Maduro reduce precios; Dieterich reduce humos por V.J. Los Arcos Ayape
Del “Electroshow”
Y las demarcaron en forma parcial, pero determinante.
Bajo la omnipresente lupa de los hermanos Fidel y Raúl Castro Ruz, también se llegó a la conclusión de que, tal y como iban yendo las cosas, Nicolás Maduro Moros estaba chapoteando en su propio pantano, las elecciones municipales no pintan halagüeñas y algo había que hacer para sacarlo a flote, preferiblemente con impacto electoral.
El “Electroshow” no fue inventado para reducir el 54,3% de inflación, según anuncio público del Banco Central de Venezuela (BCV) el Viernes, poco antes del inicio de la “Ofensiva Económica” o incitación al saqueo, sino para sacudirse estratégicamente de chupópteros del “bolicavidismo” y poner a Rafael Darío Ramírez Carreño al frente único de las divisas.
“La dévise, c’est moi”, piensa Ramírez dejando colgados de la brocha a Eudomar Tovar (BCV, Sicad), Jorge Giordani (Planificación), Nelson Merentes (Finanzas), José Khan (Cadivi),… y fuera de negocio a Diosdado Cabello (AN), padrinos y boliempresarios de maletín.
En el reparto de poder, esta semana Ramírez se quedó con la plata y, hace dos semanas, Maduro con todo el andamiaje de “lo social”, según los agrupamientos de actividades en el Viceministerio de la Suprema Felicidad, de lo cual se ha reído mucho y se ha leído poco, en tanto que muchas victorias electorales de la Oposición serían neutralizadas con la trampa de “lo comunal”.
Al “gobierno” le importa nada destruir la cadena de electrodomésticos Daka, como efectivamente lo hará y, por supuesto, nada le importa tampoco saber cuán extendido está entre la ciudadanía que si en Daka o cualquier otra compañía, privada o pública, hubo manipulación de divisas, sus responsables sean sometidos a debido proceso y sancionados, si así fuese el caso.
Se desea con tanto fervor como ver que algo pasa con el escándalo de PUDREVAL, el desastre ecológico del Río Guarapiche, las trapisondas comerciales del general Francisco Rangel Gómez en Guayana, los electrocutantes negocios de los bolichicos, el asalto cubano militar al Complejo Agroindustrial Azucarero Ezequiel Zamora (CAAEZ); las denuncias contra el teniente Diosdado Cabello Rondón que, en número de 19 reposan en las gavetas de la fiscala Luisa Ortega Díaz; el impune saqueo al Fondo de Desarrollo Agropecuario, Pesquero, Forestales y Afines (Fondafa) tan caro para el “Protector” Elías Jaua Milano;… y aquí acabamos de mencionar otros dos que pelean por demarcaciones y no precisamente en el Esequibo.
Pero el gobierno más corrupto y corruptor de la historia colonial y republicana de Venezuela está empeñado en no dar oportunidad a la Justicia.
Es toda una inmoralidad de Maduro afirmar que “todas las tiendas de electrodomésticos recibieron dólares de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi)”, cuando sabe positivamente que no es así. Hay otras firmas que recibieron divisas de Cadivi en montos menos descarados que los de Daka, pero también hay firmas, algunas con décadas de permanencia en el mercado, que no recibieron ni un solo dólar.
Maduro, como “buen revolucionario”, es salvajemente mendaz.
Es indecente que empresas que, sea por plan de negocios o porque no tenían padrinos ante Cadivi, compraron en bolívares y vendieron en bolívares dentro de márgenes de comercialización razonables, sean sometidas al mismo escarnio y a las mismas sanciones que Dakar u otras.
Un gobernante que se comporta así no merece ser llamado ni reconocido como gobernante, sino como jefe de facción; sobre todo cuando el “Electroshow” no es sino un abreboca de lo que se pretende.
Tampoco es serio ni ético que, valiéndose de otra abusiva cadena de medios de una hora y media de duración, el jefe de facción Maduro se despachase impertérrito afirmando que “sin la ‘guerra económica’, hubiéramos tenido una inflación de 16-18%”. Llevada la mentira al “Electroshow”, lo que se tiene es que, según las ponderaciones técnicas del Banco Central de Venezuela (BCV) apenas otorgan un peso de 1,12% en la formación del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC).
No es que la baja incidencia de los bienes durables, como los electrodomésticos, deje de ameritar el seguimiento, juicio y eventual sanción a compañías y responsables de quienes hayan abusado, sino de lo abyecto que resulta penalizar a quien no lo merece, por el atrasado concepto de que el comercio es robo.
Pero lo que Venezuela tiene como “gobierno” es así y parece no dar para más, a menos que sea para peor. Entre los acompañantes de Maduro en la cadena de medios ayer en la noche, tan abusiva como las otras, había más botas que zapatos. Como detalle revelador de que lo que se busca con el “Electroshow” son votos entre los indecisos, el agresivo color no se vio por ninguna parte en la cadena de Maduro.
Pero nadie, vista botas o zapatos, se atrevió decir al rey que está desnudo.
El pésimo manejo de la situación causó un ácido artículo del ideólogo Heinz Dietrich bajo el título “Saqueos de Daka: síntoma de una conmoción social que puede evitarse a tiempo” que sí desnuda a un “bolivarianismo convertido en sistema caótico” y sugiere poner freno a la situación, pero como también apunta, “Chávez no quiso ver la realidad, Maduro no puede verla”.
Ya se verá cómo Maduro y sus jefes en La Habana reaccionan al varapalo de Dieterich; ayer, en la cadena, Maduro dio algún paso atrás al dar explicaciones justificativas al estilo de “yo-no-dije-lo-que-sí-dije”, que nadie le había pedido.
El punto está ahora si, tras prometer Maduro que va a entrar a saco poner “límites porcentuales (de beneficios) en todos los negocios” (de cualquier actividad productiva, comercial o de servicios), el aprendiz de brujo podrá secar toda el agua derramada o, puestos más a tono con Dieterich, él y sus sígüíes podrán restablecer el orden en un caos generalizado.
Es dudoso porque, si son ineptos para diagnosticar la realidad, lo son mucho más para recetar otro remedio distinto al cubano de una pastilla para todos los males envuelta en una servilleta que, por lo demás, ahora tampoco se consigue.
Si Maduro reduce precios, Dieterich redujo los humos de Maduro.