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Opinión

Dulce Yumar Abr 11, 2024 | Actualizado hace 1 semana
El discurso de la oposición ayer y hoy
En la interacción de los componentes retóricos, indudablemente el phatos es el aspecto más eficiente del discurso de María Corina Machado. Se refiere a la conexión emocional con la audiencia

 

@DuYumar

La agenda de la oposición ha sido liderada por María Corina Machado desde que se inició la campaña para las elecciones primarias en Venezuela, en agosto del 2023. No obstante, su presencia en el panorama político no se inicia entonces. Había participado en el escenario político mucho antes.  Como ejemplo, destaca que fue elegida en 2011 como diputada y obtuvo la votación más alta en la Asamblea Nacional. En 2014 participó en una representación alterna con el Gobierno de Panamá ante la OEA. Desde entonces llamó la atención del oficialismo, que la puso en la mira y buscó la manera de sacarla del juego. Una piedra en el zapato, pues. Y es inhabilitada sin muchos argumentos creíbles.

Es memorable su discurso cuestionador a Chávez cuando presentaba su Memoria y cuenta en 2012. Lo increpó cuando mencionó su respeto por el sector privado. Refutó este reconocimiento porque él tenía mucho tiempo diciéndolo, pero insistía en hacer expropiaciones, que eran una especie de robo.

Se empieza a perfilar su talante y su resistencia al régimen. Las marcas distintivas de su discurso comienzan a configurarse en las diversas circunstancias del debate público y político, en las que da la cara sin tapujos. Su liderazgo es cuestionado por algunos sectores al identificarla con la derecha liberal. Sus mensajes reiteradamente demuestran su empeño en impactar al electorado, algo usual, pero con rasgos característicos. Pretendemos analizar los rasgos resaltantes de su discurso político en el devenir del pasado cercano y del exigente presente. Dos situaciones distintas en las que toma la palabra, y es evaluada diferentemente.

El camino a la legitimación de las primarias

Captar en perspectiva la relación entre propósito y logros para continuar con determinación el sendero, forma parte de la autoevaluación constante de los personajes públicos. No es un asunto de intuición, sino de plantearse estrategias. Desde afuera reconocemos que MCM ha tenido una meta siempre y ha estado muy clara. La ha repetido con expresiones accesibles para todos los sectores, pese al peso de la inhabilitación. Con consciencia hay que reconocer sus logros para que quizás surja una visión de lo que ahora resulta conveniente para todos. Un poco por aquello de honor a quien honor merece, y también porque lo asertivo siempre es más conveniente.

Reconocer la trayectoria de María Corina Machado sorprende a propios y extraños, e incluso supera en resultados al “comandante eterno”. A ello se une su condición de mujer en un contexto en el que destacarse no es lo habitual. Su compromiso y esfuerzo por el país han producido resultados justificados y muy valiosos: sacar a los venezolanos del hueco de la desmoralización y la desesperanza. No es una proeza menor, cuando la destruición total del país hiere, y el alma colectiva intenta resurgir pese al temor impuesto, en un cuarto de siglo que resulta ya invivible.

La empatía

En el enfoque retórico aristotélico, que se asemeja al comunicacional, se presenta en primer lugar el valor del ethos. Este corresponde a la imagen de credibilidad e integridad del emisor. Para ello se requiere un líder cercano, irreprochable y accesible, aunque no lo reconozcan como parte de esos ciudadanos. No genera distancia y obtiene un mérito muy importante. MCM hizo de esto su manera de comunicarse con los sectores populares y de otra condición. Pero no desde la TV o la radio porque estaban censuradas. Anduvo pueblos y aldeas en un esfuerzo imparable con todo tipo de impedimento.

En este esquema se incorpora el logos del mensaje, derivado de planteamientos racionales y comprensibles, en estructuras sencillas como de causa y efecto: ustedes viven esta larga cadena de problemas de supervivencia enumeradas, así como de otro orden, pues: NO MÁS. El cambio es posible, luchar por ello HASTA EL FINAL.

En la interacción de los componentes retóricos, el último es el pathos. Indudablemente este es el aspecto más eficiente del discurso de MCM. Se refiere a la conexión emocional con la audiencia. De allí la noción de empatía. Cuántas fotos vimos de ella hablando y abrazando a viejitas, oyendo a estudiantes. El último video que vi es impactante: unos guardias nacionales pretenden impedirle el paso, bajan las armas y van retrocediendo mientras ella avanza, retándolos con la frase de que si no pasan por el drama de todos. Influye en un escenario social abatido con valores esperanzadores para todos. Vivir la elección en el exterior fue emocionante, parece que nos fuimos con la maleta llena de eso.

Esto que hemos descrito no se parece para nada a la comunicación política vista hasta entonces. Algo de ello pinta a Chávez, pero él tuvo todos los recursos. Usó los medios a su antojo, en programas muy largos en los cuales el valor épico de una patria idealizada se unía a todo tipo de promesas. El populismo en acción, y logró eficacia en su momento. Se describe este enfoque como populismo, y lo acercan al fenómeno MCM, por la veneración que genera, pese a su lucha contra la corrupción. Ella se deslinda del descomunal engaño a la población, mientras se apropian de todo lo valioso, como el asalto total del oficialismo, que produce noticias a diario.

El populismo exhausto

El populismo exhausto

Todo este inmenso e inteligente esfuerzo concluyó con unos resultados increíbles, nunca vistos: MCM fue legitimada como candidata presidencial para el 2024, con una votación de más del 90 por ciento. Euforia colectiva, pues. Interpretamos, en un artículo que escribí: ahora los inhabilitados son los rojos, y toca esperar el éxito en las presidenciales.

Sorprendidos y aterrorizados

Como sabemos, el gobierno menospreció la iniciativa de la oposición. No creyó que fueran capaces de realizar unas elecciones no convencionales y muy organizadas, sin el CNE. Incluyendo, incluso, el voto de inmigrantes diseminados por el mundo. El resultado los sorprendió, ¿cómo se les había escapado algo tan importante a sus organismos de inteligencia? Y el panorama cambió totalmente. El escenario es otro. Pasó a una represión y persecución generalizadas: cárcel, desaparecidos, censura, entre otros. Procedimientos que evidencian castigo redoblado ante el horror de perder el poder. Increíblemente, MCM se mantiene serena y centrada, confiada en el respaldo con el que cuenta. 

Por el peso de la organización estratégica en las elecciones, el gobierno comenzó a destruir, en forma progresiva, el brazo derecho de la candidata: el partido Vente Venezuela, fundado en 2012.

El miedo del gobierno transferido con violencia al pueblo, a todos: Furia bolivariana. “Ganaremos por las buenas o por las malas”, algunas perlitas. Ataca a las organizaciones de DD. HH. MCM se convierte en el enemigo número 1. Son apresados o perseguido sus coordinadores y autoridades del partido. Se pretende aislarla para desmontar su operatividad. Le han cerrado todos los caminos.

Ahora bien, pese a toda esta avalancha de impedimentos contra el liderazgo de MCM, ella sigue manteniendo el respaldo popular para la competencia en las presidenciales, con aquella consigna de que si no se lograba la suspensión de la inhabilitación se respaldaría cualquier otro candidato inscrito. No se levantó el impedimento, ni se logró la inscripción de la candidata propuesta y aceptada por la PU, la distinguida profesora Corina Yoris. Y ahí están sus seguidores apoyándola y asegurando que votarán por quien ella le levante la mano. Esta identificación y compromiso de los electores es producto de la ADECUACIÓN de los discursos de la líder a las características del CONTEXTO. Este rasgo no es solo lingüístico, se inserta conveniente en la interacción social, y sus manifestaciones expresivas

El escenario cambió: ¿cómo adecuarse?

Con los pies en la tierra, y sin ánimo de normalizar y ver como naturales los abusos y controles impuestos por el régimen, es importante percatarse de que todos los acuerdos de negociación son incumplidos por el gobierno. Se hace una especie de escena de manos estrechadas para conservar la imagen, pero no aceptan lo propuesto bajo la pretendida “no inherencia” en la soberanía. La negociación es una estrategia utilizada exitosamente para las transiciones, pero es obvio que no resulta en el país. El apoyo internacional se manifiesta solo en declaraciones, aunque es muy importante.

Entonces, aunque parezca que se claudica, es necesario reconocer que el escenario electoral no va a cambiar. Todo el proceso se ha montado con total discrecionalidad. Si la PU y el esencial apoyo de MCM no aprovechan la unión lograda para seleccionar un candidato inscrito que resulte confiable, y lo presenta en los lapsos impuestos y no propiamente legales.   Definir claramente una estrategia, para evitar el riesgo de no poder participar y perder el capital político logrado. Esta inquietud está muy presente en las redes, algunos líderes de la misma PU lo han pedido. ¿Entonces, será posible?

Es muy doloroso que después de un esfuerzo épico por los ideales que definen nuestra nacionalidad se tenga que ceder ante un oprobioso y dictatorial régimen: tienen el control del poder y de las instituciones. Las primarias de octubre de 2023 son un evento ejemplar, creo que en especial porque se realizó en un país cuyo enfoque es definido como autoritarismo hegemónico, y en su esencia solo tolera las elecciones cuando está seguro de que la coalición que lo sostiene y el mismo mandatario continuarán manteniendo el poder. Es lo que ahora pretenden sin importarles nada más.

Parece necesario pasar del uso enfático de los valores positivos de todo orden, en un enfoque enfático y emocional que emociona y convoca, a la racionalidad urgente de una estrategia inteligente. El tiempo apremia y se hará el esfuerzo necesario. Se reconoce la entereza entrega de MCM, esta decisión también la honrará.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 
Inteligencia artificial y empleo en América Latina
La IA requiere de políticas públicas que promuevan el uso de estas herramientas y la formación de personal sin excesivos controles gubernamentales

 

@froilanbarriosf

En tan solo 3 semanas será conmemorado el Día del Trabajador el próximo 1.° de mayo en la mayor parte del mundo, representando una oportunidad periódica para abordar los temas nodales que influyen en el campo del trabajo. Estos temas, que rondan tradicionalmente alrededor del salario, jornada de trabajo, convención colectiva, entre otros, han conocido en los últimos años nuevos conceptos que impactan sustancialmente las relaciones de trabajo a nivel global, p. ej. el trabajo remoto por la pandemia de covid-19 y más recientemente la inteligencia artificial (IA).

En Venezuela, aun cuando la diatriba política abruma la atención de cara a unas elecciones presidenciales, las nuevas realidades laborales no pueden evadirse y continúan sus procesos de transformación. Ello determina que, tarde o temprano, serán visualizadas como urgentes a la hora de abordarlas, a la par de las aspiraciones habituales como el salario mínimo y el derecho a la vida digna.

Inteligencia artificial, revolución en el empleo

En tal sentido, en reciente entrevista de la periodista Milagro Quintero en la web Caracas Digital (marzo de 2024), pudimos intercambiar puntos de vista sobre la revolución que se avecina en el mundo del trabajo con el surgimiento de la IA como elemento innovador del empleo.

De entrada, es fundamental eliminar todo prejuicio sobre la inteligencia artificial y sus derivados, ya que “nuestra inteligencia es lo que nos hace humanos, y la inteligencia artificial (IA) es una extensión de esa cualidad” (André LeCun). En esa dirección, p. ej., el ChatGPT hace nuestra vida más fácil, por lo que debe ser un complemento a nuestra propia inteligencia y no un sustituto. Su potencial es enorme en la región.

En ese contexto, la CEPAL, organismo asesor de políticas públicas en América Latina, señala, en un evento realizado en agosto 2023, que hay países con tremendo desarrollo de la inteligencia artificial a nivel relativo y otros donde no se da la misma situación. Y reafirma que ningún país concentra todos los aspectos que se consideran esenciales en este índice, pero todos tienen algo que aprender del resto y todos tienen algo que enseñarle al otro, destacándose entre ellos México y Brasil, que concentran cerca del 95 % de las patentes de inteligencia artificial en la región.

Baja adopción de la IA en el trabajo

En torno al empleo, debemos decir que en América Latina se observa una baja adopción de la IA. Los datos recientes de Bumeran indican que al consultar a unidades de RR. HH. de los países encuestados, por ej. Perú, el 49 % utiliza IA; el porcentaje del resto de países (Chile, Ecuador, Panamá y Argentina) oscilan entre el 31 % y el 36 %, sin indicar cifras concretas en cuanto al efecto en el empleo.

Debemos tener en cuenta que América Latina todavía se encuentra en fase de recuperación del impacto del COVID-19 y sus efectos en sus economías. No olvidemos que se perdieron 34 millones de empleos en la economía formal e informal por los efectos devastadores de la pandemia y su impacto en la crisis económica.

Venezuela, la última de la fila

En el caso de Venezuela, la tecnología basada en IA apenas está comenzando, tanto en el sector púbico como en el sector privado. Por tanto, se debe analizar oportunamente sobre los pros y los contras de la implementación de la IA en el mercado laboral venezolano, dada la precaria situación socioeconómica y la gran incertidumbre política que atraviesa el país.

La aplicación de estas nuevas patentes es inevitable, forma parte del avance tecnológico, que genera profundas transformaciones en los procesos de trabajo. Es una constante: desde la revolución industrial en el siglo XIX, luego en el siglo XX la informática y el uso del internet, al auge de la robótica y la implementación del trabajo remoto. En fin, la humanidad se adaptó a cada nuevo escenario y capacitó a los trabajadores en el uso de las nuevas herramientas.

Durante el siglo XXI desde el Estado se ha bloqueado, por razones ideológicas, la integración plena de Venezuela a la globalización, tendencia que se agrava con la deslocalización de la industria nacional, provocando el retiro despavorido de transnacionales a otros países de la región, donde se respeta la libertad económica.

IA y democracia

Se debe afirmar que la IA requiere de políticas públicas que promuevan el uso de estas herramientas y la formación de personal sin excesivos controles gubernamentales, tal como plantea la periodista M. Quintero: “Una sociedad democrática debe garantizar el acceso a información verificable. Estar informado es consustancial con la libertad, sin la cual la democracia perdería su esencia”, febrero de 2024.

La interrogante para resolver transcurre en torno a las condiciones que deberían darse en nuestro país, y en la región, para hacer de la IA, y en particular del ChatGPT, un aliado y no un competidor de los trabajadores.

La lección más próxima a este planteamiento lo ha sido la huelga de los actores y guionistas de Hollywood, quienes lograron un acuerdo con los empresarios cinematográficos en torno a la utilización de la IA y su relación con los empleos del sector. Ellos lograron la firma de un ventajoso contrato colectivo que estableció y mejoró las condiciones de trabajo, y al mismo tiempo incorporó plenamente la IA a la industria del entretenimiento que emplea a millones de trabajadores en los EE. UU.

ChatGPT en América Latina

En cuanto a la región, podemos dar algunos ejemplos en el uso del ChatGPT, destacando la startup Crehana, empresa peruana de desarrollo y gestión de talento, que desarrolló en su totalidad el curso IA en Recursos Humanos: comprensión y aplicación ética, con ayuda del chatbot y la plataforma Synthesia.

Otro caso es el banco mexicano Banorte, que, como parte de la digitalización de su mesa de redacción, elaboró un borrador de un comunicado de prensa para la presentación de Norte Digital, una nueva serie de entrevistas con líderes de la transformación digital.

Debemos señalar que la condición fundamental es que la implementación de la inteligencia artificial debe partir del diseño de políticas públicas, que permitan su aplicación a todos los niveles y sectores, mediante normativas claras que permitan su seguimiento y el desarrollo del ser humano. Debemos estar conscientes que el surgimiento de la IA significa también nuevas oportunidades. Desaparecerán empleos y surgirán otros novedosos.

En resumen, no esperemos a que nos sorprenda la innovación de la IA para abordar el tema, es de tanta urgencia como lo es el trabajo remoto, modalidad laboral que llegó para quedarse luego de la pandemia del COVID 19.

*Movimiento Laborista.

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

 
 
El miedo y la esperanza son inseparables
Si no desmantelamos aquello que es lo opuesto al bien, permanecerá lo malo… Ese es mi miedo más profundo. Pero un miedo que fortalece mi esperanza y nos mantiene alerta para no incurrir en nuevos errores

 

@ovierablanco

La esperanza que se demora es tormento del corazón y árbol de vida, es el deseo cumplido. Sabio proverbio que ilumina la razón en momentos que la congoja abate el listón y necesitamos de la buena palabra, la que alegra y nos da paz.

Decía Roche Foucault que la esperanza y el temor son inseparables, no hay temor sin esperanza y no hay esperanza sin temor. No les voy a mentir. Siento miedo. No he dejado de tenerlo desde hace un tiempo. Se ha alojado en mi alma. Miedo a perder el sentido de la reflexión genuina, la que nos ayuda a distinguir lo bueno de lo malo, lo moralmente correcto.

Pero mientras más me atormenta el miedo, más crece mi esperanza. Es como si en la medida que crece la duda, también se eleva un sentimiento incontenible de certeza que, cuando al convertirse en el miedo más profundo, en ese instante un trozo de cielo, azul, limpio y libre se posará sobre sobre la misma tierra, sobre nuestra cabeza.

La ley moral. Lo bueno y lo malo [gut/böse]

Como es sabido, para Kant «lo esencialmente bueno de la acción consiste en la actitud interior, sea el éxito el que sea«, esto es, sea la acción concreta como resultado de la causalidad del arbitrio. Decidir sobre el bien y el mal, el objeto de la razón práctica, lo define mi yo interior. «Los únicos objetos de la razón práctica son el arbitrio entre lo bueno y lo malo. Lo bueno se entiende como un objeto necesario de la facultad deliberativa, lo malo, lo que la razón debe aborrecer”. A tenor de la distinción señalada por Kant entre bueno/malo [gut/böse], provechoso y perjudicial (wohl/übel), parece claro que se refiere al bien moral que da con el objeto y el sujeto necesario.

La tiranía, la corona, el emperador, la dictadura fueron considerados en un momento de la humanidad modelos de poder por útiles, aristócratas y nobles. La revolución francesa –impulsada por el pensamiento ilustrado que hizo de la libertad, la fraternidad y la igualdad el objeto de la deliberación profunda– acabó con ese paradigma. Seguidamente, el positivismo nacionalista, los movimientos fascistas, imperiales y nazis revivieron “las bondades” del ser superior por señorial, totalitario y poderoso.

Para Nietzsche más allá del bien y el mal, definió lo bueno como el modo de ser noble. Una aproximación distinguida donde el bueno controla y el malo (schlécht) tiene que ver con la moral de los esclavos. Aunque se ha descontextualizado el tratado de La genealogía de la moral de Nietzsche, tratando de construir un juicio pronazi, autores como Savater rescatan del concepto “bueno” ofrecido por el filósofo alemán, que no es otra cosa que estar en contra de la pena de muerte, los maltratos de los carceleros y el antisemitismo, lo cual no desdice de una voluntad autócrata. El control debe ser bueno, noble, fructífero.

Si lo trasladamos a la modernidad, ser bueno es ser propietario, exitoso, educado, caballero, emprendedor. Soy malo si permito la esclavitud del yo; es el mal aventurado, desdichado, incapaz de sostener valores y respetar la libertad. Es malo el inepto para gobernar porque no rompe las cadenas de la sumisión y la servidumbre. La filosofía ha dado cuenta de este desdén. Tanto para opresores como para oprimidos. Porque también los oprimidos elegimos malos caminos si no sabemos elegir.

Ya lo decía Víctor Hugo: “La aceptación de la opresión por parte del oprimido acaba por ser complicidad; la cobardía es un consentimiento; existe solidaridad y participación vergonzosa entre el gobierno que hace mal y el pueblo que lo deja hacer”. Entonces ante esta deliberación, no podemos guardar silencio cuando el silencio alberga una mentira. No basta ser bueno sino, además, hay que ser justo. Y lo justo es no resistirse a la fuerza de la verdad, cuando el momento ha llegado.   

No puede haber parentesco con la bondad o la maldad, por razones de credo, condición social, rigor étnico, poder económico, ideología o modo de pensar. Para Nietzsche el pathos de la distancia o pathos [emoción] de la nobleza, es un sentimiento duradero o efímero, en la medida que, al decir de la genealogía de la moral inglesa, lo bueno se hace útil y lo malo es lo infecundo.

La democracia en Venezuela nace de un proceso de satanización de la dictadura. Pasamos del gendarme necesario, del buen salvaje al buen revolucionario; del orden de la unión, paz y trabajo, a la democracia pactada que muere con la “revolución bolivariana”. Según Nietzsche, las acciones que justificaron nuestras transiciones fueron aquellas calificadas como “no egoístas”. Y llegaron al poder “los caudillos”, “los ricos”, “los propietarios”, “los ilustrados” “los veraces” vistos como “aristocráticos”, o “los liberales”, “los socialdemócratas”, los revolucionarios o los reformistas. Fueron buenos, no aquellos por ser ricos o pobres, civiles o militares, liberales o revolucionarios. Fueron buenos quienes hicieron lo útil y necesario por la nación, los que no cedieron ante la maldad y sembraron esperanza. 

El salto a la nada, al nihilismo, a la anomia, es no saber distinguir quiénes son los buenos o los malos. Una sociedad pierde su norte ciudadano cuando carece de sentido de representación. Apela a “cualquier cosa que califica de buena o menos mala” para salir del opresor; se habitúa a la coexistencia con el malo o conviene en su impunidad, para favorecer a quien piensa le “es útil”. Mucho cuidado porque puede subyacer en esa “deliberación”, comodidad, delegación y cobardía.

María Corina, entre lo bueno, lo malo y lo horrible

Distinguir lo bueno de lo malo supone un ejercicio moral riguroso que nos permite separar lo útil por virtuoso, de lo que no lo es. Con su mejor intención, algunos académicos nos ilustran sobre cientos de transiciones negociadas, no violentas, enalteciendo como buenos aquellos con talante libertario y un sentido ciudadano, humanista y patriótico. Mujeres y hombres con desprendimiento, donde el poder no es el fin, sino lo es la paz, la justicia y la felicidad. Pero a esa actitud la ha acompañado un mínimo de garantías y condiciones de elegibilidad, sin lo cual todas las bondades sucumben. Y la complicidad –nos decía Víctor Hugo–no es la ruta, porque en esa ruta, seguiremos siendo esclavos.

Buenos fueron Mandela, Gandi, Walesa, Aylwin, Cámpora, Lagos, Betancourt, Cardozo, Suárez, Espinosa, Belaunde Terry, o la huelguista boliviana Domitila Chungara, que selló el debilitamiento de Hugo Banzer en Bolivia. Verdaderos ejércitos de la libertad, hidalgos del Estado de derecho y la justicia social, tenedores de un pathos [animosidad] por el bienestar real de sus pueblos.  ¿Quiénes son los buenos en Venezuela? Para no caer en personalismos, digamos que todos aquellos que enfrentan de forma auténtica a la dictadura, que no se hacen cómplices y que demuestran coherencia entre lo dicho y lo hecho, donde el pathos [sentimientos] y el ethos [ética] no son la distancia más larga.

Lo que aprende uno de la historia y de un sano filosofar, es que la práctica genuina y firme de nuestra facultad deliberativa es a elegir la acción eficaz y provechosa para apartar a los malvados y aferrarme a los buenos, y saber a quién seguir, a quién apoyar. El Pacto de Puntofijo fue suscrito por hombres buenos. Amén de su alcance y contenido, la palabra empeñada para su cumplimiento, vinieron de fidedignos demócratas. El pathos de la nobleza hizo fecundar la democracia. De los pactos con hombres malos solo obtenemos lo efímero, lo perverso, lo peor por innecesario, que es lo horrible.   

Es cierto que María Corina debe negociar con los malvados y crear un clima de transición posible [sostenible], lo cual supone sensibles concesiones. Pero no equivoquemos el camino. La solidaridad con aquellos que cohabitan con el malvado es tan peligrosa como su permanencia. El ser propietario, emprendedor, laborioso, educado, ciudadano, respetuoso de la ley, la autoridad y la familia no saldrá de su anomia a partir de pactos egoístas y moralmente cuestionables, donde el resultado no será sino un estado frágil por celestino y cooperante.

Si no dejan inscribirse a María Corina o Corina Yoris, las elecciones del 28 de Julio-2024 no perfilan un evento ganador. Ni electoral, ni moral, ni bueno. Tampoco lo será si apoya a otros, inadecuados. El camino real a la libertad, a la reinstitucionalización democrática y la reconstrucción de un Estado moderno pasa por el rescate de nuestros valores desde el mismo momento de votar, que es elegir a los buenos, no a los cómplices.

La llegada de Chávez al poder, y la continuidad de su modelo “revolucionario” es un retroceso histórico que tiene su origen en votarle por creerle bueno, noble, honorable, por lo trajeado de patriotismo. Pero resultó una animosidad invadida de rencor que nos condujo a la instalación de la maldad, que ha sido pobreza, miseria y destierro.

No saber elegir lo bueno por no separar las impurezas del trigo limpio y no aborrecer al mesías a caballo nos condujo a estos lodos. Fue elegir “al menos malo” ataviado de oliva, evocando “el orden” de cachuchas y charreteras, que desdicen de la democracia. Embriagados de citas de Simón Bolívar, Rodríguez, entretejidas con Chomsky, Primera y Marx, hoy más de un tercio del país se ha ido cruzando el tapón del Darién.

Aliviar nuestro dolor, sanamente

El ejercicio que realiza Nietzsche de desmantelamiento, de buscar la solución o la explicación apelando al contrario, al opuesto, a lo que se considera erróneo es lo que le otorga actualidad. Lo opuesto, lo contrario al régimen, no es lo que coexiste con él, no es a quién elige el opresor. Es lo que elegimos la mayoría de los venezolanos. Esta afirmación para nada es extrema. Es profundamente ética, valorativa, desde donde crecen nuestros miedos a hacerlo mal, pero alumbra la esperanza a resistirlo y superarlo, exitosamente. El único móvil que puede ser identificado como fuente de las acciones morales es el instinto de conservación que es la búsqueda de placer, la evitación del dolor y del terror.

La moral es un ejercicio íntimo. Nuestras reflexiones morales no generan acciones morales, sino acciones que nos permitan superar nuestro sufrimiento, nuestra miseria, que dan árbol a la vida y paz al corazón agobiado. Elegir un buen liderazgo, apostar por un buen pacto de unidad, no se agota en una valoración estrictamente utilitaria, que lo es, sino en una deliberación sensiblemente integral, decorosa, contraria a lo que nos oprime y nos produce tristeza y dolor.

Si no desmantelamos aquello que es lo opuesto al bien, permanecerá lo malo… Ese es mi miedo más profundo. Pero un miedo que fortalece mi esperanza y nos mantiene alertas para no incurrir en nuevos errores. Mantengamos un trozo de cielo en nuestra cabeza. El miedo y la esperanza son inseparables. Para derrotar el miedo debe triunfar la esperanza, y la esperanza, que es palabra alegre, triunfa si sabemos distinguir gut and böse [lo bueno de lo malo].

Ella también siente miedo, también siente dolor, ella es buena y también necesita aliviar y sanar su sufrimiento, por lo que también somos su esperanza… No la demoremos. 

vierablanco@gmail.com

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No repitamos los errores de abril 2002
El 22 de octubre 2023, una excelente jornada cívica permitió la elección de MCM como candidata y líder de la oposición. En este abril 2024, debemos evitar errores que vuelvan a frustrar nuestra ansia de democracia

 

El 11 de abril 2002, una bellísima jornada cívica y la lamentable masacre propiciada por el oficialismo condujo a que militares institucionalistas le solicitaran la renuncia al presidente Hugo Chávez. Por falta de acuerdos entre los opositores y de estos con quienes estaban al frente de las instituciones del Estado, otro grupo de militares lo regresó a Miraflores. El 22 de octubre 2023, una excelente jornada cívica permitió la elección de María Corina Machado como candidata y líder de la oposición democrática. Ahora, en este abril 2024, debemos evitar otros errores que vuelvan a frustrar nuestra ansia de democracia.

La situación política del 2001 estaba caldeada por los intentos del gobierno de inmiscuirse indebidamente en el sistema educativo de niños y adolescentes, intentar intervenir la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y por la promulgación de 48 decretos-leyes, varios de ellos violadores de la Constitución. Estos abusos obligaron a protestar a la Asamblea de Educación, a la CTV y a Fedecámaras. Los hechos se aceleraron cuando un grupo de 44 ejecutivos de PDVSA y filiales publicamos, en febrero del 2002, un manifiesto titulado ¡Salvaguardemos a PDVSA!, como advertencia ante el intento del gobierno de politizar a la principal empresa del Estado.

La marcha del 11 de abril 2002 fue convocada por la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y por Fedecámaras en apoyo a los petroleros. La presencia masiva hizo inevitable que decidiéramos ir a Miraflores a solicitar la renuncia del presidente. Este reprimió con sus grupos violentos y con algunos guardias nacionales. Hubo 18 personas asesinadas. Este hecho indujo a los militares a solicitarle la renuncia al presidente, la cual aceptó.

Con el apoyo de un grupo de generales, almirantes y de civiles, Pedro Carmona se juramentó como presidente provisional, comprometiéndose a realizar elecciones antes de un año. No tuvo apoyo político, ni de un grupo de oficiales con mando de tropa, por lo que fue desconocido y, ante la falta de gobernabilidad, los militares repusieron a Chávez. Tanto Carmona, como el grupo que lo apoyó, cometieron el error de no llegar a un acuerdo con Chávez, con los partidos políticos y con la CTV. También pecaron los partidos, por no entender que era preferible esa transición a que Chávez regresara a Miraflores.

En el 2003, cuando Chávez se sintió débil, aceptó un acuerdo favorable a la democracia, con testigos y garantes internacionales, que desconoció cuando se percibió fuerte. Lamentablemente, la comunidad internacional, los partidos políticos y la sociedad civil no se pusieron de acuerdo para reclamar el incumplimiento.

Ahora, estamos ante una crisis mucho más grave. La prueba más evidente es la salida de Venezuela de unos ocho millones de compatriotas. Consciente de su rechazo, el régimen no solo apela al tradicional fraude electoral continuado, sino que, ante la popularidad de María Corina, decidió vetar su participación en la elección presidencial e incluso la de Corina Yoris, propuesta por María Corina. Afortunadamente, ahora contamos con un liderazgo fuerte y legitimado y estos vetos han sido condenados por los principales gobiernos democráticos, que están presionando para que haya elecciones libres.

María Corina asumió la posición correcta de insistir, hasta el 18 de julio, que es la legítima candidata de la oposición o en su defecto Corina Yoris, por lo que hay que presionar en Venezuela y exigir a los gobiernos democráticos que insistan en que Maduro retire el veto al menos a una de ellas.

Con respecto a los candidatos aceptados por Maduro, hay que establecer diferencias. Hay un grupo identificado con el régimen, ellos son: Luis E. Martínez, Juan Carlos Alvarado, Luis Ratti, Antonio Ecarri, Daniel Ceballos, Javier Bertucci, José Brito y Claudio Fermín. A Benjamín Rausseo es difícil ubicarlo y es inexplicable la decisión de Enrique Márquez de postularse, pero ambos deberían retirarse ya que entorpecen el proceso y no tienen ninguna posibilidad de un respaldo significativo.

Edmundo González Urrutia es totalmente confiable. Manuel Rosales tiene aceptación en unos y rechazo en otros. No lo descalifiquemos. No es el candidato de Maduro, pero sí es el que prefiere como contrincante. Cualquiera de los dos solo tiene opción si lo avala María Corina. La diferencia es que María Corina requiere el apoyo de Rosales, por lo que requieren llegar a un acuerdo. Los integrantes de la Plataforma Unitaria y María Corina deberían actuar al unísono.

En varias ocasiones, una de ellas con el periodista Enrique Patriau, María Corina ha hecho llamados a Maduro a negociar para permitir una transición hacia la democracia. O sea que el veto a María Corina no es tanto por temor a persecuciones, sino porque no quiere perder.

Maduro debería entender que su situación es diferente a la de Chávez. Este tenía legitimidad de origen y respaldo internacional, ya que fue depuesto por solicitud de los militares, aunque estos intervinieron justificadamente por las violaciones a la Constitución. Maduro usurpa el poder e internacionalmente está señalado de violador de los derechos humanos. Ojalá se percate de la diferencia y acepte medirse con María Corina. Desde luego que perdería, pero a la larga es lo que le conviene a él y al PSUV.

Como (había)en botica

  • Acertadamente, Humberto García Larralde le dice a Delcy Rodríguez que su proyecto de ley para reprimir a la disidencia, posteriormente aprobada, debería llamarse “Ley a favor del fascismo, neofascismo y expresiones similares”.
  • Injustificable el asalto de militares a la embajada de México en Ecuador.
  • Quienes marchamos el 11 de abril 2002 no olvidamos que los efectivos de la Policía Metropolitana nos protegieron de los agresores oficialistas. Ninguno de los 18 asesinados lo fueron con balas disparadas por los policías. Todavía permanecen presos Héctor Rovaín, Erasmo Bolívar y Luis Molina. La jueza Marjorie Calderón y la fiscal Haifa El Aissami cometieron un crimen.
  • Lamentamos el fallecimiento de Alfonso Rainier Díaz, compañero de Gente del Petróleo y de Unapetrol.
  • ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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Asdrúbal Aguiar Abr 08, 2024 | Actualizado hace 1 semana
Maduro impone el apartheid político
El fascismo es patriotero, odia al disidente, es militarista, exige obedecer, elimina beneficios a quienes lo enfrentan, no respeta la dignidad humana, sus columnas son la corrupción y la mentira (…) Es la esencia de la ley antifascista

 

@asdrubalaguiar

La aprobación de una ley antifascista en Venezuela, que proscribe movimientos políticos y a los adversarios del déspota Nicolás Maduro sus derechos de ser elegidos, inhabilitándoles, solo se puede entender, a primera vista, como una ley anti-Corinas.

A Maduro –lo dice bien Carlos Malamud, cuya opinión sobre nuestra democracia “inmadura” endoso– le han dejado solo y desnudo. Apenas le resta seguir en el ejercicio arbitrario del poder que ha secuestrado para sostenerse. No está dispuesto a medirse en unas elecciones libres con los venezolanos.

Caben, aun así, algunas consideraciones sobre dicha ley, que empuja al país, aquí sí, hacia la deriva nicaragüense. Refiero, en primer término, lo que omiten los diputados miembros del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) que la han aprobado. Nominalmente, se califican de marxistas e invocan 41 veces el legado de Carlos Marx desde las páginas de su Libro rojo y al adoptar sus estatutos proclaman a su partido “socialista bolivariano”, en un menjurje difícil de desentrañar pues junta “los principios del socialismo científico, el cristianismo, y la teología de la liberación”. Y al hacer parte del Foro de Sao Paulo, cuyos integrantes afirman seguir la corriente socialista del siglo XXI, así se tamicen en el Grupo de Puebla como “progresistas”, al cabo son una caricatura totalitaria que ahora intenta condenar a su mellizo histórico, el fascismo.

Condenándolo y criminalizándolo, pero desfigurándolo en la ley como lo ha hecho consigo mismo en sus regulaciones internas, omiten los ‘pesuvistas’ que su fuente matriz es el marxismo leninista-estalinista, que asesinó a más de un millón de personas por motivos políticos y a otros 8 millones los dejó morir de hambre. Esta vez, lo que en realidad se proponen sin mirarse en el espejo es declarar delitos al “conservadurismo moral” y al “neoliberalismo”, no al fascismo. Es lo mismo que hiciesen los nazis con los judíos. ¿Buscan llevar a sus cárceles a los curas o a los rabinos, o a quienes practiquen el capitalismo privado, les pregunto?

He aquí, entonces, una primera clarificación que, con vistas a ese dañado caleidoscopio de ideas movilizadoras de ánimos contenida en una ley que falsifica nociones e ideas como las señaladas, nos hace Piero Calamandrei. Él describe al auténtico fascismo en su obra sobre El régimen de la mentira a partir de una pregunta que le calza al régimen madurista: “¿Era revolución o no lo era?  Era, sí y antes bien, un sistema donde la ‘mentira política’ que es común a no pocos regímenes es, en este, en el fascista, ‘el instrumento normal y fisiológico del gobierno’”, responde.

“¿Era la igualdad de todos ante la ley o, mejor, se introdujo una distinción entre los inscritos como fascistas que gozan de todos los derechos y los no inscritos, que soportan todos los deberes?”, repregunta el eximio maestro italiano de la posguerra: en el fascismo se desarrolla una “práctica política sistemáticamente contraria a las leyes”, donde aquello que está escrito en las mismas nada importa, sino lo que queda entre líneas y tiene un distinto significado, vuelve a contestar.

De modo que, el uso arbitrario de los conceptos sobre el marxismo o el fascismo, ambos socialistas y que realiza el mal llamado socialismo bolivariano al legislar en contra del fascismo o de sus “expresiones similares” –como para que nada quede fuera de su ojo y arbitrariedad despótica– en nada se compadece con la realidad histórica de Venezuela. Solo la ignorancia puede predicar la existencia entre los venezolanos de alguna “superioridad racial” entre sus gentes, menos la económica; pues a la par de ser la nuestra una sociedad integralmente mestizada, hecha de pobres que luchan por ascender, nuestros pocos ricos lo han sido de ocasión y no han durado más de una generación, y buena parte de ellos se hizo bajo la palmera de dictaduras y dictablandas. La siguiente siempre los ha despojado de lo mal habido y hasta de lo trabajado. Es la constante.

El único de prosapia, colonial, de cuna, heredero de fortunas, es, entre nosotros, el apellido Bolívar, descendiente del primer empresario autorizado para comprar 3000 esclavos en África y traerlos al país, Simón de Bolívar el viejo. El resto son los hijos de la panadera, como los Miranda, o quienes fueran simples dependientes de la Compañía Guipuzcoana antes de ser expulsada, trabajadores desclasados, pero al cabo hombres y mujeres de trabajo, nada más.

La única raza pura que se ha conformado a lo largo de las tres décadas precedentes son la élite de los «enchufados» y la corte del régimen despótico a la que aquella sirve con obsecuencia amoral y en línea diametralmente opuesta a la predominante decencia del pueblo venezolano, que es innovador y no le humilla trabajar a brazo partido. Lo saben nuestros emigrantes.

¿En qué quedamos, pues?

La condena y la criminalización que hoy se busca hacer, mediante una ley fascista que dice ser antifascista y en la que predominan sus entrelíneas, repito, es la de quienes, honrando los fundamentos de nuestra nacionalidad, adhieren a la cultura judeocristiana y son amantes de la libertad. Los venezolanos somos, en efecto, conservadores en lo moral y ahora se nos excluye por vía legislativa, mediante un apartheid, para enviarnos a las mazmorras.

El fascismo es patriotero, odia al disidente, es militarista, exige obedecer, elimina beneficios a quienes lo enfrentan, no respeta la dignidad humana, sus columnas son la corrupción y la mentira, controla fomentando el miedo, no rinde cuentas y ve a la religión y la cultura como enemigos a derrotar. Es la esencia de la ley antifascista, una vulgar aporía.

Creo, a pesar de ello, que lo rige en Venezuela es un despotismo iletrado, pues en los totalitarismos marxista y fascista existe el Estado. Entre nosotros desapareció la república y la nación como base se pulverizó, sustituyéndoselas por “el personalismo, la discrecionalidad, la hipocresía constitucional, la violencia, la corrupción, y el nepotismo”, diría Linz.

correoaustral@gmail.com

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Leyes “antifascistas”: ¿un arma en contra de MCM?
La aplicación de las leyes antifascistas en Venezuela será la herramienta para justificar la represión de cualquier índole de oposición

 

@cjaimesb

El fascismo, una ideología política autoritaria y nacionalista, surgió en Europa durante el siglo XX, especialmente en España con Francisco Franco, en Italia con Benito Mussolini y en Alemania con Adolf Hitler. Algunas de sus características son el culto a la personalidad del líder, la exaltación de la nación y la raza, la supresión de la oposición política, el control totalitario del Estado y la militarización de la sociedad, el rechazo a la democracia liberal y la promoción de la violencia como método para alcanzar los objetivos políticos. Suena harto cercano y conocido, ¿verdad?

El comunismo aboga por la igualdad social, la abolición de la propiedad privada y la organización de la sociedad en base a la propiedad colectiva de los medios de producción. Pero la realidad ha sido otra, desde que surgió como corriente política y social a mediados del siglo XIX. Y quienes más han padecido el comunismo son los más pobres. Aquí estamos los venezolanos como ejemplo de cómo un país rico, en manos de comunistas, se vuelve no pobre, sino paupérrimo.

El mundo del tercer milenio se ha caracterizado por una vuelta a regímenes totalitarios de ambas tendencias, que, en teoría, representan visiones del mundo radicalmente opuestas en términos de valores, estructura social y organización política. Pero terminan pareciéndose tanto, que asusta.

En los regímenes fascistas también se promulgaban leyes anticomunistas con el objetivo de reprimir y perseguir a los comunistas y, en general, a cualquier tipo de oposición política. Estas leyes incluían la prohibición de los partidos, la represión de sindicatos obreros y la censura de ideas y publicaciones consideradas comunistas. Ciertamente, no hay mucha diferencia entre ambos procederes.

Hablemos de Venezuela hoy. La Asamblea Nacional aprobó ya en primera discusión un conjunto de leyes “antifascistas” –y lo entrecomillo porque más bien parece una ley muy fascista– bajo el paraguas de la llamada Ley contra el Fascismo, el Neofascismo y expresiones similares. También es muy parecida a las leyes que se promulgaron en la extinta (¿o no tan extinta?) Unión Soviética, con el objetivo de combatir la propagación de la ideología fascista en su territorio. Los extremos siempre terminan tocándose…

Uno de los primeros actos legislativos antifascistas en la Unión Soviética fue la Ley de Lucha contra la Contrarrevolución y el Sabotaje, aprobada en 1927, cuyo principal objetivo era combatir cualquier intento de desestabilización. Se establecieron duras penas para aquellos que intentaran socavar el orden establecido.

En 1934 fueron un paso más adelante, al promulgar la Ley de Protección del Estado contra los Peligrosos Elementos Antisoviéticos, que establecía terribles sanciones para aquellos que difundieran ideas contrarias al comunismo. Encima, reforzaba la censura sobre cualquier tipo de contenido que fuera en su contra. Durante la Segunda Guerra Mundial proliferaron estas leyes antifascistas, todas destinadas a fortalecer la resistencia contra la invasión nazi. Se establecieron tribunales especiales para juzgar a colaboradores del enemigo y se implementaron medidas de represión contra cualquier intento de traición o sabotaje.

Preocupa que en Venezuela suceda lo mismo que en la URSS y en la España, Italia y Alemania fascistas, básicamente porque al régimen no le ha temblado el pulso para imputar, juzgar y condenar a quienes considera sus enemigos y estas leyes van a facilitar y a agilizar esos procesos y se usarán para reprimir -aun más- la libertad de expresión y la disidencia política.

La censura y la prohibición de difundir ideas contrarias al régimen serán usadas para silenciar a opositores políticos. Van a impedir el debate abierto y las críticas al gobierno. Esto generará todavía más un ambiente de miedo y autocensura entre la población. Tampoco habrá garantías procesales: aumentarán las medidas represivas en la aplicación de estas leyes. Si ya sin haberlas aprobado, ahí tenemos el ejemplo de todas las irregularidades que se han cometido en el caso de Rocío San Miguel.

La aplicación de las leyes antifascistas en Venezuela será la herramienta para justificar la represión de cualquier índole de oposición, y no necesariamente relacionada con el fascismo. Como en la URSS, la amplia interpretación -muy fascista, por cierto- de lo que constituía una actividad «antisoviética» (antirrevolucionaria, dirán aquí) permitirá al gobierno perseguir a cualquier individuo o grupo que represente una amenaza. Prevenida, María Corina. Estás en el foco.

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Juan E. Fernández Abr 07, 2024 | Actualizado hace 2 semanas
Descansar en paz
En la nueva película de Sebastián Borensztein, Descansar en paz, que ya puede verse en Netflix, Joaquín Furriel demuestra la calidad de histrión que es

 

@SoyJuanette

¿A quién no le gustaría salirse de un problema solo en un abrir y cerrar de ojos para comenzar una nueva vida? Creo que, al menos una vez en la vida, todos sentimos alguna vez ese deseo. Pero cuidado: tarde o temprano hay que pagar la cuenta. Eso es lo que le pasa a Sergio Dayán (Joaquín Furriel), el protagonista de Descansar en paz, la nueva película de Sebastián Borensztein.

Descansar en paz narra la historia de Sergio, el dueño de una fábrica que está pasando por una situación económica crítica, tras la apertura de las importaciones durante el gobierno de Carlos Saúl Menem. Para tratar de sobrevivir, Dayán toma varios préstamos y es durante un evento familiar que su principal acreedor, el financista Hugo Brenner (el Puma Goity) le envía un emisario para amenazarlo, lo que obliga a Sergio a contarle de la deuda a su esposa Estela (Leticia Siciliani).

A partir de ahí, Sergio Dayán corre una carrera contra el tiempo para reunir el dinero y así pagarle a Brenner, a los empleados de su fábrica, a su cuñado y hasta a su suegro. Justamente cuando va camino a pagarle una parte de la deuda al financista, ocurre un hecho “fortuito” (al menos para el personaje de Furriel) que le permite hacer borrón y cuenta nueva. Es así como Sergio deja atrás la deuda y los problemas, pero también a su esposa Estela y a sus hijos.

Tras 15 años, el destino regresa para cobrarle a Sergio su deuda. Y le muestra cómo ha transcurrido la vida de Estela y sus hijos, pero sin él. Por lo que el hombre se ve impulsado a volver a Buenos Aires. Pero la vida le tiene preparada una sorpresa amarga que desencajará no solo al protagonista, sino también a quienes vean la película.

En la nueva película de Sebastián Borensztein, que ya puede verse en Netflix, Joaquín Furriel demuestra la calidad de histrión que es, haciéndonos, por momentos, recordar esa mirada al vacío característica de su personaje Hermógenes en El patrón, radiografía de un crimen. El trabajo de Furriel en Descansar en paz fue galardonado con el premio a mejor actor en el Festival de Cine de Málaga.

Mientras que Griselda Siciliani le imprime a su personaje el dramatismo necesario (la escena cuando le entregan el maletín es espectacular), el Puma Goity vuelve a su acostumbrado papel de villano, y su personaje de Brenner por momentos nos recuerda al Dr. Matías Zambrano, el antagonista de Guillermo Francella en El encargado.

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“Fascistas neoliberales”: mamarrachada conceptual

 

Tachar a la oposición de fascista y neoliberal al mismo tiempo es absurdo. La idea de un “fascista neoliberal” es  un adefesio semántico, una mamarrachada conceptual

 

@AAAD25

La neolengua chavista que hoy copa casi todos los espacios de poder en Venezuela se ha discutido mucho, con conclusiones por lo general desfavorables para ella. Desde todos o casi todos los puntos de vista es un ejercicio retórico despreciable. Ha degradado el discurso político nacional hasta convertirlo en gritería propia de un pleito entre borrachos, con insultos y groserías a la orden del día, ignorados olímpicamente por Conatel, a pesar de que son exclamados en horario no apto para menores en cadena nacional. Quienes lo vivieron (yo ni había nacido, pero me han contado), ¿recuerdan la reacción de escándalo cuando a Lusinchi se le ocurrió espetar frente a las cámaras un “Tú a mí no me jo…”? Eso no es nada frente a lo que ahora se escucha desde las tarimas en Miraflores y, para ser justos, las bocas de uno que otro dirigente opositor. En vez de avergonzarse, todos creen que se la están comiendo.

Está además la militarización del verbo. Toda forma de expresión de la vida civil tiene que ser metamorfoseada para que parezca salida de unas barracas. Así, por ejemplo, las bases del partido son “unidades de batalla”. Los cónclaves de figuras destacadas son “Estados Mayores”. Hay un “Estado Mayor de la Cultura”, que reúne a artistas e intelectuales oficialistas, y un “Estado Mayor de la Comunicación”, con periodistas.

¿Hay algo más incoherente que las artes, la filosofía y la prensa, reinos por naturaleza de la diversidad, actuando bajo lineamientos militares?

La cosa no pasaría de farsa de mal gusto si no se tratara de un síntoma de la pretendida imposición desde el poder político de una uniformidad vertical del pensamiento y la acción, con inquebrantables estructuras de orden y obediencia, en la que el disenso es un enemigo que debe ser exterminado.

Tal vez el peor aspecto de la neolengua revolucionaria sea su obsesión por cambiarle el significado a los términos, para armar un vocabulario con el que explotar la insuficiente educación que en gobiernos anteriores fue una falla, y que en este más parece un objetivo. La cuestión ya fue tratada en este espacio, con foco específico en la transformación roja endógena de la palabra “oligarca”. Esta vez se hará un examen similar con otros dos descalificativos predilectos del chavismo: “fascista” y “neoliberal”.

A ver. Con estos adjetivos el PSUV y sus aliados se refieren sistemáticamente a la oposición, y sobre todo a sus dirigentes. Es decir, para el chavismo quienes lo adversan son al mismo tiempo fascistas y neoliberales. Pero, la idea de un “fascista neoliberal” es un adefesio semántico, una mamarrachada conceptual. Porque resulta que el fascismo y el liberalismo son inherentemente antagónicos. Se rechazan sin posibilidad de conciliación. No pueden convivir. La presencia de uno implica la ausencia del otro. Advierto de una vez que me deshago del prefijo “neo” por considerar que su añadidura a la palabra original constituye una etiqueta vacía, usada peyorativamente por la izquierda radical trasnochada. En realidad hay personas liberales y ya. Aunque se inspiren en autores más modernos que los clásicos de esta corriente (Smith, Ricardo, etc.), dudo que se hagan llamar “neoliberales”.

No es por menospreciar a nadie, pero tengo la impresión de que si se le preguntara a quienes repiten los señalamientos de fascismo y neoliberalismo en qué consisten esas acusaciones, no sabrían responder más allá de que son “algo malo”. Y es que el discurso de los líderes chavistas no arroja mayores luces sobre lo que significan los descalificativos que usa. Se limita a relacionarlos vagamente con comportamientos universalmente repudiados: egoísmo, prejuicio, violencia, etc. Es así como dos opuestos pueden convertirse en sinónimos.

Solo hace falta una indagación superficial, pero independiente, de los conceptos de liberalismo y fascismo para revelar su falsa fusión. En tal sentido, revisar sus orígenes basta. Comencemos por el más antiguo de los dos, el liberalismo. Su génesis está ligada al ascenso, en Inglaterra, de la burguesía comercial en el siglo XVII, a la que en el XVIII se le añadió la naciente burguesía industrial. A diferencia del continente europeo (con la excepción notable de Holanda), en la nación insular fueron los burgueses, y no la monarquía absoluta, quienes desplazaron a la nobleza terrateniente feudal como estamento dominante.

En torno a la nueva aristocracia, cuyos valores eran diferentes a los de la anterior, surgió una filosofía que pregonaba principalmente el laissez faire (“dejar hacer”). Esto es la mínima intervención del Estado en la economía nacional, dejando a los emprendimientos individuales relacionarse libremente en el mercado bajo leyes de oferta y demanda. Las autoridades públicas controlan lo menos posible la producción y distribución de bienes y servicios. Para los liberales, esto no necesariamente deriva en las injusticias sociales denunciadas por el marxismo. Sostienen que bajo este régimen el esfuerzo permite hasta a la persona de orígenes más humildes salir de la pobreza, y que la libre competencia estimula el ahínco por el trabajo de calidad. Todo eso se traduce, según ellos, en una colectividad más próspera por el agregado de individuos que luchan por su beneficio individual.

Aunque el liberalismo originalmente se concentró en aspectos económicos, con el tiempo algunas de sus tendencias se extendieron a lo social. Ejemplos: la libertad de cultos dentro de un Estado laico y, más recientemente, la libertad de identidad sexual y de consumo de sustancias tradicionalmente prohibidas.

Toca su turno ahora al fascismo. A lo largo del siglo XIX, gracias a la industrialización, la burguesía fue ganando terreno político en el continente europeo, como antes lo hizo en Inglaterra. El resultado de la Primera Guerra Mundial fue la estocada final para las monarquías absolutas y las viejas aristocracias agrícolas de “sangre azul”. Es entonces cuando surgen los movimientos fascistas entre los sectores más conservadores de la población, como una reacción, no solo al comunismo que amenazaba desde Rusia, sino a la consolidación del liberalismo.

Los dolientes del antiguo régimen no concebían una sociedad flexible de clases sociales, en la que se podía ascender y descender gracias al dinero. Añoraban el viejo sistema de división férrea por estamentos. Criticaban la situación del proletariado en el marco del capitalismo liberal, pero no porque la burguesía lo explotara, como sostienen los marxistas, sino porque lo explotara para su ganancia individual, sin considerar las “necesidades de la nación”.

El fascismo concibió un sistema económico en el que conviven la propiedad pública y la privada, pero con esta última totalmente sometida a los intereses del Estado, lo que se traducía en los intereses del partido de gobierno (ya que los fascistas identifican exclusivamente su ideología con el bienestar de la patria, igual que ciertas personas). Ello implicaba regulaciones para todo. Es el corporativismo de Mussolini, emulado en Portugal y Brasil con el nombre de “Estado Novo”.

Para tener de su lado a los campesinos y trabajadores, el fascismo les vendió la promesa de un futuro de gloria y redención nacional, el destino de una raza superior de la que son parte. Lograrlo implicaba una épica en la que todos, desde el ejecutivo más alto hasta el trabajador más humilde, conocen su papel y están felices de representarlo. Las clases sociales, en vez de luchar entre ellas, armonizan y luchan contra el sistema financiero internacional y los enemigos internos (etnias inferiores, inmigrantes, degenerados homosexuales, etc.)

¿Es todo esto cónsono con los principios liberales? Obviamente no. Ambas formas de pensamiento se han considerado desde el principio una amenaza el uno para el otro. El fascismo incluso depuso su conflicto con los comunistas para que entre los dos exterminaran el liberalismo europeo. Así estalló la Segunda Guerra Mundial. Alemania y la Unión Soviética se lanzan a conquistar el Viejo Continente. Pero la traición anticipada de Hitler a Stalin volteó la tortilla y llevó a una alianza entre los soviéticos y las democracias liberales (Estados Unidos, Reino Unido y Francia), que sepultó a los regímenes Mussolini y Hitler.

Así pues, tachar a la oposición venezolana de fascista y neoliberal al mismo tiempo es absurdo. Dicho lo anterior vale la pena preguntarse si se la puede catalogar en al menos una de estas categorías. ¿Está la MUD dominada por el liberalismo? Para nada. No hay que ser politólogo para darse cuenta de que la mayoría de los partidos que la componen pregonan alguna forma de socialdemocracia. Tiene sentido. Desde la revolución de octubre de 1945 esa ha sido la filosofía política predilecta de los venezolanos. Solo el chavismo ha podido disputarle esta posición, no con mucho éxito desde al menos el año pasado. En todo caso pueden verse aproximaciones al liberalismo en Vente Venezuela, el partido de María Corina Machado. Porque este país nunca ha tenido una tradición liberal como fenómeno de masas. ¿No lo cree? Pregunte por ahí a la gente si estaría de acuerdo con la privatización de Pdvsa y la UCV. Apuesto a que pocos responderían afirmativamente.

¿Y el fascismo? Por favor. Si tiene dudas, relea los párrafos anteriores. Hablar de fascismo en la MUD es una necedad todavía mayor.

Disertar sobre las cuestiones de la neolengua puede parecer una nimiedad mientras el país atraviesa esta tragedia. Pero no lo es. Estamos ante un Gobierno que se toma en serio la tesis goebbeliana de la mentira convertida en verdad por haber sido repetida mil veces. Combatir esa retórica es una forma de lucha válida, y discúlpenme si yo también sueno como un civil de verbo militar al decir esto.

Nota del editor: este artículo, publicado previamente en julio de 2016, se actualiza hoy a propósito de la Ley Antifascismo, aprobada en primera discusión en la Asamblea Nacional oficialista.

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