Cuba, la deuda impagable Por Víctor M. Mijares - Runrun

Ayer en cadena nacional, Hugo Chávez, sin presentar ningún dato, afirmó que el pago que Venezuela hace en petróleo a Cuba por el servicio de sus funcionarios en nuestro país es insuficiente, y que contrario a lo denunciado por distintos grupos y voceros opositores, la deuda real sería de Caracas con La Habana. Esta afirmación, aunque suene descabellada, no es falsa, al menos si lo enfocamos desde la perspectiva de Chávez, y sobre todo si destacamos la función que el régimen cubano cumple en nuestro sistema político.

La alianza entre Cuba y Venezuela se explica a través de la interpretación que ambos gobiernos hacen con respecto a la amenaza compartida, identificada como el imperialismo estadounidense. La teoría del balance de amenazas, de amplia aceptación en la rama de la ciencia política dedicada al estudio de la política internacional, señala que las alianzas son producto de un esfuerzo colectivo por contrabalancear una amenaza común. Si además aceptamos, junto con la escuela realista clásica, que la definición del interés nacional es una función gubernamental, entonces queda bien explicada la alianza revolucionaria y socialista cubano-venezolana en sus propios términos. Lo que no es fácilmente explicable por el corpus teórico politológico internacional, es que una potencia de menor poder agregado, como Cuba, ocupe la posición de aliado mayor en una relación con una de mayor capacidad física, como Venezuela. No cabe duda que esa diferencia en “poder duro” es inversa cuando hablamos de “poder blando”, es decir, de la capacidad ideológica y el sui generis atractivo que la revolución cubana tiene sobre líderes y buena parte de las naciones latinoamericanas. Pero si toda la tradición de pensamiento realista no está equivocada, el poder blando es una función del poder duro, por lo que sería natural que, eventualmente, Caracas capitanease la alianza, asignando roles y valores a La Habana, y no al revés, como en efecto ocurre, y no parece que dejará de ocurrir mientras ambos regímenes convivan.

Hemos tratado de dar respuesta a este reto teórico señalando cuatro aspectos que consagran el comando cubano de la alianza con Venezuela. El primero, la hiperespecialización cubana en materia de control: el totalitarismo ejercido por la nomenclatura encabezada por los Castro ha copiado y adaptado técnicas de control sociopolítico de los regímenes soviético y germano oriental, siendo de un enorme atractivo para el gobierno venezolano. El segundo, perfeccionamiento ideológico y épica: ante la débil narrativa de la “revolución bolivariana”, y su pobreza en hechos heroicos, Cuba ofrece experiencia y presta parte de su relato junto con su cosmovisión, teniendo una respuesta para cada pregunta y una interpretación para cada hecho. El tercero, la revolución cubana es una de vanguardias que se generó en un país educado: Cuba ofrece apoyo intelectual al régimen venezolano, tan desasistido en estas de capacidades, lo que se manifiesta en aspectos filosóficos, científicos sociales y técnicos. Y cuarto, la degradación de las capacidades económicas venezolanas no permite la reversión en el comando de la alianza: sólo un crecimiento superlativo de la economía nacional podría crear las condiciones para sobreponerse a las ventajas cubanas basadas en experiencia, ideología e independencia intelectual, es decir, la degradación del aparato productivo no permite el desarrollo de un superlativo poder duro venezolano que subvierta al poder blando cubano, lo que colocaría a la alianza en su polaridad esperada.

Esta interpretación, apenas en construcción, explica por qué Chávez no se equivoca cuando, desde su perspectiva, nos dice que la deuda con Cuba es impagable.

@vmijares