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Todo detrás del rapto de la Odalisca con Pantalón Rojo

ODALISQUE IN PANTS

La fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, entregó este martes al Ministerio de Cultura la obra “Odalisca con pantalón rojo” del pintor Henri Matisse. 

En rueda de prensa Ortega Díaz ofreció detalles sobre el proceso de recuperación por parte del Estado venezolano de la obra del pintor francés. 

Señaló que se constituyó un equipo a través del cual se vino trabajando para la repatriación de la obra y finalmente fue trasladada por funcionarios del Ministerio Público venezolano desde la ciudad de Austin, Texas

“Este es un patrimonio de todos los venezolanos y le agradecemos a la Cancillería por su disposición”, expresó la fiscal general. 

La obra de patrimonio venezolano sustraída del Museo de Arte Contemporáneo (MAC) en 2002, llegó la tarde de este lunes al estado Vargas tras ser recuperada por el Estado venezolano.

Por su parte, el ministro de Cultura, Fidel Barbarito, anunció que luego de 15 días el cuadro será expuesto para el disfrute del pueblo venezolano. 

“Luego de las acciones correspondientes con las instituciones de Estados Unidos y de un proceso diligenciado logramos recibir formalmente a esta obra”, indicó el titular. (Últimas Noticias)


Así llegó la Odalisca a Venezuela 

 VENEZUELA-US-ART-PAINTING-CRIME

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A box containing a painting of French master Henri Matisse, known as "Odalisque in Red Pants" (Odalisque a la Culotte Rouge), is moved into a car after arriving at Maiquetia International Airport in Caracas

El 12 de julio de 2008, el FBI recuperó la “Odalisca con pantalón rojo” robada del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas

Agentes encubiertos de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) han recuperado en un hotel de Miami (EE.UU.) el cuadro del pintor francés Henri Matisse “Odalisca con pantalón rojo”, que fue robado de un museo venezolano hace una década, informó hoy el canal Local10, según reseña la agencia Efe.

El cuadro, valorado en tres millones de dólares, fue sustraído del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas (MACC) y sustituido por uno falso en su marco original. Las autoridades locales no se percataron de ello hasta 2003, aunque se cree que el robo tuvo lugar al menos tres años antes.

La sustracción de la pintura, considerada una de las joyas del MACC, era un misterio no resuelto hasta que este martes agentes encubiertos del FBI la compraron en el lujoso hotel Loews de Miami Beach por 1,5 millones de dólares, según información exclusiva del citado canal.

James Marshall, portavoz del FBI, señaló a Efe que el caso está aún bajo investigación y rechazó confirmar o desmentir la información.

La “Odalisca con pantalón rojo”, que data de 1925, fue comprada en 1981 por la entonces directora del MACC, Sofía Imber, por 480.000 dólares a una galería de Nueva York.

Detectives de Interpol, el FBI y la policía española, británica y francesa buscaron durante años este cuadro del padre del fovismo en el que se retrata a una odalisca, uno de sus temas de representación favoritos.

“La Odalisca con pantalón rojo” pudo desaparecer de la bóveda del MACC en una época de “incertidumbre institucional”, según el libro “El rapto de la odalisca”, que publicó en 2009 la periodista venezolana Marianela Balbi.

La Fundación Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber (Maccsi) confirmó en 2003 el robo del cuadro.

Las sospechas sobre la sustracción del cuadro surgieron luego de que el galerista venezolano Genaro Ambrosino, radicado en Miami, informara por correo electrónico a varias personas que el lienzo de Henri Matisse (1869-1954) estaba siendo vendido en el mercado de arte de Miami, informó Efe.

 

Venezuela pide apoyo a EEUU por caso de Matisse robado

 

La Fiscalía General de Venezuela solicitó a las autoridades estadounidenses apoyo para avanzar en las investigaciones del caso de una pintura de Henri Matisse, que habría sido robada hace más de una década del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas.

La fiscal general, Luisa Ortega Díaz, dijo el martes que su despacho solicitó a las autoridades de Estados Unidos, por medio de la Cancillería de Venezuela, un permiso para entrevistar a las personas que fueron detenidas y condenadas por tratar de vender la pintura robada de la “Odalisca con pantalón rojo” de Matisse.

Ortega Díaz dijo en conferencia de prensa que el Ministerio Público, que lleva adelante desde el 2002 las investigaciones del caso, también pidió copia del expediente del proceso que siguieron las autoridades estadounidenses para lograr la entrega controlada del cuadro robado y la aprehensión de las personas implicadas.

La obra, que data de 1925 y está valorada en unos 3 millones de dólares, fue localizada en julio del 2012 cuando una pareja intentaba venderla a agentes encubiertos del FBI en un hotel de Miami Beach.

El cubano Pedro Antonio Marcuello Guzmán, de 46 años, y la mexicana María Martha Elisa Ornelas Lazo, de 51, fueron arrestados en el 2012 cuando intentaba vender el cuadro. Ambos fueron condenados en 2013 por tratar de vender la pintura.

“Estamos esperando respuesta” de las autoridades estadounidenses para avanzar en las investigaciones, dijo la fiscal general, y agregó que confía en que el gobierno de Estados Unidos colaborará en el caso para fortalecer la investigación y determinar la responsabilidad de quienes sustrajeron esta obra del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas.

“No se sabe a ciencia cierta qué ocurrió”, confesó Ortega Díaz al reconocer que el Ministerio Público no tiene claro hasta el momento si el Matisse fue robado o extraviado, ni cuándo ocurrió. La funcionaria dijo que la Fiscalía sólo tiene como registro el 4 de diciembre del 2002, que fue cuando las autoridades del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas denunciaron que tenían una réplica y no el cuadro original.

Ortega Díaz denunció que “hubo ciertas irregularidades” en una salida que tuvo el cuadro en septiembre de 1996, cuando se exhibió en préstamo en el Palacio de las Alhajas en Madrid, España, debido a que la ficha técnica no contemplaba “el registro de la fecha de ingreso, fotografía, ni la firma del conservador responsable”. “No sabemos si regresó la verdadera obra el 8 de enero de 1997”, acotó.

Las primeras versiones sobre el presunto robo de la obra surgieron en noviembre del 2002, luego que el coleccionista venezolano Genaro Ambrosino envió un correo electrónico a varias personas para expresar su indignación y sorpresa porque el cuadro de la “Odalisca” había sido puesto a la venta en Miami. A partir de esa denuncia se examinó el cuadro de Caracas y se descubrió que era una réplica.

Las autoridades estadounidenses devolvieron el cuadro el lunes a un director de la Fiscalía General de Venezuela, que el martes formalizó la entrega de la obra al Ministerio de la Cultura, que espera ponerla en exhibición en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas en unos 15 días luego que se concrete el proceso de restauración.

Una de las funcionarias venezolanas que trabajará en el proceso de conservación y restauración de la pintura, Zoila Ramírez, dijo a la prensa que la “Odalisca” se encuentra en “buenas condiciones de conservación” y que sólo tiene “muy deteriorados” los bordes, pero sostuvo que eso no afecta la obra en su conjunto ni su valor.

Ramírez expresó que la capa pictórica del cuadro tiene “pequeños deterioros de abrasión de color” y que el barniz que está “un poco amarillento” debido a que se oxidó.

“Hay que hacer unas bandas de tensión para tensarla nuevamente en bastidor… La obra no necesita demasiada intervención de restauración mas de conservación”, agregó.

La “Odalisca” fue mostrada este martes a los medios por unos minutos, tras ser sacada cuidadosamente de la caja en la que fue traída de Estados Unidos, en la primera vez que se exhibió en el país luego de su desaparición.

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Una mirada al pasado…

 

Retrato desde Miami

A veces el silencio resguarda el honor, y en su empeño por velar las sombras donde suele habitar la verdad, levanta los muros infranqueables de la indiferencia. Esta es una historia de silencios, de omisiones, de olvidos y sobre todo de una aguda impunidad que, esta vez, como en cualquiera de los ámbitos venezolanos, se encargó de arrebatarle a un país algo de enorme valor y le dejó en la boca el gusto amargo de la injusticia.

Ocurrió en el museo de mayor prestigio de Venezuela, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas. Le sucedió a una de las joyas de su colección, pero las verdaderas víctimas fueron todos los venezolanos a quienes le pertenece un patrimonio, un recuerdo colectivo, un orgullo nacional que se sintió mancillado cuando la Odalisca con pantalón rojo de Henri Matisse sencillamente desapareció.

El escándalo develó la pérdida de un patrimonio cultural valorado en casi cuatro millones de dólares. El histrionismo de los actores distrajo por algunas semanas a los encargados de esclarecer el hecho: los detectives y fiscales en su trinchera jurídica y los periodistas y funcionarios en el terreno de las interpretaciones de la verdad. Pero al poco tiempo aquella sofisticada historia propia de un thriller policial cayó en el más denso de los olvidos, en el más oscuro de los silencios, en la más cínica indiferencia, los cuales han sumado al expediente que reposa en la Fiscalía General de la República una capa de polvo de siete años de antigüedad.

Vuelo directo a Collins Avenue

Un nombre y unos rasgos del rostro son las únicas huellas que existen de un individuo “muy venezolano, de unos cuarenta y pico de años, cachetón, de ojos marrones, grandes, siempre bien vestido y conocedor de arte” (1) que contactó a la dealer Sylvia de Azevedo para que hiciera las gestiones de venta de la Odaliscacon pantalón rojo en el mercado internacional de arte.

Efrén (llamado otras veces Efraín) Castillo era el nombre del coronel de la Guardia Nacional que llamó desde Caracas a la venezolana residenciada en Miami porque le habían recomendado su nombre para una operación encomendada por el propio Consejo Directivo del MACC (2). Ella parecía ser la persona ideal para vender esta pieza clave de la colección y para asesorarlos en la comercialización de otras obras de las que el gobierno venezolano deseaba desprenderse para adquirir otras de artistas nacionales, como la colección de Jesús Soto del museo de Ciudad Bolívar.

Efrén Castillo y Sylvia de Azevedo siempre conversaron a través de sus teléfonos celulares, y cuando la intermediaria le dijo que era absolutamente necesario que se reunieran para precisar los términos de la negociación, el coronel señaló que podía estar en Miami a los dos días para llevarle la obra y concretar las condiciones de esta relación comercial.

Como había prometido, Castillo llegó a la residencia de Azevedo, ubicada en el 3030 de Collins Avenue, en Miami Beach, con un lienzo de 1925 enrollado y la historia de que el MACC (para ese entonces todavía llamado “Sofía Imber”) le había encargado esta misión porque el presidente Hugo Chávez era muy nacionalista y, aseguraba el coronel, pensaba que los museos, en vez de acumular pinturas extranjeras, debían aprovecharse para exhibir los valores venezolanos (3).

Cuando se reunieron en un café, situado al frente del edificio donde vivía Sylvia de Azevedo, Efrén Castillo le entregó la obra y le habló por primera vez de la Odalisca con pantalón rojo, recordándole constantemente que trabajaba para el Consejo Directivo del museo, integrado por algunos miembros de siempre y otros colocados por las instituciones tutelares, todos “miembros la Revolución”. Estos miembros eran los mismos que siempre aprobaban las resoluciones que llevaba Sofía Imber con la venia que otorga el exceso de confianza en quien por años timoneaba sin tropiezos el museo. A Sylvia de Azevedo le asombró que trajera la pieza desde Caracas enrollada torpemente y sin ningún cuidado especial.

Efrén Castillo habría sacado la tela de Venezuela en un vuelo de Aeropostal y gracias a los buenos oficios de un piloto llamado Pedro Hernández (presuntamente emparentado con una funcionaria del museo) quien vivía en el hotel aledaño, llamado Anauco Hilton, y poseía en comodato uno de los quioscos de venta de postales y souvenirs del museo en las mismas instalaciones del complejo urbanístico Parque Central.

—Ésta no es forma de tratar un cuadro… ¿Dónde está el bastidor?… Así yo no te puedo recibir una obra —le dijo la dealer a Efrén Castillo-

Mientras Sylvia de Azevedo pensaba que aquello tenía toda la apariencia de ser “un paquete chileno”, Castillo resolvió el asunto muy austeramente: engrapó el lienzo realizado por Henri Matisse en un marco de madera de pino, lo envolvió en papel y al día siguiente regresó al 3030 de Collins Avenue, pero no encontró a Azevedo. El conserje, Benny, le dijo que si no estaba la camioneta de Sylvia era que ella no estaba en su apartamento. Lo dejó subir hasta su piso y Castillo le dejó, recostada de la puerta a la mismísima Odalisca con pantalón rojo que, según la conversación del día anterior, tenía un valor de 3,5 millones de dólares y por cuyatransacción Azevedo se ganaría el diez por ciento de la comisión que logró luego de que el coronel intentara tumbarle tres puntos de ganancia.

“Me comunico contigo esta noche”, decía la tarjeta adherida al paquete (4).

—Vi el marco, de pino, horrible… Y la colgué en el baño de mi apartamento. Allí estuvo dos días. Le pregunté a Efrén Castillo que por qué recurrían a mí, por qué no la vendían en una subasta. Me respondió que “ellos no querían escándalos”, que “no querían notoriedad”. Le firmé un papel como recibo de la obra en consignación “de una Odalisca de Henri Matisse” para su negociación. Para mí, era una copia.

Una marchante muy especial

Por momentos cuesta creer que Sylvia de Azevedo, cuyo nombre real es Silvia Ferreira de Mannelo, perteneciera al sofisticado mundo del arte, aunque ella se afane en rodear su nombre con el de conocidos e inmaculados galeristas del ambiente artístico venezolano como Alejandro Freites y Juan Pablo Muci (“Ellos me conocen, saben quién soy yo”).

De origen brasileño, lo que sí es seguro es que Azevedo fue durante algún tiempo una especialista en la obra del pintor Emilio Boggio y que su área de influencia era el arte venezolano. Esta especialidad la hizo estar en contacto con nombres como el de Francisco Da Antonio, antiguo y respetado director del Museo Arturo Michelena y de la Galería de Arte Nacional, y un dedicado cazador de obras falsas atribuidas a Arturo Michelena y Bárbaro Rivas. No falta quien asegure (5) que el nombre de Sylvia de Azevedo estuvo ligado a uno de esos casos en los cuales pretendieron certificar como cuadros originales de Arturo Michelena algunos lienzos del siglo diecinueve.

La primera vez que se supo de ella fue el siete de febrero del año 2003 cuando el periodista colombiano Gerardo Reyes publicó en El Nuevo Herald de Miami un artículo titulado “Una marchante asegura que tuvo el Matisse robado en su apartamento en Miami”, dando a conocer, por primera vez, la intervención de esta venezolana-brasileña en el escabroso tema de la desaparición de la Odalisca con pantalón rojo (6).

Sin embargo, Sylvia de Azevedo era un nombre muy reconocible en las filas más extremistas del movimiento de oposición política de Venezuela durante los años 2000 y 2005. De andar guerrero, cabellera cana y sin afeites, y con la voz áspera que producen los excesos de nicotina, Sylvia de Azevedo no sólo fue fanática al defender su legítima pertenencia al mundo del arte, donde afirma haber luchado por el patrimonio nacional perteneciente a La Casona —la residencia presidencial de Venezuela—, y promocionar con denodado interés el arte de Emilio Boggio.

Sobre él escribía en el grupo Artelatino de Yahoo y en su blog (7): “Ese artista plástico venezolano que ha puesto el nombre de la República de Venezuela en la pintura impresionista (…). Pasaron muchos años antes que (sic) las obras de Emilio Boggio tomaran una relevancia nacional (Venezuela), los venezolanos hasta hace poco tiempo conocíamos poco de la historia de este gran pintor impresionista. Fue tildado de impresionista retrasado, se le condenaba cuarenta años después de muerto, seguía siendo el artista incomprendido que fue en vida (…). Compañero de Claude Monet (1840-1926), Pierre Auguste Renoir (1841-1919), Edouard Manet (1832-1883), Camille Pissarro (1830-1903), Armand Guillaumin (1841-1927) entre muchos otros…”.

En agosto de 2006 denunciaba en la red que el presidente de Venezuela había cometido “tráfico ilícito, al sacar la daga y la tacita que pertenecieron al Libertador sin el permiso debido de Patrimonio Cultural de la República de Ecuador” y que el coleccionista Carlos Álvarez “quien donó o regaló a Hugo Chávez pertenencias del Libertador Simón Bolívar, no notificó a la oficina de Patrimonio Cultural de Ecuador la donación de dichas piezas y esas piezas salieron en total ilegalidad de Ecuador”. Continúa en su mensaje electrónico explicando que Ecuador está en disposición de pedir el retorno de las piezas y actuar apelando a la Ley de la Unesco. Firma: Sylvia de Azevedo, “Condiciones o Candelero (8) .

Como defensora del patrimonio cultural, Azevedo usaba su blog “Conversemos de arte”, en el que alertó enérgicamente sobre el presunto robo de la espada de Bolívar. “Revisando el libro de visitas de la Quinta de Bolívar, se puede identificar un hecho muy curioso. En medio de todos los objetos de la colección de la Quinta que pertenecieron al Libertador, hay uno que se reclama (sic) por encima de los demás. Curiosamente ese objeto no se encuentra ahí y de allí la necesidad de encontrarlo. La espada de Bolívar se ha convertido en una de las antigüedades más famosas del país en los últimos veinticinco años y, sin embargo, nadie menor de veinticinco años la conoce o la ha visto. A partir de su hurto en la Quinta de Bolívar…” (9).

Pero Sylvia de Azevedo tiene una faceta adicional que contrasta con la de preocupada conocedora del patrimonio cultural y defensora del arte de Boggio, y en la cual posee estrechos vínculos con su visceral militancia en los movimientos antichavistas. La defensa de la figura política de William Ojeda —como precandidato a la Presidencia de Venezuela en julio de 2006— es apenas una veta muy superficial frente a lo que algunos sectores radicales de la derecha comenzaron a decir de ella durante septiembre del año 2003, meses después de que se develara el escándalo de la desaparición del Matisse.

En una comunicación electrónica sin remitente ni destinatario, fechada el veintidós de septiembre, el subjectdecía sin rodeos:

“Confirmado… Sylvia de Azevedo forma parte de la conspiración cubana”. Los autores anónimos informan que en una reunión con algunos personajes que se mueven en los círculos del exilio cubano, “pudimos detectar la procedencia de la Sra. Silvia de Azevedo (sic). La Sra. Azevedo es una espía castrista infiltrada junto con otros cinco individuos en Venezuela”, y agregan que “posiblemente se trate de entregar a la Disip (amigos) antes que (sic) le controlen elementos que tenemos en Venezuela”. Agregan los misteriosos personajes que han puesto el caso en manos de un ex capitán de la inteligencia cubana y que las instrucciones dadas por el agente son las siguientes: luego de detallar su participación activa en la salida de Venezuela de ciertos personajes infiltrados, recomiendan no expulsarla de los grupos (“déjenla que se sienta cómoda ya que se utilizará una técnica más avanzada para aprovechar sus nexos con el régimen castrista”) y difundir la información a los círculos de confianza borrando el remitente.

“Bajo ninguna circunstancia le escriban”, dice el punto cinco, pues, como reza el punto seis de la comunicación, “Tenemos que darle confianza para proceder con ella como informante nuestro.” PD —la firma del correo electrónico— termina advirtiendo: “Ahora por favor déjennos trabajar en esto… Está en Venezuela, no en España (…) No espanten a la liebre” (10).

La única ocasión que Sylvia de Azevedo mencionó una historia que la vinculaba con el siniestro servicio de inteligencia cubano G2 (11) fue para relatar la anécdota de un desafortunado desencuentro amoroso en el cual su antigua pareja había resultado ser un eficiente agente de esa organización policial en Miami. Por esa razón ella era protegida por el propio FBI, pues había recibido amenazas de muerte. Pero había encontrado una manera de canalizar su paranoia y cierta mitomanía: estaba escribiendo un libro en el que contaría todos los detalles de esa escabrosa historia de amor e intriga.

No resultó para nada extraño que, en agosto de 2005, Sylvia de Azevedo escribiera en un foro virtual una suerte de hermético ultimátum donde en un mezclum sin sentido deja caer detalles sobre su libro y sobre un “fantasma” de apellido Castillo, igual al que le perdió la pista cuando le devolvió la Odalisca con pantalón rojo: “Sres. Por última vez voy a responder sobre este e-mail. La persona que mandó la portada de mi libro tuvo la amabilidad de borrar la parte final con toda su intención. Ahora bien, el propósito con que lo hizo ya se sabe, debe ser que la estorbo. Aquí les envío la portada COMPLETA del mismo, favor leer……… Cada vez el  régimen compra “Gentes para dividir” solo espero que le tengan pagado bien (sic) y si no le recomiendo ponerse en comunicación con la casa editora del libro, Random House, en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, que capaz le toque una comisión por la publicidad. Ahora bien el tal fantasme (sic) de Castillo que mandó el primer e-mail no existe, ja,ja,ja,ja, qué chiste, pobre infeliz… Sylvia de Azevedo” (12). (Marcapasos)

(1) Así lo describe Sylvia de Azevedo en entrevista realizada por El Nuevo Herald de Miami, el primero de febrero de 2003, p. 1-A

(2) Entrevista a Sylvia de Azevedo realizada por Marianela Balbi el veintiséis  de septiembre de 2005.

(3) Ídem.

(4) Según el testimonio de Sylvia de Azevedo en la entrevista realizada por Marianela Balbi el veintiséis de septiembre de 2005.

(5) Fuentes vinculadas al mundo del arte que pidieron mantener su nombre en el anonimato.

(6)Artículo publicado en El Nuevo Herald de Miami, el 7 de febrero de 2003.

(7) http://www.sinmordaza.net/blogs/sylvia.php (hoy sin conexión).

(8) Comunicación electrónica enviada masivamente.

(9) http://www.sinmordaza.net/blogs/sylvia.php (hoy sin conexión).

(10) Comunicación electrónica enviada el 22 de septiembre de 2003.

(11) Entrevista realizada a Sylvia de Azevedo por Marianela Balbi el 26 de septiembre de 2005.

(12) Comunicación electrónica enviada a Marianela Balbi el 24 de agosto de 2005.

Odalisca con pantalón rojo Por: Esteban Castillo V

Me ha llamado poderosamente la atención la historia de esta bella y misteriosa odalisca,  que ha viajado por el mundo. Cuando miramos y leemos en la prensa e Internet vemos que la odalisca ha sido encontrada por el FBI. Ella está sentada con su bello pantalón rojo. Pero hay dudas, ¿Es ella? ¿Cuál es la verdadera? Es una historia para contarla, porque está llena de interrogantes. Llegó a Venezuela en el año 1981 y se quedó varios años, entre los años 1996- 1997 hizo un viaje a España, parece ser que durante el viaje fue cambiada. Regresó y vino maquillada y no se dieron  cuenta que era una falsificación, al descubrir que la verdadera odalisca había sido robada de la bóveda, en el 2002,  fueron en su búsqueda pero fue imposible encontrarla. Han pasado más de 10 años de su misteriosa desaparición y de repente aparece en un lujoso hotel de Miami y pero, también, estuvo en México; muestran fotos, que uno no sabe si es original o falsa la primera, como también, la segunda. ¿Cuál es la original? ¿Cuántas hay? Creo que el pintor estaría extrañado de estas travesuras de una de sus odaliscas.  Henri Matisse, un gran artista para unos; para otros, un pintor mediocre, en arte hay de todas las opiniones. Pero hablemos del pintor francés Henri Matisse,  nacido en 1869, muere en 1954, en Francia. En sus primeras pinturas tuvo la influencia de los puntillistas. Después lo cautivó el fauvismo con sus colores fuertes. En un viaje que realizó a Granada y Marruecos  su obra se va a enriquecer de arabescos, el mundo oriental va a quedar reflejado en sus paisajes, bodegones y figuras, y, sobre todo, en sus odaliscas, 1919-1928. Pintó muchas de ellas en un contexto oriental, el decorado de cortinas y alfombras con flores de variados colores, ambientes de harén, con sofás, espejos, mesas y lámparas, donde las odaliscas se encuentran en estado de reposo. El tapiz, motivo oriental, tienen en su obra gran importancia y circundan sus figuras y bodegones.   Artista de gran producción. Ese ambiente enriquecido por todo esos arabescos que hacen una obra rica en sus formas y colores. Sentadas o acostadas en una atmósfera donde los planos de colores se convierten en tabiques para conservar sus intimidades. Odaliscas donde sus formas anatómicas forman parte de un diseño que se equilibra con todos esos elementos de influencias orientales. Alegría de colores, intimidad de armonías, riqueza de diseños, formas dinámicas, pasión por los desnudos. Matisse, quien tenía problema con su esposa por esas odaliscas que le quitaban mucho tiempo, las cuales,  forman parte de su  producción pictórica. Figuras estilizadas y de un gran dibujo. Formas que juegan, que bailan al compás de ritmos orientales, líneas que se combinan con otras formas que están en esos planos de colores, puestos en su estado de pureza, es el color fauvista, colocado directamente como sale del tubo. Artista, imitado y  copiado por muchos falsificadores, entre ellos, por Elmyr de Hory, hábil falsificador, que realizó obras de los artistas como: Picasso, Chagal, Modigliani, Matisse y muchos otros, y que a través de Fernando Legros y su amigo Réal Lezard, lograron vender obras por el mundo; alrededor de 1000 falsificaciones. En los actuales momentos, hay muchos museos que poseen falsos cuadros de grandes artistas, algunos, tan bien realizados, que a los mismos artistas le cuesta reconocerlos. Lo que sí es verdad, que después  de que un museo o coleccionista descubre que tiene una falsificación , se queda callado, ya que perdería mucho dinero, diciendo tengo un falso Picasso, Dufy, Modigliani, Matisse u otro artista de importancia. Algunos han estado presos por falsificadores, ya que es un delito vender un falso, como verdadero y original. Hoy, esta obra de Matisse, comprada por 480.000 dólares en una galería de Nueva York, en el año 1981  por el Museo de arte Contemporáneo  Sofía Imber, y hoy, llamado Museo de Arte Contemporáneo de Caracas. Actualmente con un precio de 3 millones de dólares y que forma parte de nuestro patrimonio cultural. Obra pintada en 1925. Cuando la veo en todos los periódicos del mundo, sentada con sus pantalones de seda roja, en una atmosfera distinta carente  de ese mundo oriental, muy presente en la mayorías de las odaliscas, está en un mundo de mucha luz; odalisca hierática y desprovista de esos arabescos que se encuentran en los cuadros de Matisse. Muchas de esas odaliscas están en la media luz, la mayoría acostadas o sentadas, rodeadas de cortinas y tapices persas de muchos colores, sin embargo, su decorado en ésta obra es diferente…Es una obra de valor cultural, pictórico y económico. Después que sea certificada y autentificada por conocedores de la obra de Matisse, y que sea en verdad, la original, la que pertenece al  Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, ojalá, esa odalisca se quede para siempre en Venezuela. Sería interesante,  que  mostraran todo el ambiente oriental que refleja la obra de éste gran artista: Henri Matisse  y sus odaliscas. (El Impulso)

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ODALISQUE IN PANTS

La fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz, entregó este martes al Ministerio de Cultura la obra “Odalisca con pantalón rojo” del pintor Henri Matisse. 

En rueda de prensa Ortega Díaz ofreció detalles sobre el proceso de recuperación por parte del Estado venezolano de la obra del pintor francés. 

Señaló que se constituyó un equipo a través del cual se vino trabajando para la repatriación de la obra y finalmente fue trasladada por funcionarios del Ministerio Público venezolano desde la ciudad de Austin, Texas

“Este es un patrimonio de todos los venezolanos y le agradecemos a la Cancillería por su disposición”, expresó la fiscal general. 

La obra de patrimonio venezolano sustraída del Museo de Arte Contemporáneo (MAC) en 2002, llegó la tarde de este lunes al estado Vargas tras ser recuperada por el Estado venezolano.

Por su parte, el ministro de Cultura, Fidel Barbarito, anunció que luego de 15 días el cuadro será expuesto para el disfrute del pueblo venezolano. 

“Luego de las acciones correspondientes con las instituciones de Estados Unidos y de un proceso diligenciado logramos recibir formalmente a esta obra”, indicó el titular. (Últimas Noticias)


Así llegó la Odalisca a Venezuela 

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A box containing a painting of French master Henri Matisse, known as "Odalisque in Red Pants" (Odalisque a la Culotte Rouge), is moved into a car after arriving at Maiquetia International Airport in Caracas

El 12 de julio de 2008, el FBI recuperó la “Odalisca con pantalón rojo” robada del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas

Agentes encubiertos de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) han recuperado en un hotel de Miami (EE.UU.) el cuadro del pintor francés Henri Matisse “Odalisca con pantalón rojo”, que fue robado de un museo venezolano hace una década, informó hoy el canal Local10, según reseña la agencia Efe.

El cuadro, valorado en tres millones de dólares, fue sustraído del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas (MACC) y sustituido por uno falso en su marco original. Las autoridades locales no se percataron de ello hasta 2003, aunque se cree que el robo tuvo lugar al menos tres años antes.

La sustracción de la pintura, considerada una de las joyas del MACC, era un misterio no resuelto hasta que este martes agentes encubiertos del FBI la compraron en el lujoso hotel Loews de Miami Beach por 1,5 millones de dólares, según información exclusiva del citado canal.

James Marshall, portavoz del FBI, señaló a Efe que el caso está aún bajo investigación y rechazó confirmar o desmentir la información.

La “Odalisca con pantalón rojo”, que data de 1925, fue comprada en 1981 por la entonces directora del MACC, Sofía Imber, por 480.000 dólares a una galería de Nueva York.

Detectives de Interpol, el FBI y la policía española, británica y francesa buscaron durante años este cuadro del padre del fovismo en el que se retrata a una odalisca, uno de sus temas de representación favoritos.

“La Odalisca con pantalón rojo” pudo desaparecer de la bóveda del MACC en una época de “incertidumbre institucional”, según el libro “El rapto de la odalisca”, que publicó en 2009 la periodista venezolana Marianela Balbi.

La Fundación Museo de Arte Contemporáneo de Caracas Sofía Imber (Maccsi) confirmó en 2003 el robo del cuadro.

Las sospechas sobre la sustracción del cuadro surgieron luego de que el galerista venezolano Genaro Ambrosino, radicado en Miami, informara por correo electrónico a varias personas que el lienzo de Henri Matisse (1869-1954) estaba siendo vendido en el mercado de arte de Miami, informó Efe.

 

Venezuela pide apoyo a EEUU por caso de Matisse robado

 

La Fiscalía General de Venezuela solicitó a las autoridades estadounidenses apoyo para avanzar en las investigaciones del caso de una pintura de Henri Matisse, que habría sido robada hace más de una década del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas.

La fiscal general, Luisa Ortega Díaz, dijo el martes que su despacho solicitó a las autoridades de Estados Unidos, por medio de la Cancillería de Venezuela, un permiso para entrevistar a las personas que fueron detenidas y condenadas por tratar de vender la pintura robada de la “Odalisca con pantalón rojo” de Matisse.

Ortega Díaz dijo en conferencia de prensa que el Ministerio Público, que lleva adelante desde el 2002 las investigaciones del caso, también pidió copia del expediente del proceso que siguieron las autoridades estadounidenses para lograr la entrega controlada del cuadro robado y la aprehensión de las personas implicadas.

La obra, que data de 1925 y está valorada en unos 3 millones de dólares, fue localizada en julio del 2012 cuando una pareja intentaba venderla a agentes encubiertos del FBI en un hotel de Miami Beach.

El cubano Pedro Antonio Marcuello Guzmán, de 46 años, y la mexicana María Martha Elisa Ornelas Lazo, de 51, fueron arrestados en el 2012 cuando intentaba vender el cuadro. Ambos fueron condenados en 2013 por tratar de vender la pintura.

“Estamos esperando respuesta” de las autoridades estadounidenses para avanzar en las investigaciones, dijo la fiscal general, y agregó que confía en que el gobierno de Estados Unidos colaborará en el caso para fortalecer la investigación y determinar la responsabilidad de quienes sustrajeron esta obra del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas.

“No se sabe a ciencia cierta qué ocurrió”, confesó Ortega Díaz al reconocer que el Ministerio Público no tiene claro hasta el momento si el Matisse fue robado o extraviado, ni cuándo ocurrió. La funcionaria dijo que la Fiscalía sólo tiene como registro el 4 de diciembre del 2002, que fue cuando las autoridades del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas denunciaron que tenían una réplica y no el cuadro original.

Ortega Díaz denunció que “hubo ciertas irregularidades” en una salida que tuvo el cuadro en septiembre de 1996, cuando se exhibió en préstamo en el Palacio de las Alhajas en Madrid, España, debido a que la ficha técnica no contemplaba “el registro de la fecha de ingreso, fotografía, ni la firma del conservador responsable”. “No sabemos si regresó la verdadera obra el 8 de enero de 1997”, acotó.

Las primeras versiones sobre el presunto robo de la obra surgieron en noviembre del 2002, luego que el coleccionista venezolano Genaro Ambrosino envió un correo electrónico a varias personas para expresar su indignación y sorpresa porque el cuadro de la “Odalisca” había sido puesto a la venta en Miami. A partir de esa denuncia se examinó el cuadro de Caracas y se descubrió que era una réplica.

Las autoridades estadounidenses devolvieron el cuadro el lunes a un director de la Fiscalía General de Venezuela, que el martes formalizó la entrega de la obra al Ministerio de la Cultura, que espera ponerla en exhibición en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas en unos 15 días luego que se concrete el proceso de restauración.

Una de las funcionarias venezolanas que trabajará en el proceso de conservación y restauración de la pintura, Zoila Ramírez, dijo a la prensa que la “Odalisca” se encuentra en “buenas condiciones de conservación” y que sólo tiene “muy deteriorados” los bordes, pero sostuvo que eso no afecta la obra en su conjunto ni su valor.

Ramírez expresó que la capa pictórica del cuadro tiene “pequeños deterioros de abrasión de color” y que el barniz que está “un poco amarillento” debido a que se oxidó.

“Hay que hacer unas bandas de tensión para tensarla nuevamente en bastidor… La obra no necesita demasiada intervención de restauración mas de conservación”, agregó.

La “Odalisca” fue mostrada este martes a los medios por unos minutos, tras ser sacada cuidadosamente de la caja en la que fue traída de Estados Unidos, en la primera vez que se exhibió en el país luego de su desaparición.

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Una mirada al pasado…

 

Retrato desde Miami

A veces el silencio resguarda el honor, y en su empeño por velar las sombras donde suele habitar la verdad, levanta los muros infranqueables de la indiferencia. Esta es una historia de silencios, de omisiones, de olvidos y sobre todo de una aguda impunidad que, esta vez, como en cualquiera de los ámbitos venezolanos, se encargó de arrebatarle a un país algo de enorme valor y le dejó en la boca el gusto amargo de la injusticia.

Ocurrió en el museo de mayor prestigio de Venezuela, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas. Le sucedió a una de las joyas de su colección, pero las verdaderas víctimas fueron todos los venezolanos a quienes le pertenece un patrimonio, un recuerdo colectivo, un orgullo nacional que se sintió mancillado cuando la Odalisca con pantalón rojo de Henri Matisse sencillamente desapareció.

El escándalo develó la pérdida de un patrimonio cultural valorado en casi cuatro millones de dólares. El histrionismo de los actores distrajo por algunas semanas a los encargados de esclarecer el hecho: los detectives y fiscales en su trinchera jurídica y los periodistas y funcionarios en el terreno de las interpretaciones de la verdad. Pero al poco tiempo aquella sofisticada historia propia de un thriller policial cayó en el más denso de los olvidos, en el más oscuro de los silencios, en la más cínica indiferencia, los cuales han sumado al expediente que reposa en la Fiscalía General de la República una capa de polvo de siete años de antigüedad.

Vuelo directo a Collins Avenue

Un nombre y unos rasgos del rostro son las únicas huellas que existen de un individuo “muy venezolano, de unos cuarenta y pico de años, cachetón, de ojos marrones, grandes, siempre bien vestido y conocedor de arte” (1) que contactó a la dealer Sylvia de Azevedo para que hiciera las gestiones de venta de la Odaliscacon pantalón rojo en el mercado internacional de arte.

Efrén (llamado otras veces Efraín) Castillo era el nombre del coronel de la Guardia Nacional que llamó desde Caracas a la venezolana residenciada en Miami porque le habían recomendado su nombre para una operación encomendada por el propio Consejo Directivo del MACC (2). Ella parecía ser la persona ideal para vender esta pieza clave de la colección y para asesorarlos en la comercialización de otras obras de las que el gobierno venezolano deseaba desprenderse para adquirir otras de artistas nacionales, como la colección de Jesús Soto del museo de Ciudad Bolívar.

Efrén Castillo y Sylvia de Azevedo siempre conversaron a través de sus teléfonos celulares, y cuando la intermediaria le dijo que era absolutamente necesario que se reunieran para precisar los términos de la negociación, el coronel señaló que podía estar en Miami a los dos días para llevarle la obra y concretar las condiciones de esta relación comercial.

Como había prometido, Castillo llegó a la residencia de Azevedo, ubicada en el 3030 de Collins Avenue, en Miami Beach, con un lienzo de 1925 enrollado y la historia de que el MACC (para ese entonces todavía llamado “Sofía Imber”) le había encargado esta misión porque el presidente Hugo Chávez era muy nacionalista y, aseguraba el coronel, pensaba que los museos, en vez de acumular pinturas extranjeras, debían aprovecharse para exhibir los valores venezolanos (3).

Cuando se reunieron en un café, situado al frente del edificio donde vivía Sylvia de Azevedo, Efrén Castillo le entregó la obra y le habló por primera vez de la Odalisca con pantalón rojo, recordándole constantemente que trabajaba para el Consejo Directivo del museo, integrado por algunos miembros de siempre y otros colocados por las instituciones tutelares, todos “miembros la Revolución”. Estos miembros eran los mismos que siempre aprobaban las resoluciones que llevaba Sofía Imber con la venia que otorga el exceso de confianza en quien por años timoneaba sin tropiezos el museo. A Sylvia de Azevedo le asombró que trajera la pieza desde Caracas enrollada torpemente y sin ningún cuidado especial.

Efrén Castillo habría sacado la tela de Venezuela en un vuelo de Aeropostal y gracias a los buenos oficios de un piloto llamado Pedro Hernández (presuntamente emparentado con una funcionaria del museo) quien vivía en el hotel aledaño, llamado Anauco Hilton, y poseía en comodato uno de los quioscos de venta de postales y souvenirs del museo en las mismas instalaciones del complejo urbanístico Parque Central.

—Ésta no es forma de tratar un cuadro… ¿Dónde está el bastidor?… Así yo no te puedo recibir una obra —le dijo la dealer a Efrén Castillo-

Mientras Sylvia de Azevedo pensaba que aquello tenía toda la apariencia de ser “un paquete chileno”, Castillo resolvió el asunto muy austeramente: engrapó el lienzo realizado por Henri Matisse en un marco de madera de pino, lo envolvió en papel y al día siguiente regresó al 3030 de Collins Avenue, pero no encontró a Azevedo. El conserje, Benny, le dijo que si no estaba la camioneta de Sylvia era que ella no estaba en su apartamento. Lo dejó subir hasta su piso y Castillo le dejó, recostada de la puerta a la mismísima Odalisca con pantalón rojo que, según la conversación del día anterior, tenía un valor de 3,5 millones de dólares y por cuyatransacción Azevedo se ganaría el diez por ciento de la comisión que logró luego de que el coronel intentara tumbarle tres puntos de ganancia.

“Me comunico contigo esta noche”, decía la tarjeta adherida al paquete (4).

—Vi el marco, de pino, horrible… Y la colgué en el baño de mi apartamento. Allí estuvo dos días. Le pregunté a Efrén Castillo que por qué recurrían a mí, por qué no la vendían en una subasta. Me respondió que “ellos no querían escándalos”, que “no querían notoriedad”. Le firmé un papel como recibo de la obra en consignación “de una Odalisca de Henri Matisse” para su negociación. Para mí, era una copia.

Una marchante muy especial

Por momentos cuesta creer que Sylvia de Azevedo, cuyo nombre real es Silvia Ferreira de Mannelo, perteneciera al sofisticado mundo del arte, aunque ella se afane en rodear su nombre con el de conocidos e inmaculados galeristas del ambiente artístico venezolano como Alejandro Freites y Juan Pablo Muci (“Ellos me conocen, saben quién soy yo”).

De origen brasileño, lo que sí es seguro es que Azevedo fue durante algún tiempo una especialista en la obra del pintor Emilio Boggio y que su área de influencia era el arte venezolano. Esta especialidad la hizo estar en contacto con nombres como el de Francisco Da Antonio, antiguo y respetado director del Museo Arturo Michelena y de la Galería de Arte Nacional, y un dedicado cazador de obras falsas atribuidas a Arturo Michelena y Bárbaro Rivas. No falta quien asegure (5) que el nombre de Sylvia de Azevedo estuvo ligado a uno de esos casos en los cuales pretendieron certificar como cuadros originales de Arturo Michelena algunos lienzos del siglo diecinueve.

La primera vez que se supo de ella fue el siete de febrero del año 2003 cuando el periodista colombiano Gerardo Reyes publicó en El Nuevo Herald de Miami un artículo titulado “Una marchante asegura que tuvo el Matisse robado en su apartamento en Miami”, dando a conocer, por primera vez, la intervención de esta venezolana-brasileña en el escabroso tema de la desaparición de la Odalisca con pantalón rojo (6).

Sin embargo, Sylvia de Azevedo era un nombre muy reconocible en las filas más extremistas del movimiento de oposición política de Venezuela durante los años 2000 y 2005. De andar guerrero, cabellera cana y sin afeites, y con la voz áspera que producen los excesos de nicotina, Sylvia de Azevedo no sólo fue fanática al defender su legítima pertenencia al mundo del arte, donde afirma haber luchado por el patrimonio nacional perteneciente a La Casona —la residencia presidencial de Venezuela—, y promocionar con denodado interés el arte de Emilio Boggio.

Sobre él escribía en el grupo Artelatino de Yahoo y en su blog (7): “Ese artista plástico venezolano que ha puesto el nombre de la República de Venezuela en la pintura impresionista (…). Pasaron muchos años antes que (sic) las obras de Emilio Boggio tomaran una relevancia nacional (Venezuela), los venezolanos hasta hace poco tiempo conocíamos poco de la historia de este gran pintor impresionista. Fue tildado de impresionista retrasado, se le condenaba cuarenta años después de muerto, seguía siendo el artista incomprendido que fue en vida (…). Compañero de Claude Monet (1840-1926), Pierre Auguste Renoir (1841-1919), Edouard Manet (1832-1883), Camille Pissarro (1830-1903), Armand Guillaumin (1841-1927) entre muchos otros…”.

En agosto de 2006 denunciaba en la red que el presidente de Venezuela había cometido “tráfico ilícito, al sacar la daga y la tacita que pertenecieron al Libertador sin el permiso debido de Patrimonio Cultural de la República de Ecuador” y que el coleccionista Carlos Álvarez “quien donó o regaló a Hugo Chávez pertenencias del Libertador Simón Bolívar, no notificó a la oficina de Patrimonio Cultural de Ecuador la donación de dichas piezas y esas piezas salieron en total ilegalidad de Ecuador”. Continúa en su mensaje electrónico explicando que Ecuador está en disposición de pedir el retorno de las piezas y actuar apelando a la Ley de la Unesco. Firma: Sylvia de Azevedo, “Condiciones o Candelero (8) .

Como defensora del patrimonio cultural, Azevedo usaba su blog “Conversemos de arte”, en el que alertó enérgicamente sobre el presunto robo de la espada de Bolívar. “Revisando el libro de visitas de la Quinta de Bolívar, se puede identificar un hecho muy curioso. En medio de todos los objetos de la colección de la Quinta que pertenecieron al Libertador, hay uno que se reclama (sic) por encima de los demás. Curiosamente ese objeto no se encuentra ahí y de allí la necesidad de encontrarlo. La espada de Bolívar se ha convertido en una de las antigüedades más famosas del país en los últimos veinticinco años y, sin embargo, nadie menor de veinticinco años la conoce o la ha visto. A partir de su hurto en la Quinta de Bolívar…” (9).

Pero Sylvia de Azevedo tiene una faceta adicional que contrasta con la de preocupada conocedora del patrimonio cultural y defensora del arte de Boggio, y en la cual posee estrechos vínculos con su visceral militancia en los movimientos antichavistas. La defensa de la figura política de William Ojeda —como precandidato a la Presidencia de Venezuela en julio de 2006— es apenas una veta muy superficial frente a lo que algunos sectores radicales de la derecha comenzaron a decir de ella durante septiembre del año 2003, meses después de que se develara el escándalo de la desaparición del Matisse.

En una comunicación electrónica sin remitente ni destinatario, fechada el veintidós de septiembre, el subjectdecía sin rodeos:

“Confirmado… Sylvia de Azevedo forma parte de la conspiración cubana”. Los autores anónimos informan que en una reunión con algunos personajes que se mueven en los círculos del exilio cubano, “pudimos detectar la procedencia de la Sra. Silvia de Azevedo (sic). La Sra. Azevedo es una espía castrista infiltrada junto con otros cinco individuos en Venezuela”, y agregan que “posiblemente se trate de entregar a la Disip (amigos) antes que (sic) le controlen elementos que tenemos en Venezuela”. Agregan los misteriosos personajes que han puesto el caso en manos de un ex capitán de la inteligencia cubana y que las instrucciones dadas por el agente son las siguientes: luego de detallar su participación activa en la salida de Venezuela de ciertos personajes infiltrados, recomiendan no expulsarla de los grupos (“déjenla que se sienta cómoda ya que se utilizará una técnica más avanzada para aprovechar sus nexos con el régimen castrista”) y difundir la información a los círculos de confianza borrando el remitente.

“Bajo ninguna circunstancia le escriban”, dice el punto cinco, pues, como reza el punto seis de la comunicación, “Tenemos que darle confianza para proceder con ella como informante nuestro.” PD —la firma del correo electrónico— termina advirtiendo: “Ahora por favor déjennos trabajar en esto… Está en Venezuela, no en España (…) No espanten a la liebre” (10).

La única ocasión que Sylvia de Azevedo mencionó una historia que la vinculaba con el siniestro servicio de inteligencia cubano G2 (11) fue para relatar la anécdota de un desafortunado desencuentro amoroso en el cual su antigua pareja había resultado ser un eficiente agente de esa organización policial en Miami. Por esa razón ella era protegida por el propio FBI, pues había recibido amenazas de muerte. Pero había encontrado una manera de canalizar su paranoia y cierta mitomanía: estaba escribiendo un libro en el que contaría todos los detalles de esa escabrosa historia de amor e intriga.

No resultó para nada extraño que, en agosto de 2005, Sylvia de Azevedo escribiera en un foro virtual una suerte de hermético ultimátum donde en un mezclum sin sentido deja caer detalles sobre su libro y sobre un “fantasma” de apellido Castillo, igual al que le perdió la pista cuando le devolvió la Odalisca con pantalón rojo: “Sres. Por última vez voy a responder sobre este e-mail. La persona que mandó la portada de mi libro tuvo la amabilidad de borrar la parte final con toda su intención. Ahora bien, el propósito con que lo hizo ya se sabe, debe ser que la estorbo. Aquí les envío la portada COMPLETA del mismo, favor leer……… Cada vez el  régimen compra “Gentes para dividir” solo espero que le tengan pagado bien (sic) y si no le recomiendo ponerse en comunicación con la casa editora del libro, Random House, en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, que capaz le toque una comisión por la publicidad. Ahora bien el tal fantasme (sic) de Castillo que mandó el primer e-mail no existe, ja,ja,ja,ja, qué chiste, pobre infeliz… Sylvia de Azevedo” (12). (Marcapasos)

(1) Así lo describe Sylvia de Azevedo en entrevista realizada por El Nuevo Herald de Miami, el primero de febrero de 2003, p. 1-A

(2) Entrevista a Sylvia de Azevedo realizada por Marianela Balbi el veintiséis  de septiembre de 2005.

(3) Ídem.

(4) Según el testimonio de Sylvia de Azevedo en la entrevista realizada por Marianela Balbi el veintiséis de septiembre de 2005.

(5) Fuentes vinculadas al mundo del arte que pidieron mantener su nombre en el anonimato.

(6)Artículo publicado en El Nuevo Herald de Miami, el 7 de febrero de 2003.

(7) http://www.sinmordaza.net/blogs/sylvia.php (hoy sin conexión).

(8) Comunicación electrónica enviada masivamente.

(9) http://www.sinmordaza.net/blogs/sylvia.php (hoy sin conexión).

(10) Comunicación electrónica enviada el 22 de septiembre de 2003.

(11) Entrevista realizada a Sylvia de Azevedo por Marianela Balbi el 26 de septiembre de 2005.

(12) Comunicación electrónica enviada a Marianela Balbi el 24 de agosto de 2005.

Odalisca con pantalón rojo Por: Esteban Castillo V

Me ha llamado poderosamente la atención la historia de esta bella y misteriosa odalisca,  que ha viajado por el mundo. Cuando miramos y leemos en la prensa e Internet vemos que la odalisca ha sido encontrada por el FBI. Ella está sentada con su bello pantalón rojo. Pero hay dudas, ¿Es ella? ¿Cuál es la verdadera? Es una historia para contarla, porque está llena de interrogantes. Llegó a Venezuela en el año 1981 y se quedó varios años, entre los años 1996- 1997 hizo un viaje a España, parece ser que durante el viaje fue cambiada. Regresó y vino maquillada y no se dieron  cuenta que era una falsificación, al descubrir que la verdadera odalisca había sido robada de la bóveda, en el 2002,  fueron en su búsqueda pero fue imposible encontrarla. Han pasado más de 10 años de su misteriosa desaparición y de repente aparece en un lujoso hotel de Miami y pero, también, estuvo en México; muestran fotos, que uno no sabe si es original o falsa la primera, como también, la segunda. ¿Cuál es la original? ¿Cuántas hay? Creo que el pintor estaría extrañado de estas travesuras de una de sus odaliscas.  Henri Matisse, un gran artista para unos; para otros, un pintor mediocre, en arte hay de todas las opiniones. Pero hablemos del pintor francés Henri Matisse,  nacido en 1869, muere en 1954, en Francia. En sus primeras pinturas tuvo la influencia de los puntillistas. Después lo cautivó el fauvismo con sus colores fuertes. En un viaje que realizó a Granada y Marruecos  su obra se va a enriquecer de arabescos, el mundo oriental va a quedar reflejado en sus paisajes, bodegones y figuras, y, sobre todo, en sus odaliscas, 1919-1928. Pintó muchas de ellas en un contexto oriental, el decorado de cortinas y alfombras con flores de variados colores, ambientes de harén, con sofás, espejos, mesas y lámparas, donde las odaliscas se encuentran en estado de reposo. El tapiz, motivo oriental, tienen en su obra gran importancia y circundan sus figuras y bodegones.   Artista de gran producción. Ese ambiente enriquecido por todo esos arabescos que hacen una obra rica en sus formas y colores. Sentadas o acostadas en una atmósfera donde los planos de colores se convierten en tabiques para conservar sus intimidades. Odaliscas donde sus formas anatómicas forman parte de un diseño que se equilibra con todos esos elementos de influencias orientales. Alegría de colores, intimidad de armonías, riqueza de diseños, formas dinámicas, pasión por los desnudos. Matisse, quien tenía problema con su esposa por esas odaliscas que le quitaban mucho tiempo, las cuales,  forman parte de su  producción pictórica. Figuras estilizadas y de un gran dibujo. Formas que juegan, que bailan al compás de ritmos orientales, líneas que se combinan con otras formas que están en esos planos de colores, puestos en su estado de pureza, es el color fauvista, colocado directamente como sale del tubo. Artista, imitado y  copiado por muchos falsificadores, entre ellos, por Elmyr de Hory, hábil falsificador, que realizó obras de los artistas como: Picasso, Chagal, Modigliani, Matisse y muchos otros, y que a través de Fernando Legros y su amigo Réal Lezard, lograron vender obras por el mundo; alrededor de 1000 falsificaciones. En los actuales momentos, hay muchos museos que poseen falsos cuadros de grandes artistas, algunos, tan bien realizados, que a los mismos artistas le cuesta reconocerlos. Lo que sí es verdad, que después  de que un museo o coleccionista descubre que tiene una falsificación , se queda callado, ya que perdería mucho dinero, diciendo tengo un falso Picasso, Dufy, Modigliani, Matisse u otro artista de importancia. Algunos han estado presos por falsificadores, ya que es un delito vender un falso, como verdadero y original. Hoy, esta obra de Matisse, comprada por 480.000 dólares en una galería de Nueva York, en el año 1981  por el Museo de arte Contemporáneo  Sofía Imber, y hoy, llamado Museo de Arte Contemporáneo de Caracas. Actualmente con un precio de 3 millones de dólares y que forma parte de nuestro patrimonio cultural. Obra pintada en 1925. Cuando la veo en todos los periódicos del mundo, sentada con sus pantalones de seda roja, en una atmosfera distinta carente  de ese mundo oriental, muy presente en la mayorías de las odaliscas, está en un mundo de mucha luz; odalisca hierática y desprovista de esos arabescos que se encuentran en los cuadros de Matisse. Muchas de esas odaliscas están en la media luz, la mayoría acostadas o sentadas, rodeadas de cortinas y tapices persas de muchos colores, sin embargo, su decorado en ésta obra es diferente…Es una obra de valor cultural, pictórico y económico. Después que sea certificada y autentificada por conocedores de la obra de Matisse, y que sea en verdad, la original, la que pertenece al  Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, ojalá, esa odalisca se quede para siempre en Venezuela. Sería interesante,  que  mostraran todo el ambiente oriental que refleja la obra de éste gran artista: Henri Matisse  y sus odaliscas. (El Impulso)

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