Profesores universitarios del estado Lara comen peor que en 2019 - Runrun
Profesores universitarios del estado Lara comen peor que en 2019
De acuerdo al Observatorio de Universidades, 12% de los docentes solo realizan dos comidas al día y 55 % destacan en su dieta pasta y el arroz

 

Carlos Medina es profesor de la Universidad Nacional Experimental Politécnica «Antonio José de Sucre» en el estado Lara.

Tiene más de 25 años de carrera universitaria y como nunca antes sus condiciones de vida se encuentran en franco deterioro.

En 2017, Medina pesaba 85 kilogramos, luego de tres años su peso oscila los 55 kilos. Sus ingresos son insuficientes para poder comer de forma correcta.

“En mi plato lo que abunda son carbohidratos, pasta y arroz, eso lo acompaño con granos que es lo más accesible actualmente, tengo mucho tiempo que no como pollo o carne, mi sueldo no me alcanza para darme ese gusto”, expresó Medina.

Según el Observatorio de Universidades (OBU), 47 % de los docentes considera que comen peor que en el 2019, 12 % afirmó que solo realizan dos comidas al día y 55 % explicó que en su dieta diaria lo que destaca es la pasta y el arroz.

El desbalance nutricional se refleja en la mayoría de los profesores universitarios del estado Lara.  En la región existe un grupo mayoritario de docentes que comen más carbohidratos que proteínas, son hipertensos, diabéticos, caminan largos trayectos a su trabajo y tienen más de tres años sin sustituir su calzado.

Dos comidas al día para los obreros

La población conformada por el personal obrero es una de las más afectadas ante la situación socioeconómica del país.

El sueldo que reciben mensualmente solo alcanza para la compra de dos o tres productos de alimenticios, lo que hace que su consumo nutritivo se vea reducido a dos o una comida diaria.

17 % de los obreros universitarios de Lara realiza sólo dos comidas diarias. Del total de esta población 79 % come igual o peor que en el año 2018.

Otro resultado alarmante de la encuesta que realiza el Observatorio de Universidades fue la poca frecuencia del consumo de proteínas de la población obrera. En Lara 17 % de los obreros nunca consume carne, 14 % nunca consume pollo, 59 % nunca consume pescado y 24 % nunca consume embutidos.

Además de los que nunca consumen, se encuentran los que lo hacen de forma inadecuada. Según el análisis hecho por los especialistas del OBU este porcentaje alcanza las siguientes cifras: 74 % come de manera inadecuada carne, 84 % pollo y 96 % pescado. La  dieta de esta población se basa fundamentalmente en los siguientes  productos: arroz o pasta (69 %), granos (37 %) y pan o arepa (90 %).

Sin Comedor 

Los estudiantes universitarios también padecen las secuelas del hambre. Las universidades públicas caracterizadas durante muchos años por servir de forma casi gratuita la comida a sus estudiantes, ya no lo hacen.

Nelly Velásquez, rectora de la Universidad Centroccidental “Lisandro Alvarado” (UCLA) explicó que actualmente hay una gran responsabilidad en las instituciones universitarias al recibir estudiantes que ingresan entre las edades de 16, 17 y 18 años, periodo en el que aún se encuentran en crecimiento y por ende necesitan de una alimentación con alto grado de nutrientes.

“Para nosotros, como institución, es sumamente importante contar con el servicio de comedor, sin embargo, la realidad es otra, no disponemos de los recursos; cuando estos son enviados, sólo alcanzan para pocos días y básicamente son carbohidratos, sin proteínas, ni verduras” explicó Velásquez.

Para 2019 la ausencia del servicio resultó notoria. En todo el año no se abrió el comedor. No se recibieron los insumos para la activación del servicio y esto impactó negativamente a la población estudiantil.

En 2019, muchos de los retiros no fueron necesariamente para migrar, fueron porque los estudiantes no podían mantenerse dentro de la institución por falta de dinero para alimentarse.

Richard Castro, estudiante de los últimos semestres de Economía en la UCLA comentó que actualmente trabaja y estudia. “El comedor era un aliado. Antes iba al comedor y luego a clases, la verdad me hace mucha falta el comedor”.

“Hay veces que no como, trabajo de noche en una clínica y usualmente no puedo ir hasta mi casa a hacer algo de comida, sino que voy directamente a clases. Comer en la calle es un lujo y prefiero ahorrar eso para los gastos en mi casa”, dijo Castro.

 

Con información de Observatorio de Universidades