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Telmo Romero

Pocos episodios tan singulares fueron registrados en la historia venezolana como los que rodearon la vida y milagros del brujo tachirense Telmo A. Romero. Al historiador Ramón J. Velásquez lo obsesionó tanto la figura del personaje que le ha dedicado páginas y páginas, luego de largas investigaciones. No se trata, en efecto, del brujo o de sus curiosas recetas y tratamientos, solamente. El historiador interpretó al personaje como un elemento importante para la comprensión de la sociedad y del poder en la época del general Joaquín Crespo y de su todopoderosa esposa doña Jacinta.

El doctor dibujó al personaje, en sus tiempos tachirenses, con estos trazos: “Negociante de ganado, buen jinete y coleador, de alguna chispa y mucha audacia, a quien por su afición a recetar menjunjes lo llamaban Guarapito”. Pasó un tiempo en la Guajira, y al regresar a San Cristóbal anunció que había aprendido los secretos de los brujos indígenas. En 1883, sin perder tiempo, Telmo publicó su libro El Bien General. Un año después, el libro fue reeditado en la capital de la República y se convirtió en un éxito inesperado, primer paso para conquistar la capital.

El brujo publicó un aviso en el diario La Opinión Nacional donde resumía las recetas de su libro, y le ofrecía al Gobierno celebrar un contrato para curar locos. “Si el Gobierno tuviere a bien celebrar un contrato para la curación de los enajenados de Los Teques, y elefancíacos del Asilo, siempre que tenga a bien darme el privilegio exclusivo como único poseedor de dichos secretos”.

Para alarma de casi todo el mundo, el contrato con el brujo fue aprobado por el Consejo de Ministros de manera unánime, y así apareció en La Gaceta Oficial, con la firma del Presidente de la República, general Crespo. Entre los ministros estaba el historiador Francisco González Guinán que luego no encontró cómo explicar aquel fiasco. Dijeron que Crespo creía en los brujos porque su padre, don Leandro, había sido también brujo.

Vale la pena detenerse en el libro El Bien General, glosado por el doctor Velásquez, pero también revisitar las aventuras o locuras del curador de locos. Baste recordar que el general Crespo estuvo a punto de nombrar el brujo tachirense como rector de la Universidad Central de Venezuela. De modo que Telmo Romero no era el único que andaba mal de la cabeza en aquellos tiempos. Veamos al brujo como un espejo de los tiempos.

@saconsalvi