La Ley del Deporte, la cubanización del deporte
Sabemos que no es nuevo que los políticos se aprovechen del deporte. Es así desde los griegos y será así hasta el fin de los días.
La excelencia deportiva, destacar por encima de otros, imponerse en las canchas es una forma de mostrar poder, no es gratuito que los países del primer mundo sean superiores en la mayoría de las disciplinas deportivas y ello quede evidenciado en las competencias olímpicas.
Inolvidable para el mundo el triunfo de Jesse Owens en las Olimpíadas de Berlín de 1936. Adolf Hitler pregonaba la superioridad de la raza aria y un hombre de piel negra dejó en ridículo aquella teoría. A Jesse Owens lo siguió otro afroamericano, Mathew Ronbinson (hermano de Jackie Robinson).
Durante la guerra fría, la Unión Soviética y Estados Unidos se enfrentaban en el terreno político y también en las piscinas, tabloncillos, canchas y pistas. Los soviéticos comunistas boicoteaban y los Estados Unidos devolvían el desaire, así fue por años.
Memorable el famoso episodio de “La diplomacia del ping pong” entre el presidente Richard Nixon y el premier de China, Chou Enlai en 1972, una hostilidad que se resolvió en una mesa, entre deportistas, gente de paz.
Mucho se ha escuchado a la revolución cubana preginar los éxitos deportivos y también vemos atletas antillanos desertar a cada rato porque quieren que el hecho de ser atletas les signifique mejor calidad de vida y libertad.
Así que no debe sorprendernos, pero si alertarnos, la confección del proyecto de Ley del Deporte, de diseño cubano.
Es lógico y deseable que los Estados y los gobiernos tengan políticas deportivas que redunden en beneficio de los atletas de alta competencia y también en la masificación del deporte, pero el control excesivo, como plantea la ley, incluso en ámbitos como el patrocinio, la publicidad y la difusión, se parece mucho a eso que llaman “cubanización”.
Y saldrán defensores a decir que el deporte en Cuba es una maravilla, que las competencias internacionales lo demuestran, que ahí están las medallas y los éxitos. No desestimaría ese argumento, como tampoco las razones que han tenido tantos deportistas para dejar su país. Como lo han hecho desde hace años, como lo hicieron los soviéticos, como la rumana Nadia Comanecci o René Arocha, el gran lanzador del Industriales de Cuba y de la selección nacional que desertó en Estados Unidos en 1991 para jugar en Grandes Ligas y todos los que escaparon después.
Hasta Eduardo Álvarez, quien fue ministro de este gobierno, ha sido crítico al señalar cómo de aprobarse tal y como está, podría Venezuela estar al margen de la carta olímpica.
Que hay artículos beneficiosos para los atletas, sobre todo, los amateurs, es positivo, pero otros artículos no son positivos para la libertad que también necesita el desempeño deportivo para los profesionales, no sólo deportistas, sino empresarios y medios de comunicación.
De aprobarse la ley, el beisbol profesional, por citar una de las actividades deportivas más seguidas en nuestro país, dejaría de ser como lo hemos disfrutado en más de 60 años y la verdad es que las palabras “utilidad pública” suenan como a terreno baldío, a cosa sin terminar, a edificio invadido, a fracaso…
Los gobiernos deben atender las necesidades de los atletas, hacer canchas y disponer espacios para la práctica deportiva, pero debe permitir y propiciar que los atletas tomen sus propias decisiones, que la empresa privada sea patrocinante para poder costear campeonatos, competencias y deportistas.
Sin apoyo de la empresa privada no es posible financiar una pequeña copa intercolegial. Ni estando en capacidad (que no lo está) de asumir el costo económico y organizativo, puede un gobierno ocuparse de todo.
Hasta el Comité Olímpico Internacional ha encendido las alarmas a propósito del proyecto que quiere aprobar la mayoría oficialista de la Asamblea Nacional.
A lo mejor peca esta cronista de ingenua, pero esperemos que no sigan adelante en el afán de cubanizarlo todo, consulten, y escuchen sin prejuicios a todos los sectores. Es el deporte, es mucho lo que está en riesgo.
El deporte es un bálsamo para quienes lo seguimos y una forma de vivir, de asumir los retos y de ser persona que tienen quienes lo practican para la alta competencia o como alternativa de salud y estilo de vida, cuidado con dañarlo.
Aquí el Proyecto de la Ley de Deporte. Pueden bajarla y leerla.