A continuación reproducimos el artículo publicado en el portal Comunicas a propósito del nuevo caso de violencia en cárceles venezolanas:
La mañana del próximo lunes, médicos, enfermeras y medios de comunicación posiblemente se agolparán a las puertas de un hospital del estado Lara, en el occidente de Venezuela, para enterarse de cuántos heridos ha dejado en esta ocasión el rutinario enfrentamiento a cuchillo entre los prisioneros de la cárcel de Uribana, en lo que se conoce como “El Coliseo”.
Recientemente, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos exhortó al gobierno venezolano a poner fin a esta práctica, que según números de la organización ha dejado cuatro muertos y más de cien heridos.
Según reportan diferentes organizaciones de derechos humanos, los “coliseos” tienen lugar por lo regular los lunes, a primera hora de la mañana. Por ahora se circunscriben a un solo penal, aunque según le dijo a BBC Carlos Nieto, de la ONG “Una Ventana a la Libertad” se los está viendo ya en al menos otro centro penitenciario (Tocuyito, en el centro del país).
Se trata, quizás, de uno de los síntomas más notorios de los problemas que aquejan el sistema carcelario venezolano, y que han motivado a la CIDH a dictar medidas provisionales de protección sobre 7 de las 33 cárceles del país.
Cifras del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) señalan que la probabilidad de morir víctima de un homicidio si se está recluido en un recinto penitenciario venezolano es unas 15 veces mayor que si se circula libremente por las calles del país.
Durante el primer semestre de 2010, 221 personas murieron tras las rejas y cerca de 440 resultaron heridas.
Con “reglas” y todo
El nombre parece decirlo todo: como en la antigua Roma, en “El Coliseo” los prisioneros se agrupan en círculo en torno a dos combatientes, que lucharán por poder y prestigio dentro de la prisión.
Nieto dice que la pelea tiene sus reglas: sólo se permiten armas blancas, generalmente “chuzos” (cuchillos fabricados por los propios internos). Sólo pueden practicarse heridas cortantes y no punzopentrantes, bajo el cuello y hasta la cintura.
Prisioneros entrevistados por medios nacionales relatan que los “gladiadores” son seleccionados por el líder de la prisión y que la asistencia al ruedo es obligatoria. Aquél que salga menos herido recibirá una bandana. Y un “ascenso”.
“El que gana adquiere respeto, inspira a los demás como un ejemplo. La cuestión es hasta cuándo se va a desarrollar esta actividad. Y por qué los líderes de la cárcel no utilizan la energía para organizar cosas positivas, para que los demás los copien”, le dice a BBC Marianella Sánchez, del OVP.
A veces se calibra la valentía de internos nuevos. Otras, se trata de dirimir conflictos entre bandos. También se resuelven peleas por poca cosa. Algunos dicen que es una forma de entretenimiento. Pero nadie parece poder escapar.
“Pasa a ser como un circo”, explica Sánchez. “Habría que ver cuántos lo hacen voluntariamente. Pero de por sí los internos tienen que perder el miedo para poder sobrevivir. Para estar parados como ellos dicen, como un varón, no pueden evadir el desafío”, añade.