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DDHH olvidados | Yoinier Peña, víctima de la represión y de la crisis de salud
Yoinier Peña de 28 años fue herido de gravedad por una bala perdida mientras transitaba cerca de una protesta antigubernamental en Barquisimeto. Falleció debido a la escasez de antibióticos para tratarle una infección

@ValeriaPedicini

Yoinier Peña estuvo 54 días internado en el Hospital Central Universitario Dr. Antonio Maria Pineda (Hcuamp) del estado Lara. El joven de 28 años fue alcanzado por una bala perdida mientras transitaba cerca de una protesta contra el Gobierno de Nicolás Maduro en la avenida Florencio Jiménez, al oeste de Barquisimeto. 

La bala le perforó el lado derecho de la parte baja de la espalda, afectando el colon y una de las vértebras de la columna. Había perdido la movilidad en las piernas, obligándolo a estar en sillas de ruedas. 

Su madre, Yanet Hernández, contó que los primeros cinco días fueron traumáticos para  Yoinier, el segundo de sus cuatro hijos. En una entrevista para El Impulso, señaló que el joven no dormía, con insistencia  imitaba el sonido de un disparo y empuñaba la mano como si accionara un arma imaginaria.

En esos casi dos meses lo operaron tres veces y le hicieron cuatro intervenciones. A eso se sumaba su condición previa de parálisis cerebral infantil: desde niño tomaba fenobarbital, pero  últimamente no lo conseguían con  facilidad  y por eso  convulsionaba con frecuencia.

Aunque el muchacho había avanzado en su recuperación, el último tratamiento que le recetaron los doctores incluía el antibiótico Tygacil que era difícil de conseguir en el país debido a la crisis de salud y la escasez de insumos médicos.

Su familia no pudo encontrar el medicamento y eso aceleró su muerte. “Aquí, me ayudaron demasiado, las ONG,  los médicos  lo trataron  muy bien. Fallece porque no hay medicinas, antibióticos”. 

El sábado 3 de junio de 2017, a las 3:15 de la madrugada, Yoinier Peña falleció en el Hcuamp por una infección  generalizada. La muerte del  joven fue la novena registrada en protestas en territorio larense durante 2017.

Yoinier ni estaba protestando

Yoinier Peña estaba en la avenida Florencio Jiménez con  avenida  La Salle la noche del 10 de abril de 2017. Desde tempranas horas se desarrollaba una protesta antigubernamental en esa zona, pero cuando el sol se ocultó, muchos de los manifestantes se habían ido.

Sin embargo, aquellos que se quedaron en la concentración fueron sorprendidos por cuatro hombres armados, encapuchados y vestidos de negro que bajaron de una camioneta pick up roja doble cabina y dispararon, según información de Amnistía Internacional.

Todo a plena vista de miembros de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). Una de las balas alcanzó a Yoinier y a otra muchacha de 15 años. Ambos  fueron trasladados al Seguro Social Pastor Oropeza, pero de allí los remitieron al Hcuamp porque el quirófano estaba inoperativo.

Fuentes aseguraron a El Impulso que el concejal Jesús Superlano estaba dentro de la camioneta roja doble cabina desde donde se bajaron los civiles armados a disparar contra los manifestantes. Existen testimonios de personas que lo vieron en el sitio, pero no se atreven a denunciarlo. 

En declaraciones públicas, después de haberse ausentado durante  aproximadamente  un mes de las sesiones de la Cámara Municipal de Iribarren, Superlano lo negó.

Aunque no existen pruebas  directas, el concejal Joel Mendoza dijo que el vehículo ocupado ese día  por los hombres armados pertenece a la Alcaldía  de Iribarren, pero  fue cedido en condición de comodato, durante la gestión  anterior, al Concejo Municipal. Desde el 10 de abril de 2017, la camioneta está desaparecida.

Testigos han declarado que en ningún momento Peña representaba una amenaza para quienes lo ejecutaron, razón por la cual califican su muerte de absurda y rechazan que el Estado venezolano no garantice el derecho a la integridad física.

Se pudo haber salvado

Desde que Yoinier Peña resultó herido, su madre Yanet Hernández estuvo con él día y noche. Durante esos 54 días pocas veces volvió a pisar su vivienda, ubicada en el barrio El Carmen en Barquisimeto. Si lo hacía, no estaría en casa más de cuatro horas. 

Yoinier tenía dificultades psicomotoras por una parálisis cerebral que sufrió de niño. Por esta razón, caminaba con lentitud y no pronunciaba palabra alguna. “Él podía escuchar pero no hablaba, a su edad se comportaba como un niño”. “Juju” era de los pocos sonidos que salían de su boca, lo que inspiró a sus amigos y allegados a llamarlo de esa forma. 

A pesar de su condición, su madre explicó que era un muchacho independiente. Esa fue una de las recomendaciones que le dieron a Yanet en el Taller  Laboral Nueva Segovia, donde Yoinier aprendió a ser ayudante de jardinería  y técnicas para trabajar con cerámica. 

El muchacho también era un pasajero frecuente del transporte público de la ciudad. Se sentaba en el primer puesto, intentaba ordenar a las personas dentro de la unidad; los usuarios y chóferes ya lo conocían. 

“Era un ser noble que transmitía la inocencia de un infante. Tiene que haber castigo para quienes dispararon alegremente sin medir las consecuencias de sus actos”, cuenta su madre. 

Yoinier no solo fue víctima de la represión de los cuerpos de seguridad del Estado, sino de la crisis de salud. El Estado no le garantizó su derecho a la salud,por tanto tampoco el derecho a la vida.

“Cuando Yoinier murió, los médicos me aseguraron que hubiera sobrevivido teniendo a mano las medicinas que necesitaba para ser atendido, por ejemplo antibióticos básicos para curar una infección en la herida. El otro joven se salvó porque la herida no afectó órganos vitales”, expresa la madre del joven. 

En estos cinco años, Yaneth Hernández agotó todos los mecanismos de justicia disponibles orientados a determinar las responsabilidades penales. Pero no ha tenido respuesta. La investigación de su muerte continúa estancada y sus familiares sin obtener respuesta alguna por parte del Estado. 

“No sé quién le disparó, no sé dónde están los asesinos, lo único que pido es justicia, justicia cuantas veces sea necesario”, son palabras que emergen del corazón de otra madre venezolana dispuesta a obtener justicia para el caso de su hijo.