Tomás Fernández Villegas: De los fogones a los colibríes por Blanca García B. - Runrun
Tomás Fernández Villegas: De los fogones a los colibríes por Blanca García B.

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Cocinero de profesión durante 26 años recientes de sus 45 años de vida que lo llevaron a merecer el “Tenedor de Oro” 2009, de la Academia Venezolana de Gastronomía. La entrega a esa actividad le atrapó el corazón hasta movérselo unos centímetros y por ende, tomar otro rumbo en la vida con la misma pasión que lo llevó a alejarse de los manteles bien servidos.

“La cámara es el arma perfecta para detener el tiempo y permite hacer una cacería que no es como tal, cazar por cazar, por matar, sino todo lo contrario al dar vida a imágenes que muy pocas veces logramos ver”, asegura Tomás Fernández Villegas, creador de la exposición “Colibríes, Tucusitos y Picaflores” abierta al público en el Espacio para el Arte “Graciela Mathison”, de la torre de hospitalización del Centro Médico Docente La Trinidad hasta mediados de Agosto. Este movimiento artístico, coordinado por el Centro de Extensión Cultural y Eventos, es una contribución al desarrollo de los programas sociales y de medicina comunitaria de la institución.

El hogar de Fernández en Oripoto es el lugar de encuentro de 17 especies de colibríes de las 34 que vuelan por Caracas. Les ha proporcionado el hábitat idóneo con 22 bebederos, frutas, árboles y vegetación variada que atrae a estos polinizadores por excelencia. Es un ave que habita sólo en América, desde Canadá hasta la Patagonia y nos deslumbra por su velocidad de vibración increíble ante una flor hasta desaparecer sin que nos percatemos. Sus colores iridiscentes producen luz por rebote en las plumas que tienen forma de escamas. “Esa figura que apenas pesa entre 2 y 5 gramos es mi obsesión. Es grato capturar con el lente a esos 200 a 300 colibríes que me visitan a diario”, asegura Fernández.

20 fotografías en formatos que van desde 30 x 40 hasta 1.35 x 1 metros están impresas en telas que dan la sensación de ser pinturas de trazos impecables, jugando a convertirlas en arte. En esos mismos lienzos los vemos detenidos al lado de sus flores favoritas como lágrimas de Cristo, camarones, del eucalipto, nísperos y bucares. Ellos se alimentan de las que tienen almíbar que puedan comer y de insectos. Son animales sumamente territoriales, con una capacidad de velocidad indescriptible e historias inolvidables de las etnias indígenas. Para los aztecas, los colibríes son mensajeros de los dioses, sueños y pensamientos. Los mayas les conceptúan como estafetas de la lluvia o de la luna y tierra juntas.

cOLIBRIES

Fernández siente que al colibrí lo han traficado, ha sido exterminado en algunos países como ocurre con las guacamayas y loros del Amazonas, por lo tanto hay que difundir el conocimiento sobre la especie alada para protegerla. “Su presencia es casi una vibración del ojo porque algo que se mueve 100 veces por segundo es mágico, siendo la única ave capaz de volar hacia atrás en 3 o 4 movimientos como los helicópteros. Ese cerebro admirable puede controlar tal funcionamiento físico”, describe Fernández. Para verlos, observarlos y plasmarlos a través del lente fotográfico ha recorrido Perú y Costa Rica donde los ha encontrado diferentes a los colibríes venezolanos. Hasta en las líneas de Nazca hay el diseño de un colibrí. Quizás no es el rey de la selva, pero bien podría ser el mensajero de ilusiones. Porque nunca les cortará las alas y vuelan porque pueden volar, Fernández continuará congelando su imagen en fotografías para el resto de la vida.

Por  Blanca García Bocaranda

@garbo83