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Transición

Brian Fincheltub Feb 09, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Si no me meto en política…

@BrianFincheltub

Hagamos un ejercicio de memoria. Un ejercicio quizás difícil para quienes tengan poco más de veinte años, pero para quienes como yo, que pasamos (¡¡aunque sea por poco!!) de los treinta, estoy seguro de que no será tan complicado. Recordemos qué se decía antes de la llegada del chavismo al poder sobre lo que, para entonces, era considerada la última dictadura militar de Venezuela. Recordemos qué era lo que el venezolano común decía del régimen del general Marcos Pérez Jiménez.

Si rebobinamos un poco, estoy seguro de que dos frases saldrán de manera casi inmediatamente de nuestra memoria, la primera: “la gente podía dormir con la puertas abiertas”. Otra muy conocida era: “quien no se metía en política vivía muy bien”. Aquellas frases eran repetidas sin cesar cada vez que el tema Pérez Jiménez salía a relucir. Y no solo de la boca de quienes pudieron haber vivido durante aquellos años, sino de mucha gente que había nacido y crecido en democracia.

Frente a lo que sin duda se había enraizado en la cultura política y popular nacional, el sistema educativo edificado a partir de 1958 prefirió abordar nuestra historia adoptando una narrativa consensuada, alejada de lo que podía dividirnos como venezolanos. Y sin duda Pérez Jiménez, y lo que representó su régimen, era uno de esos temas que nos dividían. Fue así que el valor de lo que representaba la democracia para el país fue perdiendo cada vez su plaza frente a lo que podría calificarse como la nostalgia por el pasado, por el orden, por la llamada “mano dura”. Un pasado en el que no entraba el sistema naciente, incapaz de ofrecer orden y de responder eficientemente a la crecientes demandas ciudadanas, cada vez más visibles, pues la democracia también era eso, libertad de expresión.

Todo aquello fue caldo de cultivo para lo que hoy vivimos, para que algunos prefirieran el militar que gritaba revolución que el civil que prometía transformación pacífica.

Para la generación que llevó a Chávez al poder, el tiempo de los civiles había pasado. Y aunque los asesores del otrora candidato del MVR-200 le sugirieron abandonar el uniforme militar en campaña y vestir de flux y corbata, la gente votó por el militar radical, no el fallido ensayo de hombre moderado vestido de Giovanni Scutaro.

Si todo aquello sucedió así, fue en parte por los errores del sistema de Puntofijo, que lejos de limitarse a la corrupción y la captación de los todos los espacios de la sociedad por los partidos, le debe su desplome a su incapacidad de lograr que los venezolanos valoran la libertad antes que cualquier otra cosa.

Y es que sin libertad política no hay gran cosa que puede ir bien, al menos no por mucho tiempo.

Lo que escribo tiene mucho que ver con el estado de las cosas en nuestro país. Una inmensa mayoría de los venezolanos no está contenta con lo que sucede en nuestra nación; en ese grupo muchos se han opuesto desde el inicio a lo que el chavismo y el madurismo representan, han protestado de todas las formas posibles, pero hoy eligen el aislacionismo, como gran parte de los venezolanos.

Algunos han llegado a pensar que es posible la supervivencia en este sistema, que simplemente basta con “no meterse en política”, como si una cosa parecida fuese posible, como si la política hace mucho no estuviera metida en todo, como si ser indiferente a lo que pasa con las libertades públicas, con nuestra democracia, representa un salvoconducto. En mi opinión no lo es ni lo será. No estamos frente a una dictadura clásica, sino algo mucho peor, que tiene vocación hegemónica y totalitaria.

En regímenes como este no hay apertura real, sino repliegue táctico para arrasar con todo con más fuerza.

Y para que se emocionen con el llamado “modelo chino”, les digo que la única receta china que fue adoptada con éxito en Venezuela es el arroz frito con camarones; así que no esperen mucho tiempo para que los dogmas vuelvan a marcar la agenda del madurismo. Lamentablemente de esta política no escapa nadie, aunque haya algunos que no se quieran meter en ella…

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

La transición ha comenzado: hagan sus apuestas

@juliocasagar

Efectivamente, la transición ha comenzado en Venezuela. Quizás no es la transición que gusta a muchos; quizás no es la transición que necesariamente nos haga desembocar en el corto plazo en el rescate de la democracia, pero las apuestas han sido hechas y la bola está rodando en la ruleta.

A diferencia de los casinos, aquí no escucharemos al crupier diciendo “rien ne va plus” porque otras apuestas irán corriendo en paralelo pero, insistimos, ya varios jugadores comenzaron a  apostar, tienen sus fichas en las manos y la rueda de la fortuna está en movimiento.

¿Quiénes son los apostadores y cuál es la apuesta?

Las respuestas a estas preguntas las encontraremos en la foto de familia de la reunión de Fedecámaras con Jorge Rodríguez. Como en toda foto que pretende enviar un mensaje, aquí, las presencias, las ausencias y la locación son importantes.

Están cuidadosamente formados, con el “back stage” del letrero del edificio en lo alto. Ninguno se movía. Seguían el consejo de un legendario alcalde de Madrid, don Enrique Tierno Galván: “el que se mueve, no sale en la foto”. Estaban Fedecámaras y Consecomercio, pero no estaban Conindustria y Fedenaga; estaban Jorge Rodríguez y Nicolás Jr. Esos eran los asistentes y la locación. La pregunta importante ahora es ¿cuál es la apuesta? ¿cuál es la oferta de Maduro al empresariado? La respuesta a la pregunta, por ahora, es la que contiene la Ley Antibloqueo.

¿Y que contiene la Ley Antibloqueo? Pues la apuesta de Maduro por hacerse de un sector del empresariado venezolano al que invitara, no a reactivar la economía, porque una economía solo se reactiva con libertades públicas, seguridad jurídica, reglas claras y democracia, sino a participar en una serie de negocios opacos que son la única oferta que, al día de hoy, su régimen puede hacer.

¿Entrará Fedecámaras en esta apuesta? No podemos prejuzgarlo. No podemos satanizar a quien se sienta a conversar sin antes ver los resultados de esas conversaciones. Por lo pronto, lo único que el régimen tiene en la cartera, lo repetimos, es esa Ley Antibloqueo, que muestra como novena panacea para reactivar el aparato económico, arruinado por sus políticas erráticas, por la corrupción y agravado por las sanciones.

Por lo pronto, pareciera ser que el primer objetivo táctico de esta apuesta a largo plazo (que sería la reactivación de la economía) es más político que económico. Paradójicamente, la tesis que se pretender vender es la de que no es posible hacer las dos transiciones a la vez. Que habría que comenzar por la reactivación económica y que luego “por añadidura” vendría la transición política.

Esta tesis, aunque sugerente, es no obstante, un caramelo envenenado: se le ofrece al empresariado “algunas condiciones” para abrir la economía y, en contrapartida, se conviene en posponer, para mejores momentos, la transición política que puede esperar. 

Por supuesto que en ninguna parte aparecerá esta cláusula expresamente, pero es lo que parece desprenderse de todas las declaraciones dadas por Fedecámaras como balance de la gestión hecha con Jorge Rodríguez. “Los empresarios hablaremos con quien tiene el poder”; “los empresarios debemos enseñar a los políticos a volver a la política”. Estas dos sentencias parecieran ser el sustrato de esa nueva relación y de los objetivos políticos que, esta parte del empresariado, estaría dispuesto a asumir.

En este punto regresamos a un tema, para algunos polémico, pero necesario de debatir. Vamos a definirlo, coloquialmente, como “foquismo económico”. El foquismo fue una tesis desarrollada por el Che Guevara y Regis Debray de acuerdo con la cual, aunque no haya condiciones para hacer una revolución, la sola presencia del foco guerrillero puede ayudar a crearlas. Aquí, mutatis mutandi, podríamos preguntarnos: ¿Aun cuando no haya condiciones políticas para un cambio, podría un mejoramiento de las condiciones económicas ayudar a crearlo?

Veamos: hace mucho tiempo la llamada “Revolución bolivariana” dejó de ser un proyecto ideológico y político, para ser el concentrado de una serie de intereses particulares de los grupos que le dan sustento político.

Las medidas que se tomen, en todos los terrenos, incluyendo el económico, serán siempre el reflejo de esta pugna de intereses y servirán de brújula para orientarnos sobre quiénes van teniendo más poder interno para aplicarlas.

La Ley Antibloqueo, más que revisionismos ideológico, es la expresión de la preeminencia de grupos internos vinculados a la necesidad de llevar inversión y reanimación a los sectores de la economía en la que estos tienen intereses. De allí, que las privatizaciones que vienen, los negocios, las importaciones y los incentivos, corresponderán a los intereses de unos en detrimento de otros.

De manera que al entrar en este torrente, los sectores empresariales deben estar conscientes de que lo harán a un sistema circulatorio que irriga tejidos distintos, muchos de los cuales han sido ya tomados por el cáncer de la opacidad provocando metástasis en todo el cuerpo económico y social.

¿Ahora bien, la eventual reactivación de estos sectores es susceptible de que traiga mejoría en las condiciones de vida de los venezolanos? ¿Esa mejoría serviría para apuntalar la lucha por la democracia? Tendríamos que ver y analizarlo con mayor detenimiento y sobre todo por sus efectos. De otra manera, nos quedaríamos en el juicio moral y ético individual de cada empresario de participar o no en los negocios y ese no es el objeto de esta nota. Este debate deberá seguir abierto y asumirlo sin dogmatismos y si prejuicios. Hay elementos que abonan en favor y en contra de la tesis “in comento”.

Lo que verdaderamente importa hoy día es que todas las iniciativas que se puedan tomar estén enmarcadas en una estrategia general de lograr el restablecimiento de la libertad y la democracia plenas en Venezuela.

La negociación eventual con el régimen; las elecciones regionales; las elecciones nacionales; el realineamiento con la comunidad internacional. Todo puede ser discutido, todo debe ser evaluado y reevaluado sin cortapisas y sin más limitaciones que la prudencia y la sindéresis.

Lo que sería criminal, no obstante, es que esto no lo hiciéramos en unidad de propósitos y que el régimen se saliera con la suya de ponernos a hacer dibujo libre y a jugar posición adelantada. Sería triste que pueda rebanarnos jugando a los intereses particulares de cada sector, sean estos políticos o económicos.

La transición está en marcha, el régimen ha movido ficha. Sería imperdonable que jugáramos en su ruleta, con su crupier, y no en la de los demócratas. Sería patético que termináramos aceptando el modelo que tienen para proponernos, que no es otro que el mismo que ha destruido el país.

La crisis del chavismo

La crisis del chavismo

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Orlando Viera-Blanco Jul 28, 2020 | Actualizado hace 4 semanas
Política, azar y causalidad
Venezuela, que aún exhibe voluntad transicional, liderazgo, aliados, localidad y temporalidad enfrenta un régimen atípico, primitivo y asimétrico que no atiende ningún parámetro político de negociación.

@ovierablanco 

Hablar de procesos de transición política en Latinoamérica o el mundo, que sirvan de pareto a la realidad venezolana, puede resultar un desafío tanto difícil como inocuo por inaplicable. Tenemos la tendencia a estandarizar los procesos y empotrar sistemáticamente aquello que por ser diferente no encaja cultural, histórica, temporal o políticamente. El caso Venezuela es muy particular por inédito, apolítico y maligno.    

De la causalidad a la realidad

David Teira Serrano en su libro Economía, azar y política en Milton Friedman nos aporta algunos conceptos que es menester “rumiar” para desarrollar nuestra hipótesis sobre la inadaptabilidad de algunos procesos históricos e inaplicabilidad de metodologías de investigación que recurren al análisis comparado sobre variables o supuestos inválidos. 

Nos comenta Teira citando a Friedman que “la filosofía de las ciencias sociales tiende hoy a considerar la oposición entre explicación causal y explicación funcional desde un punto de vista no exclusivamente deductivo”. Es decir, los hechos tienen su propia génesis y carácter. La inducción sería el método adecuado para el análisis, evitando que las consecuencias se ubiquen antes que los efectos y los hechos. 

Los antecedentes y desenlaces de las transiciones chilena, uruguaya, brasileña, surinamesa, boliviana o peruana de dictaduras a democracias, registran una serie de elementos de carácter cultural, político, económico y social -particulares- que incidieron en la mutación política.

No debemos confundir transición con transformación. La primera es un fenómeno temporal, volitivo y orgánico. Depende de factores sistémicos como concertación, consenso, “firmeza en la convicción y fineza en la formas”-dixit Patricio Aylwin Azocar, primer presidente de la era de la concertación democrática de Chile- que viabilizan el cambio. En Chile la Democracia Cristiana más el Partido por la Democracia, Partido Radical y Partido Socialista/1990, aseguraron una transición que por un decenio tuvo que tolerar convivir con Augusto Pinochet (dictador chileno 1973/1989- jefe FFAA hasta 1999).

La transformación por su parte (cambio de régimen) va más condicionada a la variable cultural y circunstancial (azar). Es determinada por factores como correlación de fuerzas, voluntad de cambio con sacrificio (cultura), alea y entorno (circunstancia). No existe transformación sin transición, mientras la transición puede degenerar y no pasar a transformación. Surinam con el socialista Desi Bouterse al frente, aun no acaba de decantar.

Al decir de Sergio Bitar -ministro de Minas de Allende, ministro de Obras Públicas (2008/2010 de Bachelet ) y de Educación (Ricardo Lagos 2003/2005), y de Abraham Lowenthal en su libro Transiciones democráticas, “la transición implica aceptar cambios y sacrificios”. La gran pregunta es: ¿Aun aceptando todos los cambios y los sacrificios es posible lograr la transición?

Venezuela, la cabra que salta pal’ monte

Teira puntualiza que “se trata de establecer materialmente en qué consiste una relación causal (el objeto de la explicación), cuáles son sus contenidos -tal y como lo presenta, por ejemplo, Jon Elster (ELSTER 1983)”. Veamos:

I. Determinismo, esto es, que todo acontecimiento tiene una causa o un conjunto bien definido de antecedentes causales suficientes e individualmente necesarios para que se produzca,

II. localidad, es decir, la negación de la acción a distancia y

III. asimetría temporal, cuando las causas no deben ser posteriores a sus efectos.

Los factores (voluntaristas, orgánicos, estratégicos, temporales) que determinaron una transición política en Chile no son los mismos que visibilizan Jerry Rawling en Ghana, Felipe González en España o Zedillo en México, Fernando Henrique Cardoso en Brasil o Fidel Ramos en Filipinas. O que incidirán en Venezuela.

Por supuesto existen elementos comunes en términos de liderazgo y entorno que facilitan lograr la transición: concepción de gradualidad, captar el ánimo ciudadano, ampliación de las bases de apoyo y articulación, gallardía, intuición, capacidad de rodearse de buenos armadores y tendedores de puentes, persuasión, alianzas externas, capacidad de reacción, respuesta, rectificación y reposición. Pero aun contando con estas virtudes existen otros elementos colectivos, culturales, temporales que pueden acelerar o frustrar los procesos de cambio.

En México la muerte de Colosio (azar) condujo a Zedillo a una presidencia accidentada y transformadora a la que nunca hubiese llegado. Aylwin en Chile contó con una unidad política bien amalgamada, favorecida por el fin -transformador- de la Guerra Fría y la caída del muro de Berlín [alea]. Cardozo fue un malabarista en el arte de negociar y Felipe González un estoico anticipado a su tiempo.

Venezuela que aún exhibe voluntad transicional, liderazgo, aliados, localidad y temporalidad, enfrenta un régimen atípico, primitivo y asimétrico que no atiende ningún parámetro político de negociación transicional. Estos elementos de asimetría temporal y cultural (injerencias cubana, islámica) bloquean una transición convencional. Ese es el inmenso reto.

Es así como, al decir de Maquiavelo, el alea que también hace al príncipe, será un factor determinante. La covid-19, por ejemplo, es sin duda, un efecto causal (lamentable e inhumano) de posibles consecuencias…

*Embajador de Venezuela en Canadá.

 

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Abrams: Transición democrática no puede empezar con Maduro en el poder
Abrams destacó que la llegada a una transición democrática, por el Consejo de Estado, «no puede empezar con (Nicolás) Maduro en el poder»

 

El representante de EEUU para Venezuela, Elliott Abrams, manifestó este viernes 17 de abril que ante un eventual gobierno transitorio en Venezuela -vía Consejo de Estado como lo dice su propuesta presentada en días pasados-, el alto mando militar debería permanecer en sus puestos porque a su juicio, se necesitaría del apoyo castrense para consolidar la transición democrática.

En entrevista para VPI, Abrams desestimó que exista riesgo alguno de que los efectivos castrenses pudieran ejecutar un golpe de Estado contra el eventual gobierno transitorio porque «ellos no tienen respuestas, no tienen soluciones. No saben qué hacer con la condición en la que está el país. Ellos saben que necesitan préstamos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, así como de Estados Unidos y la Unión Europea», por lo que dejó claro que «una junta militar como la de los años 50 no recibirá ayuda».

Destacó que la llegada a una transición democrática «no puede empezar con (Nicolás) Maduro en el poder», pero sí indicó que los noruegos -con quien siempre han estado en contacto, según el alto funcionario- en un posible proceso de diálogo entre las partes en Venezuela podría ser positivo. Sin embargo, enfatizó que «es mejor si sale Maduro hoy mismo. Es lo mejor para Venezuela», aunque se mostró partidario a que existan conversaciones y negociaciones a lo que podría suceder después de la salida del mandatario.

Respecto la propuesta lanzada por el secretario de Estado, Mike Pompeo, en días pasados, indicó que la misma «tiene un efecto interesante» tanto dentro de Venezuela y en la comunidad internacional. Expresó que existe «mucha gente» hablando sobre ello y haciendo preguntas específicas sobre cómo funciona. En ese sentido, considera que la conversación acerca de cómo salir de la crisis en Venezuela «ha cambiado un poco».

Afirmó que de forma indirecta, vía intermediarios, los funcionarios de la administración de Nicolás Maduro ha estado preguntando cómo funciona el mecanismo y señaló que actualmente se dejó a un lado el discurso de la presión de EEUU sobre Venezuela, sino que ahora como Washington presentó una forma de cómo levantar las sanciones que afectan a empresas estatales y a funcionarios del régimen.

Dijo que si existieran unas nuevas negociaciones, sería sin la participación expresa de EEUU pero sí comentó que podrían «ayudar y comentar», más no inmiscuirse en los asuntos del país. Considera que además de los noruegos, se mantienen en contacto con los rusos y chinos -aliados del régimen de Maduro- con quienes han intercambiado opiniones sobre el futuro de Venezuela. En un principio, señaló, que ambos países se han mostrado reticentes a la salida de Maduro.

Sin embargo, recordó que ni Pekín ni Moscú han invertido o prestado dinero a Venezuela recientemente, por lo que a su juicio, los gobiernos de esas naciones se dan cuenta de la situación seria por la que atraviesa Maduro, «quien no tiene recursos. No puede vender petróleo y eso ha cambiado la situación». A pesar de eso, cree difícil que ellos colaboren en una eventual transición porque, en el caso de China, no quieren intervenir y Rusia solo apoya a Venezuela por estrategia geopolítica.

Elliott Abrams finalizó diciendo que para que exista una transición transparente deben salir los más de 3.000 agentes de inteligencia cubana que están dentro de los cuerpos de seguridad del Estado como Dgcim, Sebin e incluso en Miraflores.

Armando Martini Pietri Abr 16, 2020 | Actualizado hace 3 semanas
Lo que el viento no se llevará

@ArmandoMartini  

En todas partes el proceso es el mismo, se va repitiendo. El coronavirus llega, pasa de un cuerpo a otro, suma contagios, enfermos, desconciertos y mata. Quizá cansado de esperar por gobiernos, laboratorios y autoridades de salud que ya no saben qué inventar ni experimentar para frenar su furia contaminante, letal, deja en el aire teorías conspirativas de estadistas de la ignorancia, incompetencia e ilusiones sin fundamento.

En todos los países asesina inmisericorde, sin piedad, mientras conviven casos de jóvenes fuertes que mueren y nonagenarios que con dificultad sobreviven a su propia historia, devueltos a vegetar porque el fulano virus nada les pudo hacer. Raúl Castro y sus camaradas de desgaste físico en La Habana, por ejemplo.

Lo que sí deja el coronavirus es desolación económica. No hay país, empresa o bolsa de valores que aguante meses de paralización, erogación de nóminas y gastos sin producir ingresos. El miedo incluso el pánico al contagio son devastadores, las dudas que existen y seguirán existiendo sobre si familiares, amigos, compañeros de trabajo serán asintomáticos, o sea, propagadores encubiertos del virus que enferma a otros, pero no a ellos mismos.

En países grandes y potencias aliadas como las que integran la Unión Europea, el desbarajuste financiero pasará menos intenso; han decidido vaciar centenares de miles de millones de recursos monetarios en empresas e individuos de todos los niveles, en especial en los menos favorecidos, y así inyectarles certidumbre para comenzar de nuevo.

Proveedores multilaterales de dinero, integrados, sostenidos por naciones líderes, se encargarán de auxiliar a las medianas y pequeñas empresas de países de África y Latinoamérica, incluyendo algunos capaces de grandes estupideces.

En las naciones socialistas-comunistas pocos se enterarán, o reclamarán. Los gobiernos con mano de hierro -en estos tiempos suavizados por guantes de buena tela comunicacional- no permitirán que nadie, ni siquiera empresarios arruinados, insolventes o trabajadores desempleados, empobrecidos, formen líos y lloren demasiado en público.

Los tiranos son pragmáticos: aprietan y, si conviene, ahogan. Existen procesos en desarrollo, por ejemplo en China, donde transforman a los abandonados e improductivos en clase media con aspiraciones, y la situación de pandemia puede ralentizar. Sin embargo, las tiranías modernas no pueden detenerse porque terminarán colgadas de los pies.

Rusia puede complicarse, tiene su déspota arbitrario y también mercado, pero carece de economía libre y vigorosa. Las armas, mientras más avanzadas, necesitan tecnología de desarrollo diario y requieren dinero, pero también una economía poderosa que no tiene. Putin es aguajero, hace escaramuzas, pero más allá de gruñir, lanzar miradas que parecen profundas y con intenciones ocultas, solo hace salivar los hocicos resecos de los famélicos del mundo. Como nosotros.

Que no somos hambrientos porque la vida nos haya hecho así, sino porque tuvimos la ignorancia e ingenuidad de elegir a indoctos pero hábiles palabreros de bolserías y pendejadas para que se encargaran de nuestros asuntos, cumplieran sus ofertas y promesas, de cambiar el flujo de las enormes ganancias que Dios dispuso para la ciudadanía y desarrollo del país, no para las avariciosas arcas y bolsillos de cuarto repúblicos y ladrones imperialistas. Lo que nunca advirtieron los zánganos fue que, en ese camino de cambio a la quinta república, habría una alcabala infranqueable, inevitable de revolucionarios y afines.

Pero no les están marchando bien las cosas a los cómplices aprovechadores e hipócritas; al ladrón, sea bueno o malo, siempre lo descubren y atrapan, en eso están ojos y oídos de naciones con principios, ética, libres y democráticas. La COVID-19 no es un barranco final, es un obstáculo que coloca el foco sobre los autovictimizados mientras nerviosos estornudan, temerosos de investigaciones, sentencias, grilletes y esposas. La cosecha de lo que han sembrado y cultivado.

Lo que nos quedará a los ciudadanos venezolanos después de la pandemia es trabajar duro, con ilusión y expectativa, recurrir a organismos, consorcios y corporaciones que nos faciliten productos, bienes, servicios y préstamos, como es lógico, en espera de compensación justa. ¿Cómo ingresar decenas de millones a la industria petrolera para reconstruirla del desastre en el cual los bandidos la dejaron, sin cobrar nada?

Dispondrán, traerán recursos financieros y humanos, para reactivar y reconstruir lo destruido. Con ellos lo rescataremos porque saben bien que no se le puede vender nada a los que nada tienen. 

Después de las pandemias, la de COVID-19, y la del socialismo bolivariano castrista -que es peor y aun más cruel-, vendrán capitales, restableceremos el orgullo de ser y tener, convirtiéndonos en buen mercado, porque no todo se lo llevará el viento.

* Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Rusia tilda de burla plan de transición de EEUU para Venezuela
María Zajávora, portavoz de la cancillería rusa, calificó de burla el plan de transición que presentó EEUU sobre Venezuela

Rusia calificó de «burla» el plan de transición de Estados Unidos para solucionar la crisis en Venezuela, cuando lo que se debe hacer es ayudar al país a superar la situación humanitaria.

«Como una burla, Washington ha anunciado una improvisación en forma de plan de arreglo con la condición de constituir en Venezuela una especie de Gobierno de transición», dijo la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova.

Asimismo, agregó que, cuando «en todo el mundo de hecho se ha implantado una moratoria a todas la actividades políticas y sociales importantes, se propone elaborar y consensuar cierto calendario de elecciones nacionales en Venezuela con especial hincapié en la elección del presidente del país».

Vale recordar que, EEUU propuso la creación de un Consejo de gobierno de transición en Venezuela que permita realizar elecciones en un lapso de seis a doce meses, como condición para un levantamiento de las sanciones al gobierno nacional.

Lo que propone EEUU

EEUU propuso este martes 31 de marzo, un nuevo plan para que haya un cambio político en Venezuela y se retiren las sanciones económicas, a través de un Gobierno de transición que incluya a representantes del gobernante Nicolás Maduro, y del presidente encargado, Juan Guaidó, para lograr la celebración de «elecciones libres y justas».

Por su parte, el secretario de Estado, Mike Pompeo, ofreció detalles acerca del “Marco Democrático para Venezuela”, propuesta que Washington rescata de 2019 y que fue hecha por la delegación opositora durante los diálogos en Barbados.

La declaración de Pompeo incluye 12 pasos a seguir por el gobierno de EEUU, como el retiro de sanciones y acciones que deberá tomar la Asamblea Nacional para lograr una transición en Venezuela.

Con información de EFE

Violar compromisos se paga… Por Carlos Blanco
  1. EL COMPROMISO DERIVADO del artículo 233 de la Constitución es: el presidente de la Asamblea Nacional se encargó de la Presidencia de la República para encabezar un gobierno de transición, al cabo del cual habría elecciones presidenciales. La Constitución ordena la convocatoria en 30 días, pero, dadas las circunstancias, esa convocatoria solo puede tener lugar en forma efectiva una vez que sea desplazado el régimen; es decir, cuando “cese la usurpación”.
  2. El mandato para Guaidó es el de encabezar la salida del régimen y presidir el Ejecutivo hasta las elecciones presidenciales. Es obvio que quien presida la transición no puede ser candidato presidencial. Esta idea, según la cual el presidente de la transición no podría ser candidato presidencial en las elecciones siguientes inmediatas, fue discutida por dirigentes de Voluntad Popular, Primero Justicia y la representación de Soy Venezuela, lo que me consta personalmente.
  3. No dudo que pueda resultar tentador para Guaidó ser candidato presidencial; pero, si es en la primera elección libre después de la transición no puede ser presidente encargado y candidato al mismo tiempo; sería una burla.
  4. Pero están atravesadas las conversaciones Oslo-Barbados. Según lo que allí se ha manoseado Maduro dejaría “la usurpación”, se nombraría un gobierno de transición entre la gente Guaidó y el G4 de un lado, y el madurismo, cívico militar, del otro. Así se forzaría a una candidatura unitaria opositora –la de Guaidó– para contender con el candidato rojo. Obviamente, esto sería la continuidad del régimen; pero, supongamos que es un paso en la dirección de realizar elecciones presidenciales. ¿Es factible esta maniobra?
  5. Sería inconcebible hacer un cogobierno sin Maduro pero con los de la lista de la OFAC, los indiciados por narcotráfico, violaciones de los derechos humanos y el desfalco masivo a la nación. Pero supongamos que Guaidó, sus aliados y asesores consideren que es un pedregullal por el que hay que caminar descalzos. Sin embargo, este atajo es imposible aun si los dirigentes lo quisieran.
  6. El gobierno de transición por definición no podría ser un gobierno represivo. No podría sacar las tropas, policías y colectivos a reprimir; ni encarcelar a los protestantes; menos seguir en la política de la tortura y el asesinato. La ciudadanía se volcaría a las calles y haría saltar de sus eventuales posiciones a los jerarcas cohabitantes del madurismo; agravado el asunto por la carencia de partidos, sindicatos y gremios, capaces de organizar, controlar, morigerar, protestas y rebeliones.
  7. La instauración de un gobierno de transición solo podrá hacerse con legitimidad si se responde a lo ofrecido, sin ambigüedades y medias palabras. Guaidó como presidente encargado, para presidir unas elecciones libres y plurales en las que no sería candidato. Ya él tendrá tiempo más adelante.

 

@carlosblancog
Buenas y malas noticias sobre las transiciones negociadas

@GitiW

 

De todas las opciones que estaban sobre la mesa quedó sentarse en ella. Que esa sea la única opción que se vislumbra en el horizonte político venezolano no significa que se trate de una mala alternativa ya que data contrastada evidenció que la negociación ha sido el método más exitoso para cambiar regímenes autoritarios, independientemente de su naturaleza ideológica. No obstante, la intuición colectiva alerta que un régimen totalitario que tortura, mata y entierra a venezolanos sin concederle a sus dolientes ni siquiera el consuelo de abrazar por última vez los cuerpos de sus seres queridos, no saldrá jamás con persuasión. 

Sin embargo, hay 59 casos que demuestran lo contrario y los investigadores fueron los primeros sorprendidos.  “Nosotros nos sorprendimos al descubrir que la mayoría de las transiciones a la democracia se producen por negociación, contrario a lo que la intuición inicial nos hacía pensar. Nos sorprendió porque partimos de la idea intuitiva de que un régimen autoritario no iba a restituir garantías que ellos mismos habían violado. Luego revisamos caso por caso y entendimos cómo es que se produce esa restitución: hay un contexto que los presiona. Si los principales entes del régimen están amenazados bien sea de manera interna o externa se terminaba generando una fractura en la propia coalición”, afirma el politólogo John Magdaleno, miembro del equipo de investigadores que han analizado 100 casos de transiciones exitosas a la democracia.

Con la asistencia del gobierno de Noruega y bajo la mirada de una gran coalición internacional, parece que la oposición venezolana se ha propuesto sumar otro caso a esas 59 transiciones exitosas. El diputado Stalin González, segundo vicepresidente de la Asamblea Nacional, confirmó el 31 de julio a través de su cuenta en Twitter la intención del gobierno interino presidido por el diputado Juan Guaidó de sentarse nuevamente frente a los representantes de Nicolás Maduro para negociar una salida constitucional. 

 

 

 

Pese a lo improbable que resulta para aqueos y troyanos que esta ronda de negociaciones avance hacia algún acuerdo, incluso figuras como Diosdado Cabello -presidente de la Asamblea Nacional Constituyente-, cambiaron de opinión respecto al diálogo promovido por Oslo y manifestaron su respaldo a la iniciativa, reseñó El Universal.  

En un primer momento, la disposición al diálogo por parte de Maduro no pareció afectarse tras la inclusión del exvicepresidente de Venezuela, Tareck El Aissami, en la lista de los fugitivos más buscados por el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos -ICE por sus siglas en inglés-, a quien acusan de narcotráfico y de violar la ley de designación de cabecillas extranjeros conocida como “Kingpin Act”.

 

 

 

Sin embargo, la orden ejecutiva emitida por el presidente Donald Trump el lunes 5 de agosto mediante la cual se impuso un bloqueo total a las propiedades estatales del gobierno de Venezuela en territorio estadounidense, sí alteró -por ahora-, la determinación del régimen de Maduro de permanecer en la mesa de negociación. “Volverán tarde o temprano a la mesa de diálogo”, aseguró Guaidó sobre la comisión de Maduro. 

En un cambio de señas intempestivo, el canciller Jorge Arreaza confirmó que el “Gobierno Bolivariano de Venezuela no permitirá que esta tendenciosa escalada de agresiones afecte los procesos de diálogo político en el país” y, acto seguido, el ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, informó que la delegación de Maduro no acudiría a la cita en Barbados pues se disponía a “revisar los mecanismos de ese proceso a fin de que su continuación sea efectiva y armónica con los intereses de nuestro pueblo”.

 

 

 

La hipótesis: no se negocia con narcoestados

La investigación realizada por politólogos venezolanos permitió identificar que la negociación fue la modalidad de transición predominante en todas las regiones del mundo. 23 de los 100 casos estudiados corresponden a América Latina. Ahí 76% de las transiciones políticas se dieron en el marco de negociaciones. “Pensábamos que si se sumaban las transiciones por vía de intervención militar extranjera y por golpes de Estado superarían a las transiciones negociadas. No fue así. Solo en 19 casos hubo transición por liberación externa y en otros 22 ocurrieron golpes de Estado. Esto derrumba el discurso que se ha construido en Venezuela en torno a que no se negocia con delincuentes. Todos los regímenes totalitarios delinquen. Todos sin excepción son transgresores de garantías”, argumentó Magdaleno. 

La data recolectada les permitió además refutar la hipótesis de que en Venezuela la salida negociada no es posible porque se trata de un narcoestado. Magdaleno apuntó que al menos 6 de los casos analizados tenían características de narcotiranías. “El argumento de que los narcoestados no salen si no a través de métodos violentos tiene el problema de que esa caracterización impide conocer qué factores de la coalición dominante sí pudieran tener incentivos en algún momento para facilitar la transición. Cuando se habla a la ligera de narcoestado se asume que todo el funcionamiento del Estado gira en torno al narcotráfico. Esa generalización es bastante miope pues impide ver cuáles son los actores y figuras que sí pudieran negociar y facilitar la transición. En la Bolivia en los años 80 no hubo ninguna intervención extranjera. Una consulta popular fue uno de los factores desencadenantes del proceso de transición”, señaló el politólogo. 

El hecho de que figuras prominentes del régimen de Nicolás Maduro hayan abandonado recientemente el país, como sucedió con la fiscal Luisa Ortega Díaz, el diputado y exjefe de inteligencia militar Hugo Carvajal y el exdirector del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) Cristopher Figuera, podría ser un indicio de que hay más fichas dispuestas a negociar no solo su propia salida sino el fin de régimen chavista.  

El politólogo explicó que la caracterización de narcoestado como factor para argumentar que las negociaciones son inviables en Venezuela genera otro problema: se asume que tal condición inhibe al régimen de tener dificultades sistémicas pues se cree que los costos de salida son muy elevados y que los incentivos para permanecer son muy altos, por lo tanto, no hay ningún estímulo para que se produzca una transición. 

“¿Las relaciones internacionales no son un incentivo?; ¿la merma en el flujo de caja en dólares no es un incentivo? Lo que quiero discutir es que la caracterización de narcoestado se presenta como un gran determinismo político. Por lo regular, quienes sostienen esta hipótesis afirman también que solo una intervención militar extranjera puede poner fin al régimen autoritario. Ahí la literatura ofrece otro argumento y es que hay casos en los que las intervenciones militares extranjeras no ofrecen garantías de democratización. Puede producirse el desplazamiento de una élite a otra que tampoco ofrezca garantías para el cambio”,  dijo Magdaleno. 

La investigación incluyó el análisis de unas treinta variables que fueron desde la naturaleza del régimen político, la orientación ideológica, el impacto que tuvo la situación económica, hasta si hubo o no movilización social. “Lo que sí es cierto es que los regímenes totalitarios de izquierda plantean mayores complejidades para comenzar el proceso de transición. Es más complejo en la medida en que la ideología juega un rol fundamental en la toma de decisiones. La ideología es un bloqueador que impide transacciones mucho más fáciles entre los actores pues en última instancia se está defendiendo una cosmovisión y no solo el poder”, aclaró Magdaleno. 

 

Sin un ganador que se lo lleve todo

En las negociaciones políticas, a diferencia de la canción de ABBA, no hay un ganador absoluto que se lo lleve todo, aclaró de entrada el politólogo Ricardo Sucre Heredia. “La negociación como método para salir del régimen actual será una ruta novedosa para la sociedad venezolana porque en nuestra historia política siempre ha habido ganadores y perdedores. Pérez Jiménez se fue y todos salieron a la calle a celebrar. Gómez murió en el cargo. Quienes participaron en la lucha armada de los 60 también perdieron. Siempre hemos tenido ganadores y perdedores. Desde nuestro proceso de independencia la lógica ha sido ganar o perder. Hoy yo no creo que ese patrón se vaya a repetir. En ese sentido será un proceso inédito en Venezuela pues estaremos obligados a construir bases de convivencia con gente que muchos desprecian”. 

A juzgar por los mensajes que los grupos representados en Barbados ofrecieron a la opinión pública, uno de los retos de este proceso será trascender la búsqueda de una capitulación y enfocarse en lograr acuerdos mínimos que permitan arrancar una transición democrática. “Cada bando quiere una negociación a su medida. El gobierno quiere que le levanten las sanciones y la oposición dice que si Maduro se lanza de nuevo a una elección presidencial ellos se paran de la mesa. Yo no estoy tan seguro de que esas posiciones sean solo una puesta en escena para sus audiencias, más bien creo que se trata de resistencias estructurales. Siento que quieren una capitulación tipo Alemania o Japón y eso no va a ser posible”, argumentó Sucre Heredia. 

 

 

Discursos aparte, la preocupación de muchos actores internos y externos está en el recrudecimiento de la represión y en el aumento de las violaciones de derechos humanos tras los hechos del 30 de abril de 2019. Mayo y junio concentraron una nueva ola de detenciones a efectivos militares quienes supuestamente estaban conspirando en contra de Maduro. Las torturas propinadas al capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo, detenido desde el 21 de junio en la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), le causaron finalmente la muerte. Inmediatamente las negociaciones fueron suspendidas pero se reanudaron a los pocos días. 

Sucre Heredia advirtió que incluso en el marco del diálogo auspiciado por Noruega se pueden esperar más hechos de violencia. “Ejemplos como el proceso de negociación de Sudáfrica y Túnez evidencian que sí podemos esperar más violencia por parte del régimen autoritario. En Túnez asesinaron a personas que formaban parte del equipo de negociadores. Este gobierno está obsesionado con que lo quieren tumbar y la lógica de ellos es no dejarse tumbar. Hay un patrón de tortura y asesinatos que se repite cada vez que se sienten amenazados. ¿Eso supone que ya no se puede negociar? Con todo lo crudo que suene creo que la negociación debe continuar”. 

También es de esperar que el proceso de negociación se estanque e incluso que se paralice por tiempo indefinido. Magdaleno se apoya en las investigaciones del profesor de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Yale, Juan Linz, para explicar que las tres fases de la transición política, a saber, liberalización, democratización y socialización cultural, no siempre se suceden de forma cronológica pues unas veces se solapan, en otros casos hay discontinuidad pues no se trata de un proceso lineal, y otras veces se retrocede. En algunos casos hay una reversión total del proceso, advirtió.  

“Venezuela no es más represiva que el Chile de Pinochet o más polarizada que la Sudáfrica que estaba bajo el apartheid. Tampoco tiene más limitaciones por sus vínculos con Cuba que los que ataban Polonia a Rusia. Representar a Venezuela como un estado mafioso confunde más de lo que aclara”, afirman Abraham Lowenthal, fundador del Programa Latinoamericano del Centro Woodrow Wilson, y David Smilde, profesor de la Universidad de Tulane, en un análisis reciente que aborda la viabilidad de una transición negociada en Venezuela

Lowenthal y Smilde se apoyan en los acuerdos de convivencia alcanzados en otras transiciones para argumentar que los políticos y la sociedad venezolana deberán considerar concesiones similares. “Aceptar al general Pinochet como senador vitalicio y jefe de las Fuerzas Armadas durante ocho años ayudó a Chile a que la transición fuera posible. Nombrar a miembros del Partido Comunista como ministros de Defensa e Interior facilitó la transición polaca. En Sudáfrica, la designación de De Klerk como vicepresidente de Mandela fue uno de los pasos pragmáticos que hicieron posible la superación del conflicto (…). En el caso venezolano, algunos funcionarios clave del régimen de Maduro y de las Fuerzas Armadas que quieran ser parte del futuro de Venezuela deberían ser incluidos en el proceso de resolución del conflicto”. 

En dicho análisis se sostiene que aunque cada transición tuvo características diferentes, la mayoría coincidió en un aspecto: en su momento parecían imposibles de lograr. Si bien en Venezuela también es difícil pronosticar cuándo comenzará el proceso de transición, de acuerdo con Magdaleno hay al menos una variable que indicaría que está cerca un punto de quiebre. 

“La actual ronda de negociaciones opera en el marco de unas crecientes dificultades sistémicas del Estado. Hay un contexto que limita la capacidad del régimen de Maduro para satisfacer las demandas de sus factores de poder. Es crucial saber si el contexto actual presiona a los factores de poder a transitar hacia una dirección distinta. Yo pienso que sí. Este es el primer factor que veo que sí está presente en Venezuela y cuando esto ocurre aumenta el número de socios insatisfechos de la coalición dominante. Y ojo, estos socios son propios y extranjeros. Dicho de otra manera, si el Estado no puede satisfacer las demandas e intereses de un gran número de socios de la coalición dominante nacionales o internacionales, entonces allí hay una dificultad sistémica mayor. Allí se da una amenaza seria a la supervivencia del régimen autoritario”. 

 

Oslo: una mesa con muchas sillas

Esas dificultades sistémicas para satisfacer a socios externos explicaría el interés de potencias como Rusia y China en apoyar las gestiones del Reino de Noruega cuya ministra de asuntos exteriores, Ine Eriksen Søreide, informó a principios de agosto que los representantes de los principales factores políticos de Venezuela continúan con las negociaciones iniciadas en Oslo en el marco de una mesa que trabaja de manera continua y expedita. 

Los representantes de Maduro y del presidente encargado Juan Guaidó no están solos en dicha mesa pues a rusos y chinos se suman los ojos del Grupo de Lima, los del Grupo de Contacto de la UE,  del Vaticano, los Estados Unidos, Canadá, Cuba y, más recientemente, los de las Naciones Unidas. 

 

 

“La participación de tantos actores es comprensible dada la magnitud de la crisis venezolana. Especialmente durante 2019 el drama venezolano se ha convertido en un tema mundial. Para nadie es un secreto que muchos países de la región apostaron por un cambio de régimen a principios de año pero el tiempo terminó demostrando que aún había mucho camino por recorrer. Países que han sido muy críticos con Maduro y que han apoyado de forma frontal a la Asamblea Nacional han ido cediendo a la idea de que la vía es la negociación”, apuntó Mariano de Alba,  abogado especialista en Derecho Internacional y Relaciones Internacionales

De Alba agrupó a los distintos países en función de sus posibles motivaciones para apoyar la salida negociada: “A Rusia y China les preocupa que el apoyo tan frontal de los Estados Unidos deje al nuevo gobierno con una deuda enorme con los norteamericanos. Lo perciben como una amenaza a sus intereses en Venezuela. En pocas palabras, buscan estabilidad y que si se va a producir un cambio en Venezuela este sea lo más estable posible. Además, intentan que el gobierno norteamericano no sea el gran protagonista de la transición pues los dejaría en una situación de debilidad”. 

El pragmatismo de Rusia se hizo evidente cuando el presidente Vladimir Putin dijo en una entrevista al Financial Times que él se entendería con Guaidó si este resultara victorioso en un proceso electoral. “Al final, la lógica de Rusia y China no es si es Maduro o Guaidó sino qué escenario les permite asegurar los negocios en Venezuela. Recordemos que gracias a la crisis, Rusia ha realizado negocios en Venezuela con un retorno impresionante. Desde luego que hay también un juego geopolítico en el tablero y el objetivo es hacer ver que los Estados Unidos no es tan poderoso como parece”, argumentó el especialista en relaciones internacionales.  

Con relación a Cuba, indiscutiblemente el actor foráneo más relevante por el nivel de involucramiento en la política venezolana, De Alba afirmó que el único escenario que realmente le conviene es la permanencia de Maduro -o de alguna de sus fichas- en el poder. 

“Ahora bien, la dictadura cubana ha durado tanto, entre otras cosas, porque sabe mover bien sus fichas. Tienen una dosis de pragmatismo importante. Ellos saben que la situación es bastante delicada y que a medida que pase el tiempo las posibilidades de un cambio violento se incrementan. Estar sentados en la mesa les permite estar bien informados de lo que ocurre. También les permite tener una línea directa de comunicación. Su misión real es aprovechar la situación”, dijo el abogado. 

 

Tras Barbados, más rondas de negociación

De Alba expresó que la situación ha llegado a un nivel tal que sin la acción de otros países será muy difícil que Venezuela logre encontrar el camino hacia su redemocratización. Considera que la presión internacional ayuda pero la multiplicidad de actores pudiera entorpecer los tiempos. Esa incertidumbre sobre los “tiempos” es justamente la fuente de desesperanza de muchos venezolanos pues la velocidad con la que avanza la crisis venezolana los enfrenta a una calidad de vida cada vez más precaria. El informe de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet, no hace sino confirmar la crudeza de la realidad que experimentan los venezolanos. 

De Alba sostuvo que hay un entendimiento en la comunidad internacional de que por más apoyo externo que den, la resolución del conflicto está en manos de los venezolanos. “Un ejemplo muy concreto es lo ocurrido el 23 de febrero. La comunidad internacional esperaba un quiebre institucional que no se dio y por ende no entró la ayuda humanitaria. Ellos llegan hasta un punto pero la política interna debe hacer su trabajo”. Esta interpretación se corresponde con las declaraciones del Secretario de Estado Norteamericano, Mike Pompeo, “filtradas” a la prensa en las que criticaba la desunión de la oposición venezolana y su incapacidad para lograr acuerdos mínimos. 

“Desde mi punto de vista, los países están muy expectantes ante lo que pueda lograr Noruega. Saben, eso sí, que no se trataría de una solución inmediata lo cual está en contraposición con lo que deseamos los venezolanos. Es un proceso que al día de hoy no pareciera contar con los elementos para llegar a una solución pero aún así se debe apostar por la negociación. Veo que el hecho de que haya tanta atención sobre el proceso de negociación ayudará a que si fracasa -lo cual yo veo más probable-, sirva como argumento para aumentar la presión. Ahora, si esas medidas vayan a ser suficientes para poner fin al régimen de Maduro, veremos”, advirtió De Alba.  

En efecto, Federica Mogherini, jefa de la diplomacia de la Unión Europea, amenazó con imponer más sanciones sobre altos cargos del régimen de Maduro si las negociaciones de Barbados no llegan a algún acuerdo. “La crisis que se vive en el país requiere de una solución política urgente, la cual solo se puede lograr a través de un proceso pacífico, democrático que conduzca a unas elecciones presidenciales libres y justas”, dijo textualmente. 

Sobre la participación de la comunidad internacional, el politólogo Sucre Heredia coincidió con lo dicho por el ganador del premio Nobel de la Paz 2015 por su mediación en la transición a la democracia en Túnez, Hassine Abassi, en su reciente visita a Caracas. “Abassi destacó que era preferible no aceptar apoyo foráneo. Claro, ellos tuvieron unas condiciones muy particulares pues Ben Ali ya se había ido así que pudieron comenzar desde cero”, dijo.   

Incluso si este ciclo de diálogo fracasa, estar ante los ojos del mundo puede tener un efecto colateral útil considerando, por un lado, la impunidad con la que opera el régimen de Maduro y, por el otro, la propensión de muchos venezolanos a creer que el fin del régimen debe estar cerca pues no se puede estar peor. 

“Desde afuera se perciben riesgos y amenazas que los propios venezolanos quizás no consideren posibles. Por ejemplo, el riesgo de una guerra civil o de violencia extrema. Siento que la gente se apoya mucho en aquello de la excepcionalidad venezolana para evitar pensar que esta situación puede terminar muy mal, al estilo de Siria. Creo que la comunidad internacional se cohesiona en torno a la necesidad de evitar que la crisis escale en algún tipo de violencia generalizada”, advirtió Sucre Heredia.