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Decisiones cruciales por Víctor Maldonado C.

Zea
Hace 11 años

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Una decisión es crucial cuando sus consecuencias son decisivas para el curso de los acontecimientos. Es lo opuesto a la inercia, al dejar pasar, que puede ser eficaz cuando las condiciones del entorno son estables. Pero cuando no hay posibilidad alguna de predicción porque rige la arbitrariedad o no podemos conocer la relación entre causa y efecto, no queda más remedio que decidir qué hacer para disminuir las pérdidas y asegurar unas mínimas condiciones de salvamento o sobrevivencia. Ocurre cuando se viven periodos de catástrofes y guerras, y lamentablemente en Venezuela se vive la ficción bélica –la guerra económica- absolutamente falsa en sus premisas pero perfectamente cierta en sus consecuencias. Hay diez señales del entorno que obligan a pensar seriamente si se continúa con el esfuerzo empresarial o se clausura definitivamente. Hay que hacer la salvedad de que cerrar una empresa es mucho más fácil que volverlo a abrir.

Primera señal: Desconocimiento sistemático de los derechos de propiedad cuyo indicador es la confiscación por vías de hecho de más de 1400 empresas y cerca de 5 millones de hectáreas con potencial productivo.

Segunda señal: Criminalización de la actividad comercial. Todas las leyes económicas tienen un componente penal, y recientemente el gobierno se ufanaba de haber detenido a más de cien comerciantes.

Tercera señal: Intervención de la estructura de costos y precios de las empresas. La nueva superintendencia de  costos, ganancias y  precios justos concentra ahora una inmensa capacidad de inspección, fiscalización, ocupación y determinación de cuáles costos, cuáles precios y también cuál va a ser la utilidad máxima permitida. La esencia del management y la administración se transfiere de esta manera a una instancia burocrática, externa y ajena a la dinámica de la empresa.

Cuarta señal: Restricción sistemática del acceso a las divisas, asignación aleatoria y no racionalmente fundamentada del cupo e incertidumbre del tipo de cambio real. Las empresas no pueden planificar su flujo de importaciones ni tienen la posibilidad de repatriar capitales, pagar libremente a los proveedores, comprar innovación, reponer activos fijos o simplemente traer repuestos.

Quinta señal: Rigidez de la legislación laboral y ausencia de equidad en las inspectorías del trabajo. La ley es contraintuitiva a las metas de productividad, imposibilita la negociación, desconoce las coyunturas y ciclos económicos y promueve la indisciplina del trabajador. Ningún proceso ante las inspectorías se decide a favor de la empresa.

Sexta señal: Presión tributaria y parafiscal excesiva y compleja. La empresa debe atender un rango de 14 a 25 tributos e impuestos nacionales y municipales. En el caso venezolano hay que corregir la sentencia popular y decir que “es lo tanto y lo seguido”. Doing Business 2014 lo confirma al colocarnos como el país 187 de 189 países en relación con el pago de impuestos: 71 pagos al año que consumen 792 horas y que en conjunto representan el 61,7% de la ganancia de una empresa.

Séptima señal: Inestabilidad de las condiciones de marco y del Estado de Derecho. No hay un conjunto de normas claras, coherentes y estables. Los ilícitos económicos se deciden y se suspenden a conveniencia del gobierno. La revolución es invocada como un proceso que mantiene el curso estratégico aunque haga movimientos tácticos. El capital social asociado a la confianza ha sido progresivamente devastado. Lo que pueda ser apropiado hoy mañana puede ser objetado, y viceversa.

Octava señal: El país más corrupto del hemisferio y con muchos incentivos para seguir siéndolo gracias al abuso de poder, los acuerdos clandestinos, la práctica del soborno y la ausencia de poderes públicos autónomos a los cuales recurrir para denunciar con libertad y seguridad. “Es un círculo cotidiano del que es difícil escapar y abarca desde lo micro a las esferas más altas del Estado” lo que coloca al país en el puesto 160 de 177 países monitoreados por Transparencia Internacional.

Novena señal: Los costos asociados a la inseguridad y la violencia. Venezuela se ha convertido en uno de los cinco países más peligrosos del mundo y eso obliga a la empresa privada a hacer esfuerzos logísticos, organizativos y económicos para intentar preservar sus activos y la integridad física de sus directivos, gerentes, profesionales y trabajadores.

Décima señal: Economía con inflación crónica. La inflación que sufre la economía nacional es la más alta de América Latina y del mundo, con todo lo que ello implica para el comercio y la posibilidad de explotar el resentimiento social por parte de un gobierno decidido a acabar con la empresa privada.

Estas diez señales que en su conjunto provocan un sistema tóxico están colocando a los empresarios venezolanos en la situación de tener que tomar decisiones cruciales, aun sin haber leído exhaustivamente el llamado Plan de la Patria.

victormaldonadoc@gmail.com

@vjmc

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