En América Latina hay 1,2 millones de personas esclavizadas

La esclavitud está lejos de ser un problema del pasado: 35,8 millones de personas están sometidas a trabajo forzado en todo el mundo, incluidas 1,2 millones en América Latina y el Caribe, según un informe elaborado por la Fundación Walk Free y presentado con motivo del Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud.
La actividad se celebra el 2 de diciembre de cada año para recordar que en esa fecha, de 1949, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas aprobó el convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena, dos de los mecanismos considerados como esclavitud moderna.
Otras formas de sometimiento son el matrimonio obligado, el reclutamiento de niños para utilizarlos en conflictos armados y el trabajo infantil, del que sobran ejemplos: los niños congoleses que buscan diamantes en las minas, los uzbekos que recogen la cosecha de algodón, las niñas indias que cosen balones de fútbol.
“La esclavitud moderna contribuye a la producción de por lo menos 122 bienes de 58 países en todo el mundo”, afirma la Fundación Walk Free en la introducción del Índice Global de Esclavitud 2014. “Reconocer el problema y luchar contra él no es filantropía, es nuestra responsabilidad”, agrega.
Precisa que 61% de las personas esclavizadas en el planeta se concentran en la India, China, Pakistán, Uzbekistán y Rusia, que son los países con más trabajadores en esa condición. Los porcentajes más altos de población sometida a trabajo esclavo se encuentran en Mauritania, Uzbekistán, Haití, Qatar y la India.
Agrega que Holanda, Suecia, Estados Unidos, Australia y Suiza son los países que actúan más para acabar con la esclavitud moderna. También destaca los esfuerzos de Georgia, Filipinas, Macedonia y Jamaica, considerados meritorios al tomar en cuenta su capacidad económica limitada.
Del otro lado de la moneda están Corea del Norte, Irán, Siria, Eritrea y la República Centroafricana, como las naciones que hacen menos contra el trabajo esclavo. Hong Kong, Kuwait, Brunei, Singapur y Qatar deberían esforzarse más considerando su riqueza, de acuerdo con la Fundación Walk Free.
Venezuela también. Aunque la mayoría de las personas esclavizadas están en África y Asia, ningún país está libre del problema. “Irlanda e Islandia (que presentan los porcentajes más bajos entre los 167 territorios evaluados) se calcula que tienen 300 y 100 personas en esclavitud moderna”, dice el índice.
En América Latina y el Caribe hay 1,2 millones de personas sometidas a trabajo forzado. Más de la mitad se encuentra en México, Haití y Brasil, que encabezan la región en número de trabajadores en condición de esclavitud. Haití, Surinam y Guyana son los que presentan mayores porcentajes de personas esclavizadas.
El documento calcula que en Venezuela hay 60.900 trabajadores esclavos (0,2% de la población), lo que la coloca en la posición 18 de América Latina y 125 del mundo. El país, sin embargo, se encuentra entre los que menos esfuerzos hacen en la región para acabar con el problema, solo por detrás de Haití, Cuba y Surinam.
Venezuela, además, está entre los más vulnerables de la región a la esclavitud moderna. Para determinar la vulnerabilidad, la Fundación Walk Free toma en cuenta las políticas nacionales para combatir el problema, la protección de los derechos humanos, el nivel de desarrollo socioeconómico, la estabilidad del Estado y los niveles de discriminación.
Prohibición internacional
El trabajo forzoso, el tráfico de seres humanos, el matrimonio obligado y la explotación infantil son algunas de las formas que la ONG Walk Free analiza como esclavitud moderna, es decir, “cuando una persona posee el control de otra de tal manera que le priva de su libertad individual con la intención de sacar un beneficio”.
El concepto de Walk Free no está lejos del de la Organización de las Naciones Unidas, la cual indica que la esclavitud es “el estado o condición de un individuo sobre quien se ejercitan los atributos del derecho de propiedad o algunos de ellos”.
La definición aunque no ha sufrido modificaciones, se ha ampliado a través de los años, tras su primera aparición en 1926, en un convenio internacional aprobado por la Asamblea General de la antigua Sociedad de Naciones que promovía la represión de la trata de blancas.
Actualmente se encuentran en vigor más de 20 instrumentos de la ONU que prohíben la esclavitud, entre los que están los asociados al Convenio sobre la Esclavitud, en sus modificaciones de 1953 y 1956; además de la Declaración Universal de Derechos Humanos, 5 convenios de la Organización Internacional del Trabajo, 4 convenciones interamericanos y un inciso en el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, que define la esclavitud como un crimen de lesa humanidad.
Entre las prácticas que adoptó la esclavitud moderna y que persisten hoy están la trata de personas, la explotación, la prostitución y esclavitud sexual, la utilización de niños para trabajos forzosos, el uso de esclavos en granjas o plantaciones para la producción agrícola, la servidumbre por deudas, el matrimonio obligado y la venta de esposas. Esta última es un negocio de gran magnitud en Rusia y Ucrania, donde algunas empresas ofrecen mujeres por catálogo.
De acuerdo con la ONU, todas estas prácticas suponen la violación de múltiples derechos individuales, de libertad y seguridad de la persona. Por lo general, la esclavitud moderna va acompañada de amenazas de violencia, secuestro o captación mediante promesas falsas u otras formas de engaño, privación de la identidad, privación de la libertad de circulación y de escoger libremente su residencia.