Se pensaba que la posibilidad de una conflagración nuclear se esfumó al difuminarse el sistema bipolar propio de la Guerra Fría. Pero, el selecto club nuclear no hizo sino aumentar sus miembros: India y Pakistán, Corea del Norte, y presumiblemente, Irán.
Es legítimo preguntarse por qué aún existen armas nucleares en el mundo y por qué quienes adversan el programa nuclear iraní poseen ellos mismos, armas atómicas. Antes de responder, conveniente es saber algunos puntos.
La Corte Internacional de Justicia en una controvertida Opinión Consultiva sobre la legalidad de las armas nucleares (de 1996), señalaba entonces que el uso de tales armas no está autorizado por ninguna norma convencional o consuetudinaria, que es ilícito y además, contrario a los principios del Derecho Humanitario (en particular, la proporcionalidad, la distinción entre civiles y militares y, la prohibición de causar daños superfluos a los combatientes). Incluso la Corte en su razonamiento mencionó la prohibición del genocidio, en el supuesto de que la intención de utilizar un arma nuclear sea deliberadamente exterminar a una población -cuestión que por lógica, doy por sentada-.
De los instrumentos internacionales pertinentes el más relevante es el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), cuyo artículo II reza que aquellos Estados que no posean armas nucleares tienen prohibido fabricarlas o adquirirlas. La Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) es la encargada de velar por su cumplimiento. En virtud del TNP, Irán entonces no tiene derecho a fabricar armas nucleares y posee la obligación de cooperar con la AIEA.
Sobre la tenencia de armas por parte de varios países, incluyendo grandes potencias y el Némesis iraní -Israel-, el argumento clásico de la preservación de la seguridad internacional sobre la base de una disuasión indirecta, no tiene ninguna cabida en el Derecho Internacional contemporáneo. Poseer armas nucleares implica riesgos innecesarios y a su vez, contraproducentes.
En el caso de Irán, la posible posesión de este tipo de armamento genera alarma. Irán ha auspiciado actividades de grupos como Hezbollah (de gran activismo político y considerado por algunos como terrorista) y ha manifestado simpatías con grupos análogos en todo Medio Oriente. Por otra parte, Irán tiene un régimen fundamentalista que ha dicho reiteradamente que desea “eliminar de la faz de la Tierra” a Israel. Sólo podemos juzgarles sobre la base de su propia retórica incendiaria y esa misma prédica belicista nos indica, que Teherán no dudaría en emplear armamento nuclear para lograr sus objetivos político-ideológicos.
El otro peligro en el caso iraní es que del lado israelí, en plena “indignación” ante la crisis económica y visto el fracaso del proceso de paz con Palestina, muchos en Jerusalén -reviviendo la teoría del “choque de civilizaciones” de Huntington- están ansiosos de apretar el gatillo, con consecuencias impredecibles.
El Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el año pasado la Resolución 1929 en la que se afirma que Irán debe cooperar sin demora con la AIEA y cumplir sus obligaciones devenidas del TNP y, se le imponen sanciones que incluyen un embargo de equipos militares -incluyendo tecnología de misiles balísticos- y de combustible, prohibición de viaje de algunos funcionarios iraníes y restricciones financieras.
Tal parece sin embargo, a juzgar por el Informe que hizo público la AIEA el pasado Martes, que los llamados del Consejo encontraron oídos sordos y que las sanciones no han surtido efecto. El documento señala que la AIEA tiene información “creíble” según la cual “Irán ha llevado a cabo actividades relevantes para el desarrollo de un dispositivo nuclear explosivo”.
Francia desea una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU. Estados Unidos anuncia sanciones -así sea unilaterales-. Rusia trata de calmar las aguas y ha criticado la publicación del Informe por “avivar tensiones innecesariamente”. Irán se defiende argumentando que su programa nuclear tiene carácter pacífico -y por tanto no lo abandonará- pero al mismo tiempo amenaza con represalias si es “presionado” o atacado (algo que yo veo improbable, con excepción de lo que pueda hacer Israel por su cuenta).
Mientras, observamos impávidos cómo la seguridad de toda una región y del mundo, depende del pulso entre Teherán y la comunidad internacional.
Omar Hernández
@omarhUN