Tragedia archivos - Runrun

Tragedia

Claves | ¿Por qué el Estado venezolano es responsable de la tragedia en El Callao?
El Estado Venezolano tiene el deber de custodiar los yacimientos mineros y proteger a quienes laboran allí, pero la mina La Talavera no estaba custodiada por cuerpos de seguridad, sino por grupos armados irregulares.

 

@Luciapietf

El derrumbe de una galería en la mina La Talavera en El Callao, al sur del estado Bolívar, dejó al menos 13 mineros muertos el pasado 31 de mayo. El hecho que sepultó a más de 120 personas, según el reporte de la secretaría de Seguridad Ciudadana en la entidad, solo se atribuye a las fuertes lluvias que azotaron la zona. Nada se dice sobre la responsabilidad de las instituciones y los funcionarios que pudieron evitar el desastre. 

Reportes en el lugar señalaron que fueron rescatados 124 mineros a través de la mina Isidora, yacimiento cercano con acceso a La Talavera, que no sufrió accidentes ante los aguaceros torrenciales que afectaron al menos 10 sectores y 450 familias, según Correo del Caroní. Pero en la tragedia incidieron las condiciones riesgosas de trabajo y la falta de mecanismos de seguridad, supervisión e inspección de parte del Estado en las minas, según comentó Mairis Balza, defensora de DDHH y coordinadora general de Comisión para los Derechos Humanos y la Ciudadanía (Codehciu).

Runrun.es detalla cómo el Estado es el principal responsable de un hecho que se repite cada vez que las lluvias azotan la región minera.

Deber por decreto

El decreto 2.248 que ordena la creación de la Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco (AMO) desde el 24 de febrero de 2016, establece que el Estado mantiene «soberanía nacional» y control total sobre los recursos mineros explotados en esta área de 111.843 kilómetros cuadrados que representa 12,2% del territorio venezolano. 

Este poder sobre los yacimientos de oro y otros minerales también le concede al Estado el deber de proteger a los mineros artesanales y resguardar las áreas protegidas, ya que uno de los objetivos del Arco Minero establecidos en el Plan de la Patria 2013-2019 es:  «organizar la pequeña minería, concentrada en la explotación de oro y diamante, en unidades de producción donde el Estado brinde apoyo tecnológico y financiero para proteger la salud de los trabajadores, los recursos naturales y el medio ambiente».

Pero la realidad es que los mineros continúan arriesgando sus vidas con prácticas peligrosas y condiciones laborales deficientes para obtener el mineral aurífero y mejorar su situación económica.

 

 

Ni la primera ni la última vez

El 12 de mayo de 2021, 34 mineros fueron rescatados y un cuerpo fue recuperado de la mina Isidora. El 2 de febrero de 2020 hubo un colapso en la misma mina que sepultó a más de 20 personas y dejó un saldo de tres fallecidos, y el 13 de octubre de 2019 un total de 107 mineros fueron rescatados tras un derrumbe en el yacimiento que los dejó incomunicados por varias horas. 

En todos los casos, los mineros accedieron a las galerías sin supervisión alguna para extraer oro en una zona administrada por la Corporación Venezolana de Mineria, ente adscrito al Ministerio del Poder Popular Desarrollo Minero Ecológico, y custodiada por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb) y la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim), adscritos al Ministerio del Poder Popular para la Defensa.

El alcalde del municipio, Coromoto Lugo, declaró en una rueda de prensa respecto a la tragedia: «(…) son situaciones que van a seguir pasando. La minería es búsqueda de metal, la gente sigue obviando el peligro y se mete pensando que es muy fácil conseguir oro, y eso no es así. Esto es una emergencia que ocurrió y que lamentamos mucho, pero es muy difícil decir que van a clausurar la mina porque van a buscar la manera de meterse por otro lado, de abrir un hueco para caerle». 

Mairis Balza explicó que en la zona minera no hay ningún mecanismo de seguridad presente que garantice la integridad física de los mineros que laboran allí, y tampoco existe una supervisión e inspección que inste a los organismos que están están al frente de las minas a responder por el resguardo de los trabajadores. 

«Las minas son un territorio de nadie y operan de la manera que mejor les parece, bajo las circunstancias de mayor riesgo», declaró. 

 

 

Defensa del territorio sin prevención

Desde octubre de 2022, el Ministerio del Poder Popular para la Defensa desplegó a funcionarios de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb) en la «Operación Roraima 2022» para enfrentar la minería ilegal, trata de personas y narcotráfico en el estado Bolívar y parte de Amazonas.

Según la propaganda oficial, los efectivos han desmantelado campamentos de minería ilegal y desarmado grupos delictivos que azotan el sur del estado, sin embargo, en reiteradas oportunidades los habitantes de los pueblos mineros han protestado en contra de la militarización de las minas debido a sus atropellos con detenciones, allanamientos y destrucción de equipos de trabajo de los mineros, reseñó Provea. 

La mina Isidora está ubicada en un área restringida de Mibiturven (Minería Binacional Turquía-Venezuela) – empresa relacionada con Alex Saab y constituida en 2018-, y el El Pitazo reseñó que La Talavera está clausurada y en el sector El Perú, donde se ubica, hay presencia del ejército y la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim). ¿Por qué este cuerpo de seguridad no sacó a los mineros de las galerías cuando las invadieron?

La Talavera es una mina «abandonada» que conecta con la mina Isidora – perteneciente a la CVM- a través de túneles en las galerías. Los mineros descendieron a través de ella para acceder a la Isidora y realizar trabajos de extracción. 

Andrés Velásquez, dirigente nacional de La Causa R y precandidato a las primarias opositoras, afirmó en entrevista para Runrun.es que La Talavera carecía de custodia de parte del Estado, pero había presencia de grupos armados irregulares controlando el yacimiento, los llamados «sindicatos».

El poder de las bandas

Investigaciones y reportajes han señalado que el sector El Perú está custodiado por el grupo armado «Zacarías y Toto», señalados por haber matado a siete personas en El Mirador, San Félix.

La como la mayoría de los yacimientos del sur están tomados por bandas que controlan la actividad extractivista y mantienen la zozobra en la población. Por eso cabe preguntarse si los mineros fueron enviados por alguna banda o si lo hicieron por cuenta propia.

«Quienes trabajan en el AMO deben pagar entre 10 % y 20 % del mineral extraído a los grupos criminales», reportó en 2020 la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh) a través de un informe sobre las violaciones los DDHH en el Arco Minero.

Entre las bandas que operan en el Arco Minero se encuentran: «Tren de Guayana», que funciona desde el 2010 aproximadamente en el sector de La Paragua, municipio Bolivariano de Angostura y en zonas de Ciudad Bolívar. Ha participado en delitos de minería ilegal, tráfico de oro, drogas y materiales estratégicos, sicariato, extorsión, robo, robo y hurto de vehículos, terrorismo sindical.

«El Ciego», que opera en El Manteco, municipio Piar y La Paragua, y ha sido señalado por delitos como: minería ilegal, homicidio, cobro de vacunas, extorsión, venta y distribución de droga. Su líder, Reiniero Alberto Murgueytio Bastardo, alías «El Ciego», es solicitado por diversos crímenes y es señalado como responsable de la masacre de Ikabarú en el 2019.

Trabajo para sobrevivir

En uno de los videos difundidos por la secretaría de Seguridad Ciudadana, Edgar Colina, informó que la mayoría de los 13 mineros fallecidos eran foráneos, ciudadanos pertenecientes a otros estados del país que fueron a la mina a trabajar y llevar sustento a sus hogares. Se conoció que dos de ellos eran hermanos oriundos de Monagas y desde hace dos años viajaban al sur de Bolívar. 

«Nos informaron que casi todos son foráneos y no tienen la experiencia, porque los mineros locales saben que cuando está lloviendo hay minas que no pueden ser trabajadas (…)», indicó Colina.

La crisis económica y la falta de oportunidades laborales en Venezuela causó un aumento de la migración interna hacia la región minera en los últimos años, intensificado por el Covid-19 que potenció las crisis preexistentes, según el monitoreo del Observatorio de Ecología Política de Venezuela en el 2021. Según el dirigente Andrés Velásquez, no hay un registro de la cantidad de migrantes que llegan al sur del estado Bolívar.

Uno de los sobreviviente del suceso, César López, de 21 años, informó para El Pitazo que viajó e ingresó a las minas de El Callao a trabajar por la crítica situación económica que atraviesa su familia. 

Acnudh describió en su informe que la mayoría de los mineros trabajan 12 o más horas sin ninguna protección, en condiciones peligrosas, y están expuestos a la contaminación por mercurio y a enfermedades, así como a la violencia por el control y las disputas entre los grupos armados y, en algunos casos, las fuerzas militares

Acorde al informe sobre esclavitud moderna y explotación laboral del Centro de DDHH de la Universidad católica Andrés Bello (Ucab), para los mineros la necesidad es superior a la queja y toleran las condiciones indignas ante la falta de ofertas laborales y la vulnerabilidad económica.

Balza indicó que para prevenir estas tragedias y proteger a la población minera, el estado debe garantizar un entorno seguro en los yacimientos; capacitar a los trabajadores en áreas relacionadas con protección civil, primeros auxilios, prevención y mitigación de riesgos; brindar los equipos de protección mínimos para la seguridad de los obreros y fiscalizar la zona de manera permanente. 

 

 

 

En el episodio 188 de este tres en uno informativo, tres grandes reportajes destacaron esta semana por la alianza entre los portales RunRun.es, TalCual y El Pitazo.

Por El Pitazo resaltó el trabajo: Las Tejerías: Un pueblo que busca levantarse entre el dolor y la esperanza. El sábado 8 de octubre significó un antes y un después para la población aragüeña. Decenas de historias se entremezclan como la tierra con el agua de ese día, en una comunidad que se niega a darse por vencida y lucha por levantarse de la tragedia.

¿Qué empresas hay en Las Tejerías y cómo afecta el deslave su economía?, es el reportaje que destacó por TalCual. La censura que mantiene el gobierno de Maduro sobre los medios de comunicación independientes en Venezuela no ha permitido dilucidar con certeza cuántas empresas funcionan en la localidad aragüeña. La Confederación Venezolana de Industriales informó que hasta el momento ha sido imposible establecer un registro y que en la actualidad están abocados a recolectar insumos para los afectados.

Por Runrun.es destacó: Tragedias causadas por las lluvias que pudieron evitarse. Desde la tragedia de Vargas en 1999 hasta la de Las Tejerías, en Venezuela han ocurrido al menos siete eventos donde las lluvias, la mala planificación urbana y la falta de medidas preventivas han causado muertes y cuantiosas pérdidas materiales. 

No olvides suscribirte desde tu plataforma de podcast preferida y compartirlo con tus amigos para que se mantengan informados. Además, puedes visitar las páginas web para tener acceso a las noticias y mayor detalle de los reportajes que destacaron esta semana en el Tres en Uno, tu suplemento informativo semanal.

Tomasa Álviarez y Wuiliannis García, sobrevivientes de la tragedia de Las Tejerías en el estado Aragua, cuentan cómo sobrevivieron a la vaguada y lo que vivieron mientras el agua y el lodo se llevaban todo a su paso

 

@GloriFernandez

 

Tomasa Álvarez es una de las sobrevivientes de la tragedia de Las Tejerías. Se encuentra recluida en el Hospital Victorino Santaella de Los Teques. Desde que llegó, hace dos días, no ha dejado de agradecer a Dios y a un grupo de policías y bomberos, por seguir con vida: «ellos me salvaron».

Su vivienda quedó intacta, sus hijos están a salvo, al igual que otros familiares que residen en una zona aislada al sitio del desastre.

«Como a las 4:30 PM inició la lluvia y la empresa comenzó a inundarse. Empezó a caerse toda la estructura, mi compañero fue arrastrado por el agua, por el lodo ese, y yo me dije no me voy a morir y me aferré a unos hierros», relató Tomasa, quien a sus 52 años, asegura que jamás vio en esta zona del estado Aragua, una situación similar.

Mientras luchaba por no ser arrastrada durante el deslave, dijo que vio decenas de personas que iban envueltas por la corriente mientras intentaban aferrarse a algún árbol o columna.

Entre ellos, estaba José Brazón, su compañero de guardia en la ensambladora de vehículos Chery, cuyo cadáver fue encontrado entre los escombros, según le informaron otros trabajadores a Tomasa.

«Esta es una oportunidad que me dio Dios, yo creo que me aferró a la vida luchar por seguir viendo a mis hijos, porque yo decía no, aquí no vas a acabar, tienes que vivir por tus hijos y me aferré a ese andamio hasta que los policías que estaban en una platabanda me vieron», contó desde el área donde se recupera de los politraumatismos que sufrió.

 

 

Dentro de la misma habitación estaba Wuiliannis García, una joven de 22 años, que se encuentra en estado de shock. Ella viajaba en un autobús junto a su hija de cinco meses e hijo de un año cuando fueron sorprendidos por la ola de lodo. «Alcanzó a sostener al niño, pero la bebé está desaparecida», detalló su mamá, Martina Quiñones.

Wuiliannis aún tiene el rostro cubierto de sangre, se ha negado a asearse e insiste en que quiere regresar a su casa junto a sus dos hijos.

En la puerta de la emergencia del hospital Victorino Santaella fue colgada una lista de seis personas que sobrevivieron a la tragedia, sin embargo, decenas de personas acudieron al centro a buscar a sus familiares desaparecidos. Pasado el mediodía, se activó una comisión de funcionarios del Senamecf, quienes partieron en dos furgonetas para trasladar varios de los cadáveres hasta la morgue de Los Teques.

 

 

Banner Tragedia Las Tejerías

Sobrevivientes de la tragedia en Las Tejerías: Solo nos quedó lo que tenemos puesto
El balance hasta el momento de la tragedia en Las Tejerías es de 22 personas fallecidas, 52 desparecidos

 

«Solo nos quedó lo que teníamos puesto», fue el testimonio de Domingo Ávila, un hombre que junto a su esposa y sus hijos, lograron sobrevivir a la tragedia de Las Tejerías, estado Aragua. 

Domingo Ávila comentó a la periodista Gregoria Díaz que afortunadamente salieron ilesos, pero que perdió todos los enseres de su casa. 

«La planta baja el río se la llevó toda. Perdí nevera, cocina, todo. La casa era de dos plantas. Estamos vivos gracias a dios, pero perdimos todo», dijo.

 

Everlyn González detalló que la quebrada la sorprendió, pero que se salvó porque subió a la segunda planta de su casa. 

«Perdimos todo, la quebrada entró en todas las casas. Agarré a mi hijo y subimos a la segunda planta, pero la quebrada se llevó todo», dijo González. 

José Santiago Llánes también comentó que perdió su casa y su negocio. «EL agua me llegó al cuello, pero unos muchachos me rescataron», dijo. 

El balance hasta  la noche del 09 de octubre era de 22 personas fallecidas, 52 desparecidos. El gobierno de Nicolás Maduro decretó la «zona de tragedia». 21 sectores fueron afectados y más de 20 mil viviendas resultaron perjudicadas. 

 

*Con información de Gregoria Díaz, Carmen Pecorelli y Reporte Ya

Alejandro Armas Abr 26, 2019 | Actualizado hace 2 semanas
La banalización de la tragedia

NO PUEDO CREER QUE ESTÉ ESCRIBIENDO ESTE ARTÍCULO. Parece mentira que casi ocho décadas después de que el naufragio de la República de Weimar culminara con el ascenso de Hitler al poder uno que tenga que estar recordando a otros cuáles fueron los horrores del nazismo. Cada 27 de enero, cuando se celebra el Día Internacional de Conmemoración del Holocausto, no falta quien diga que es ridículo y fastidioso insistir en algo que “todo el mundo ya sabe”. Pues no. Cada vez hay más señales de que estos esfuerzos deben ser redoblados. Los chalecos amarillos que han hecho estragos en los Campos Elíseos están acosando a hebreos franceses. Este Domingo de Resurrección un grupo de personas quemó a un “Judas” claramente identificado como un judío ortodoxo en una localidad polaca. Son solo dos ejemplos.

Sin embargo, hay casos más sutiles en los que se pone de manifiesto falta de sensibilidad hacia los sufrimientos por los que han pasado los descendientes de Jacob (hablo metafóricamente, pues soy agnóstico). Eso es lo que ocurre cuando personas que no son objeto de ningún tipo de persecución se refieren a sus detractores como “nazis”, “neonazis” o algún otro término derivado del nacionalsocialismo, y se identifican ellos mismos con las víctimas del Holocausto. En Venezuela es harto conocida la caracterización de los opositores a los regímenes de Chávez y Maduro como “fascistas” y, aunque en menor medida, como “nazis”. Maduro ha comparado incidentes en los que miembros de la elite gobernante son increpados en público con el trato que el Tercer Reich daba a los judíos. Si mal no recuerdo, en una ocasión la televisora pública equiparó estos episodios con la Noche de los Cristales Rotos. Nada que sorprenda. Después de todo, el chavismo sostiene que sus problemas diplomáticos en América Latina son una especie de reedición del Plan Cóndor, lo cual supone una falta de respeto absoluta a la memoria de quienes fueron asesinados en aquel baño de sangre.

Mucho más inesperado es ver que un dirigente opositor abuse del recuerdo del Holocausto. Hace casi dos semanas, circuló en redes sociales la imagen de un “tuit” emitido por Henrique Capriles, en el cual el exgobernador de Miranda se refirió a otros opositores, con los que ha tenido desencuentros amargos, como “secta neonazi”. El mensaje habría sido borrado poco después de su publicación. Si bien es cierto que imágenes de tuits falsos aparecen a cada rato, hasta donde sé Capriles no desmintió que aquel fuera de su autoría.

Sé muy bien que todos los días Capriles es objeto de ofensas, algunas de ellas bastante soeces y viles. No obstante, me cuesta imaginar un político de su talla que no pase por eso. Un dirigente no puede reaccionar ante sus críticos comparándolos con los adeptos de Hitler. Ni siquiera si esos críticos se rebajan al nivel de zafios. A quienes solo lo cuestionan tiene que responder con argumentos que desarmen dichos cuestionamientos, siempre que esto sea lógicamente posible, y de lo contrario, reconocer el error o, al menos, guardar silencio y reflexionar. A quienes le gritan vulgaridades, lo mejor es ignorarlos, o llamarlos como lo que son: neandertales. Nazis, jamás.

Naturalmente, muchos opositores que no son precisamente admiradores de Capriles se sintieron ofendidos. Hay, empero, un detalle. El grupo al que el dirigente de Primero Justicia ha llamado antes “secta” incluye a unos cuantos venezolanos que han abrazado un conservadurismo bastante marcado. Las redes sociales han sido canal para sus diatribas contra los blancos predilectos del conservadurismo occidental: el islam, el movimiento Lgbti y, por supuesto, las feministas. En una oportunidad anterior, esta columna examinó la furia conservadora contra el feminismo, la cual hoy vuelvo a traer a colación debido a la forma alegre en que se refiere a sus militantes con la odiosa expresión “feminazi”. Quienes se sintieron aludidos por el tuit de Capriles pero se divierten igualando a las feministas con los integrantes del difunto Nsdap no tienen nada que reclamar.

Parece que, como en la misa, es justo y necesario repasar cuáles fueron esos delitos usados como referencia en el siglo XXI para describir actitudes opuestas a las propias. Me voy a limitar a las cifras del genocidio, pues por razones obvias de tiempo y espacio no puedo elaborar un catálogo de todos y cada uno de los crímenes. Los nazis masacraron a alrededor de seis millones de judíos en doce años. El grueso de la matanza ocurrió en los apenas tres años comprendidos entre la Conferencia de Wansee (cuando se decidió la “solución final”) y la liberación de los campos de extermino por los Aliados. Estamos hablando de aproximadamente dos tercios de la población hebrea en el Viejo Continente. En Polonia, donde los nazis construyeron Auschwitz, Treblinka y otros sitios cuyos nombres hoy son sinónimos de horror, más o menos 90% de los judíos fue eliminado.

Y esto es solo lo que les tocó a quienes impusieron portar una estrella amarilla en el pecho. Los nazis también asesinaron sistemáticamente a: miembros del pueblo roma (despectivamente llamados “gitanos”, eslavos, hombres homosexuales, testigos de Jehová, militantes de la oposición (sobre todo comunistas) y personas consideradas “incurablemente enfermas”. En total, la persecución nazi acabó con unas 17 millones de vidas, según cálculos del Museo del Holocausto (en Washington).  Diecisiete millones de asesinatos. Eso es más de la mitad de la población de toda Venezuela. Pudiera ser incluso dos tercios, considerando la estampida migratoria de los últimos años.

Espero que quede claro lo que quiero decir. Aunque los adversarios de un político se ensañen verbalmente contra él , no hay que equipararlos con los perpetradores de semejante hecatombe. Asimismo, si a usted le molesta que las mujeres exijan las mismas oportunidades y derechos que los hombres, pues esa es su prerrogativa. Pero llamarlas “feminazis” es una barbaridad. Por supuesto, no caeré yo en lo mismo ni diré que el uso a la ligera de “nazi” y sus derivados es comparable con actos antisemitas como los relatados en el primer párrafo. Sin embargo, una falta menor no deja de ser una falta. Los abusos lingüísticos comentados hoy degradan el recuerdo de la shoah (la “destrucción”, como en hebreo llaman al Holocausto) , aunque esa no sea la intención de sus emisores.

Nietzsche lamentó, en El nacimiento de la tragedia, la eliminación del justo equilibrio entre lo apolíneo y lo dionisíaco, entre lo racional y lo irracional, en las artes a partir de lo que el filósofo teutón consideró la decadencia del teatro griego con Eurípides. Desafortunadamente, otra tragedia, una muy real, está siendo banalizada hoy. Si no se llama la atención al respecto, podríamos estar muy pronto en una bacanal de bajas pasiones que tome las riendas del discurso político. Mientras, fanáticos religiosos masacran a cristianos en iglesias de Sri Lanka. Mientras, un degenerado asesina a musulmanes en una mezquita Nueva Zelanda. Mientras, un racista mata a judíos en una sinagoga de Pittsburgh. Mientras, los verdaderos nazis y sus verdaderos equivalentes siguen en lo suyo.

 

@AAAD25 

El país incomparable, por Elías Pino Iturrieta

LA INCAPACIDAD DE COMPRENDER LOS PROBLEMAS VENEZOLANOS desde el exterior se debe a la existencia de una peculiaridad tan intrincada que no admite la posibilidad de analogías. Ni siquiera los nativos del país que han vivido durante unos meses en el extranjero tienen la facultad del entendimiento de los problemas que padecían antes de su partida, debido a que la marcha de los acontecimientos hace que lo sentido en la víspera se convierta en espejo incapaz de reflejar la realidad. Así como distingue a Venezuela, una monstruosa singularidad crea un problema de análisis y una dificultad de arreglo que no tienen parangón.

Dentro de los elementos sobresalientes de tal singularidad salta a la vista la existencia de una repudiable forma de gobierno dispuesta a mantenerse en el tiempo pese a su descarada incompetencia y al rechazo que produce entre los gobernados. Una administración reconocida por su precariedad y por la profundidad de sus vicios no se ve acorralada por la realidad, sino dotada de herramientas capaces de animar su continuidad. La sociedad que la sufre no reacciona con contundencia, sino con bíblica paciencia, hasta el punto de alimentar la idea de una correspondencia benévola entre los horrores de la dictadura y la pasividad de la ciudadanía. De allí la espera de un líder que no aparece, de una influencia personal que no se ve por ninguna parte, como si no fuera suficiente el dolor del pueblo para que por sí solo buscara el remedio de sus males. Un pueblo insólito, no solo porque carece del ánimo de ser distinto pese a las adversidades que sufre, sino también porque no parece concernido del todo con las penas que lo agobian, concede escalofriante peculiaridad a la tragedia venezolana.

Se puede atribuir la pasividad popular al miedo, a las amenazas constantes de la dictadura y a cómo las ejecuta cuando considera conveniente, pero es evidente que, si se quiere hablar de vivencias incomparables, la razón no está en los pavores propios de todos los pueblos ante sus opresores, sino en los rasgos de la actividad política según se ha llegado a establecer. Tenemos unas fórmulas para el desarrollo de las conductas alrededor de los negocios públicos que parecen ser únicas en los anales de las sociedades contemporáneas, debido a que simplemente las condenan a la inexistencia. No hay un juego de posturas antagónicas que pueden provocar la atención de las grandes mayorías, ni actividades de los partidos que los conviertan en opciones dignas de atención, ni nada parecido a una pugna real por el control del poder. Solo pasos anodinos, reacciones sin raíz, para que apenas se cubra una superficie detrás de la cual se aprecia un cascarón vacío. Lo curioso del asunto es que no solo se trata de un rasgo de los grupos opositores, sino igualmente de la dictadura. De su seno tampoco se asoma un planteamiento capaz de relacionarse con la realidad, algo parecido a un mensaje susceptible de tocar la fibra de la población, para que la sociedad se adormezca en un vaivén de trivialidades o en una mecedora sin cojines ni asientos condenada a no moverse de su puesto. De allí que, mientras la “revolución” se mantiene a duras penas, la oposición siga viviendo en un rincón sin que nadie, ni ella misma, ponga interés en acabar la modorra.

Para llegar a tal conclusión no hace falta meterse en profundidades, sino solo ver los noticiarios de los países vecinos o de España, desde donde escribo hoy. Reflejan diversidad de conductas, ideas de personas con nombre y apellido, posiciones de diferente tipo con las cuales se puede congeniar, o de las cuales lo mejor es distanciarse; instituciones en funcionamiento sin ser perfectas, gente capaz de diferenciarse sin necesidad de llegar a la genialidad, representaciones de una vitalidad a la cual vale la pena aferrarse porque está a mano o porque puede deparar sorpresas. Reflejan la normalidad que hace tiempo perdimos en Venezuela, hasta el punto de convertirnos en una sociedad que solo se puede identificar por una indiferencia y una torpeza insólitas sobre las cuales es realmente difícil hacer propuestas. Una desdicha.

 

@eliaspino

El Nacional 

La importancia prioritaria de lo social, por Roberto Patiño

LA TRAGEDIA QUE ESTAMOS VIVIENDO en el país ya afecta a todos los niveles de nuestra sociedad y nos impacta en lo individual y colectivo. Los graves problemas que padecemos se expresan en todos los resquicios de nuestra vida y nada de la terrible crisis que se sucede es ajeno a ninguno de nosotros.

Se produce una gran carga de desesperanza e impotencia, que son reacciones naturales ante la magnitud de la crisis. Pero estas reacciones no pueden mantenerse en el tiempo indefinidamente. Porque no solo tenemos que sobrevivir de cualquier forma a esto que nos pasa, debemos también superar la tragedia y lograr nuevas condiciones de vida, distintas a las actuales, positivas y de desarrollo.

Se produce así un proceso de resiliencia, en el que las dificultades, con su innegable costo de dolor y sufrimiento, dan paso a un proceso que supone el enfrentarlas haciéndonos mejores y más fuertes.

Este proceso exige de nosotros una gran reflexión. Tomar conciencia de nuestros aspectos más oscuros, pero también de los más luminosos. Reconocer errores, debilidades, ideas preconcebidas y falsas certezas, pero desarrollar nuevas capacidades, ampliar nuestra visión del mundo, reconocer valores que ignorábamos o a que llegamos incluso a menospreciar.

La crisis que atravesamos está precipitando este proceso, haciéndonos reflexionar sobre todos los aspectos de nuestra vida como personas, como sociedad, como país. Y una de las consecuencias de ello es la revisión que, desde distintos sectores, se está dando sobre nuestro sentido de lo social y de la importancia que debe tener para nosotros.

Ahora se vuelve evidente la necesidad del restablecimiento de mecanismos efectivos de convivencia, civiles, democráticos, inclusivos, de participación y vinculantes, ante la falta de alimentos y medicinas, el colapso de servicios, la debacle económica, la deriva dictatorial del Estado. Ahora el reconocimiento, la solidaridad y el encuentro de todos los sectores del país, son valores, herramientas, necesidades, todas vitales para la supervivencia y la superación.

A la par de las expresiones de tragedia que vivimos a diario, se producen igualmente otras expresiones de individuos y grupos que, desde este reconocimiento de la importancia de lo social, actúan sobre esa realidad dura y difícil, transformándola. Si nombramos a grupos como Provea, Fe y Alegría, o Foro Penal, o a personas como Susana Rafalli o Ana Rosario Contreras, tan sólo estaremos hablando de algunos de los múltiples ejemplos que se están produciendo en todo el país.

En nuestra experiencia particular, en el Movimiento Caracas Mi Convive y la organización Alimenta la Solidaridad, iniciativas en contra de la violencia y frente a la crisis alimentaria van sumando cada vez a más personas y sectores, para apoyarlas, participar en ellas y reproducirlas. El abordaje de estos proyectos no se da desde el oportunismo, la condescendencia o el asistencialismo, sino por el contrario, desde el respeto, el empoderamiento y el encuentro.

Hemos conocido casos de víctimas que han perdido hijos y padres por la violencia criminal o del Estado, que no solo se han superpuesto a la pérdida rehaciendo sus vidas y las de su familia, sino que también se han convertido en líderes influyendo positivamente en sus comunidades. Son un ejemplo para todos nosotros de cómo afrontar esto que estamos viviendo.

Quizá el sentido que debamos darle a esta terrible crisis que padecemos es el de que nos está dando la oportunidad de entender y asumir plenamente la importancia de lo social y el valor prioritario que debe tener en nuestras vidas y la de los demás. La crisis no puede servir para victimizarnos y ser doblegados, sino revalorizar lo mejor que hay que en todos nosotros y poder salir adelante.

 

@RobertoPatino

La tragedia del Club Los Cotorros en tres escenarios

No tiene ningún rótulo que lo identifique, pero esa puerta metálica con un barniz gris oscuro es la puerta de entrada del Club Social El Paraíso, mejor conocido como “Club social Los Cotorros”, la única vía de escape que conocían las centenas de jóvenes que la noche de este viernes, 15 de junio, asistieron a una fiesta de DJ’s en uno de sus salones. Detrás de ella quedaron atrapados en las escaleras, apretujados en una avalancha humana, los muchachos que horas después pretendían huir de los efectos de un par de bombas lacrimógenas que supuestamente fueron lanzadas por tres menores de edad en medio de una pelea con botellas.

Los hechos, que ocurrieron entre la 1:00 y 2:00 am, dejaron al menos 17 personas muertas y varios heridos. Las víctimas eran menores de 25 años y, muchos de ellos, ni siquiera habían alcanzado la mayoría de edad y esa noche celebraban haber finalizado su bachillerato. Padres y demás familiares aguardaban durante la tarde del sábado por la entrega de los cadáveres. En horas del mediodía, todavía había dos que no habían sido identificados.

Primer escenario: El Club

Sobre los dos escalones que anteceden a la puerta metálica y en la jardinera se veían este sábado pequeños vestigios de lo acontecido. Los trozos de vidrio de una botella de anís estaban al lado de la entrada. En la acera había pedazos de los brazaletes de cartulina usados para el ingreso. En estos se leía “The Legacy”, el nombre de la fiesta, además de la fecha, lugar y logo, en un extremo, de “Rumba Caracas”, una “publicista de eventos”, tal como se describe en su perfil de Instagram. En un site, donde se promocionaba el festejo, indican que todo había sido producido por esta empresa.

Había también cuatro zapatos, sin su par, en una jardinera. Una vecina de la zona aseguró que pertenecían a personas que habían estado en la fiesta. Ella, que afirmó no haber escuchado nada, supo que el suceso se había desarrollado entre la 1:00 y las 4:00 am y que la estampida había hecho que la gente saliera corriendo por la calle.

Los padres de las víctimas, a través de los relatos de los amigos de sus hijos, han intentado reconstruir lo sucedido. Afirman que la pelea se originó en un baño entre dos grupos de muchachos. “Ahí se estaban cayendo a botellazos”, contó Edilia Rosario, la madre de Félix Eduardo Contreras Rosario, de 19 años. En medio de la trifulca, lanzaron una bomba lacrimógena.

El gas produjo una estampida que hizo que los asistentes a la fiesta quedaran prisioneros en el angosto pasillo de las escaleras. “Se quedaron atrapados en la salida de la puerta y tuvieron que sacar a más gente para poder llegar hasta donde estaba mi hijo”, relató Luis Berríos, padre de Kleiver Eloy Berríos Corona, de 17 años, quien salió del sitio con dificultades para respirar y murió antes de llegar al hospital. “Ahí hubo negligencia, no llegó ni la policía, ni los bomberos. Y los que llegaron no los ayudaron”, apuntó. Fueron los amigos de su muchacho quienes le aseguraron que otra bomba había sido lanzada en el medio del salón.

Una agencia de viajes, un restaurante y un autolavado son los negocios más cercanos a “Los Cotorros”. Pero allí nadie sabe nada de lo que pasó la noche del 15 de junio. Apenas vieron que los bomberos pasaron por el sitio cerca de las 9:00 am y que Protección Civil hizo lo mismo una hora después. El edificio nunca fue acordonado.

Segundo escenario: el Pérez Carreño

Asfixia. Esa fue la causa de muerte que señalaron los médicos del Hospital Dr. Miguel Pérez Carreño, al oeste de Caracas, a los familiares de las víctimas que llegaron allí. La sala de espera de la zona de Emergencia estaba abarrotada. Muchos eran familiares Luis Roniel Guerra Alfonso, un técnico en computación de 20 años que vivía en Carapita. A la fiesta asistió con su novia, Yennifer Esther Bárcenas Márquez, quien también murió con él, y con su hermano Gregory, de 17 años, quien quedó hospitalizado por los golpes sufridos durante la estampida. Sus parientes indicaron que no había dicho palabra sobre lo sucedido porque aún estaba en shock.

Varios padres llegaron directamente al Pérez Carreño tras enterarse de lo sucedido. Hasta allí arribó Edilia Rosario a buscar a su hijo Félix. Él había salido alrededor de las 10:00 pm de su apartamento en San Agustín del Norte. “Él había pedido permiso porque él tiene un bebé de 15 días de nacido. Nos dijo que se iba al apartamento de un amigo a ver un juego. Pero a las 2:00 am, unas vecinas nos tocaron la puerta y nos dijeron que había pasado algo en un club y que Félix estaba allí y no podía respirar y que lo habían llevado al hospital. Pero Félix no estaba allí. No salió vivo de Los Cotorros y su cadáver lo trasladaron directamente a la Clínica Popular de El Paraíso, donde habían llevado a otros cuerpos.

Félix estudiaba en la Universidad Alejandro de Humboldt. También era cantante y quería grabar un disco. Cuando su madre halló su cadáver, estaba sin zapatos ni medias. Tampoco tenía su reloj ni su teléfono celular. “No entiendo cómo por lucrarse habían metido a tanta gente ahí”, reclamó.

A pocos metros de la sala de espera está la entrada de la morgue del hospital. “Eso solo se abre cuando entregan los cadáveres”, comentó un trabajador de una funeraria que estaba en el lugar. Frente a la puesta, aguardaban estacionados dos jeeps de la División de Homicidios del Centro de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc). Los funcionarios aprovechaban de entrevistar a los familiares de las víctimas que permanecían allí. Hasta el mediodía del sábado, había dos jóvenes inconscientes que no habían sido reconocidos ni buscados por sus familias.

Tercer escenario: la morgue de Bello Monte

Estaba abarrotada. Había gente dentro de la sala de espera, en los pasillos que flanquean la entrada, a las afueras. Poco después de las 2:00 pm, los allegados de las víctimas habían arribado en pleno a la Medicatura Forense de Bello Monte, a donde llevaron todos los cuerpos. Allí se confundían con los parientes de las presuntas ejecuciones extrajudiciales cometidas un día antes por las Fuerzas de Acciones Especiales de la Policía Nacional Bolivariana en Petare y en Ciudad Tiuna, y con los de otros caídos que habían muerto baleados.

Aunque el nombre de Luis Berríos, de 47 años, apareció en las informaciones preliminares de la tragedia, fue en la morgue en donde se aclaró que quien había muerto era su hijo Kleiver Eloy, un estudiante de 4to año de bachillerato que solía ayudarlo en su carnicería luego de salir de clases. La familia, consternada, declaró varias veces a la prensa y reclamó la forma en la que el joven fue trasladado, por uniformados, hasta el hospital. “Uno no sabe cómo se los llevaron de allí, si le tiraron a otros muchachos encima y por eso lo terminaron de matar”, comentó el papá.

Varios parientes de Jorghen Olier Castro Hernández, de 17 años, también estaban en la morgue. Había salido de su casa en Caricuao rumbo a la fiesta a celebrar con sus compañeros de clase. Todos acababan de graduarse de bachilleres en un colegio de El Paraíso. No solía festejar en las noches, pero esa ocasión era especial. Cuando su padre, un funcionario de la Policía Nacional, lo fue a buscar, se encontró con la tragedia. Al muchacho ya se lo habían llevado al Pérez Carreño.

A Jorghen Olier le encantaban los deportes, el fútbol sobre todo, y era fanático del Caracas FC. Además, era músico, estudiaba guitarra y tenía pensado irse a Chile en los próximos meses.

A las 6:00 am, los allegados de Alejandro José Durán Escobar, de 21 años, se enteraron de su muerte. Desde hace un tiempo, vivía solo en El Hatillo, donde estudiaba Ingeniería Electrónica en una universidad privada y trabajaba en una heladería. La distancia lo había alejado de su familia. Los amigos de allá, que habían ido a la fiesta con él, fueron quienes se comunicaron con los parientes para darles la mala noticia.

“Ella tenía prohibido ir a ese club, porque ahí ya habían pasado cosas, allí va mucho delincuente”, aseveró Lucy Castellano desde una de las sillas plásticas de los pasillo de la morgue. Esa orden se la había dado a su hija, Angie Gianella Castro Castellano, de 17 años, quien había salido de casa con la excusa de asistir a una fiesta en el mismo edificio donde vivía. Pero el festejo no era allí, sino en Los Cotorros, donde su madre le había pedido que no fuera.

La mamá se enteró alrededor de las 2:30 am, cuando quienes acompañaban a la muchacha la llamaron para decirle que la habían trasladado a la Clínica Amay, en la urbanización El Pinar de El Paraíso, porque tenías problemas para respirar. Hasta ese momento, pensaba que solo había tenido un accidente, pero al llegar al sitio, la encontró muerta en la entrada del centro de salud.

Lea también: #MonitordeVíctimas | Al menos 17 muertos deja estallido de bomba lacrimógena en fiesta en el Paraíso

“Estaba en el piso junto con otra muchacha que también estaba muerta. Nunca la atendieron porque esa clínica no tiene nada. La dejaron ahí tirada”, denuncia Castellano.

Angie se había graduado de bachiller el año pasado. Desde entonces, trabajaba en Arturo’s y hacía un curso de inglés en el Centro Venezolano Americano. Quería irse del país a estudiar Arquitectura en Argentina, donde vive su hermana mayor desde hace seis meses. Solo la frenaba un problema que tenía con sus papeles. En cuanto lo solucionara, su hermana mayor le enviaría el pasaje. Ese era el trato.

La menor de las víctimas de la tragedia se llamaba Giovannina Victoria Gómez Suárez y tenía 14 años. También murieron Adriany Paz, de 16 años; Keismel Nazareth Tovar Ramírez y Lourdes Caterina Palacios Navas, de 21 años; Leslie Alexandra Peñuela Coronado, Marcos Javier Altuve, Cristóbal Ramón Altuve, Adrián Alejandro Blanco Morales, Jorge Alexander Castro Hernández y Yois Yanine Betancourt Castro. Hasta la tarde del sábado, una víctima estaba sin identificar.

@loremelendez