También es Venezuela por Ramón Guillermo Aveledo
Carreteras de cuatro estados se pasan para viajar en avión a Guasdualito.
Antes se iba en vuelo comercial directo. Vargas o Miranda para volar a Táchira y para llegar al municipio Páez apureño se atraviesa un lado de Barinas. Los que vienen de San Fernando tienen que hacer un viaje de varias horas. Y la dificultad de comunicación no es la única ni la peor.
El Alto Apure es distrito metropolitano por la Ley 56 de 2001. Ya cumplió una docena de años, pero, en la realidad, no está vigente. Hay alcalde y cabildo, pero no gestión ni inversión acordes con las necesidades. Es malo el servicio de agua potable en una región caracterizada por tener ríos enormes. Pasa días suspendida o solo llega de noche. La irregularidad de la luz echa a perder los electrodomésticos. La vialidad está en muy mal estado y la agrícola abandonada, como los hospitales y CDI. Pero si de algo se quejan los altoapureños con toda razón es de la terrible combinación de inseguridad, corrupción y contrabando.
En el estado Apure se cometen 47 homicidios por cada cien mil habitantes; en Colombia, 31. Compare para que se haga una idea. La extorsión, popularmente conocida como cobro de vacuna, la ejercen los “boliches” del FBL, una guerrilla prooficialista que opera libremente. ¿Qué diferencia hay entre una guerrilla partidaria del Gobierno y el paramilitarismo? ¿Acaso basta que el Gobierno diga ser de izquierda? El contrabando opera a una escala que es muy difícil creer que sea sin complicidades oficiales y militares. En Guasdualito y El Amparo se quejan de que ya la gasolina pasa a Colombia en gandolas y por el puente internacional. Los productos que escasean de este lado se consiguen en el otro. En el Alto Apure todo es más caro y las colas en las estaciones de gasolina se prolongan por cuadras.
La devaluación del bolívar les pega duro a los altoapureños. Que no les vengan con el cuento de la “guerra económica”, ellos viven una economía de guerra permanente. En 1998 se compraban cinco pesos colombianos con un bolívar; hoy se necesitan 35 bolívares de entonces para cambiar por un peso. Eso abarataría las exportaciones venezolanas y sería una buena oportunidad para nuestra economía, pero ya no producimos casi nada.
El Gobierno habla mucho de soberanía, pero Apure también es Venezuela. Ejercer la soberanía es estar en capacidad de proteger a nuestros ciudadanos y que la ley se cumpla en todas partes.