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Hablando sobre Marx y los marxistas
De enseñarse marxismo en bachillerato, los profesores tendrían que explicar que es una ideología que ha producido la mayor cantidad de muertos que haya conocido la humanidad

 

@cjaimesb

¡Ojalá se les enseñara marxismo a los estudiantes de bachillerato! Los profesores tendrían que explicarles a los muchachos que en los regímenes comunistas existe el más salvaje de todos los capitalismos: el capitalismo de Estado. Este se adueña de todos los espacios y secuestra no solo la propiedad privada, sino también la de los medios de producción, que debería pertenecer a los ciudadanos.

Tendrían que explicarles que en 1917 una revolución puso fin a una monarquía absolutista, la de los Romanov en Rusia, para dar paso a otro absolutismo más esclavista, más tiránico y más depredador que el régimen de los zares.

Primero Lenin y luego Stalin, uno de los peores carniceros de la historia. Tal vez nunca se sabrá el número de muertos, pero los indicios hablan de decenas de millones.

Les explicarán a los estudiantes que los iconos que trataron de destruir, resurgieron a la caída del régimen con más fuerza que nunca y que hasta los miembros de la familia real asesinada son venerados como santos por un gran sector de los rusos. Y que hoy en día Vladimir Putin intenta reconstruir ese fracaso histórico teñido de sangre por todas partes que fue la Unión Soviética.

Tendrían que explicarles que el paralelo 38 divide dos Estados, Corea del Sur y Corea del Norte. Que el primero, capitalista, es una de las primeras economías del mundo. Que sus habitantes gozan de un alto índice de ingreso per cápita, la educación es una de las mejores del mundo y posee un sólido sistema democrático. Y que del segundo, sin embargo, más de 500.000 refugiados han huido desde 2000 y 4 millones de muertos es el saldo de la hambruna a raíz de la caída del régimen soviético.

Un país pobre, rico en recursos naturales, víctima de un régimen autoritario que comenzó con Kim Il-sung, continuó con su hijo Kim Jong-il, investido de todos los poderes por la Asamblea Nacional y donde hoy su nieto, Kim Jong-un, un monstruo peor que su padre y su abuelo, manda a matar a quien le da la gana, por cualquier nimiedad. Corea del Norte es el país más aislado del mundo.

Tendrían que explicarles también que Mao Zedong construyó su régimen sobre el terror y que el exceso de trabajo y la hambruna que hubo entre 1958 y 1961 produjeron la muerte documentada de 38 millones de personas y muchos millones más que jamás pudieron contabilizarse. Que la violencia de Mao y sus acólitos, sucesora directa de la violencia estalinista de la mal llamada Revolución Cultural, dejó como saldo muchos más millones de muertos.

Tendrían que hablarles de los jemeres rojos (Khmer Rouge), un ejército de revolucionarios comandados por una de las figuras más monstruosas que haya producido la humanidad: Saloth Sar, mejor conocido como Pol Pot. El odio fue el motor de su vida y obra. La llamada Kampuchea Democrática marcaba el “año cero”. Todo el pasado capitalista, hasta el más mínimo vestigio, debía ser eliminado.

Se quemaron industrias hasta que no quedó piedra sobre piedra. Todos los medios de transporte fueron también destruidos. Decretaron la carreta de bueyes o mulas como el medio de transporte nacional. Se quemaron escuelas, bibliotecas, laboratorios, se prohibieron todos los medicamentos, pues los “remedios” residían nada menos que en la sabiduría popular. Los ciudadanos perfectos eran los campesinos, pues no habían sido contaminados.

Y bajo la orden de Pol Pot de acabar con “todos los elementos subversivos” se ejecutó indiscriminadamente, previa toda clase de horrendas torturas que los hacían confesar cualquier cosa, a toda la clase media y culta, profesionales de todas las ramas. Llegaron hasta a asesinar a quienes usaban lentes “porque los lentes eran síntomas de intelectualidad”. La liberación para aquellos infelices era el tiro de gracia que acababa con sus vidas. “El que protesta es un enemigo, el que se opone, un cadáver” era el lema de Pol Pot.

Tendrían que contarles sobre los fusilados y los presos; sobre los que se fueron de Cuba y los que quedaron sin libertades en su propio país. Y por supuesto, hablarles de cómo una revolución, inspirada en la cubana, acabó con nuestro país.

Tendrían que hablarles de Marx. Un misógino, maltratador de su mujer y sus hijos, que nunca trabajó sino en escribir sus teorías imposibles, llenas de odio y violencia; que ha producido la mayor cantidad de muertos que haya conocido la humanidad.

Para, como decimos aquí, “curarles el sarampión de chiquitos”.

El mal se llama socialismo

El mal se llama socialismo

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad. Y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Convicciones que no terminan de irse
Hay doctrinas, como la presunción revolucionaria, que continúan hostigando al mundo actual

 

@ajmonagas

Pareciera que el pasado sigue inoculando el pensamiento de quienes, en su afán por prolongar arriesgadas emociones, han continuado fingiendo la gloria y la heroicidad política redentora de pretensiones que sedujeron multitudes. Hechos que trastocaron la dinámica política vivida durante las postrimerías del siglo XX. Sucesos que alentaron la creencia de estar viviéndose un tiempo de emancipación. Un tiempo en que se creyó haber dado con la fórmula ideológica que permitiría la transformación y revolución del mundo político, social y económico.

Sin embargo, nada así en verdad estaba sucediendo. Todo era producto de la inocencia política que la juventud debió purgar. Todo, por pensar que los herejes eran otros. Que eran quienes actuaban en contrario respecto de ideas de transformación que, paradójicamente, motivaron revoluciones populares. Revoluciones emergentes que creyeron que sus acciones construirían un mundo mejor. Incluso, el siglo XIX también sirvió de teatro de dichas presunciones.

Pero las realidades esgrimieron otras causas que terminaron reivindicando obtusas razones políticas. Ortodoxos criterios de represión que asfixiaron aires de libertad, de derechos humanos y garantías civiles. En consecuencia, buena parte del siglo XX fue escenario de una larga historia de opresión y decadencia política en importantes ciudades del mundo de cuyas repercusiones no escapó América Latina. En principio llegó a creerse que tales hechos acabarían con un pasado atiborrado de iniquidades.

Se pensó que el estudio de tan violentos eventos sucedidos allende los mares, serían lecciones que evitarían que aquellos errores fueran replicados en Latinoamérica. Las expectativas que ante las realidades surgían, hacían creer que habrían de corresponderse con los cambios pregonados. Y por consiguiente, comenzaron a pronunciarse por doquier.

Las universidades, los centros del debate político, se convirtieron en lugares de análisis y organización política. La palestra pública fue escenario básico para ensayar ideales que se confundían con ilusiones diferidas. Pretendieron hacerse ver como fórmulas de alguna extraña magia política.

¿Tiempos de oscurantismo?

Así pasaron varias décadas del siglo XX. Hasta que su final reveló la incongruencia que se desató en medio de la cultura de sociedades que solo comprendieron y reconocieron lo que sus necesidades más inmediatas reclamaban. Así que cuando esa visión estructurada en los cambios imaginados copó el fragor de las realidades, el inconsciente perturbado de los desquiciados líderes políticos se hizo evidente. Y así manifestó todo lo que sus apetencias guardaban.

La institucionalidad política que hasta ese momento había impresionado el panorama político con interesantes propuestas de cambio, comenzó a desmoronarse. Actos estos animados por las narrativas borrascosas de dirigentes políticos que alcanzaron el poder mediante groseras manipulaciones y gruesos engaños.

Pareciera que las convicciones inalterables siguen causando estragos. Sobre todo, donde han apuntalado sus pervertidos propósitos. Ahora dichas intensiones son provocadas por ideales que rozan con el resentimiento y odio que dieron forma al politiquero forajido que se ha empeñado en alcanzar el status de “ciudadano decente y reconocido”.

A pesar de los esfuerzos que todavía procuran hacerse a fin de revertir las crisis que han deformado la visión de desarrollo afianzada por la pluma de estudiosos filósofos y políticos. Aun así, sigue habiendo convicciones ideológicas (desfiguradas) que no han terminado de borrarse. Se piensan todavía “vigentes”.

Y aunque se han formulado ideologías sociales, económicas y políticas capaces de marcar el fin de un pasado contrariado, se tienen aún doctrinas que continúan hostigando al mundo actual. Episodios que bien recoge la historia contemporánea para ilustración y lección de nuevas generaciones a fin de evitar se repitan tales felonías. Es decir, sigue habiendo patéticos dogmas que intentan sustituir “progreso” por “retroceso”. Son cuales oscuras convicciones que no terminan de irse.

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Alejandro Armas Oct 30, 2021 | Actualizado hace 1 mes
Las fortunas del socialismo
Hay unos pocos privilegiados por contratos millonarios y masas empobrecidas. Todo bajo la égida de un movimiento político que se presentó como el redentor de los humildes y el terror de la ‘avaricia’ capitalista

 

@AAAD25

No es muy difícil de entender por qué se necesita un VPN para acceder desde Venezuela al portal de periodismo de investigación Armando Info. Tampoco por qué sus reporteros son criminalizados por el Estado chavista, y hostigados en redes sociales por troles que les inventan identidades como extorsionadores, agentes de la CIA y… homosexuales (ah, la “ilustración” revolucionaria).

Alex Saab, el personaje del momento, es por supuesto el objeto de los reportajes del portal que más interesa a la elite gobernante. Pero hay más. Mucho más. Leer disciplinadamente sus investigaciones todas las semanas es una inmersión profunda en un mundo antitético de cara a la imagen generalizada de una Venezuela azotada por la miseria más desesperante y humillante. Es un cosmos de fortunas exorbitantes, muchas de ellas hechas en pocos años y al calor de negocios con el Estado en las últimas dos décadas.

Contrataciones para obras de infraestructura mal hechas o nunca levantadas. Provisión de materiales para el mantenimiento o mejora de servicios públicos cuyo desempeño más bien se volvió paupérrimo. Importación de productos de baja calidad para satisfacer necesidades básicas de la población. La lista es larga y diversa, pero con un factor común: unos pocos privilegiados por los contratos millonarios fueron los ganadores, y las masas empobrecidas fueron las perdedoras.

Todo esto ocurrió bajo la égida de un movimiento político que se presentó al país como el redentor de los humildes y el terror de la “avaricia capitalista”. Que pontificó ad nauseam contra las supuestas depravaciones de la riqueza, a las que culpó por la peor suerte de otros, y prometió una sociedad igualitaria y verdaderamente inclusiva.

Pero detrás de toda esa retórica, copiada de los textos de Karl Kautsky y Eduardo Galeano y mezclada caóticamente con la prosa bolivariana y otros elementos del patriotismo venezolano, estaban aquellos contratos. Y algo más. El movimiento de los fondos y el estilo de vida devenidos de los contratos. Ambos documentados igualmente por Armando Info y otros periodistas de investigación.

Veamos primero las transacciones, por ser los mecanismos intermediarios entre la generación de capital en los negocios con el Estado y el delicioso consumo posterior de los recursos. Abordemos el tema con una aseveración a primera vista digresiva: somos el país más caribeño de Suramérica. Veneramos nuestros viajes a Cuyagua o Margarita en Carnaval y Semana Santa. Bebemos ron y lo hacemos del bueno. Nuestro deporte tradicional es el béisbol. Nos encanta la salsa. Nuestra gastronomía es similar a la de las Antillas. En fin, ustedes me entienden.

Pero, a cierto grupo de venezolanos pudientes hay otra cosa del Caribe que le fascina: paraísos fiscales. Por alguna razón, así como Henry Morgan, Edward “Barbanegra” Teach y otros filibusteros recorrieron estas costas en busca de botín y sitios donde ocultarlo, hoy el Caribe tiene una concentración inusualmente alta de lugares donde se puede guardar mucho dinero sin que nadie se entere. Solo que ahora no son huecos en la arena, sino compañías huecas. Empresas fantasmas sin personal ni actividad, con el único propósito de conservar o mover plata. Adentrarse en el mundillo de fortunas venezolanas hechas en revolución es pasar por redes complejas de compañías de maletín registradas en las Islas Vírgenes Británicas o Barbados, así como por los bufetes de abogados en Panamá con prácticas éticamente dudosas que las registran.

A veces, los registros de esos escritorios jurídicos se filtran. Nunca faltan venezolanos ahí. De hecho, en la última de ellas, los llamados Pandora Papers, Venezuela está entre los diez países con más ciudadanos que registraron empresas en paraísos fiscales.

Las únicas naciones que la superan tienen poblaciones mucho más grandes, lo que significa que el porcentaje de venezolanos escondiendo su dinero es relativamente bárbaro. Imaginen lo que eso dice en el contexto de uno de los Estados de todo el mundo con la peor transparencia en sus finanzas públicas.

Por último, tenemos el lifestyle de los señores. En el argot marxista de sus socios, pudiera decirse que es totalmente “burgués”. Y en su jerga farsescamente nacionalista, “apátrida”. Porque resulta que estos individuos tienen una inclinación fuerte hacia el asentamiento en Europa y Estados Unidos. Aunque algunos hoy justifiquen sus tratos con el régimen apelando a un pretendido amor por Venezuela que no distingue entre gobiernos o ideologías, no se quedaron para ver el fruto de esa colaboración. Es de suponer que tantas cosas, digamos, feas los desalentaron. Como dice Arendt, el mal es banal y quienes obran de muy mala manera son personas bastante ordinarias. No debe sorprendernos entonces que los individuos en cuestión tengan las mismas aspiraciones de comodidad y dolce vita que todos albergamos. Prefirieron la tranquilidad y confort de los países desarrollados, dejando atrás otro que, más que empobrecerse, experimentó una catástrofe humanitaria muy difícil de igualar.

Y así, la riqueza de los susodichos fue trasplantada a las zonas más exclusivas de Madrid y Miami. Apartamentos en Chamberí, Salamanca, Brickell y Sunny Isles Beach. Mansiones en La Moraleja y Wellington. Este es, a propósito, otro aspecto de la rusificación postsoviética de la política venezolana, a la par de la perestroika bananera: una nueva casta oligárquica con predilección por ciudades más chic y lujosas que las de su país. Londres, en el caso de los eslavos. Las urbes en el corazón de Castilla y el sur de Florida, en el caso de los venezolanos.

Agreguen a eso los caballos de carrera, los carros deportivos, los yates y las obras de arte seleccionadas con la atención más puesta en sus abultados precios que en las mismas obras. Ah, y las esposas trofeo. Porque, dicho sea de paso, casi todos estos individuos son hombres, con preferencias maritales por las modelos de concurso y las animadoras de televisión. De nuevo, la ostentación ante todo, con no poco de machismo en este caso.

En fin, son arquetipos junguianos del nouveau riche, predispuestos a adquirir todos los elementos del estilo de vida de las elites socioeconómicas venezolanas, a menudo con excesos y anacronismos estéticos que delatan el mal gusto subyacente.

Este arquetipo es expuesto a cabalidad por Antonio Llerandi en su película Adiós, Miami (1984), protagonizada por Tatiana Capote y Gustavo Rodríguez. Este último hace el papel del empresario corrupto que, luego de lucrarse a costa de la República, intenta gozar al máximo de los beneficios como un playboy latinoamericano en Florida. Hoy los deseos aristocráticos no han cambiado. Pero al menos entonces su realización no era incubada por una gallina de plumaje rojo que cacarea un discurso de socialismo revolucionario.

Nada de lo referido en esta columna lo sabríamos de no ser por el valiente periodismo de investigación venezolano, que bastante acoso del poder ha recibido. Respondamos con nuestro apoyo, porque seguramente queda mucho por contar en esta historia de revolución y fortunas.

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Maduro se aleja del socialismo: ¿quiénes ganan y quiénes siguen en el foso?
El gobierno afloja el control de la economía y genera una mejoría focalizada. Datanálisis indica que entre 35% y 40% de la población califica su situación en positivo. Fondos de inversión extranjeros evalúan opciones en el país. El petroestado agoniza y comienza un cambio estructural

 

@vsalmeron

 

Atrás quedan los tiempos en que un océano de petrodólares mantenía a flote a la economía controlada y subsidiada. Con las manos vacías, sin financiamiento y bajo el impacto de las sanciones de Estados Unidos, Nicolás Maduro recurre a la empresa privada para contener el deterioro y alienta una apertura que oxigena a sectores específicos, mientras otros permanecen en el foso de la crisis.

La mayoría de las leyes aprobadas para maniatar al mercado siguen vigentes, pero en la práctica, el mandatario venezolano está enterrando la ilusión en el socialismo del siglo XXI: no hay regulación de precios, el dólar circula libremente, hay incentivos para las exportaciones, diálogo con los empresarios y la agenda del gobierno contempla la privatización de empresas públicas.

Tras siete años consecutivos de recesión, la economía venezolana es un tercio de lo que era en 2013 y la mayoría de los analistas espera que en 2021 se estabilice en la miseria, con crecimiento o decrecimiento del PIB en torno a uno por ciento. Pero en determinadas áreas, la desregulación crea oportunidades de negocios e incremento del ingreso.

“Hay un cambio substancial, el gobierno ya no puede controlar la economía y permite una apertura de facto que genera ganadores y perdedores. Existen los que pueden desarrollar negocios y ganar dinero, los que siguen fuera del juego y los que están obligados a producir cambios fundamentales en sus empresas o de lo contrario saldrán del mercado”, explica Luis Vicente León, director de Datanálisis.

La bendición de exportar

En Portuguesa, la provincia con las tierras más fértiles de Venezuela, agricultores están exportando frijol chino a Vietnam, Turquía y China. “Las tierras nuestras son muy buenas para el frijol, el precio aumentó en el mercado internacional y los costos de producción son bajos”, dice Daniel Dorazio, quien administra una finca.

Como se trata de un negocio que genera ingresos en divisas y no necesita créditos en cantidades elevadas, el financiamiento bancario, bastante escaso para otras actividades, fluye adecuadamente. “Al principio había solo dos empresas, pero ahora hay alrededor de diez que compran el frijol chino, lo limpian y exportan”, dice Daniel Dorazio.

Aparte del frijol chino las exportaciones de otros productos como ron, cacao, camarones y colas de langosta están creciendo. Luis Vicente León explica que “quienes exportan productos con precios elevados respecto a sus costos de producción tienen una gran ventaja y están aumentando sus ventas, este año este tipo de exportaciones podría alcanzar los tres mil millones de dólares”.

 Los exportadores conservan 80% de los dólares que les ingresa y el resto las ofertan en el mercado de divisas que, a diferencia del pasado, tiene un tipo de cambio que no está controlado y fluctúa diariamente.

El contraste

Formalmente la moneda sigue siendo el bolívar, pero el gobierno permitió una dolarización de facto. El dólar se utiliza para calcular los precios y crecientemente como medio de pago. En el sistema financiero, los bancos reciben depósitos y otorgan créditos en dólares a través de sus agencias en el país o sucursales en el exterior.

Las empresas emplean sus dólares libremente para importar materia prima, pagar bonos a los trabajadores y cancelar a sus proveedores. Además, una capa de la población tiene ahorros en el exterior y otros reciben remesas.  El flujo de divisas también recibe aportes de la venta de oro, las menguadas exportaciones petroleras, las exportaciones de productos como el frijol chino y la economía negra: contrabando, narcotráfico y extorsión.

El resultado es un mercado dual, en dólares y en bolívares, donde quienes tienen ingresos en divisas consumen más que los que están fuera de este circuito y sobreviven con un ingreso precario. De acuerdo con un estudio de Datanálisis elaborado en noviembre de este año entre 35% y 40% de los venezolanos manifiesta que su situación personal es buena o muy buena. En febrero de 2019 solo 15% tenía una visión positiva.

“Estas personas sienten una mejora relativa en su situación personal por la apertura y dolarización de la economía. No se comparan con el pasado lejano, sino con el reciente; no consideran que la situación del país es buena. Mayoritariamente evalúan de manera negativa la gestión del gobierno”, explica Luis Vicente León.

Profesionales como médicos, odontólogos e ingenieros ahora calculan sus tarifas en dólares y compensan de mejor manera el impacto de la inflación, que continúa a un ritmo de dos dígitos al mes.

Alfredo Guzmán, gastroenterólogo, explica que “antes de la dolarización cobraba en bolívares y mi consulta equivalía a tan solo 20 dólares, hoy cobro 120 dólares por consulta. Atiendo a menos pacientes, pero mis ingresos han aumentado”.

El consumo

La dolarización, con su efecto en el consumo y la liberación de precios, que permite que las empresas ajusten sus costos, beneficia principalmente a los sectores de alimentos básicos, medicinas y artículos de cuidado personal.

Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, explica que “hay una base de consumo que principalmente se dirige hacia esas áreas. Son sectores que en esta coyuntura pueden tener signos positivos”.

El coronavirus, en el caso de las empresas de alimentos, ha traído algunos beneficios. Empresarios explican que la pandemia ha hecho que disminuyan las importaciones de productos básicos como arroz, leche y harina, ayudando a que aumenten las ventas.

Pequeñas compañías que prestan servicios en el área de las telecomunicaciones también comienzan a capitalizar el efecto de la dolarización. “Ha aparecido algo de oferta en el sector de tecnología y telecomunicaciones. Nichos como el internet móvil, internet por fibra e inalámbrico. Les ha favorecido el relajamiento en los controles hacia el sector”, dice Asdrúbal Oliveros.

En los centros comerciales emblemáticos de Caracas como Tolón y San Ignacio se evidencia un aumento en el alquiler de los locales. Fuentes del sector explican que este año la ocupación promedio, que cayó por el impacto de la pandemia y la recesión, podría superar 85%.

En el radar de los fondos

El 10 de noviembre de 2020 Cargill, la multinacional estadounidense productora de alimentos, vendió sus plantas en Venezuela de harina, aceites, grasas y pastas al fondo Phoenix Global Investment y al grupo local Puig. La transacción podría ser el inicio de un proceso donde fondos de capital de riesgo inviertan en compañías venezolanas que buscan compradores o socios para fortalecerse.

Oscar Doval, presidente de Moore GSF, una firma que gestiona mandatos de fondos de inversión explica que “Venezuela se ha vuelto un país apetecible para fondos que invierten en países riesgosos en búsqueda de altos rendimientos; hay interés de fondos latinoamericanos, norteamericanos, asiáticos y del Medio Oriente”.

“En Venezuela el precio de los activos en compañías que están en sectores como alimentos o productos de cuidado personal es atractivo. La inversión se puede recuperar en tres o cuatro años, es un país que está prácticamente dolarizado y hay poca vocación de controles estatales por el momento”, añade Oscar Doval.

El interés por vender o asociarse no es solo de las empresas privadas. Desde el pasado 12 de octubre el gobierno cuenta con la Ley Antibloqueo que le otorga amplios poderes para privatizar o transferir la gestión de empresas públicas.

La agonía del petroestado

Durante los últimos cien años la economía venezolana giró en torno a la distribución que hacía el Estado de la riqueza petrolera empleando una cantidad excesiva de trabajadores, vendiendo dólares artificialmente baratos que impulsaban el consumo, subsidiando elementos clave como el costo de la energía y contratando a empresas privadas.

Este esquema es cosa del pasado y su fin es la causa principal de que la economía, más allá de áreas específicas, continué sumergida en sectores fundamentales como petróleo, industria y construcción que tienen un peso determinante en el PIB.

Tras años de mínima inversión, fallas de gerencia y corrupción rampante, la producción de petróleo comenzó a caer velozmente en 2017 y en 2019 las sanciones de Estados Unidos aceleraron la debacle. La consecuencia es que el país produce, de acuerdo con las cifras entregadas por el gobierno a la OPEP, 430 mil barriles diarios, el nivel más bajo desde 1935 y 87% menos desde que en 1999 Hugo Chávez inició la era de la Revolución Bolivariana.

El ingreso proveniente del petróleo se esfumó y las perspectivas de recuperarlo en términos relevantes lucen mínimas con Pdvsa, la empresa petrolera del Estado, en situación deplorable y una transición energética a escala global que implica un declive gradual en el consumo de combustibles fósiles.

Las empresas del plástico reflejan la nueva normalidad. La industria del plástico transforma insumos provenientes de la petroquímica y en 2006 el expresidente Hugo Chávez anunció faraónicas inversiones para ampliar la capacidad de la petroquímica en el país. Además, los empresarios del plástico recibieron créditos y divisas baratas con las que importaron máquinas para competir con Brasil, Alemania y Japón en el mercado global.

Pero el gobierno no concretó la ampliación de la petroquímica; Pequiven, la planta existente, opera precariamente y la demanda en el país de los productos elaborados con plástico se desplomó. Actualmente, las máquinas de la industria del plástico trabajan al 15% de su capacidad.

Sin las compras del Estado y sin el impacto en el consumo que tenía el ingreso petrolero el mercado se redujo a su cuarta parte y las plantas de la industria en sectores como metalmecánica, plástico, automotriz y pinturas tienen un tamaño desmesurado.

Luis Vicente León resume que “las empresas dirigidas al consumo de la Venezuela en esplendor del gasto petrolero tienen escalas de plantas que no van a poder utilizar de nuevo. Están en peligro, algunas podrán superar el reto cerrando plantas, produciendo cosas nuevas o exportando. Pero convertirse en exportador no es simple”.

“El sector de la construcción está muy afectado porque no está en el juego, el gobierno está más preocupado por comida y medicinas que de construir una carretera o arreglar un puente. En el futuro puede ser que por la apertura se privaticen todos los sectores de construcción pública”, agrega Luis Vicente León.

Asdrúbal Oliveros considera que “el colapso de servicios esenciales para la producción como el de la energía eléctrica, el déficit de combustible y un sistema financiero enano colocan un techo muy bajo al crecimiento de la economía”.

El dos de febrero Nicolás Maduro afirmó que “2021 debe ser el año del nuevo crecimiento económico, debe ser la consolidación del proyecto Bolivariano”. Por ahora, todo apunta a un sistema donde algunos respiran y la mayoría continúa hundida en la crisis. Mientras tanto, discretamente, el plan socialista se desvanece.

Apuntes de otoño III | Las ideologías son una quincalla

@juliocasagar

El apunte de esta semana va de análisis acerca de la pertinencia o no, de un criterio que postula que la administración de un Estado debe necesariamente inspirarse en una posición ideológica determinada. Como siempre, para argumentar nuestra posición, nos serviremos de dos anécdotas de la que fuimos participantes.

No obstante, debemos decir primero que esta discusión, que los más importantes pensadores sociales y políticos habían dejado de lado hace algún tiempo, ha renacido de nuevo. Esta parecía conjurada con la aceptación, por parte de un grueso segmento de la intelectualidad mundial, de la tesis de Francis Fukuyama en El fin de la historia, según la cual el mundo se dirigía victorioso hacia una aceptación general de la democracia liberal.

Ello se debe a la aparición de varios liderazgos carismáticos que, apoyados en posiciones ideológicas, han aparecido en la escena mundial. Líderes como Trump, Chávez o Margaret Tatcher no han dejado indiferentes a casi nadie; y han puesto de nuevo sobre la mesa la discusión sobre temas que ya se daba por sentado eran antiguallas destinadas a ser investigadas por los arqueólogos. Fueron exitosos en su operación de respiración boca a boca de aquellos cuerpos exangües.

Lo más tradicional de este debate es desempolvar los viejos conceptos de la izquierda y la derecha; del capitalismo y el socialismo y todos los ismos que derivan de esta antinomia que, creemos, es una anacrónica y maniquea división de las ideas o de las maneras de pensar.

Pero, vayamos a nuestra historia: corrían los años 1990 y 1991. Venezuela acabada de entrar en una de las más interesantes etapas de la historia política contemporánea. En 1989 se habían realizado las primeras elecciones directas a gobernadores en el país. Por casi 30 años había dormido en la Constitución, como la princesa del cuento de Perrault, una norma que preveía la elección directa de los gobernadores. Hizo falta el beso de príncipe del Caracazo, para que nuestra clase política despertara y abriera aquella válvula.

En Carabobo, como es conocido, una coalición de Copei, el MAS y decenas de otros partidos minoritarios llevó a la gobernación a Henrique Salas Romer. Pocos creían en que tal victoria se produciría. Tanto, que conseguir un candidato dispuesto a sacrificarse al liderazgo de Oscar Celli y Acción Democrática no fue una tarea fácil (este cuento será motivo de otro apunte).

En las alforjas del nuevo gobernador estaba la idea de utilizar aquel impulso para proponerse una tarea más ambiciosa: profundizar el proceso de descentralización y dar los pasos necesarios en la vía de una nueva federación para Venezuela.

En otro apunte hablaremos igualmente de ello; y de las gestiones que comenzaron con la firma de la Declaración de la Casa de la Estrella en Valencia por parte de varios de los primeros mandatarios electos en sus estados, que comulgaban con esta estrategia de avanzar hacia metas más ambiciosas.

Lo que nos ocupa ahora es la anécdota que llevó a Carabobo a adoptar un modelo particular y original en el manejo del puerto de Puerto Cabello, que es el más importante del país, y que fue uno de los barcos insignia de ese bisoño proceso de descentralización que daba sus pinitos en el país.

De acuerdo con la Ley de Descentralización, para asumir aquella competencia solo era necesario que la Asamblea Legislativa aprobara una ley. Antes de que se dieran los primeros pasos, fue menester derrotar una pancada de ahogado del centralismo que pretendió otorgar los muelles a empresas extrañas antes de que la Asamblea aprobara el instrumento legal (fue una batalla interesante y digna también de mencionar en otro momento).

Se comenzó a redactar el proyecto de ley y se abrió un proceso de consultas muy amplio con distintos sectores vinculados a la actividad portuaria. El fin era que expusieran sus ideas y criterios acerca de cómo se debería manejar el puerto, una vez descentralizado.

En una de las muchas sesiones y mesas de trabajo a las que concurrimos, debo referirme a una que tuvo lugar en la Cámara de Comercio de Puerto Cabello, con representantes de las más importantes empresas de servicios navieros.

Recuerdo que a aquella fuimos comisionados por el gobernador la Dra. Marielena Giménez y yo. La reunión trascurrió con toda cordialidad y plena de interesantes planteamientos. Al concluir, y con las notas tomadas, nos regresamos a Valencia.

Al llegar a mi oficina, tengo el aviso de una de las personas que había estado en la reunión. Un viejo amigo de luchas de la Facultad de Derecho que urgía a que lo llamara de vuelta. Resumo su conversación de esta manera: ¿Julio, tú sabes de qué se quedaron hablando los representantes de las empresas cuando ustedes se fueron? No, le respondo. Pues se quedaron conversando sobre cómo podían hacer para formar UNA EMPRESA ENTRE TODOS para proponerse como administradores del puerto.

Dicho en otras palabras: aquellos amigos defensores de la libre competencia, del libre mercado, del capitalismo de oportunidades estaban, ni más ni menos, discutiendo cómo hacían para organizar un MONOPOLIO para manejar a Puerto Cabello. Así lo hicimos constar en nuestro informe.

Al final, debemos decirlo, la decisión sobre la manera de manejar el puerto tuvo mucho que ver con tratar de evitar que se manejara de manera monopólica; a ello abono también lo que ocurrió en una segunda anécdota.

El gobernador Salas Romer había atendido la invitación de María Liberia, la carismática jefa del gobierno de Curazao. Formé parte de la delegación y una de las cosas que fuimos a ver fue el puerto de la isla. Recorrimos las instalaciones con directivos de la empresa que manejaba el puerto, representantes de la Cámara de Comercio y del gobierno insular.

Cuando el representante de la empresa ponderaba las maravillas del funcionamiento dio mucha importancia a que se habían acabado los robos de mercancías. “Se acabaron los ladrones”, nos dijo con orgullo. Inmediatamente, el representante de la Cámara de Comercio le paró y le corrigió diciéndole: “No, no se acabaron; quedó uno” ¿Cuál? Le preguntó el directivo de la empresa, “pues ustedes, que cobran lo que les da la gana y estamos obligados a pagar porque son un monopolio y no hay competencia”. De más está decir que el viaje concluyó en silencio.

Tras la reflexión que provocaron estos eventos, la ley estableció normas muy severas contra las prácticas monopólicas y de cartelización de tarifas. El Estado mantuvo el control de los muelles, sin otorgarlos en concesión. Y se dio posibilidades a todas las empresas para que compitieran con las labores de carga, descarga, estiba y caleta que son las que constituyen la actividad portuaria.

Gracias a ese modelo, el puerto de Puerto Cabello protagonizó el siguiente milagro económico, político y social: 10 meses después de la descentralización, el puerto se empezó a manejar con 120 trabajadores, contra los 4500 que tenía el INP. Un barco que solía pasar entre 60 y 70 horas en el muelle, comenzó a pasar menos de 35 horas y «last but not least”, un puerto que daba 1500 millones de bolívares en pérdidas a la nación, comenzó a dar 800 millones de ingreso al estado Carabobo. El puerto salió de las listas negras de las aseguradoras que cobraban sobre primas a los barcos que lo tenían como destino y su buen funcionamiento hizo que su Hinterland llegara hasta el Norte de Santander en Colombia.

Si Carabobo hubiera adoptado la receta ideológica de privatizar el puerto y entregarlo a una sola empresa y quedarse como fiscal de una concesión; si se hubiese cedido a la pretensión de algunos que esgrimían el argumento de que el Estado no debe inmiscuirse en los negocios, a Puerto Cabello le hubiese pasado lo mismo que a Maracaibo o a Curazao. El monopolio los hizo ineficientes y terminaron perdiendo clientes en favor de Puerto Cabello que, como hemos dicho, en muy poco tiempo, y sin seguir supercherías y supersticiones ideológicas, consiguió una fórmula de sentido común y adaptado a la realidad para ser exitoso y eficiente.

Las ideologías, definitivamente, son una quincalla.

 

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Los que no se rinden | Cedice: No hay prosperidad sin libertad
El mercado laboral y el crecimiento global se reactivarán a mediados de 2021, pero el impacto económico de la pandemia Covid-19 será severo: volver a los niveles de ingreso o actividad previos a la crisis puede tomar hasta una década
“El liderazgo político no parece haber comprendido que se necesita más economía de mercado en Venezuela, como sí ha comprobado mucha gente desde el dolor del despojo”, destaca Rocío Guijarro, gerente general del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico


@nelapalaciosr

El mercado laboral y el crecimiento económico global se reactivarán a mediados de 2021, según las más recientes y optimistas proyecciones publicadas. Pero volver a los niveles de ingreso o actividad previos a la crisis puede tomar hasta una década.
En Venezuela el escenario es aún peor, porque no solo e la pandemia sino porque sin libertad es imposible alcanzar la prosperidad y garantizar la justicia y los derechos humanos (DDHH).
De eso está convencida Rocío Guijarro, gerente general del Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (Cedice Libertad ) y presidenta de la Red Liberal de América Latina (Relial).
Desde su perspectiva, no es a través de la intervención del Estado y del rentismo como se prospera sino a través de un sistema que permita la libertad, que respete la iniciativa privada, la pluralidad y la diversidad y que promueva la innovación y el emprendimiento de los ciudadanos.

“El liderazgo político no parece haber comprendido que se necesita más economía de mercado en Venezuela, como sí ha comprobado mucha gente desde el dolor del despojo”, destaca Guijarro, una emprendedora intelectual  que ha sido galardonada con el Premio Templeton a la Libertad por su programa de formación económica para periodistas y coautora del libro Ideas en Libertad.


En el libro ¿Por qué fracasan los países?, los autores plantean que la libertad es la piedra angular para la creación de riqueza y prosperidad en cualquier sociedad moderna. ¿Usted es de las que cree que la economía de Venezuela se ha contraído 70% en los últimos siete años por falta de libertad y como resultado de las políticas públicas aplicadas por la élite gobernante?

Ya que menciona este libro de Acemoglu y Robinson, es oportuno mencionar su obra más reciente, El Pasillo Estrecho, la cual se ocupa precisamente del problema de la Libertad y el porqué es tan difícil lograrla.

La contracción de la economía venezolana se ha acelerado desde mediados de 2014, teniendo como detonante la caída en el precio de las exportaciones petroleras y el declive en producción de hidrocarburos. La falta de inversión en la industria petrolera, como resultado tanto del desfalco estatal como de la exclusión del sector privado en su gestión, ha dado como resultado que hoy día Venezuela no sea capaz siquiera de producir gasolina.

La mala gestión monetaria y fiscal ha conducido a una hiperinflación que resta valor al futuro, desalentando los planes de largo plazo para los emprendedores y los ciudadanos, dañando el poder adquisitivo de los más vulnerables. Más del 92% de la población vive en condiciones de pobreza y 90% carece de acceso continuo al agua corriente. Tampoco hay derechos de propiedad que protejan los activos de la clase media.

Desde Cedice tenemos dos iniciativas que han documentado todo este despojo de productividad, eficiencia y equidad. Se trata de nuestros Observatorio de Gasto Público  y Observatorio de Derechos de Propiedad.  Desde allí se han compilado estadísticas y narrativas que dimensionan el daño causado por el Estatismo y la captura de renta en Venezuela.
Con todo esto, le coloco en contexto para afirmar que, efectivamente, hemos tenido empeoramiento social por la falta de Libertad Económica y Civil. Siguiendo a Acemoglu y Robinson, sólo una sociedad cohesionada, fuerte, tiene viable hacer contrapeso al Estado.

La Libertad florece cuando hay ese equilibrio, ya que el Estado podría convertirse en otro tirano, oprimiendo al ciudadano. La sociedad civil venezolana ha quedado resentida como consecuencia de la emigración masiva, que se estima entre 4 y 5 millones de compatriotas en los últimos 10 años (de los cuales, 1,7 millones están establecidos en Colombia y 80 mil están intentando regresar tras la pandemia de coronavirus). Sumamos otras heridas sobre la sociedad civil: el debilitamiento de su poder adquisitivo, la zozobra individual permanente por acceder a servicios públicos, la ausencia de representación por los partidos políticos, la persecución política a los disidentes y el distanciamiento social promovido por la crisis de la COVID-19.

¿Por qué los venezolanos no hemos conquistado aún la libertad? ¿En qué hemos fallado? ¿Qué debemos corregir para lograrlo?

Tuvimos un desequilibrio entre el poder económico del Estado y el de la sociedad civil. Si hemos de buscar un hito, una referencia histórica, apuntaríamos al año 1976, cuando se hicieron efectivas la nacionalización tanto de la industria petrolera como del Banco Central de Venezuela, que hasta dos años antes tenía la mitad de su accionariado en manos privadas.

No había capacidad económica en el sector privado para contrapesar a un Estado que se adueñó del mayor volumen de exportaciones y de dólares producidos en el país. Como mecanismo de legitimación, además de las elecciones democráticas, el Gobierno organizó una red de transferencias, con subsidios o ayudas directas a la población, incluyendo, desde luego, empresarios y funcionarios amigos, que conformaron una red clientelar.
Venezuela no ha tenido, en sintonía con su pregunta previa, una élite propiamente dicha. No hay familias o grupos tradicionales tan fuertes como en otras sociedades -menciono apenas Colombia y Chile como ejemplos. El poder acá está concentrado en el Estado y los políticos que logran acceder a su gestión. El equilibrio bipartidista entre Acción Democrática y Copei fue destruido por uno de sus fundadores, Rafael Caldera.

El deterioro en precios petroleros durante 1998 y el cansancio con la corrupción administrativa, la inflación o la quiebra bancaria de 1994-1995, trajo al poder a Hugo Chávez mediante elecciones.

La falta de articulación entre sus opositores, la injerencia del Gobierno Cubano en nuestra soberanía, con su tecnología social opresiva, además de un nuevo boom petrolero entre 2005 y 2014, fortalecieron nuevamente al Estado y debilitaron otra vez a la Sociedad. Con todo esto, se han desbalanceado aún más los controles que puede colocar la ciudadanía sobre el Gobierno.

La corrección de este desajuste provendrá de un fortalecimiento de la ciudadanía. Como hecho fortuito, el Estado se ha debilitado económicamente precisamente por su predatoria apropiación de los activos nacionales y la anulación que hizo de cualquier control ciudadano.

Sólo lo sostiene la fuerza y carece de ideas o valores compartidos con la población. Apunto con ello a otra solución a nuestra crisis, que es seguir produciendo ideas y propuestas, con fundamento en nuestra realidad y las tendencias mundiales.

Cedice Libertad ha avanzado mucho en esta materia. En nuestro portal web, por ejemplo, pueden acceder a un Plan de Acción para rescatar a Venezuela, que contempla 5 asuntos clave  y una propuesta que constituye un nuevo pacto de gobernabilidad.  La libertad es el resultado de trabajo y acción del pensamiento, con resonancia en la sociedad civil.

¿Cree usted que la sociedad venezolana está actualmente preparada y suficientemente madura para el nacimiento de una democracia liberal?

Hay una dolorosa maduración o aprendizaje, tanto individual como social, resultante de todo este proceso de destrucción de vidas, valor y cohesión social. Nos dimos cuenta de que no están garantizadas toda una serie de cosas que asumíamos como dadas: seguridad, servicios públicos, confianza, predictibilidad de nuestro futuro o respeto a los derechos humanos.

Este sufrimiento tendrá una salida constructiva si la sociedad civil comprende que es inviable sostener la democracia liberal cuando el Estado puede ser secuestrado y se carecen de instituciones que detengan su hipertrofia.
Mi inquietud es que el liderazgo político no parece haber comprendido que se necesita más economía de mercado en Venezuela, como sí ha comprobado mucha gente desde el dolor del despojo.
La estabilidad económica es también un bien público y sólo es viable alcanzarla si hay un Gobierno o un Banco Central interactuando con la ciudadanía productiva. Sin generación de ingresos y preservación de riqueza por el sector privado, toda gestión fiscal o monetaria está trabajando sin fundamentos.

La falta de compromiso con la producción sigue contaminando el discurso político. Sigue el acento en la distribución, que hoy en día sólo consigue repartir pobreza, porque se ha vulnerado la mayor parte de nuestro capital productivo. De modo admirable, aún hay iniciativa privada y es hacia ella que debe solidarizarse quien desee hacer una reforma que devuelva la prosperidad a Venezuela. 

Otro tema preocupante es que se carece de poderes institucionales legítimos que garanticen la paz. De algún modo, estamos volviendo al Siglo XIX, donde se agredía al comerciante, al agricultor y al hombre de trabajo.
No tenemos hoy día ni un liderazgo político ni un equipo técnico que se proponga devolver a Venezuela sus equilibrios fundamentales.
Otro problema es que como sociedad sabemos lo que nos desagrada, pero no tenemos una visión compartida de lo que queremos. Sabemos que es inviable sostener esta vida social empobrecida, sometida a la violencia y que no tiene lo esencial para sobrevivir. El problema es que no oímos mensajes que nos animen a ir hacia una realidad nueva.

Piden libertad en Venezuela los que entienden el proceso a profundidad. Pero la mayoría de los venezolanos están en modo supervivencia hoy y no andan persiguiendo libertades ni articulando intereses políticamente para salir de este desastre. ¿Tiene sentido mantener este enfoque en una coyuntura como la actual?

La libertad se hace valiosa precisamente porque es la única solución viable para dejar atrás la pobreza. Si los ciudadanos están impedidos de trabajar, realizar intercambios voluntarios, opinar, expresarse, ahorrar, invertir o cooperar, seguirán siendo menesterosos. 

Todos los países tienen ahora crisis internas muy fuertes y la preocupación vendrá del creciente número de pobres venezolanos que residen como inmigrantes en otros países.

Y la solución podría ser repatriarlos o restringirlos, en lugar de intervenir en Venezuela. Sí, lo afirmo: más que siempre, Venezuela depende de la Libertad para ser viable. El Estado venezolano está arruinado y no hay capacidad de asistencia humanitaria foránea en un mundo donde la pobreza se ha disparado.


Le agradecería un mensaje de Cedice para el sector privado. Recordando ahora el libro La Rebelión de Atlas, de Ayn Rand, le pregunto: ¿No ha llegado la hora de rebelarse ya? 

Venezuela debe deslastrarse del rentismo, ponerle fin, ya que esa cultura se ha enraizado en el venezolano. Ojalá y esta situación sea propicia para ese cambio.
Una forma de resistencia es crear, generar ideas, desarrollar productos o servicios, promover la generación de empleos, buscar integración con proveedores o clientes. La crisis del coronavirus ha demostrado el poder que tiene la tecnología y quien la adopta con velocidad.

En Venezuela hay aún empresas y trabajadores que han conseguido confrontar la destrucción de valor desarrollando técnicas gerenciales, resiliencia o gestión del riesgo que son productos de exportación para esta «nueva realidad» posterior al coronavirus. En otros países están confrontando, como novedad, el tipo de crisis que ya vienen gestionando los empresarios o trabajadores venezolanos desde hace varios años.


¿Qué recomendaría usted a los líderes para recuperar al país en materia de derechos humanos?

El acceso a una economía de mercado. Ello incluye un compromiso auténtico con los derechos de propiedad, la provisión de bienes públicos como orden legal, seguridad, estabilidad monetaria o infraestructura.
Adicionalmente, promover las alianzas público-privadas y asociarse con el sector privado, nacional e internacional, para lograr que se hagan las inversiones y trabajo requeridos para ocupar a una sociedad que lleva años postrada y con niveles altos de pobreza, como lo demuestra la ENCOVI

¿Cuál es la situación actual en materia de derechos humanos en Venezuela, respecto a la que teníamos en 1998?

Está documentado que se está peor en este tema y además ratificado en los informes de las organizaciones de DDHH en Venezuela y las internacionales como HRW o los informes de la Comisionada de DDHH de la ONU.

En Cedice Libertad con el Observatorio de Derechos de Propiedad, llevamos el seguimiento de la violación y ataques a este derecho humano fundamental y por supuesto que el mismo ha sufrido un gran deterioro. Ocupamos el penúltimo lugar en el Índice Internacional de Derechos de Propiedad.

En la constitución venezolana aparece la garantía y el respeto a este derecho, pero esto no ha sido así. El Observatorio ha documentado que debido a las expropiaciones, expoliaciones, estatizaciones de fincas productivas, es que surge esta crisis humanitaria compleja que vive Venezuela.

Vida, Libertad y Propiedad son los derechos humanos fundamentales que deben estar protegidos y garantizados en un Estado de derecho. Y en Venezuela no lo están.

¿Cuál ha sido entonces el legado de la revolución socialista del siglo 21 en materia de derechos humanos?

Nos ha permitido convencernos de que sólo se alcanza la democracia y la protección a las minorías cuando hay economía de mercado.

El socialismo es excluyente, porque solo da carta de ciudadanía a quienes lo apoyan. Es, por naturaleza, un credo de odio y violencia, que considera legítimo pisotear los derechos de quien se le oponga.

¿Qué mensaje daría usted hoy a los líderes de la oposición?


Los líderes de la oposición deben reinventarse. Sorprende que ninguno haya logrado articular una visión compartida para la sociedad venezolana, en casi dos décadas de socialismo.

 

Les recomiendo leer Camino a la Servidumbre y el Uso del Conocimiento en la Sociedad de Friedich Hayek y Un Sueño para Venezuela de Gerver Torres y Roberto Casanova

¿Qué mensaje daría usted hoy a la élite gobernante?

No veo una élite, si entendemos por élite un grupo que comparte unos valores o visión de país. Las élites tienen por interés preservarse y acá no tenemos tal visión de largo plazo.
Sus integrantes pueden estar equivocados y por definición son excluyentes, pero precisan construirse alguna justificación y legitimidad para perdurar, con alguna apertura hacia el cambio, así sea al estilo del Gatopardo: cambiar todo para que todo siga igual.
En Venezuela no tenemos las fuentes de estabilidad ni los asideros institucionales propios de una élite.



Hablando de libertad

¿Cómo y cuándo nace la organización Cedice Libertad?

El 24 de noviembre de 1984 se reunieron empresarios e intelectuales que consideraban que  hacía falta un centro de pensamiento, estudio y formación. Así nace el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico, A.C. Cedice Libertad.

Nuestra misión es promover las ideas y principios que se fundamentan en la libertad individual, la libre empresa, el respeto a los derechos de propiedad, la libertad económica, gobierno limitado como única forma de generar prosperidad a la sociedad.

Con base en estos principios la institución viene desarrollando su trabajo desde hace 35 años en divulgación, formación, investigación, generación de conocimiento, propuestas de políticas públicas y promoción de las ideas de la libertad.

¿En qué áreas se desempeña la organización?

Formación, divulgación, promoción, políticas públicas y generación de conocimiento de las ideas que promueven una sociedad libre. Ofrecemos programas de formación para jóvenes, líderes y comunicadores sociales; diplomados, observatorios de seguimiento y análisis de los Derechos de Propiedad, de Gasto Público, seguimiento legislativo.

En Cedice también ofrecemos cursos, talleres, publicaciones, librería, biblioteca y eventos con expertos nacionales e internacionales, entre otros.

¿Cuántas personas trabajan en la organización?
10 personas

¿Con quién tienen alianzas estratégicas?

Con instituciones nacionales e internacionales como Atlas Network, Relial, Fundación Internacional para la Libertad, Red Latinoamericana para la Democracia. Fundación Friedrich Neumann, entre otras. Cedice Libertad es miembro de la Red Sinergia, Liderazgo y Visión, Transparencia Venezuela, Civitas-Venezuela, Queremos Elegir y RedUni-Venezuela, entre otras.

¿En qué zonas operan?

Cedice está en todo el país con las diferentes actividades.

¿Cuentan con voluntariado?

Sí, tenemos un voluntariado de 30 personas que apoyan la labor de la institución

¿Cómo pueden ayudar a su organización las personas que estén interesadas en hacerlo?

Que se comuniquen con nosotros y atenderemos su solicitud. Por ejemplo, con nuestro programa Observatorio de Derechos de Propiedad atendemos denuncias de víctimas que han sido expropiadas en todos los sectores.

¿Cuáles son los mayores retos de la organización? ¿Las mayores amenazas?

Queremos que un mayor número de personas comprenda que no es a través de la intervención del Estado ni del rentismo como se prospera.
La prosperidad se logra con un marco jurídico que permita a los individuos poner sus fuerzas creadoras para solucionar los problemas de la sociedad. Uno de los retos es que esto sea comprendido también por aquellos a los que les tocara dirigir al país y tomar las decisiones.

Compártanos un caso emblemático del trabajo que han realizado en esta organización


La formación en economía para jóvenes y niños en escuelas públicas y privadas. Un programa basado en la enseñanza de la economía con base en cuentos infantiles y obras literarias. Este programa ya tiene 15 años y varios reconocimientos internacionales por lo innovador de la pedagogía social.
El programa de formación en economía para comunicadores sociales, transmite conceptos de economía, perspectivas y análisis de la realidad nacional e internacional . 
También nos sentimos orgullosos de los premiso internacionales y de ser catalogados como el segundo Think tank más influyente de la región y uno de los 100 del mundo en el Ranking que hace la Universidad de Pensilvania (EEUU).

Brian Fincheltub Jun 08, 2020 | Actualizado hace 3 semanas
El socialismo no ha fracasado

Framento del póster principal del Museo del Comunismo, en Praga. Foto MichaelBueker / Wikimedia Commons 2009.

@BrianFincheltub 

Hay quienes suelen calificar la tragedia venezolana como el fracaso del socialismo. Personalmente no estoy de acuerdo, mi opinión se orienta a un sentido totalmente contrario. Considero que en Venezuela se ha seguido al pie de la letra de la receta socialista, esa misma que se ha aplicado en diferentes partes del mundo en diferentes épocas y que ha conducido a los mismos resultados: ruina, hambre y destrucción.

El socialismo es como las papas fritas de McDonalds: no importa en qué país te las comas, siempre sabrán igual.

Hablar del fracaso del socialismo es peligroso. Pudiera interpretarse como la absolución de una ideología de muerte que ha dejado millones de víctimas a nivel mundial. En este sentido, no se trata entonces de un simple problema de aplicación, eso sería el equivalente a decir que si se aplicara bien, el modelo socialista pudiera funcionar a las mil maravillas, cosa que es absolutamente falsa y la experiencia histórica así lo demuestra.

Un fantasma que no descansa

Un fantasma que no descansa

Ese socialismo sin apellidos es el que están viviendo hoy los venezolanos, los cubanos y que antes vivió la Europa del Este, Camboya, algunos países de África.

Negar esa realidad significa también subestimar al chavismo, quienes están lejos de ser una banda de incompetentes. Todo lo contrario. Me explico, en veinte años el chavismo no solo han logrado su objetivo de reducir al venezolano al eslabón más bajo de la vida humana, sino que a través del chantaje, la represión y el terror lo han despojado de toda aspiración a querer subir. Son los mejores haciendo el mal, eso hay que reconocérselos. No llegaron al poder para transformar la democracia, sino para destruirla y lo han hecho con gran éxito.

Como alternativa a eso, nosotros no podemos seguir errando en el diagnóstico, pues como un médico que prescribe a su paciente una medicina equivocada con base a un diagnóstico errado, si seguimos equivocándonos en el diagnóstico, en lugar de ofrecer soluciones para salvar a Venezuela, pudiéramos contribuir, sin quererlo, a agravar su situación.

El estado actual de nuestro país no acepta improvisaciones, sino las acciones correctas y certeras para salir de la dictadura socialista. Equivocarse es perpetuarla.

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Brian Fincheltub Mar 07, 2020 | Actualizado hace 2 semanas
Pariendo en revolución

@BrianFincheltub

Nadie entiende qué pasa por la mente de un dictador que invita a los jóvenes de su país a reproducirse de manera masiva como si les hablara a una cría de conejos. Nadie comprende cómo una revolución que se dice “feminista” reduce de manera tan retrógrada el rol de la mujer en la sociedad. Nadie lo entiende, al menos hasta que finalmente se recuerda la naturaleza de un régimen socialista cuyo único interés es perpetuar la miseria y la dominación de su gente a través del hambre, la ignorancia y la dependencia.

Si bien esta tragedia llamada chavismo ha cobrado miles de víctimas, son las condiciones de la infancia venezolana las que me causan mayor indignación y rabia. La revolución que invita “a parir” a las jóvenes venezolanas es la misma que ha dejado a miles de huérfanos marcados para siempre por la violencia, es la misma que ha expulsado a más de un millón de niños y niñas venezolanas fuera del país, obligándolos no solamente a convertirse en caminantes cuando ni siquiera han aprendido a dar su primer paso, sino también a enfrentar condiciones de vida no necesariamente fáciles, siendo los niños más grandes los más afectados, puesto que muchos han tenido la necesidad de migrar solos, dejando su suerte en las manos de abusadores y explotadores.

Se tiene que ser miserable, muy miserable, para hacer semejante llamado. Sobre todo cuando lo mejor que puede ofrecerle el sistema de salud venezolano a las futuras madres es que traigan al mundo a sus bebés en el piso frío y contaminado de un hospital colapsado.

Una realidad que aunque el régimen chavista conoce, no forma parte de sus prioridades; es bien sabido que para ellos es más urgente llenar los bodegones de Nutella.

Quizás ver a la gente parir sea un fetiche socialista y, no hay que negarlo, en eso han sido verdaderamente exitosos. Son millones los venezolanos que están pariendo desde hace más de veinte años producto del gobierno más incapaz de la historia nacional. Ni en la época de las montoneras hubo tanto atraso y barbarie. Ni en las guerras más cruentas hubo tanta sangre derramada. Nada se compara con lo que estamos viviendo. Y dejar registro escrito de lo vivido, es verdad, no nos evitará que esto se vuelva a repetir, pero nos garantiza que jamás olvidemos.