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DDHH olvidados | Perder dos hijos en menos de una semana
Los hermanos Carlos Francisco y Julio César fueron asesinados por agentes de la Policía Nacional en un operativo en Catia en el año 2018
La versión policial señala que el primero de los hermanos Rangel Novais murió en un enfrentamiento, y el segundo en una riña entre reclusos

@ValeriaPedicini 

A María Magdalena Novais le mataron a sus dos únicos hijos en menos de una semana. Uno murió el 10 de julio de 2018 y el otro falleció seis días después. Dos hechos distintos, pero conectados y con los mismos culpables: agentes de la Policía Nacional. Los dos hermanos estaban viendo juntos la semifinal del Mundial de Fútbol cuando los efectivos entraron a la casa y les apuntaron con las armas. 

Carlos Francisco había salido corriendo y saltó entre los techos para huir. A Julio César, que tenía un bebé de cuatro meses, lo agarraron. 

María Magdalena no estaba en su vivienda en Gramoven, Catia, cuando eso pasó a sus dos hijos. Estaba en El Paraíso, en su cita habitual como colaboradora en un ancianato. Una vecina la llamó desesperada para decirle lo que había pasado. 

Cuando llegó, era como si nada hubiera ocurrido porque todo estaba en orden.  Los vecinos se encargaron de contarle lo sucedido y no pudo evitar sorprenderse. “Lo sacaron de mi casa como si fuese un narcotraficante, un matón, un asesino. Nunca vi nada de eso, nada de drogas, como los quisieron acusar. Julio había recibido dos balazos, pero ninguno letal, y cuando se lo llevaban gritaba: ʻTengo un hijo, te amo hijo. ¿A quién estás buscando? ¿A quién? Yo no soy”. 

A Julio César, su hijo menor, los efectivos lo golpearon y sacaron caminando, aunque a rastras, de su casa con un disparo en la nalga y otro en el pie. Estaba vivo. En lugar de trasladarlo al hospital más cercano (había dos, el de los Magallanes de Catia y el Periférico de Catia), finalmente fue ingresado muerto en el hospital Pérez Carreño en Montalbán. 

Los testigos aseguran que el joven salió renqueando, pero vivo, y según se supo, en lugar de trasladarlo al hospital más cercano (había dos, el de los Magallanes de Catia y el Periférico de Catia), fue llevado al hospital Pérez Carreño en Montalbán. Horas más tarde murió con cinco balazos.

Mientras se hacían los arreglos para sepultar al menor de los hermanos, el mayor permanecía detenido. María Magdalena no pudo verlo, no se lo permitieron, pero una prima del joven logró visitarlo y le vio signos de tortura. “Mi hijo vio a quienes asesinaron a su hermano y lo pagó con su vida”.

Carlos Francisco había sido aprehendido luego de una persecución, pero no fue entregado en la jefatura cuya jurisdicción correspondía, sino en San Agustín. Al sexto día, en la jefatura donde permanecía, lo encontraron muerto. El 16 de julio de 2018 le notificaron a su madre que había muerto en un pleito entre quienes estaban ahí retenidos, pero nadie más perdió la vida en la aparente trifulca. 

La versión policial señala que el primero de los hermanos Rangel Novais murió en un enfrentamiento, y el segundo en una riña entre reclusos. “De setenta y cinco presos que había ahí, el único que murió fue mi hijo Carlos. Qué raro ¿no?”, se pregunta la madre. 

Unas 340 personas murieron a manos de la policía en el Área Metropolitana de Caracas durante el año 2019, según cifras del Monitor de Víctimas, un proyecto de Runrun.es y la organización Caracas Mi Convive

La Misión Internacional de Determinación de Hechos sobre Venezuela de la ONU confirmó en septiembre de 2020 la gravedad de los casos de letalidad policial. Dice que hay “motivos razonables” para creer que un número considerable de muertes de civiles ocurridas a manos de la policía entre 2015 y 2020 pueden ser consideradas ejecuciones extrajudiciales. Asegura que estos hechos podrían constituir delitos de lesa humanidad

La madre le había escrito una carta a Carlos y la envió con su sobrina. La misiva decía: “Hijo mío, nos quitaron a Julio, se acabó el Trío Perfecto, y al hijo de Julio lo vamos a criar entre los dos. Yo sé que vas a salir de ahí. Bendiciones de tu madre que te espera con los brazos abiertos”. María Magdalena casi no puede terminar la frase, no le alcanza el aire: “Pero me dejaron con los brazos abiertos”. 

Aún abatida por la brutal muerte de su hijo menor María Magdalena Novais tuvo que recibir el cuerpo de su hijo mayor, Carlos Francisco. No tuvo fuerzas para velarlo, estaba destrozada y apenas podía mantenerse en pie. Carlos llevaba dos días muerto y ya el cadáver estaba descomponiéndose. “Me lo entregaron negro, del color de esta mesa, de tanto golpe, yo no lo reconocía. Le destrozaron la cabeza. Estaba todo blandito, fétido, y así me le lancé encima”. 

María Magdalena sabe que no va a recuperar a sus dos hijos, a su Trío Perfecto como ella los llamaba. Pero quiere la verdad. “Necesito que se haga justicia para poder decirle a mi nieto, más adelante, explicarle cómo pasaron las cosas”.

El expediente de sus dos hijos es grueso, “parece una enciclopedia”, porque María no ha escatimado tiempo ni diligencias para completarlo. La búsqueda de justicia la sostiene. Ha padecido las propuestas de funcionarios de la Justicia para que abandone, pero para ella insistir es indispensable. “Yo no tengo miedo a nada. Así como se metieron en mi casa, así mismo me meto yo en la Fiscalía y en donde haga falta. Hay que denunciar y no desmayar. Yo les voy a dar hasta el último aliento de mi vida”. 

Confiesa que en dos ocasiones meditó muy seriamente atentar contra su vida, todo había perdido sentido para ella sin sus dos hijos. “No quiero que nadie de mi familia me acompañe, yo soy la que tiene que lograr que se haga justicia, yo los parí. En la casa, el cuarto de Julio está vacío, el cuarto de Carlos también vacío, pero yo sigo siendo mamá, soy su voz”.

N de R: El testimonio forma parte del informe «Víctima a víctima», disponible en el portal de Cofavic