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Universidad Simón Bolívar

Las reivindicaciones salariales que exigirán profesores y empleados de la USB en protesta
En el texto, los profesores y trabajadores de la USB indican que han perdido beneficios que se contemplan en la contratación colectiva

Profesores y trabajadores de la Universidad Simón Bolívar (USB) convocaron un protesta para este martes, 8 de febrero, en la que exigirán reivindicaciones salariales ante la crisis económica del país.

A través de una nota de prensa, profesores y empleados administrativos, activos y jubilados de la USB señalan que actualmente enfrentan una «crítica situación socioeconómica y emocional inclusive, por la escalada inflacionaria que registra el país».

«Todos pudieron conocer lo ocurrido en días pasados, en el que dos profesores de gran trayectoria académica en Mérida, debido a un ingreso mermado, desmejoraron paulatinamente su calidad de vida, después de que ambos hubieran dado 25 años de su vida profesional al desarrollo del país», lamentaron.

Señalan que lo anterior son ejemplos, pero la realidad es que mensualmente, en promedio, «fallecen 3 personas de nuestro gremio por diversas razones, con el denominador común de un deplorable salario que hemos venido recibiendo por años».

 

Por otra parte, señalan, el Ejecutivo no ofrece medidas para frenar esto. 

«La mayoría de nosotros nos hemos visto enfrentados a una realidad de hambre, porque nuestros sueldos no alcanzan ni para comprar tres productos de la canasta alimentaria, lo que se agrava si se le suma el costo de las medicinas o tratamientos médicos», añaden

Además, resaltan que el seguro médico que utilizan no lo aceptan en ninguna clínica por los bajos montos de cobertura, agregando que los salario que si llegan a 10 dólares mensuales y la canasta familiar alcanza los 800 dólares

Beneficios perdidos

En el texto, indican que han perdido beneficios que se contemplan en la contratación colectiva: no se cumple el ajuste salarial cada tres meses y no reciben prestaciones sociales del personal jubilado desde el 2013, lo que viola el artículo 92 de la Constitución, y, sobre este punto, señalan que han pedido que se calculen al valor vigente de la Unidad Tributaria.

«Exigimos la reactivación de la caja de ahorro, planes de alimentación y otros tantos beneficios que respondan a las necesidades actuales. Demandamos igualmente, que a los empleados universitarios se les cancele el fideicomiso y el 8,5% de los activos retenidos desde hace más de 2 años», añaden en su denuncia.

 

Por todo lo anterior, hacen un llamado al gobierno, autoridades universitarias y sindicatos para aplicar «las medidas correctivas necesarias que dignifiquen al sector universitario en general».

Nota de prensa

*También puede leer: 57 violaciones a la libertad de expresión registró Espacio Público en enero de 2022

El objetivo es tomar las universidades una a una: Advierten sobre trasfondo de arremetida contra la USB

 

Nueva Universalia y Venamérica consideran que la universidad venezolana «enfrenta la embestida más despiadada del régimen para borrar cualquier mínimo vestigio de autonomía»

A través de un comunicado dirigido a al opinión pública, Nueva Universalia y Venamérica criticaron la arremetida del gobierno contra la Universidad Simón Bolívar (USB), que fue objeto de imposición de autoridades rectorales. 

El pasado 16 de septiembre, el Consejo Nacional de Universidades convocó una reunión para discutir los procedimientos que llevarían a la designación de un rector encargado tras la muerte de Enrique Planchart. Sorpresivamente, la sesión terminó también con la designación de dos vicerrectores.

Nueva Universalia y Venamérica denuncian que la universidad venezolana «enfrenta la embestida más despiadada del régimen para borrar cualquier mínimo vestigio de autonomía y sentido académico de su concepción como centro de libertad de pensamiento en la búsqueda del conocimiento científico, social y humanístico».

Especifican que este embate se efectúa acorde con un «proceso de destrucción por diseño que se ejecuta hoy en varios frentes»

Consideran que lo ocurrido con la USB tras el fallecimiento del rector Enrique Planchart, devela el objetivo del régimen de «tomar las universidades una a una, violando la normativa vigente, valiéndose de situaciones imprevistas».

Explican que la USB ha sido objeto de este tipo de acciones arbitrarias desde 2017.

«En el 2017 se nombró un Vicerrector Académico encargado cuando lo que correspondía era convocar las elecciones de autoridades para reponer el cargo. Hoy, frente a la falta absoluta del Rector Planchart, se propone nombrar un nuevo rector sin convocar elecciones, con lo que se viola de nuevo la autonomía de la USB y se concreta una toma de facto de esa universidad, para adecuarla a los intereses del régimen, sin tomar en cuenta los intereses de esta casa de estudios fuertemente golpeados por la destrucción por diseño llevado a cabo por el gobierno de facto».

Reiteran que la posición de la comunidad universitaria es que la selección del nuevo rector ante la ausencia absoluta del mismo, y su nombramiento, se realice acorde con la normativa legal vigente, «que no es otra que convocar elecciones de acuerdo a la Ley.

Alternativamente debe ser nombrado por el CNU bajo el criterio de que debe ser un profesor de la USB, que cumpla con los requisitos legales, académicos y morales para el ejercicio del cargo».

Destrucción por diseño

Alertan que el «asalto» a la USB ha entrado en una «fase final» que no puede pasar desapercibida en medio de la inmensa crisis nacional.

«El régimen se propone adelantar un paso adicional en la destrucción por diseño, que gira alrededor de la perversa idea de que en Venezuela es necesario contar solamente con las denominadas carreras ‘prioritarias’, ajustadas al así llamado Plan de la Patria y a la concepción del Estado Comunal que pretende pauperizar al pueblo y establecer un sistema de control que eternice al régimen en el poder. Detrás del pomposo esquema de carreras prioritarias se esconde la intención de formar a nuestros jóvenes únicamente en aquellas áreas destinadas a apoyar el nuevo diseño de la economía dependiente y depredadora que el régimen pretende instaurar con la ayuda de capitales internacionales que acepten operar bajo las condiciones de corrupción y entrega que se establezcan. En la práctica, se intenta transformar a la universidad en un centro de formación de “siervos laborales” para que apoyen el diseño económico que el régimen decida. Una idea inaceptable que debe ser denunciada ante los estudiantes y sus familias para promover un estado de desobediencia ciudadana, pacífica y democrática ante la pretensión autoritaria y populista de condenar a nuestra juventud a servir como peones “mejor pagados” de la oligarquía en el poder», explican con preocupación.

Ante tal pretensión, ratifican que seguirán actuando en dos direcciones complementarias: «Pensar en la universidad del futuro y defender lo que queda de universidad en Venezuela».

USBistas... ¡a defender su universidad!
¿Van a poner su alma mater en bandeja de plata al régimen?… Creo entonces que huyo por la derecha y me retiro lentamente, con mucho dolor…

 

@cjaimesb

Esto es historia patria, aunque no se conozca. Y llegó el momento de contarla: corría el año 2001. Al rector Freddy Malpica, de la Universidad Simón Bolívar, se le vencía el periodo. Chávez le había puesto el ojo a la USB, sin lugar a dudas, una de las mejores del país. Y como él creía que el país le pertenecía, se dispuso a adueñarse de la universidad.

Con la excusa de que “los pobres no entraban a la Simón Bolívar”, y que iban a cambiar esa injusticia, en el año 2000 nombró miembro del Consejo Superior de la USB a un señor de quien se decía –no me consta– que había sido expulsado de la misma porque siendo estudiante le faltó el respeto al rector Mayz Vallenilla con unos gráficos que había publicado en una o varias carteleras. Que luego de eso obtuvo una beca Gran Mariscal de Ayacucho y se graduó en los Estados Unidos, pero a su regreso se volvió chavista militante y estaba dispuesto a “tomar” la universidad para ser su presidente.

La verdad es que jamás he entendido esa teoría de igualar para abajo: si quieren que los pobres entren a la Simón Bolívar –hecho que por demás me parece justo y deseable– no es bajando el nivel de exigencia de la universidad, sino subiendo la calidad de educación de los liceos o haciendo, como hizo Enrique Planchart, programas de nivelación académica. Pero ese no es el tema de este artículo.

Soledad Morillo Belloso y yo pertenecíamos a la Red de Veedores que Ruth Capriles había fundado en la UCAB. Comenzamos con el tema electoral, pero cuando el tema del Decreto 1011, del “Estado docente” y los cambios radicales que pretendían hacerse en educación comenzaron a ser más que una amenaza, nos pasamos a la veeduría educativa. Llamarlo “veeduría” es un decir. Pateamos “calle pareja” con el Decreto 1011. Y estábamos activas, pendientes de los cambios antidemocráticos que pretendían imponernos.

La entrada del susodicho representante de Chávez al Consejo Superior de la USB encendió nuestras alarmas. Para la Simón Bolívar nos embalamos a empaparnos de lo que estaba sucediendo. Nos encontramos con que la abstención en las elecciones de autoridades y representantes estudiantiles era pasmosamente alta. Los científicos parecían estar interesados en asuntos menos prosaicos. Ir a votar definitivamente no estaba entre sus prioridades. Pero había que moverlos si no querían perder la universidad.

Fue así como dos jóvenes soñadoras, pero con los pies muy bien puestos sobre la tierra, ninguna de las dos USBistas, por cierto (Soledad es comunicadora social de la UCAB y yo, ingeniero de sistemas de la Unimet) asumimos la tarea de convencer a estudiantes y profesores de la necesidad imperiosa de participar en las elecciones. Fuimos a todas las asambleas… Podemos decir con orgullo que a las primeras convocadas asistió muy poca gente, pero las últimas estaban a reventar. Visitamos salón por salón. Nos instalamos en el cafetín a hablar con quien nos quisiera escuchar. También en la puerta de la biblioteca. Repartimos volantes en la entrada de la universidad. Y las elecciones las ganó Pedro María Aso para el periodo 2001-2005. ¡Salvamos la universidad!

El pasado jueves el CNU, Consejo Nacional de Universidades, convocó a una reunión virtual –un consejo extraordinario– para presentar nombres y hablar sobre la designación del nuevo rector, dado que el rector Enrique Planchart falleció el pasado 27 de julio.

Como era virtual y para nadie es un secreto lo fatal que están las conexiones a Internet en Venezuela, faltaron los rectores de la Universidad de Carabobo, la del Táchira y la UPEL. Los rectores de la UCV (Amalio Belmonte en representación de Cecilia García Arocha), ULA (Mario Bonucci), LUZ (Judith Aular de Durán), UNEXPO (Rita Añez) salvaron sus votos y consignaron por escrito el razonamiento de sus votos salvados. Unánimemente coinciden en que el procedimiento fue irregular de toda irregularidad, empezando porque ni siquiera estaba supuesto elegir al nuevo rector en esa reunión y no solo eligieron al rector, sino también a los dos vicerrectores.

Mi llamado es a la comunidad USBista en general: tienen que hacer escuchar su voz y plantarse ante esta nueva ignominia con la que el régimen pretende rematar con una estocada mortal a la Universidad Simón Bolívar. Si dos jóvenes pudimos parar la locura en 2001, me imagino que una comunidad de tantos alumnos, profesores y egresados podrá exigir que se convoquen elecciones según lo estipulado en la Ley de Universidades y no según el capricho de unos consultores jurídicos que interpretan las leyes a la conveniencia de sus jefes. Ustedes tienen el apoyo de la academia a lo largo y ancho del mundo, ¡busquen esa columna! Y, además, cuentan con el respeto del país. ¿Qué están esperando?

Hasta el momento que escribo este artículo, viernes 17 de septiembre en horas de la tarde, las mejores respuestas que he recibido de los USBistas que conozco han sido tibias: “vamos a ver qué hacemos”; “nos estamos organizando”. Las demás, lejanas e indiferentes: “somos científicos, nuestras armas son las computadoras y el pizarrón”; “soy ratón de laboratorio, no político”, y la peor: «es que han sido muchos años de coñazos y estamos desesperanzados».

¿Van a poner su alma mater en bandeja de plata al régimen?… Creo entonces que huyo por la derecha y me retiro lentamente, con mucho dolor…

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Encuesta determinó que 25% de los ciudadanos no quieren vacunarse contra la COVID-19
Si la proporción de 25% de personas que no quiere vacunarse persiste, Venezuela no podrá alcanzar el objetivo de vacunar a 70% de su población contra el COVID-19

La Unidad de Políticas Públicas de la Universidad Simón Bolívar (USB) junto al Instituto Delphos publicaron una encuesta que asegura que 25% de la población venezolana que no está vacunada, no quiere hacerlo. 

El trabajo pretendía conocer un poco más del proceso de vacunación contra el COVID-19 en Venezuela. Para la realización del estudio, el Instituto Delphos aplicó encuestas entre el 18 y el 28 de agosto de 2021 a 1.200 ciudadanos de 18 años en adelante. Las entrevistas se realizaron en los hogares de los encuestados.

Según el informe, Venezuela ocupa el puesto 17, de 20 países en América Latina en términos de vacunación. Hasta la fecha, los países con la cifra de vacunación más alta son Uruguay (71,6%) y Chile (70,1%). 

A pesar de que no existe una cifra oficial de las dosis de la vacuna contra el COVID-19 administradas en Venezuela, se pudo conocer que solo 8,1% de la población venezolana ha recibido ambas dosis de la vacuna.

A continuación, se enumeran otros detalles del estudio. 

Inmunidad de rebaño en riesgo

Según el informe publicado, 46,2% de los encuestados no está vacunado y quiere estarlo. Mientras que 25% de ellos no ha recibido y no quiere colocarse la vacuna.

El estudio reiteró que si esa proporción de personas que no quiere vacunarse persiste, Venezuela no podrá alcanzar el objetivo de vacunar a 70% de su población contra el COVID-19. 

Hasta el momento, 8,1% de la población venezolana ha recibido ambas dosis de la vacuna. 12,6% recibió la primera dosis y está a la espera de la segunda. 

Sin embargo, 79,3% de la población total del país no recibido ninguna dosis. 

Vacunación sin criterios uniformes

De acuerdo a la encuesta aplicada, 11,3% de la población del Distrito Metropolitano de Caracas ha sido vacunada, siendo el área geográfica con la cifra más alta de vacunación en Venezuela.

Mientras que en las ciudades principales del país 7,5% de los habitantes han sido vacunados. Sin contar a las localidades señaladas anteriormente, solo 7% de la población total venezolana ha sido vacunada. 

«El hecho de que la cifra de vacunación sea más altA en Caracas que en las ciudades principales y el resto del país puede indicar que el suministro y aplicación de la vacuna no ha seguido criterios uniformes«, aseguró la investigación.

Los que han podido vacunarse

Las personas de 50 años o más son el grupo de edad con la cifra más alta de vacunación, un 16% manifestó haberse vacunado

Sin embargo, esta cifra no llega a ser 20% de la población.

El informe aseguró que eso indica la «magnitud de desprotección de las personas que están en mayor riesgo».

El segundo grupo de edad más vacunado corresponde a las personas que tienen entre 35 y 49 años. 12,8% de ellos recibieron su vacuna contra el coronavirus.

Las personas que tienen entre 25 y 34 años son el tercer grupo de edad con mayor cifras de vacunación. 8,4% de ellos han sido vacunados.

Por último, el grupo de edad que tiene la cifra más baja de vacunación en Venezuela, es el de 18-24 años, solo 6,4% de ellos se ha vacunado. 

Puedes leer el informe completo aquí.

Falleció Enrique Planchart, rector de la Universidad Simón Bolívar
A partir de 1973 formó parte del Departamento de Matemáticas Puras y Aplicadas de la Universidad Simón Bolívar

 

La Asociación de Profesores de la Universidad Simón Bolívar (USB) informó la muerte del rector de esa casa de estudios, Enrique Planchart.

Planchart fue profesor titular del Departamento de Matemáticas Puras y Aplicadas, con casi 50 años de servicio en la USB y desde 2009 se desempeñó como rector de la institución.

La página web de la USB reseña que Planchart era licenciado en Ciencias de la Universidad Central de Venezuela, con doctorado por la Universidad de California, Berkeley. A partir de 1973 formó parte del Departamento de Matemáticas Puras y Aplicadas de la Universidad Simón Bolívar.

Antes de ser electo como rector, Planchart dedicó su vida a la docencia, siendo su área de investigación la geometría diferencial, la geometría simpléctica, la educación en matemáticas y la enseñanza de las ciencias.

También, formó parte del Programa Igualdad de Oportunidades (PIO), curso de formación preuniversitario y el Ciclo de Iniciación Universitaria (CIU); ambos proyectos de la USB. 

Además, Planchat se dedicó a la escritura. Entre sus principales libros destacan: Geometría simpléctica (1984) publicación de la USB resultante de la VII Escuela Latinoamericana de Matemática (ELAM); Geometría simpléctica y sistemas hamiltonianos completamente integrables (1988), una coedición entre Libros EVM y la Universidad de Los Andes correspondiente a la I Escuela Venezolana de Matemáticas.

Otros títulos que produjo fueron Educación matemática y formación de profesores. Propuestas para Europa y Latinoamérica (2005), en coautoría con doña Inés M. Gómez-Chacón, profesora de la Universidad Complutense de Madrid y Geometría (2008) perteneciente a la colección Paraninfo de la editorial Equinoccio.

Enrique Planchart fue distinguido con el Premio CONICIT Mejor Trabajo Científico en Matemáticas (1989), el Premio CONICIT Mejor Trabajo Científico en Matemáticas mención de honor (1991) y figuró como miembro correspondiente de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (Acfiman) desde 1993.

Reacciones y condolencias

Diversas personalidades lamentaron la muerte de Planchart y expresaron sus condolencias a través de las redes sociales.

«Trabajamos juntos para estrechar los lazos universitarios entre Venezuela y Francia. Expreso mi profunda tristeza, pero sobre todo, mi gran admiración para un humanista comprometido con la universidad», manifestó en su cuenta en Twitter Romain Nadal, embajador de Francia en Caracas. 

Universidades venezolanas no garantizan educación de calidad
Fallas de energía eléctrica y conectividad hizo cuesta arriba completar periodo anterior en medio de la pandemia

En marzo, cuando se anunció el primer caso de covid-19, universidades públicas y privadas suspendieron sus clases. Algunas estaban por culminar semestre mientras que otras estaban a días de regresar a las aulas; sin embargo, ninguna pudo continuar con sus actividades. Autoridades y docentes se reunieron y trabajaron a contrarreloj para tratar de elaborar un plan de contingencia que les permitiera −según era el caso− comenzar o cerrar el ciclo académico, pese a la deficiencia en los servicios básicos (electricidad e Internet) y la falta de recursos o dispositivos tecnológicos.

Durante los primeros cuatro meses de pandemia, estudiantes y docentes universitarios hicieron un gran esfuerzo para cumplir con las actividades. Todo a distancia y con los pocos recursos disponibles. Algunas instituciones lograron cerrar con “éxito” el semestre. Sin embargo, el escenario luego del periodo vacacional era incierto.

El pasado 21 de agosto, Nicolás Maduro planteó un regreso a clases parcialmente presencial a partir de octubre en colegios y universidades, propuesta que rechazaron tanto educadores como estudiantes. Dos días después, informó en el programa Aquí con Ernesto Villegas que el Ministerio de Educación y el Ministerio de Educación Universitaria realizarían una encuesta para conocer la opinión de los venezolanos sobre el regreso a clases de manera presencial.

Tres semanas después, el 13 de septiembre, César Trómpiz, ministro de Educación Universitaria de Maduro, informó que 79% de los encuestados (más de 395.000 miembros de la comunidad universitaria del país, entre ellos estudiantes, docentes, trabajadores y autoridades) aprobó continuar con la educación a distancia, debido a que los casos de contagios diarios de covid-19 en el país no descienden, solo aumentan.

Finalmente, el mismo día Maduro anunció que el regreso a clases no sería presencial. En una transmisión por VTV desde Miraflores informó que tomó la decisión luego de revisar los resultados de la encuesta realizada a maestros y profesores, y tras “evaluar” las consecuencias del inicio de clases presenciales en otros países. “Sin lugar a duda, el regreso presencial a clases no es favorable para el control de la pandemia. Por eso no hay regreso presencial a clases en Venezuela y veremos si en enero de 2021 regresamos. He decidido el no regreso presencial a clases”, dijo entonces.

Aunque las condiciones de servicios básicos no son óptimas y la falta de herramientas tecnológicas representa un obstáculo para profesores y estudiantes, las autoridades universitarias tratan de elaborar una estrategia que les permita continuar con sus actividades, pese a las crisis que vive el sector universitario en el país que se ha agudizado con la pandemia.

Universidades públicas: se hace el intento

La pandemia afectó la dinámica de cada universidad, en mayor o menor medida, dependiendo de si eran instituciones públicas o privadas y si tenían experiencia o no en el tema de la educación a distancia. En el caso de la Universidad Central de Venezuela, Nicolás Bianco, vicerrector académico, indica que la institución tiene una amplia experiencia en la materia, que le sirvió para poder afrontar el reto en los últimos meses.

“Toda el desarrollo entre 2008 y 2020 permitió responder a una situación inesperada como es la pandemia y, particularmente, por el desarrollo gerencial y sistemático del vicerrectorado pudimos hacer, por primera vez, un enfoque de contingencia utilizando tanto el sistema de educación a distancia de la UCV como el Sistema de Actualización Docente (Sadpro). Ambos nos permitieron entrenar en las técnicas de educación a distancia a unos 3.000 profesores”, asegura Bianco.

Hay carreras que se acoplan, sin mayores problemas, a la modalidad de educación a distancia. Sin embargo, hay otras que requieren de la presencia de los alumnos para su buena formación, como Medicina, Odontología y Enfermería, entre otras. En estos casos, estas facultades, en su mayoría, continuaron solo con las materias teóricas. “Desde que empezó la pandemia algunas materias han avanzado de forma online, pero únicamente la parte teórica porque la práctica está paralizada. Aún no hay respuesta de cómo se va a manejar esa situación cuando retornemos a las aulas”, comenta María Gamboa, estudiante de cuarto año de Odontología.

En estos últimos meses, uno de los mayores problemas que han presentado tanto docentes como estudiantes de la UCV para continuar con las actividades han sido las fallas en la conectividad. Una consulta realizada el año pasado por el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP) en la que participaron 6.193 personas concluyó que 63% no tenía acceso a Internet. Este año, entre abril y mayo, otro estudio arrojó que 62,2% de los encuestados no contaba con un servicio con la suficiente capacidad para trabajar o estudiar a distancia. En septiembre, otro estudio determinó que sólo 34% de las personas cuenta con acceso al servicio de Internet en el hogar.

“Hay una población en la universidad que no tiene acceso a Internet o que, simplemente, vive en un lugar donde no tiene conexión. Por esa razón, hay una parte del estudiantado que no puede ingresar al campus virtual de la universidad, que ya tiene bastantes fallas por lo que hemos usado otras herramientas como Google Meet o Zoom”, agrega Gamboa, quien cree que se extenderá el año, que debería terminar en noviembre, para culminar con la teoría y, dependiendo de cómo transcurra el próximo, ver si se puede retornar a la universidad y finalizar con la práctica.

En el caso de los estudiantes de Sociología, tenían apenas mes y medio de haber iniciado clases cuando decretaron la cuarentena, por lo que estuvieron un mes paralizados tratando de coordinar con los profesores las estrategias que aplicarían para continuar con las clases. Desde entonces, algunos docentes optaron por enviar las asignaciones que definieron en el plan de evaluación por correo electrónico. La estudiante Mariandreina Montilla explica que apenas tuvo tres sesiones de clases de 45 minutos cada una para aclarar dudas. “Fue algo muy superficial, no es algo que te pueda satisfacer como estudiante porque el aprendizaje es muy escaso”, dice.

En la Universidad Simón Bolívar faltaban dos semanas para culminar el trimestre enero-marzo cuando se decretó la cuarentena en el país. Las autoridades pensaron que esta no duraría mucho y tenían planeado regresar al campus para concluir el trimestre. Pero cuando los contagios no hacían más que aumentar, la opción quedó descartada.

Pero tampoco era fácil migrar a lo digital. Gran parte de la oferta académica de la USB son carreras tecnológicas, en las que es obligatorio el uso de laboratorios como parte del proceso formativo. La decisión de las autoridades fue crear un período especial entre junio y julio, con 300 asignaturas que podían dictarse a distancia, pues la casa de estudios, a su favor, ya contaba con profesores familiarizados con la tecnología. Al menos 2.300 estudiantes de pregrado y posgrado participaron en esta iniciativa.

“Fue algo importante, sobre todo, por el carácter intempestivo. Lo armamos entre mayo y junio, sobre la marcha. Fue algo nuevo. Para hacer las inscripciones se diseñó todo un proceso que se asemeja a los que manejamos usualmente, pero todo a distancia, por lo que fue un reto que requirió mucho esfuerzo. Desde entonces continuamos con la capacitación de más docentes. Sabemos que el covid-19 es una situación que permanecerá en el tiempo”, explicó Cristian Puig, secretario de la USB.

Al finalizar este periodo de clases especial, la Universidad Simón Bolívar realizó una encuesta entre alumnos y profesores para evaluar el desarrollo de las asignaturas a distancia. El resultado, en líneas generales, fue positivo, comenta el secretario de la USB: “Por supuesto, hubo afectación por conectividad y fallas en los servicios, pero las clases se pudieron llevar a cabo. Aproximadamente 70% de los profesores pudo realizar actividades asíncronas, 90% de los estudiantes indicaron que utilizaron las estrategias y los métodos designados. Todo contextualizado en la situación país que tenemos, pero el periodo especial de clases pudo transcurrir y pudimos atender los objetivos académicos de las materias”.

Para Daniel Varnagy, profesor titular e Investigador del departamento de Ciencias Económicas y Administrativas en Universidad Simón Bolívar, la experiencia durante el período especial de clases también fue positiva, aunque agotadora. “Yo di una materia teórica en el doctorado de Desarrollo Sostenible, por lo que no tuve ningún inconveniente para adaptar el curso. Por supuesto, fue más denso y retador. Para mí fue exitoso y para mis estudiantes también”, afirma. Asimismo, reconoce que para todos no fue así: “Hubo distintos problemas: administrativos, financieros y técnicos. Me siento afortunado, pero muchos de mis colegas tuvieron dificultades”.

Si bien Varnagy pudo culminar su curso sin mayores problemas, las fallas intermitentes en la conectividad estuvieron presentes. Al principio, comenta, probaron con varias plataformas como Google Meet y Google Classroom, hasta que se decidieron por Zoom. “No era la plataforma preferida por la universidad, pero era la más funcional. Todos teníamos una cuenta personal, por lo que cada 40 minutos había que volver a abrir una sesión. Sin embargo, en ese tiempo la llamada se quedaba pegada, algunos estudiantes no se podían conectar porque no todos viven en Caracas, no todos tienen teléfonos inteligentes, computadora o buena conexión. Todo eso se sumó e hizo la experiencia muy rica, pero agotadora”.

Más allá de la capital, las fallas en los servicios básicos son mayores. Previo al confinamiento, desarrollar una dinámica de clases presenciales era cuesta arriba. Ahora que la única opción es a distancia, el panorama es desalentador. No todos los profesores y estudiantes tienen acceso a equipos tecnológicos o conexión estable.

Aun así, las universidades prepararon un plan para continuar o finalizar las actividades académicas. En la Universidad de Carabobo se decidió que las facultades que tuvieran adelantado 75% del programa podrían continuar con las evaluaciones a distancia para avanzar en el semestre, algunas pudieron hacerlo y otras no, explica el secretario de la UC, Pablo Aure.

El consejo universitario también aprobó establecer un “período académico especial”, precisamente para que las facultades que no pudieron terminar el semestre lo lograran.

Aure considera que en la UC no se ha diseñado un verdadero plan o estrategia para sortear las dificultades que enfrentan estudiantes y profesores para continuar con las actividades a distancia, debido a la falta de motivación y preparación del personal. “El principal obstáculo es que no hubo la suficiente familiarización con estos métodos de clases no presenciales, además del tema de los suelos y la falta de herramientas”, dice.

Por su parte, la Universidad del Zulia ofreció cursos intensivos y vacacionales a distancia en la mayoría de las facultades para dar continuidad de las actividades académicas, pese a las fallas eléctricas en el estado, uno de las más afectadas de Venezuela y que evidencia la encuesta del Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OSVP): 80,5% de los encuestados valoró negativamente el funcionamiento del servicio de energía eléctrica así como el de Internet fijo, que al menos la mitad indicó presenta fallas constantes.

Judith Aular, rectora de la Universidad del Zulia, indicó que la institución ya tenía experiencia en educación remota a través del Sistema de Educación a Distancia de la Universidad del Zulia (Sedluz), que desde hace años dicta cursos en todas las facultades. “Allí, por solicitud de los profesores, se hacen los cursos para la organización de aulas virtuales. Ellos manejan ciertas estrategias metodológicas para sobrellevar cualquier situación. De alguna manera, la mayoría de la universidad tenía conocimientos de estudios a distancia. Entonces, muchas facultades estaban preparadas, mientras que otras no, porque muchos de los equipos de tecnología ya están obsoletos y no hemos tenido presupuesto para comprar nuevos”, explica.

A las deficiencias en el servicio eléctrico en el estado Zulia, se sumó el problema económico: no todos los estudiantes y profesores podían cubrir los gastos de conectividad. Por esto, Aular elaboró un informe en el que detallaba las facultades que dictarían clases a distancia, la cantidad de datos móviles que la universidad podía pagarle a los profesores y una encuesta para conocer las condiciones de los estudiantes. Todo se envió al Ministerio de Educación Universitaria para solicitar apoyo y fortalecer los cursos intensivos; sin embargo, no hubo respuesta. “A parte de que no tenemos electricidad ni gasolina ni presupuesto y, además, tenemos una pandemia, no nos llega apoyo para ayudar a los alumnos y docentes”, lamenta.

Salarios insuficientes

Durante los 20 años que el profesor Daniel Varnagy ha dado clases en la Universidad Simón Bolívar ha visto cómo su salario se ha empobrecido. Cuando empezó en la institución como profesor asistente, en el año 2000, su sueldo equivalía a $348,7. Más adelante, en 2011, cuando era profesor asociado percibía $538,2. Actualmente, su ingreso mensual como profesor titular es de $4,24 al mes. “Quise reflejar la carrera académica y mostrar qué pasaba con el sueldo cuando uno iba ascendiendo, con todo lo que eso significa”, comenta a propósito del tuit que escribió con la información. “Mi pregrado es en Ingeniería, tengo una Maestría en Administración de Empresas, a parte del doctorado en Ciencias Políticas, de tal manera que para mí el tema financiero es fundamental”.

El 10 de septiembre, la Federación de Asociaciones de Profesores Universitarios de Venezuela (Fapuv) indicó que la reanudación de un nuevo período académico no era posible sin un salario suficiente, bajo ninguna modalidad. “En las actuales circunstancias de vulneración de nuestros derechos humanos, en las que el supuesto salario que se percibe en el mes no cubre ni siquiera la comida de un día, lo que constituye un atentado contra el derecho a la vida, y en las que el covid-19 se ha sumado al hambre generalizada y a la situación de colapso de las universidades que ya se tenía, los docentes universitarios estamos viviendo una verdadera tragedia”.

Asimismo, la Fapuv le exigió al Ministerio de Educación Universitaria la discusión con el gremio de nuevas tablas salariales, definidas en dólares, aunque se paguen en bolívares, y que el monto sea superior al costo de la canasta básica familiar definida por el Cendas.

Por su parte, Nicolás Bianco, vicerrector de la UCV, teme que disminuya la cantidad de profesores. Aunque la deserción no ha sido masiva, las condiciones son paupérrimas, dice. “De dónde se pueden sacar profesores que puedan sobrevivir con salarios como estos. No se puede”.

Universidades privadas: adaptación improvisada

Más allá de la crisis general de servicios básicos, la Universidad Católica Andrés Bello, la Universidad Monteávila y la Universidad Metropolitana, principales casas de estudio privadas del país, destinaron sus recursos a capacitar al profesorado, que ya tenía experiencia previa con educación a distancia. También se apoyaron en encuestas a la comunidad universitaria para conocer cómo percibían el proceso educativo e implementar mejoras en el siguiente periodo lectivo.

Las universidades Monteávila y Metropolitana estaban a mitad del curso o ya por finalizarlo. Ambas casas de estudio se apoyaron en las plataformas digitales disponibles que se popularizaron en estos últimos meses como Zoom y en la experiencia previa que tenían en la modalidad a distancia. “Las clases se pudieron completar, hay que decirlo, de forma improvisada, pero se pudo”, comenta Benjamín Scharifker, rector de la Unimet.

Por su parte, en la Universidad Católica Andrés Bello, pocos días antes de comenzar el semestre, las autoridades decidieron postergar el inicio de clases para capacitar a los profesores y preparar un plan que les permitiera adaptar el contenido a la nueva modalidad. “Tuvimos un mes de preparación, por eso nuestro semestre comenzó a finales de abril y terminó a principios de agosto”, dice José Virtuoso, rector de la UCAB.

En este periodo de tiempo, el Centro de Estudios en Línea de la UCAB se encargó de indagar en las herramientas y condiciones que docentes y estudiantes tenían a su disposición para así definir la estrategia que aplicarían en el semestre y, de ser necesario, ayudarlos. “Vimos que la mayoría tenía dispositivos inteligentes y acceso a datos; sin embargo, la universidad les permitió o les ofreció una serie de opciones para poder conectarse. Por ejemplo, a los profesores se les dio apoyo o bonos de conectividad”, indica Marysabel Suárez, directora del Centro de Estudios en Línea.

Además de las fallas de energía eléctrica y de conectividad, las casas de estudios encontraron algunas dificultades en el proceso de adaptar el contenido diseñado a la modalidad a distancia. Fue el caso de la UMA y la Metropolitana. Mientras que en la UCAB lo más complicado del semestre anterior fue continuar con el acompañamiento al estudiante. “La educación a distancia pone unos retos de acompañamiento que es muy difícil realizar por estos medios. Todo ese tema de la cercanía, la capacidad de preguntar, responder, conocer a tu profesor y relacionarte con tus compañeros. Prácticamente las relaciones entre estudiantes y docentes quedan bastante desdibujadas en este contexto, y es una falla muy grande porque la educación no solo es un proceso de transmitir información, es un proceso de diálogo y trabajo conjunto”, explica Virtuoso.

Ahora las universidades continúan en una modalidad a distancia, que, en la UCAB, la definen como “presencialidad remota”. “Creo que ninguna universidad en el mundo ha tenido tiempo para poder hacer un proceso de virtualización total, por eso la mayoría de las prácticas han sido esto que llamo presencialidad remota”, explica el rector.

El nuevo semestre inicia el 13 de octubre. El precio semestre varía para cada estudiante, pues depende de la cantidad de unidades de crédito que inscriba. La tarifa base por unidad es de 2.304.000 bolívares. En el caso de la Unimet iniciaron un periodo intensivo el 13 de septiembre, de acuerdo con el calendario académico. Y en la Universidad Monteávila, que tiene un régimen anual y semestral para pregrado, inició el 21 de septiembre: cuesta para alumnos nuevos, según su página web, 1.000 dólares de contado, con pago en bolívares a precio del dólar Dicom, o la posibilidad de pagar en cuotas.

Sin condiciones para regresar

Hablar de un regreso a clases presencial, tanto en universidades públicas como privadas, es casi imposible. Más allá de las constantes fallas en los servicios básicos, las cifras de contagios diarios por covid-19 no hacen más que aumentar: para finales de este año, la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (Acfiman) proyecta que habrá aproximadamente 14.000 casos diarios en el país, según su último informe.

Aunque aún no hay condiciones sanitarias en Venezuela para regresar al campus, las universidades privadas preparan protocolos y medidas de seguridad para un eventual retorno. Sin embargo, por ahora descartan retomar las actividades de forma presencial hasta que los casos de coronavirus en Venezuela desciendan considerablemente. “El regreso tiene que ser progresivo, pensando en el bien de la comunidad universitaria”, señala Francisco Febres-Cordero Carrillo, rector de la Universidad Monteávila.

Por su parte, las universidades públicas, con o sin pandemia, no están en condiciones para regresar a las aulas. La carencia de servicios básicos, las deficiencias en la infraestructura, la falta de equipos e insumos, los bajos salarios del personal docente y, ahora, los contagios de covid-19 hacen que sea casi imposible hablar de un eventual retorno al campus. Mientras tanto, la prioridad para estas instituciones es intentar culminar los semestres en curso antes para luego planificar los próximos. “No creo que ninguna universidad en este momento pueda garantizar la misma calidad de antes, nosotros quisiéramos que sí, pero en estas condiciones no hay manera. Estamos en tal grado de dificultad institucional y operativa, y hacemos todos los esfuerzos posibles, pero no podemos garantizar esa calidad”, finaliza Nicolás Bianco.

Humano Derecho #154 con David Cedeño, de la FCU de la Universidad Simón Bolívar

¿Qué acciones ha tomado la USB tras la sentencia del TSJ?, ¿Cual es el riesgo de tener un rector oficialista en la universidad?, ¿Qué esfuerzos está haciendo la federación para articular a los gremios obreros de la universidad? Estos y otros temas los estaremos conversando con David Cedeño, presidente de la Federación de centros de estudiantes de la Universidad Simón Bolívar, una Asociación Civil abocada a la velar por los intereses de la comunidad estudiantil de esta casa de estudios, además tiene como objetivo mejorar la calidad de vida universitaria y promover  la defensa de los valores y principios del estudiantado en la defensa de la autonomía universitaria.  

“Más allá de las barreras que algunos quieren imponer, nosotros estamos dispuestos a tender los puentes entre la comunidad y entender que hoy lo que  nos jugamos no son unas elecciones, sino es la universidad”.

En la primera pausa musical escucharás el tema “Pantera” de Anakena seguido del tema “Otra Noche” de Kaotiko, y finalmente escucharás el tema “Despegar” de Nueve Noventa; estas son las pausas musicales que escucharás para este Humano Derecho #154. 

En esta oportunidad contaremos con Genesis Zambrano (@medicenmouzo) y Luis Serrano (@AkaLuisSerrano) como presentadores, quienes les estarán haciendo la suplencia a @fanzinero y @MelanioBar. Somos el radio web show semanal que mezcla la buena música con gente que ayuda a gente. Transmitido por diferentes plataformas del país, es producido por RedesAyuda y Provea. Más contenido en www.humanoderecho.com

 

Humano Derecho: con Mónica Krauter, profesora de la Universidad Simón Bolívar

 

¿Cómo están motivando a los jóvenes a ir a la universidad? ¿Cómo manejan el tema de la diáspora en las universidades? ¿Cuál ha sido el análisis realizado a las bombas lacrimógenas utilizadas en manifestaciones? Estos y otros temas los estaremos conversando con Mónica Krauter, profesora de la Universidad Simón Bolívar conocida por el análisis realizado a las bombas lacrimógenas utilizadas en el contexto de las manifestaciones desde el año 2014 hasta la fecha.

“En Venezuela el 90% del gas lacrimógeno que se utiliza es el “CS”, su componente principal no es letal, pero luego de 5 años de almacenamiento y efectos del calor y la humedad deriva compuestos letales para la salud… Juan Pablo Pernalete cae al piso por el impacto directo a su pecho de una bomba lacrimógena que sale de un rifle en un rango de velocidad entre 150 y 250 Km/h”

Iniciaremos acompañados de los Mad Caddies y el tema “She”, una versión de Green Day llevada al género del reggae, continuaremos acompañados por la banda Dischord y la canción “Obligado A Dejar” y finalmente cerraremos con el tema “Never Gonna Die” de Pennywise; Estas son las pausas del rock planeadas por @fanzinero y @Melaniobar para este Humano Derecho

Conducido por Melanio Escobar y Rafael Uzcátegui, somos el radioweb show semanal que mezcla la buena música con gente que ayuda gente. Transmitido por diferentes plataformas del país, es producido por Redes Ayuda y Provea. Más contenido en www.humanoderecho.com