Gas pimienta, el aderezo que le puso la PNB a los abuelos en la marcha de este viernes
Gas pimienta, el aderezo que le puso la PNB a los abuelos en la marcha de este viernes

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Puntuales, los abuelos estaban las 10 de la mañana  como un clavel en la Plaza Brión de Chacaito, con banderas, pancartas y pitos, algunos hasta en silla de ruedas empezaron a aglutinarse con la firme convicción de llegar hasta la Defensoría del Pueblo.

Una media horas después comenzaron a avanzar hacia el boulevard de Sabana Grande, pero solo dieron unos pasos, frente al antiguo Teatro Broadway, donde ahora hay un anuncio que irónicamente dice «Pare de Sufrir», los representantes de la tercera edad se consiguieron el primer piquete de la Policía Nacional Bolivariana, la orden era no dejar siquiera poner un pie en el inexpugnable territorio del alcalde Jorge Rodríguez, el municipio Libertador.

No bastaron las mediaciones ni el «yo puedo ser tu abuela» al primer empujón uno de los efectivos echó gas pimienta a quienes se encontraban en la primera línea. Los ancianos empezaron a retroceder, la mayoría aturdidos y asfixiados, con pañuelos en mano y en busca de un sorbo de agua. «Son unos perros vale, no respetan ni a los ancianos», dijo una señora que debió ser auxiliada por otros manifestantes.

«Que lástima que la PNB se preste para agredir a los abuelos», sentenció la diputada por la Asamblea Nacional, Mariela Magallanes.

El forcejeo siguió y el olor a pimienta también, pero finalmente el piquete se abrió y la marcha pudo hacerse camino. Fue una pequeña conquista, pero al fin y al cabo sucedió, además protagonizada por los en teoría más débiles.

Los marchantes subieron a la avenida Solano mientras gritaban «Gobierno asesino», después tomaron la Libertador con el cántico «abuelos arrechos, reclaman sus derechos».

Lento, pero seguro se toparon con una pared de la PNB a la altura del Centro Comercial Los Cedros, inmediatamente comenzaron las infructuosas negociaciones.

Los diputados Ismael León y Arnaldo Benitez se encargaron de increpar a los efectivos. «Ustedes no tiene permiso de marchar hacia allá y la orden que nos dieron es que no los dejemos pasar, no les vamos a caer a mentiras», esbozó un uniformado.

Un supuesto emisario de la Defensoría del Pueblo llegó a lugar a atender las exigencias de los ancianos. «No queremos entregar ningún documento, queremos que nos den respuesta de los diez que les hemos entregado, previamente”, confesó Benitez. «Ese señor es como un cuarto en la línea de mando en la Defensoría, nosotros queremos conversar es con Tarek William Saab».

La movilización de repente mutó a un «plantón», la gente no se movió, pedían pasar. Un abuelo le reclamó a un PNB haberles rociado gas pimienta en Chacaito. «Yo no hago eso señor», le respondió. «Pero llevas ese uniforme puesto y eso te hace culpable también», le dijo el manifestante. «Los delitos son personales, yo también tengo mamá», se defendió el PNB.

«Libertad» y «Maduro dictador» fueron las consignas más escuchadas a la altura de Plaza Venezuela. Quienes allí se encontraban aprovecharon para pintar la pared metálica de la tanqueta de la PNB y a colgar una pancarta que decía «No a la dictadura del hambre, la corrupción y la represión».

Llegó la lluvia y tampoco amedrentó a los presentes. Un tumulto de personas que se avecinaban en dirección al piquete vaticinaban un nuevo intento de negociación. El gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles Radonski, pidió hablar con el funcionario de más alto nivel, le hicieron caso omiso.

«Me dijeron que les echaron gas pimienta en la Plaza Brión, eso tiene que ser condenado por todo el mundo, los abuelos son nuestra reserva moral, los abuelos son sagrados, lamento mucho por los funcionarios que hicieron eso, un pensionado en Venezuela gana menos de 20 dólares mensuales, eso es una humillación», acotó.

Sentenció que ya no vale la pena seguir insistiendo con Tarek William Saab. «El que dice ser Defensor ha demostrado que no le importa el pueblo, yo creo que no vale la pena, es un tipo a quien le interesa ir más al gimnasio que escuchar a la gente».

Seguidamente se retiró y le pedían recomendaciones para continuar en la calle. «Fue otro día de no dejarnos pasar, de echarnos gas, de eso se trata la resistencia», puntualizó.

La lluvia se incrementó y algunos se quedaron. La mayoría de los adultos mayores, los protagonistas de la jornada, se dispersaron. No llegaron a su destino, pero al menos arribaron a espacios que otros no han podido. La calle parece que seguirá encendida y la indignación de haber sido «gaseados» removerá las entrañas de los ancianos y sus descendientes para sumar más fuerza en pos de una salida democrática.

 

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