No veo otra opción para superar la crisis global por Ángel García Banchs - Runrun


No veo otra opción para superar la crisis global que aumentar, de forma simultánea, el gasto fiscal en las economías con superávits externo y público, pero, también en las economías con pequeños déficits fiscales, al igual que en países con grandes déficits, pero que se caractericen por ser emisores de moneda de reserva; por ejemplo, los EEUU. La idea es que en los deficitarios (no emisores de moneda de reserva) se genere actividad, empleo e ingresos con qué pagarle a los superavitarios; y que, la mejor distribución del ingreso en las economías emisoras de reserva (en particular, la de los EEUU) facilite el repago del crédito por los deudores (consumidores asalariados con deuda hipotecaria) – i.e. se trata de rebalancear a la economía global, y a las economías nacionales.

La política monetaria significa un alivio (transferir ingresos de acreedores a deudores), pero, no es suficiente, pues sólo implica comprar activos en los mercados financieros (para afectar la tasa de interés y el tipo de cambio, exportando a otros el problema), a diferencia de lo que implica la política fiscal (el incremento del gasto público) como es la compra directa de bienes y servicios cuya producción sí crea empleos. Más aún, la política de estímulo fiscal, al crear ingresos para hogares, empresas, y el sector privado, en general, permite, no sólo estimular el consumo, sino el repago y, por tanto, la recuperación del crédito, de forma que la confianza del sector privado se logre rescatar.

En honor a la verdad, ese es el gran problema: los privados sienten tanto pánico que, independientemente de la enorme inyección monetaria por parte de la FED y el BCE, prefieren adquirir activos financieros líquidos (seguros) como letras del Tesoro de EEUU, en vez de activos reales ilíquidos (riesgosos), cuya producción y uso sí genera empleo (por ejemplo, maquinaria, equipos, planta, oficinas, infraestructura, edificios, etc.).

Pero, recuperar la confianza requiere, ya sea de una inesperada invención transformadora, que despierte los espíritus animales de los inversores (como diría Lord John M. Keynes), o una expansión sostenida del gasto fiscal que recupere el balance de activos y pasivos del sector privado (en particular, de hogares y bancos). Pero, no podemos esperar más, definitivamente, pues a pesar de que con la crisis los materiales y equipos no se perderán, el trabajo humano que no se aproveche hoy se perderá para siempre (Minsky).

Más aún, dada la tasa de impuestos, tal y como demuestro abajo, es posible aumentar el gasto fiscal tanto en las economías deficitarias como las superavitarias, sin que suba el déficit fiscal global, con tan solo se cumplan dos condiciones. En primer lugar que, ambos, tantos los países superavitarios como los deficitarios, lo hagan simultáneamente. Y, segundo, que la totalidad del ingreso creado por el alza del gasto público no vaya al incremento del ahorro, sino al consumo, lo cual suele ser el caso. Pero, si, además de ello, el incremento del gasto público logra estimular un alza en la inversión real privada, pues, con mayor razón, podrá seguir incrementándose el gasto público sin que aumente el déficit fiscal (en la mayoría de los países, son los bancos centrales, y no los mercados, los que fijan la tasa de interés; así que, un alza de la tasa de interés que desestimule la inversión privada no ocurrirá, mientras los banqueros centrales la controlen).

Anexo:

(1)       Y = C + I + G + (X – M)                                           Destino del gasto (PIB)

(2)       Y = C + S + T                                                             Destino del ingreso (PIB)

(3)       S + T  = I + G + (X – M)                                           (3) implica que (2) = (1)

(4)        (G – T) = (S – I) + (M – X)                                      (4) es (3) reacomodado

(5)        (Gd – Td) = (Sd – Id) + (Md – Xd)                          (5) es (4) para deficitarios

(6)        (Gs – Ts) = (Ss – Is) + (Ms – Xs)                            (6) es (4) para superavitarios

(7)        Xs = Md                                                                    Export. (s) = import. (d)

(8)        Xd = Ms                                                                    Export. (d) = import. (s)

(9)        (Gd – Td) = (Sd – Id) + (Ss – Is) + (Ts – Gs)           (9) es (5) + (6) reacomodado

Donde de (1) a (9), “Y” es el Producto Interno Bruto, “C” el consumo privado, “I” la inversión privada, “G” el gasto público, “X” las exportaciones, “M” las importaciones, “S” el ahorro privado, “T” los impuestos; y los subíndices “d” y “s” significan, respectivamente, deficitario y superavitario, de forma tal que las exportaciones de los superavitarios “Xs” deben ser, por definición, igual a las importaciones de los deficitarios “Md”, y las exportaciones de los deficitarios “Xd” igual a las importaciones de los superavitarios “Ms”. Tal y como está despejada la ecuación (9), significa lo siguiente: con tan solo el gasto de los superavitarios “Gs” aumente podrá aumentar también en el mismo nivel el gasto de los deficitarios “Gd”, sin que crezca el déficit fiscal de ninguno, pero, sí sólo si, no se produce un incremento del ahorro privado neto de su inversión, ni en los superavitarios (Ss – Is), ni los deficitarios (Sd – Id). En pocas palabras, un mayor gasto público en los superavitarios redundará en mayores impuestos para los deficitarios, y viceversa. Sólo falta que los políticos se pongan de acuerdo.

Ángel García Banchs

PhD en Economía Política de la

Universidad de Siena, Italia y

Profesor del CENDES y FACES/UCV

Director de Econométrica

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