Una sociedad que se precie de civilizada, es aquella que nunca cesa de cuestionarse a sí misma: ¿Cómo mejorar la vida de los ciudadanos? Un individuo igualmente debería preguntarse: ¿Cómo vivir la vida con la mayor dignidad posible?

Unos la viven con pasión, con principios, mejorando y aprendiendo cada día, y donde cada latido está lleno de vida, de descubrimientos, viviendo así una vida plena, que les devuelve con creces lo que han dado. Otros la viven con tedio, con sufrimiento, con pobreza espiritual, con miedo, con odio, con envidia. Y yo me pregunto: ¿Cuántos siglos va a necesitar la humanidad para ser más sabia en la vida? Y concluyo que casi siempre la estupidez humana predominará sobre la sabiduría, porque ésta es más sencilla y más fácil de creer.

Una persona que no reflexiona sobre la vida, es algo así como un extranjero en una tierra extraña sin mapa ni GPS; no importa a dónde vaya, porque simplemente no sabe a dónde va. El terrorista asesino de la masacre de Orlando (Florida), que estuvo dispuesto a inmolarse matando a decenas de personas ajenas a su vida y a sus creencias; generó un gran dolor, un pánico público, y una sensación de que hay un vacío moral en la sociedad actual; seguramente no sabía a dónde iba, pero truncó la vida de otros muchos que sí lo sabían.

Cuando ocurren estos hechos, da la impresión y la creencia de que hasta hace poco había estándares morales y principios más altos, y que nuestra sociedad era un lugar más seguro para vivir. Por otro lado, los medios de comunicación no dudan en exacerbar la ansiedad sensacionalista para aumentar la audiencia o las ventas, socavando todavía más la confianza social y multiplicando los miedos de la población en general. ¿Están las perspectivas morales cambiando con los tiempos?

En sociedades donde tienen poco que ofrecer, donde prevalece una gran ignorancia, y donde los fundamentalistas religiosos amparándose en una supuesta fe y en la interpretación de sus principios, encarcelan a mujeres, mutilan genitales, amputan manos, asesinan, ponen bombas y aterrorizan; la moral religiosa se vuelve muy peligrosa.  Exactamente lo mismo, que le ocurrió a la religión católica en su época de la Edad Media  cometiendo durante la Inquisición muchas atrocidades. Ahora les está ocurriendo a otras que son unos  622 años más jóvenes. ¡Es una cuestión religiosa, sembrada bajo el abono de la ignorancia, que nace de la escasez de conocimientos!

Sin embargo; lo preocupante y el grave problema, es que las sociedades avanzadas en conocimientos, en desarrollo económico y en bienestar social, apenas se sienten protegidas por el colectivo dispuesto a matarse a golpes por los resultados de un partido de fútbol sin ningún tipo de compasión, o a viajar a países buscando niños para  satisfacer sus bajos instintos sexuales, a sabiendas que la ley en esos sitios es complaciente, y justificándose con que ese dinero les permite vivir a sus familias.

Es en estos momentos, cuando debemos cuestionarnos seriamente que no es sólo un problema de religión o de ignorancia, sino que es un problema también de principios, de valores y de moral. Y cuando esas variables están en peligro de extinción, florece la violencia, siendo el detonante de las guerras.

Mi madre solía decirme: “Lo malo de la guerra, es que se sabe cuándo comienza, pero nunca cuándo termina”. Lo grave de las sociedades en decadencia es que a veces necesitan la guerra, para poder tener paz.