Enfermeras venezolanas: de guardia y en guardia
Enfermeras venezolanas: de guardia y en guardia

GANAN 1.500.000 BOLÍVARES AL MES. Algunas no recuerdan la última vez que pidieron un kilo de carne o pollo en la carnicería; otras, viven gracias a las remesas que les mandan sus familiares en el extranjero. A pesar de sus propias carencias, en ocasiones  tienen que llevar cloro de sus casas para limpiar el hospital donde trabajan. Son las que están más cerca de los pacientes y, con más frecuencia de la que pueden soportar, los ven morir por falta de medicinas tan sencillas como un antibiótico.

Desde el pasado 25 de junio el gremio de enfermeras está en paro técnico sin que el gobierno de Nicolás Maduro le haya dado respuesta a sus peticiones de mejora salarial, mientras el sueldo de algunos rangos militares acaba de ser aumentado a más de 240.000.000 de bolívares.  

Aquí hablan ellas.

“Con la segunda quincena de junio solo me pude comprar un pollo”

Isabel Heredia, Hospital Domingo Luciani de El Llanito.

“Yo sobrevivo gracias a mi esposo que es comerciante y a nuestros hijos que están en Chile y desde allá nos ayudan enviándonos dinero para pagarle el colegio a su hermana y comprarle todo lo que ella necesita.

Con mi profesión, en el 2004 pude comprar una camioneta nueva. Hoy en día lleva bastante tiempo parada porque se le dañó el motor y se nos ha hecho imposible comprar los repuestos para repararla.Con mi segunda quincena de junio sol me pude comprar un pollo, no me alcanzó para más nada.

Como vivo por la Carretera vieja Petare-Guarenas, el acceso al transporte público es bastante difícil y se me va la quincena nada más en pagar pasaje. Así no se puede vivir, no alcanza para nada y no todo es comida.

Aunque la Unidad de Nefrología del hospital funciona con normalidad, los problemas con los cortes de agua y luz, la escasez de medicinas e insumos médicos y los malos olores que se generan de la morgue, nos afectan a todos por igual.

Yo tengo 31 años de experiencia como enfermera en el Domingo Luciani y jamás habíamos pasado por una situación como esta. Por eso apoyo este paro técnico, apoyo todas las acciones del gremio para mejorar la situación de todos los enfermeros y médicos”.

“Las enfermeras no queremos tumbar al gobierno, queremos tumbar al hambre”

Anónimo.

La cantidad de enfermeras que se han ido del país o que se dedican a ser manicuristas, peluqueras y hasta vendedoras de café y cigarro porque obtienen más ingresos es impresionante. Las enfermeras no queremos tumbar al gobierno, queremos tumbar al hambre que nos está matando a todos por igual.

Ni siquiera es necesario irse a paro porque los hospitales de por sí están en paro y desde hace mucho tiempo. Aunque no tenga comida y me cueste mucho venir a trabajar, mi compromiso es con los pacientes porque ellos no tienen la culpa de la situación.

Seguiremos protestando y exigiendo nuestros derechos de manera pacífica hasta que nuestras voces sean escuchadas. El paro es indefinido y continuaremos levantando la voz sin descuidar a los pacientes”.

 

“No quiero irme del país, pero la situación es insoportable”

Bárbara Méndez, Hospital Domingo Luciani de El Llanito y el Materno Infantil de Petare.

“Soy enfermera con más de 15 años de experiencia y para ganar un poco más de dinero trabajo de día en el Hospital  Domingo Luciani y, por las noches, en el Materno Infantil de Petare. Aún así no me alcanza para cubrir completamente mis necesidades de alimentación porque la suma de mis dos quincenas es de solo 1.400.000 bolívares.

La comida no es el único problema que a diario tengo que resolver: trasladarme todos los días de Caracas a Guarenas se me hace cada vez más difícil por los altos precios del pasaje, la escasez de efectivo y la disminución de las unidades de transporte público, Camino como loca para ahorrarme algo, porque la quincena ni siquiera me alcanza para pagar el pasaje de todo un mes.

Tengo dos hijos. El mayor estudia en una universidad privada y el menor también está en un colegio pago. A diario hago magia para poder sobrellevar la situación. Mi esposo es el que cubre la mayor parte de los gastos: paga el colegio y el transporte del que está en secundaria. Mi hijo mayor está becado por la Universidad Santa María por pertenecer al equipo de fútbol; él mismo costea sus pasajes realizando trabajitos de recreación en un club.

Las tarjetas de crédito son otra herramienta con las cuales logro subsistir y cuando me las aumentan aprovecho y compro lo  que necesito. En un momento tuve que vender mis prendas de oro y algunas cosas de valor porque si no me iba a morir de hambre”.

“Soy enfermera y no tengo cómo pagarle el tratamiento para el cáncer a mi hija”

Yolanda Rodríguez, Hospital Clínico Universitario.

“Desde hace cuatro años vivimos la tragedia que es estar enfermo en Venezuela. Tengo una hija de 23 años que tiene cáncer y a pesar de que soy enfermera y trabajo desde hace 25 años en el Hospital Clínico Universitario, no tengo dinero para costear su tratamiento.

Traer medicinas de afuera es la solución para el cáncer de Mariana, pero no siempre se puede, son muy costosas. Aunque hago otras labores para sobrellevar la situación, es imposible, vivir en Venezuela es prácticamente imposible. Y no es solo la situación económica del país, es todo. En el hospital, por ejemplo, las condiciones de salubridad son deprimentes. En varias oportunidades he tenido que traer el jabón y el cloro de mi casa para poder mantener algunos espacios limpios y evitar la contaminación que se puede generar en una sala de hospital.

Mi hija y yo sobrevivimos gracias a mi hijo mayor que está en el extranjero y nos envía dinero para comprar comida, porque con 1.500.000 bolívares mensuales, nadie, nadie sobrevive en este país. Se me salen las lagrimas al ver tanta gente necesitada, tanta gente con hambre y tanta gente enferma que va a morir porque no tienen 8 millones de bolívares para comprarse unos antibióticos.

“Tengo años que no sé lo que es pedir un kilo de algo en la carnicería”

Carmen Freites, Materno Infantil de Petare.

“Aunque trabajo en dos hospitales para poder ganar un poco más de plata y mis dos hijos ya son mayores e independientes, no me alcanza el dinero ni siquiera para comprar un kilo de queso. Tengo que endeudarme y vender cosas. Gracias a dios no pago pasaje, porque si no lo poco que me gano lo dejaría en las camionetas.

Yo tengo años que no sé lo que es pedir un kilo de algo o un pollo entero en la carnicería. Siempre digo: “Dame 500 gramos de carne molida o 500 de mortadela”. A veces compro un pedacito de pollo al final de mes que es cuando caen los cestatickets.

Con 20 años de experiencia en la enfermería nunca había pasado por una situación como esta. No es justo que policías y militares sean los únicos que les aumentan el sueldo a cada rato; nosotros somos gente valiosa e importante para el país, nosotros también arriesgamos la vida.

Recibo dos cajas CLAP y no voy a negar que me sirve de mucho, pero eso no es lo que yo quiero. Yo quiero salir y poder comprar lo que yo me provoque sin tener que pensar en qué voy a comer mañana. Soy partidaria de que las cajas son ideales para las personas que están en situación de calle, en albergues, ancianatos y orfanatos. Un profesional de la medicina con postgrado y doctorado que puede trabajar y aportarle mucho al país, no es para que esté recibiendo esa caja.

“Hacía milagros para sobrevivir, llegué a tener tres trabajos”

Lorena Esparragoza, ex enfermera en la Clínica Metropolitana y del Hospital Domingo Luciani El Llanito.

“Me fui a Estados Unidos en noviembre de 2017 porque me secuestraron y amenazaron a mi familia. Trabajar en el hospital ya era insostenible, veía morir a la gente de mengua porque los médicos y enfermeras del hospital humanamente no teníamos cómo atender a los pacientes. Ver a la gente gritar a dios una oportunidad para sus hijos que morían por una simple neumonía que se complicó porque no consiguieron a tiempo los antibióticos, me marcó mucho.

Cada guardia que iba al hospital en la noche salía llorando al ver tanta crueldad. Recuerdo que una vez un paciente recién operado de una craneotomía estaba tirado en el suelo encima de un charco de orina porque no había personal que lo pudiera movilizar.

Hacía milagros para sobrevivir, llegué a tener tres trabajos. Vendía cosas y ofrecía vuelos en parapente para poder tener un poco más de dinero y mantener a mi hijo. Recuerdo que con mi última quincena ni siquiera pude comprarme dos canillas y un litro de jugo.

Aunque ahora vivo en New York y trabajo en una estética como asistente, sueño con volver a mi tierra cuando este gobierno esté fuera del poder”.

 

En su lucha por un salario digno, las enfermeras del Hospital Clínico Universitario ofrecerán una charla para exponer la situación actual de de la salud pública. Además abordarán temas como la escasez de insumos médicos, la falta de servicios como el agua y la luz, el deterioro de las instalaciones, la falta de inversión por parte del Estado y los bajos sueldos que devengan. La actividad se realizará en la Escuela de Sociología, piso 6 aula 628, edificio de FACES de la Universidad Central de Venezuela, este jueves 12 de julio de 2018, a las 10:00 am.

 

@yeannalyfermin