Pareciera obvio afirmar que Venezuela está divida en prácticamente dos mitades: oficialistas y opositores. El gobierno se ha encargado de polarizar el paÃs a través de un discurso agresivo y ofensivo y hoy por hoy el resentimiento entre estas mitades es cada vez más preocupante. Sin embargo, mi intención no es hablar de lo obvio. Mi intención es hablar de la situación de los nuestros, los opositores. La oposición venezolana tiene distintos matices y es una tarea bien complicada el tratar de clasificarla objetivamente.  Digamos que, a efectos del artÃculo, hay dos tipos de opositores: a los que no les está yendo muy bien, y los que están surfeando la crisis y en consecuencia les va muy bien.
Son pocas las personas que viven de un salario en Venezuela y pueden decir que viven cómodos. Y la razón es simple, el dólar paralelo (ya entiendo que se puedo nombrar porque hasta del permuta se habla) cada vez está más caro y esto hace que nuestro sueldo se vuelva sal y agua. Pasan los dÃas y perdemos cada vez más rápido nuestra capacidad de ahorro, dedicamos los mejores años de nuestras vidas a un paÃs que no necesariamente agradecerá nuestro esfuerzo, y mientras el paÃs se cae a pedazos las conversaciones de la sobremesa se centran en el cupo de cadivi a Miami. Es lamentable la realidad para esta mitad de los opositores porque además de tener que sobrevivir la pesadilla económica nos tenemos que enfrentar a unos ñangaras trasnochados que hablan de Venezuela como si fuera la Unión Soviética.
Ahora bien, por otro lado existe un porcentaje considerable de opositores que les está yendo bien. Están los empresarios y comerciantes serios y honestos que llevan tiempo trabajando y la vida les sonrÃe (mis respetos y aplausos a ese grupo), y están por supuestos los de la moral distraÃda. Los opositores de la moral distraÃda son bien particulares porque son aquellos que coquetean con el gobierno y con muchos de sus funcionarios pillos, pero a puerta cerrada niegan cualquier vÃnculo con el gobierno. Es decir estos señores, avalan de cierta manera, ya sea por participación directa o indirecta, el desangramiento del paÃs, pero cuando uno los enfrenta cara a cara niegan cualquier acción que los dejen mal parado.
Clasificar a todos los opositores es una tarea muy atrevida y objetivamente imposible tal como mencioné previamente, pero me llama la atención la  falta de sanción moral que poco a poco está invadiendo a ambas mitades. No importa si el opositor es una persona radical, moderado y hasta objetivo, basta que le digan que puede disfrutar de una fiesta o bienes de manera gratuita y este ni por casualidad cuestiona de donde salieron esos reales.
No estoy diciendo con esto que uno deba caminar por la vida preguntándose que hace cada persona con su trabajo, lo que sà digo es que los casos de los enchufados y pillos en nuestros paÃs son cada vez más conocidos y aun asà nos hacemos la vista gorda. En pocas palabras y parafraseando a un creativo twitero, si Harry Potter fuese venezolano hablarÃamos muy mal de Voldemort pero tranquilamente irÃamos a su fiesta.
Para cambiar el rumbo de nuestro paÃs nos hace falta mucho más que un cambio de gobierno…