Ni lava, ni presta la batea por Francisco J. Quevedo
Ni lava, ni presta la batea por Francisco J. Quevedo

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La inversión extranjera en Venezuela es quizás el mejor barómetro de la evaluación que hacen los empresarios del mundo de la gestión del Gobierno. Se nos dice, en función de la presentación de credenciales por nuevos embajadores, que el mundo nos admira. Pero, si fuésemos un país admirado y atractivo, una economía próspera y segura, lloverían las inversiones. La realidad se muestra totalmente distinta. Aquí quien no está no viene, y quienes quedan se quieren ir…

 

InversiónExtrajeraenVenezuela

 

“No hay nada más cobarde que un millón de dólares…” dicen. Tanto el capital nacional como el extranjero, en efecto, huye despavorido de  Venezuela. El pico que se observa en la inversión de las multinacionales en 2013 se debe en un 61% a lo que el Banco Central de Venezuela denomina “utilidades reinvertidas”, un maquillaje que solo refleja la incapacidad de estas empresas para repatriar sus beneficios en bolívares, convertidos en dólares, dado un férreo bloqueo cambiario que se ha convertido, en la práctica, en un “corralito”. Otro 35% lo representan las inversiones captadas por convenios del Gobierno, mayormente de PDVSA. Así que al restarle ese 96% a la cifra, caemos en el foso, como lo demuestra la tendencia del 2014 (ver gráfica).

Un total de 4.024 industrias que representaban el 36% del parque industrial venezolano se han ido, cerrado o quebrado desde 1998. La lista de empresas que han dejado el país es larga. Muchas han mudado operaciones a Panamá y Colombia, no solo las multinacionales, sino grandes emporios nacionales. Ahora hay menos empresas produciendo menos. La capacidad utilizada en los establecimientos industriales que en 1998 se ubicaba en 60,35%, cayó al 50,49% en el 2014.

Si solo el Gobierno promoviera inversiones, en lugar de invasiones, expropiaciones e importaciones, si solo el Gobierno promoviera libertades y no controles, quizás veríamos abundancia sin desabastecimiento, prosperidad y no pobreza, y más empleo en Venezuela en lugar de China, Cuba o el cono sur. Pero, esta revolución “ni lava, ni presta la batea”. Cada pote de leche nicaragüense que compramos, importado con dólares a 6,30, promueve el empleo allá en Nicaragua, no aquí, donde más bien se lo quita a un venezolano. Y así, cada queso uruguayo que importamos le quita el pan de la boca a una familia venezolana.

La desinversión y la fuga de capitales, amén de la fuga de talentos que generan tanto el modelo como la gestión del Gobierno se refleja en una caída en la producción nacional que a su vez incide en la tan sufrida escasez. Cada vez hay menos oferta y menos oportunidades. «En Socialismo, las grandes obras las haces tú» dicen los avisos del Seniat. Pero cada vez quedamos menos. ¿Y, si las grandes obras las hace uno, qué hacen ellos? Por lo que vemos…

 

@qppasociados