través de estas redes.

La explotación sexual y laboral son formas de esclavitud moderna relacionadas con mafias de trata y tráfico de personas, un fenómeno que encontró su detonante en la migración venezolana y en el contexto de la crisis humanitaria. La mayoría de las veces las ventanas por las que aparecen estas “oportunidades” son muy diversas, pero tienen en común lo atractivas que parecen:

“Las mejores fiestas y paquetes turísticos para Margarita, Los Roques, Aruba o Curazao. Te puedes ganar un fin de semana de diversión gratis”.

“Buscamos chicas lindas como tú. Agencia de modelaje. Pago en euros y dólares ¿quieres operarte? Contáctanos”.

“¿Quieres aprender inglés? Esta es una oportunidad de oro para que obtengas una beca, estudies y conozcas otros países”.

Clic, clic, clic. A medida que la oferta se simplifica y el camino para captar interesados se hace más fácil, mayor debe ser la sospecha, alerta Carmen Mercedes González, directora de la Oficina Nacional contra la Delincuencia Organizada adscrita al Ministerio de Interior y Justicia.

“A simple vista parecen inofensivos, pero hay que dudar si es demasiado bueno. Y a medida que se adentran en lo que se conoce como la red profunda (Deep web) es peor: hay redes de pornografía infantil, ventas de bebés, subastas de mujeres, niños y niñas».

Agrega la funcionaria que «es un inframundo altamente peligroso utilizado por las redes de trata para mover su negocio, y aquí estamos hablando de crimen organizado del cual no es fácil salir”.

Esa sensación aún persigue a «La Yoli» (identidad reservada). El miedo a ser asesinada forma parte de su vida aunque esté de vuelta en casa “porque quien salía de eso no lo contaba”. La mujer de 26 años salió de Venezuela rumbo a la frontera con Brasil. Sabía a lo que iba cuando decidió emigrar: ofrecer servicios sexuales para mandar dinero a su familia en el estado Vargas.

La idea surgió cuando una amiga de un sector vecino en la parroquia Carlos Soublette, en Vargas, se lo sugirió. Le habló de las facilidades que podía conseguir, le dijo que tenía unos contactos en Brasil y que todo iría bien. Yoli se fue. Pero al cruzar la frontera, la persona contacto que la esperaba le quitó el pasaporte, su cédula, su celular y el poco dinero que cargaba y la encerró junto a otras mujeres en una casa a la que llegaban hombres a cualquier hora del día o la noche, con un papel en la mano que llevaba escrito el nombre de la mujer por la cual habían pagado en dólares.

Pero ni dólares, ni reales, ni bolívares. Ese dinero nunca le llegaba a Yoli. A todas las mujeres les decían que tenían que pagar el alquiler de la casa donde se “hospedaban”. Permanecían encerradas e incomunicadas. A cientos de kilómetros, en Vargas, su familia no volvió a tener noticias de ella porque no había manera de que pudiera llamar a nadie.

Dos meses después del encierro, “La Yoli” pudo hacer una video llamada por Whatsapp desde el teléfono del cliente que más la frecuentaba para avisarle a sus familiares que estaba viva. Desde ese momento, cada vez que el hombre la visitaba era cuando le podía dar noticias a su familia sobre su paradero. Y fue con ayuda de ese mismo hombre que escapó del lugar dejando atrás todos sus documentos, en una huida improvisada en la que no tenía nada de dinero para regresar a Venezuela.

El pesar del secuestro y la idea de que su vida todavía corre peligro forman parte de sus días aunque camine por las calles de la comunidad donde creció sin que muchos sepan por todo lo que tuvo que pasar.

Sigue leyendo este trabajo de Gabriela Rojas, Orianny Granado, Roison Figuera en TalCual