El diálogo y la política petrolera, por José Toro Hardy
El diálogo y la política petrolera, por José Toro Hardy
martillo-petroleo
@josetorohardy
Partidarios del gobierno insisten en que la prioridad del diálogo debe tener por objeto el apoyo a sus políticas económicas, a pesar de que son la causa de la peor crisis que haya tenido Venezuela.
Especial mención merece la política petrolera que logró lo que lucía imposible: reducir a PDVSA a escombros.
De haberse cumplido las inversiones de la Apertura Petrolera, Venezuela debería estar produciendo más de cinco millones de barriles diarios. Para el año 1998, al ganar Chávez, nuestra producción era ya de 3.7 millones de b/d.  Pero hoy en día, la OPEP  en su Monthly Oil Market Report, (noviembre 2016, pág 59) nos ofrece dos cifras diferentes: a) 2,3 millones barriles diarios según informe del gobierno; y b)  2 millones, según otras fuentes. En ambos casos una caída brutal. Solamente en los diez primeros meses del 2016 la producción petrolera de Venezuela cayó en cerca de 338.000 b/d.
El pecado original
¿Cómo se las arregló el gobierno para provocar tal debacle  contando con las reservas más altas del mundo?
Remontémonos al «pecado original». En sesión solemne de la Asamblea Nacional del 15 de enero del 2004  (ante todo el cuerpo diplomático acreditado), el presidente Chávez confesó que él personalmente había provocado el «paro petrolero». Sus palabras textuales fueron:
«… Lo de PDVSA era necesario aun cuando nosotros no la generamos. Bueno, no es que no la generamos. ¡Sí la generamos!, porque cuando yo agarré el pito aquel en un Aló Presidente y empecé a botar gente, yo estaba provocando la crisis. Cuando nombré a Gastón Parra Luzardo y aquella nueva junta directiva, pues estábamos provocando la crisis. Ellos respondieron y se presentó el conflicto y aquí estamos hoy. ¡Era necesaria la crisis!».
Fueron despedidos más de 22.000 trabajadores que tenían en promedio 15 años en la industria; o sea, se lanzaron al cesto de la basura 330.000 años de experiencia y conocimiento. Esos trabajadores representaban el 50% de la nómina total de PDVSA, pero el 75% de la nómina mayor donde se concentraba la mayor parte del conocimiento.
PDVSA roja rojita
A partir de ahí la empresa no ha dado pie con bola. Fue brutalmente politizada. «PDVSA es roja rojita» afirmó su presidente Rafael Ramírez. Eso la llevó a su destrucción. De 42.000 trabajadores que tenía en ese entonces hoy se estima que tiene más de 140.000. La empresa ha sido fenomenalmente endeudada. La producción de gas se vino a pique. El PIB petrolero ha caído de manera sostenida. Hemos perdido posiciones en los mercados y vendido o perdido numerosas refinerías en el exterior. Los casos de corrupción asombran al mundo y el TSJ prohíbe que la AN investigue casos por 11.000 millones de $.  Lo triste es que todo ocurrió cuando los precios petroleros alcanzaron el nivel más alto de la historia.
Hoy no sabemos si PDVSA en una empresa petrolera, una agencia social, una seccional del PSUV o una cueva de Ali Baba. Nada ilustra mejor el caos que el triste episodio de los alimentos podridos de Pdval y la explosión de Amuay.
La falta de mantenimiento causa permanentes accidentes, derrames y paradas no previstas de nuestra refinerías. Los dos casos más recientes fueron el incendio en las instalaciones de Guaraguao y  la ruptura del oleoducto de 36 pulgadas Cabrutica-Jose que produjo un grave derrame en los ríos Aribi y Pao en Anzoátegui.
Fuimos testigos del reciente canje de bonos que vencían en los años 2016 y 2017 por otros con vencimiento en el 2020. Sólo lograron canjear cerca del 39% de los $ 7.100 millones que vencían. Calificadoras de riesgo como S&P y Fitch rebajaron aún más la calificación crediticia de PDVSA (riesgo real de incumplimiento) por considerar que fue un canje forzado y ponen en duda su capacidad de cumplir al vencimiento. Si ocurriera perderíamos el control de CITGO que es el principal brazo comercializador de nuestro petróleo.
Petroleumworld informa que nuestras refinerías están operando muy por debajo de su capacidad, provocando una severa escasez de gasolina.  De paso, ante los incumplimientos de nuestra casa matriz petrolera, se dificulta importarla porque nadie le despacha si no paga anticipadamente. Asimismo, por incumplimientos de PDVSA, los gobiernos de Curazao y Jamaica  estudian remplazar a PDVSA  por socios chinos en las refinería Isla y Petrojam.
Y mientras la producción petrolera se derrumba, la cesta venezolana siguen cayendo ($ 4,68 por barril en dos semanas) ubicándose en $ 37,46.
El 30 de noviembre tendrá lugar en Viena una reunión de la OPEP para tratar un posible recorte, aunque su producción alcanzó un máximo histórico en octubre. A pesar de la cercanía del evento, los precios petroleros van en picada. Además el triunfo de Trump sugiere una reactivación del «fracking».
Me pregunto, ¿son esas políticas las que el gobierno considera deben apoyarse en la mesa de diálogo?