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La lección que deja Irak por Prof. Adriana Boersner

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Hace 13 años

La Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos ha rechazado una medida que autorizaba al presidente Barack Obama continuar con la acción militar contra Libia.

Desde 1999 no se votaba desde el Congreso en contra de una operación militar y aunque dicha decisión no tendrá efecto inmediato, sin embargo, esto representa un revés para la política exterior del presidente Barack Obama  y una repercusión importante en todas aquellas crisis que pudieran seguirse suscitando en el Magreb y Medio Oriente.

Los congresistas republicanos han presionado para que se efectuara la votación sobre Libia, sancionando la decisión de Obama de ir a la intervención sin ser aprobado previamente por el Congreso y como se estipula en la Resolución de Poderes de Guerra de 1973. Lo que cabría preguntarse es: ¿Por qué tanta oposición a una intervención como la de Libia precisamente luego de haber pasado por un gobierno republicano que llevó a cabo dos guerras-Afganistán (2001) e Irak (2003)- sin mayor consulta y consenso en el plano domestico estadounidense?. Y es que ciertamente Irak ha dejado una lección para el país desde el bando de los republicanos.

Más allá de una derrota interna, este rechazo por parte de la intervención en Libia demuestra un gesto en contra de Obama, de cara a las elecciones de 2012, en donde aumenta una opinión pública crítica por las derrotas en Afganistán, Irak y posiblemente en Libia.

Autoridad Moral.

La exhibición del poderío militar norteamericano ha llevado que los gastos de operación en Irak para 2010, hayan alcanzado aproximadamente $744.730.000.000, generando además, según datos oficiales del gobierno estadounidense,  un saldo de 4.421 militares estadounidenses asesinados y 31.926 heridos en combate

El razonamiento arrogante frente a Irak, llevaría a Estados Unidos a contravenir la Carta de Naciones Unidas en 2003, respondiendo meramente a una política unilateral, en detrimento de la búsqueda de un consenso internacional.

Con Libia el mandato de la ONU se ha hecho más presente, autorizando a los estados a “tomar todas las medidas necesarias” para proteger a la población civil, respondiendo la actitud actual de Estados Unidos, sobre la base jurídica, la urgencia y el apoyo internacional para intervenir junto con otros países en el país magrebí.

Sin rechazo.

La sociedad estadounidense, así como, la mayor parte de las sociedades del mundo, no han alzado su voz para contravenir la intervención en Libia, a diferencia del eco de las manifestaciones y slogans como “No a la guerra” vistos en 2003. Quizás la urgencia, las causas y el modus operandi de la intervención generaron menos resquemores que con otras guerras, teniendo en cuenta que esta vez el propósito, al menos según la ONU, Liga Árabe, OTAN y demás países involucrados en la operación en Libia, se debe a la protección de civiles. El aplauso tímido se dio cuando finalmente se dio una respuesta casi inmediata por parte de la comunidad internacional, aún cuando, hoy por hoy, la solución y la crisis no terminan.

La resolución 1973 excluye, expresamente, fuerzas de ocupación en territorio libio. La autorización sólo permite establecer una zona de exclusión aérea que protegerá a la sociedad civil por aire y mar.  En 2003, las tropas de Estados Unidos entraron en Irak desde Kuwait, y permanecieron allí siete años, sin mediar antes sobre cómo sería la operación,  si era legal o no la intervención terrestre en la Irak de Hussein, y sin discusión y consenso previo en el marco del consenso internacional.

Hoy, Estados Unidos tras las ofensivas militares del Siglo XXI, quizás ha aprendido que es necesario crear más desarrollo y establecer nuevos parámetros de sistemas de seguridad junto con los países de la región y del mundo, en vez de fracasar en su intento por mantener su influencia en la zona, a través del uso de la fuerza militar.  La respuesta sería contraproducente para Estados Unidos de seguir usando la fuerza ya que perdería más alianzas y conseguiría un frente más fortalecido bajo el amparo de otras potencias emergentes como China.

La democracia limita la eficacia de presiones a nivel de alianzas y es por ello esencial que Estados Unidos aprenda que cualquier país que es ocupado por un extraño que pretende decidir sobre su futuro,  está destinado al fracaso.  Las democracias o los valores culturales pueden ser exportables pero no deben ser impuestos por la fuerza en otras partes del mundo.

Por Adriana Boersner Herrera

Twitter: @aboersner @diploos

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