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Vialidad en ruinas por Francisco Ibarra Bravo

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Hace 13 años

El terrible estado de la vialidad en Venezuela, en especial de la vialidad rural, es un clásico tema de conversación. Todos nos hemos quejado o hemos escuchado a alguien quejarse de la validad. El problema es que a todos nos gusta acceder a servicios de primera y si es pagando precio de cuarta, mejor.

No fueron pocos los que aplaudieron la medida presidencial de la eliminación de los peajes ocurrida en enero de 2008.  Una actitud parecida le vimos a muchos trabajadores de empresas tomadas a la fuerza por el gobierno venezolano para luego, a la vuelta de unos meses, encontrarse con que es peor ser “explotado” por el gobierno que por privados. Si bien los peajes de la mayoría de las carreteras eran risibles y adicionalmente no contribuían a mejorar la vialidad, la solución no era eliminarlos sino reforzarlos.

En Venezuela las vías están terriblemente pavimentadas, mal señalizadas y pobremente iluminadas. La premisa bajo la que se tomó la medida de eliminar los peajes era que el gobierno central iba a trasferir los recursos para que las vías fuesen mejoradas y que los actuales peajes eran solo una vía de pechar a los conductores por un servicio que no se les prestaba. Esto último en la mayoría de los casos era verdad.

Han pasado casi 4 años de aquella famosa decisión y la vialidad de Venezuela está cada día peor y sin que se vea algún plan organizado para reconstruirla y mejorarla. La premisa de que el gobierno central se iba a encargar de todo y nos iba a proteger de los gobernadores inescrupulosos ha resultado falsa. El remedio ha sido peor que la enfermedad.  La idea que priva en la mente de gran parte de los venezolanos es que tenemos derecho a todo y mejor si es gratis, esto hace que cobrar un peaje a un precio adecuado sea considerado prácticamente un insulto al conductor. Esa idea infantil de que es posible tener vialidad de calidad gratis termina generando las condiciones para la lamentable vialidad que tenemos. Nada es gratis, el estado de la vialidad pasa factura aunque no de forma directa. Esta factura se mide, en el mejor de los casos con desgaste vehicular innecesario y en el peor de los casos, cobra vidas que innecesariamente se pierden  producto del estado de abandono de las vías y de la anarquía vial con la que a diario convivimos.

Es necesario que entendamos que gozar de servicios decentes tiene un costo. Lo lógico es que el costo lo cubran aquellos que gozan de ese servicio. La peregrina idea de que los peajes tenían una incidencia de primer orden en el nivel de los precios propició una decisión interesada por parte del gobierno central al, eliminar los peajes. En realidad lo que se necesitaba y se necesita es un sistema de peajes que permita el mantenimiento de las vías y que ese mantenimiento lo cancele quien las utiliza.  En cualquier nación medianamente ordenada y racional, adicionalmente a los peajes, se emplea un impuesto a la gasolina que se canaliza al mantenimiento vial. Claro, si hemos pretendido responsabilizar a los peajes por los precios elevados de ciertos productos ni hablar de considerar establecer un impuesto a la gasolina. En Venezuela por decreto e idiotez colectiva la gasolina debe ser casi gratis.  Si bien no esperamos cambiar de la noche a la mañana este estado mental primitivo con el tema de la gasolina, por algún lado hay que empezar.  Permitir la existencia de peajes con precios razonables y cuya recaudación se canalice al mantenimiento vial es una necesidad.

Francisco Ibarra Bravo

@franibar10

@econometrica

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