DDHH olvidados | “Exigimos al Estado que no se sigan diciendo mentiras de que mi hijo se había asesinado él mismo” - Runrun
DDHH olvidados | “Exigimos al Estado que no se sigan diciendo mentiras de que mi hijo se había asesinado él mismo”
Según testigos, el joven Nelson Arévalo fue impactado en el cuello por un objeto desconocido por parte de efectivos de la GNB durante una protesta en 2017. Sin embargo, la versión oficial sostiene que el joven falleció por manipular un mortero
Después de más de cuatro años de su asesinato, el caso de Nelson Daniel Arévalo Avendaño se encuentra paralizado en el Ministerio Público en fase de investigación

@ValeriaPedicini 

Damarys Avendaño sufría cada vez que su hijo Nelson Daniel Arévalo, el menor de todos, iba a participar en las protestas que se daban en Barquisimeto, estado Lara, en 2017. Para ella era una tortura cada vez que su muchacho de 22 años –a quien habían apodado “Dominic” en “La Resistencia- se iba hasta la ciudad larense a participar en las manifestaciones. 

Varias veces discutieron al respecto, por el riesgo que implicaba involucrarse en las protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro por la represión de los cuerpos de seguridad del Estado. Recuerda cómo en una de las últimas conversaciones que tuvieron por teléfono, ella le contó lo mucho que le había afectado la noticia de la muerte de Neomar Lander.

Por eso Damarys contaba los días para tenerlo de vuelta en casa, con ella, sano y salvo. “Nunca me entendió. Nunca entendió por qué yo le decía que no y siempre se metió en las protestas desde 2014. Quería que estuviera aquí en Guárico, para que no le pasara nada malo. Siempre temía, porque pasaban muchos asesinatos a cada rato de estudiantes y yo no quería que él participara”. 

El 16 de junio, aproximadamente a las 3:30 de la tarde, una alerta de Twitter le dio la noticia que tanto había temido: a su hijo le habían disparado en la avenida Hernán Garmendia del este de Barquisimeto.

Nelson Daniel había sido impactado en el cuello por un objeto desconocido, proveniente de una sede del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (SAIME), donde funcionarios de la Guardia Nacional (GNB) estaban disparando. 

“El primer tuit decía que a Nelson le habían disparado y que estaba en una clínica. Le dije a mi hijo mayor que averiguara en qué sitio estaba y le di la información a mi hija, que era la única que estaba en Barquisimeto, y le dije que corriera para la clínica”.

Los compañeros de Nelson hicieron lo que pudieron, entre bombas lacrimógenas y disparos, para acercarse al cuerpo del joven y trasladarlo hasta la Clínica Razzeti, ubicada en el centro de Barquisimeto. Los médicos que estaban en ese momento de guardia en el centro de salud lo recibieron, pero ya era tarde: Nelson no tenía signos vitales. 

Ya no había nada que hacer.

“Nos dijeron que nos fuéramos directamente a la morgue. Allí esperamos mucho tiempo. Esperamos dos días para que nos entregaran el cuerpo”, cuenta Damarys a la organización Justicia, Encuentro y Perdón.

La versión del gobierno

Nelson se convirtió en la décima persona que falleció en el estado Lara en el contexto de las protestas antigubernamentales de 2017. Perteneció al grupo de 38 estudiantes que murieron en ese período en todo el país. En aquellos días cursaba el primer año de Derecho en la Universidad Fermín Toro (UFT) de Barquisimeto, luego de haberse mudado, meses antes, del pueblo agrícola en donde todavía reside su familia: Guárico, al suroeste de la entidad.

El entonces ministro de Interior y Justicia, Néstor Reverol, aseguró rápidamente en su cuenta Twitter que Nelson Arévalo “murió al manipular un explosivo de fabricación artesanal (mortero) durante una protesta este viernes en Las Trinitarias, Barquisimeto, estado Lara”. Luego, en un segundo mensaje se leía: “Lamentamos que se sigan perdiendo vidas inocentes y que jóvenes sean manipulados por esta derecha violenta”.

Reverol indicó también que sus declaraciones se daban con base en información de presuntos testigos en el sitio del suceso que afirmaron que “este joven (Nelson Arévalo) se encontraba en una manifestación violenta en el municipio Iribarren, estado Lara, testigos denuncian que el artefacto le explotó encima”. Hoy en día, los comentarios no pueden ser ubicados en el historial de su cuenta.

Sin embargo, la versión de familiares, compañeros en el sitio y testigos, publicada en medios de comunicación, difiere por completo de la presentada por las autoridades. Nelson Daniel Arévalo se encontraba el 16 de junio de 2017, en una manifestación en la ciudad de Barquisimeto, en la avenida Hernán García Garmendia, cerca de la Universidad Fermín Toro, donde cursaba la carrera de Derecho. “Siempre protestaban allí”, acota Damarys. 

Ese día, las protestas comenzaron en la mañana, la GNB las dispersó, pero los estudiantes se activaron de nuevo en la tarde. De pronto, empezaron a escucharse disparos. Varios de los allí presentes afirman que las descargas provenían del edificio del Saime, ubicado frente a la institución educativa, y que en ese momento se encontraba resguardado por el Comando Cruz Carrillo de El Tocuyo.

“Lo que tengo entendido es que los funcionarios que custodiaban el edificio (Saime) dispararon a la manifestación, dispararon muchas veces y le dieron a mi hijo en el cuello, lo que le produjo la muerte casi que instantánea. Es un hecho en el que están involucrados funcionarios del Estado, porque tenemos testigos que han declarado en la Fiscalía que les dispararon desde allí. Nosotros tenemos el resultado de la autopsia y las declaraciones de los testigos que estuvieron allí en la manifestación. Inclusive, los compañeros de estudio dicen que Nelson Daniel ya estaba muerto en el piso y todavía le disparaban”, relata la mujer. 

El resultado de la autopsia que le fue entregado a la familia Arévalo Avendaño establece que el impacto que recibió Nelson Daniel, fue en el lado izquierdo del cuello y salió por la parte de atrás de la clavícula del lado derecho. “El informe que nos dieron en la morgue dice que mi hijo murió por traumatismo raquimedular severo producido por arma de fuego”, afirma Damarys. 

Sin embargo, los familiares también alertaron en su momento que pudieron conocer, por una fuente ligada al Cicpc, que dentro de la institución el diagnóstico que se maneja es: “traumatismo raquimedular severo y blasting pulmonar ocasionado por onda expansiva”, aparentemente, para coincidir con las declaraciones dadas por Reverol sobre el manejo de un artefacto explosivo por parte del joven estudiante.

Nada avanzó

Las horas de espera en la morgue sumaron tensión y desconcierto para Damarys y su familia. Al día siguiente de su muerte, el lugar amaneció tomado por funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc). Para la realización de la autopsia fue designada Luz Marina Araujo, fiscal 6ta con competencia en delitos comunes, y posteriormente se incorporó al caso, Carlos Muñoz, fiscal 21 con competencia en Derechos Fundamentales, además de la Unidad Criminalística Contra la Vulneración de Derechos del Ministerio Público.

El examen duró más de tres horas y cuando se suponía que el cuerpo del joven estaba listo para ser entregado a sus familiares, el procedimiento no ocurrió, ni recibieron razón alguna para el retraso. Lo que siguió después fue enterarse que el Fiscal 21, también de forma inexplicable, fue removido, quedando solo la Fiscal 6ta a cargo del caso.

Después de más de cuatro años de su asesinato, el caso de Nelson Daniel Arévalo Avendaño se encuentra paralizado en el Ministerio Público en fase de investigación. 

Pese a que la Comisión de la Verdad, instalada por la asamblea nacional constituyente (ANC) se comunicó con la familia de Nelson en dos o tres ocasiones –vía telefónica– con el fin de “buscar la verdad”, los padres desconfiaron de la oferta por considerar que la institución no era imparcial.  

Hasta la fecha no se conoce una versión oficial sobre los acontecimientos alrededor de su muerte, aparte de la versión dada sobre el mortero. Desde la Fiscalía 6ta todo quedó en silencio, no se hicieron más diligencias al respecto y ni siquiera existe ninguna mención a funcionarios involucrados.

“Siempre le dije que ellos tenían las de perder en esas protestas porque estaban luchando contra personas que estaban acostumbradas a matar. Le dije que estaba corriendo mucho riesgo. Creo que fue muy ingenuo, pensó que no le iba a pasar nada. A veces pienso que quien disparó sabía a quién le estaba disparando”.

En la última conversación que tuvieron, esa misma en la que Damarys le alertaba sobre la muerte de Neomar Lander, su hijo le había prometido que se iba a retirar de las protestas, que más bien estaba culminando gestiones en Barquisimeto para un nuevo trabajo al que estaba optando. “No sé si lo hizo para que yo me quedara tranquila. Me dijo que a la siguiente semana venía para quedarse conmigo, mientras lo llamaban. Bueno, me quedé esperándolo. No volvió nunca”.

A sus 56 años, el ánimo de Damarys se sostiene a partir de la vida de sus otros tres hijos y de haber aceptado los ideales de Nelson Daniel: “La lucha de mi hijo, el valor y la valentía que tuvo por el país y ahora, yo llevo esa misma lucha para que se haga justicia con su caso”. 

Se han acercado a algunas ONG, pero no cuentan con un abogado defensor para hacer frente al expediente congelado. “Realmente se ha hecho poco y nosotros todavía estamos esperando que se haga justicia. En el nombre de Dios tenemos la esperanza de que se diga la verdad. Lo que nosotros exigimos al Estado es que se diga la verdad, que no se sigan diciendo mentiras, como dijeron ellos, que mi hijo se había asesinado él mismo”, denuncia Damarys.

El caso es extraído de las crónicas reseñadas por en el portal de Encuentro, Justicia y Perdón