El veneno del Socialismo por Francisco J. Quevedo
El veneno del Socialismo por Francisco J. Quevedo

MARX

 

Esta mal llamada “revolución bolivariana” utiliza lo que le conviene de Simón Bolívar, conceptos fuera de contexto y pedacitos del Discurso de Angostura, así como descontextualiza las escrituras de Karl Marx.

Veamos, si la dinámica social depende de la dinámica económica, como decía Marx, lo que estamos viviendo, las colas, el desabastecimiento, las angustias frente a los precios y el dólar, y el deterioro generalizado de la calidad de vida, dependen entonces del modelo que se nos impone, “sine qua non”. De no transitar, a golpe y porrazo, “rumbo al Socialismo”, como se nos dice, no estaríamos pasando tanto trabajo.

En efecto, según Marx, las relaciones sociales derivan de las relaciones y modos de producción, que en el Capitalismo, decía, crean antagonismos entre las clases, a las cuales dividía simplemente entre propietarios, que pretenderían pagar lo mínimo posible, y trabajadores, quienes se rebelarían ante ello y transitarían, a través de la revolución, hacia la propiedad colectiva, un modelo que bautizó como el Comunismo. 

En sus ensayos originales, más filosóficos que económicos, Marx describía cómo el trabajador, bajo un sistema Capitalista, se alienaba tanto del producto de su trabajo, como de sus colegas, su familia, y de sí mismo. Extrayendo conceptos de Hegel, el padre del Comunismo argumentaba que el trabajo era el eje central de la concepción humana. Uno es lo que hace, diría.

Reflexionemos ahora: ¿Cómo son las relaciones sociales ahora, cuando la mayoría de los modos de producción, en lenguaje marxista, son propiedad del Estado, “Empresas de Producción Social” (EPS), como las llama el Gobierno, y hasta comunales? ¿Ganan ahora los trabajadores un salario digno, Bs. 7.421,68 contra una canasta básica de Bs. 54.204,69 en Julio? ¡¿Es eso digno?! ¿Es que acaso ha cesado el conflicto, el sufrimiento de los asalariados, o estamos peor? ¿Y si hablamos de alienación, cómo podemos describir el abandono del trabajo en función de una misión, o el abandono de la familia misma para hacer cola frente a una proveeduría pública? Si uno es lo que hace, y lo que uno hace es cola, tras cola, tras cola, y por eso nos pagan, o con eso nos rebuscamos, “trabajadores” no somos.

Los Comunistas han caído en su propia trampa ideológica. Las empresas estatizadas no producen lo que producían cuando estaban bajo propiedad y conducción privadas. Incluso la industria petrolera no sale de una explosión, incendio o catástrofe como la de Amuay. Importamos gasolina y hasta crudo, y no se consiguen las cabillas que debía producir una empresa estatal, ni cemento, igual, ni papel, lo mismo, ni lubricantes, igualito. El modo de producción, sencillamente, no funciona, y ese modelo deriva en la dinámica social que sufrimos, más que vivimos.

La verdad es que pusimos “zamuros a cuidar carne”. Marx calificaba la plusvalía como “el veneno del Capitalismo”. Ser rico es malo, diría, la riqueza es venenosa. Con todo y eso, el zamureo persiste como nunca. Los boli-burgueses se enriquecen, enchufados al proceso, la corrupción florece, mientras las empresas del Estado fallecen y la pobreza crece. No hay plusvalía, pero hay real parejo, solo que está en las manos equivocadas.

El modelo no funciona. Cuando ponemos a PDVSA a vender alimentos, distraemos a la Gerencia de su negocio medular, explorar y explotar el petróleo. Y es que justo allí está el problema. Para ellos, no hay “negocio” petrolero. Por su naturaleza, la revolución va en contra de la acumulación de riqueza, al menos conceptualmente, porque las fortunas que vemos dicen lo contrario. Así que desde la industria madre hacia abajo, la intención es otra.

Cuando colocamos a la madame de un burdel a cuidar la sacristía, hasta las confesiones le parecen banales. Gracias a Dios, Hegel decía que las contrariedades de una época dan paso a otra etapa en las cuales estas son atenuadas y resueltas. Amanecerá y veremos…

@qppasociados