Los primeros 100 días del “Plan Soberano” de Maduro
EL TIEMPO SUELE PASAR MUY LENTO para quienes sufren en carne propia crisis como la venezolana; parece que hubiera sido ayer cuando el hombre fuerte de Caracas, Nicolás Maduro, anunció medidas para frenar la devaluación de la moneda local, el bolívar fuerte, y sacar al país sudamericano del remolino hiperinflacionario en el que se ahoga. En realidad, su Programa de Recuperación Económica está por cumplir cien días (17.8.2018) sin honrar su promesa de robustecer el poder adquisitivo de la población ni corregir las distorsiones financieras que el oficialismo le endilga a una “guerra” supuestamente librada por empresarios, políticos y Gobiernos extranjeros contra la “Revolución Bolivariana”. Eso sostienen analistas consultados por DW.
Entre otras iniciativas, el “Plan Soberano” de Maduro incluyó una brusca devaluación de la moneda que elevó la tasa oficial de 240.000 a 6.000.000 de bolívares fuertes por dólar; la sustitución del vapuleado bolívar fuerte por el bolívar soberano, que exhibe cinco ceros menos que su predecesor; el encumbramiento del petro, la criptodivisa local, como unidad de cuenta nacional; el incremento del salario mínimo de 50 a 1.800 bolívares soberanos; un nuevo sistema de precios “anclados al petro”, cuyo valor gira alrededor de los 60 dólares, según el Gobierno venezolano; la atenuación de los férreos controles cambiarios vigentes desde 2003; el aumento del precio de la gasolina; y cambios impositivos que presuntamente apuntan a reducir el déficit fiscal.
La cosecha de Maduro
“Lo que Maduro logró fue que cerraran sus puertas definitivamente algunas de las pequeñas y medianas empresas que habían sobrevivido milagrosamente tanto a los controles financieros como a los niveles inversamente proporcionales de la inflación y la demanda. El Gobierno nunca dijo explícitamente que ese fuera su propósito, pero yo creo que consiguió lo que ha querido desde hace tiempo: afianzarse progresivamente como el único gran proveedor de bienes y servicios en Venezuela para que su población dependa totalmente de él”, comenta el sociólogo Héctor Briceño, actualmente de paso por la Universidad de Rostock. Briceño es profesor en el Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES), adscrito a la Universidad Central de Venezuela.
“No es sólo que la inflación no disminuyó, sino que aumentó hasta diluir por completo la capacidad de compra del sueldo mínimo que el Gobierno aumentó en agosto. A estas alturas todo el mundo sigue sin entender cómo funciona el petro, del cual se dijo que resolvería buena parte de los problemas nacionales. El Gobierno ofrece la criptomoneda, pero no ha abierto un mercado donde haya algo más que oferta; el petro no es canjeado ni por productos ni por otras monedas. Al respecto lo que hay es una gran confusión”, subraya Briceño. Y, ¿qué hay de las ganancias que Maduro alega estar haciendo con la explotación del oro en el Arco Minero del Orinoco, un territorio que abarca el norte del estado Bolívar y partes de los estados Amazonas y Delta Amacuro?
El Arco Minero le está rindiendo dividendos al régimen, pero esos no son recursos destinados a satisfacer las necesidades básicas de la ciudadanía, sanear la infraestructura o frenar el deterioro acelerado de los servicios públicos fundamentales. La riqueza que genera el Arco Minero será distribuida entre los cazadores de renta de la élite chavista porque eso es lo que la mantiene en pie”, esgrime Briceño. El pasado 1 de noviembre, John Bolton, asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, advirtió que todo ciudadano estadounidense que comerciara con oro exportado de Venezuela sería sancionado. Washington acusa a la cúpula del chavismo de “saquear” los recursos naturales de la nación para llevar a cabo transacciones ilícitas y perpetuarse en el poder.
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