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Gobernador de Bolívar anuncia medidas extraordinarias para frenar saqueos

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Decenas de saqueos se registraron en pueblos mineros del sur de Bolívar como El Callao y Tumeremo, los alimentos que venían de la frontera con Brasil dejaron de pasar desde el miércoles, cientos de personas se congregaron a las afueras de los bancos en Ciudad Bolívar y San Félix para protestar por la falta de efectivo, otro centenar fue detenido en medio de los disturbios. Ante los sucesos, el gobernador de la entidad, Francisco Rangel Gómez, anunció una serie de medidas que pretenden calmar los ánimos caldeados de una población que se quedó sin billetes y sin poder hacer sus compras básicas.

El mandatario regional convocó a los comerciantes a recibir los billetes de 100 bolívares,  que fueron eliminados del cono monetario por orden presidencial hace apenas 6 días, y garantizó que estos llegarán a la sede del Banco Central de Venezuela en Caracas, uno de los dos lugares del país donde se pueden canjear.

También afirmó que se tomarían medidas especiales para permitir el paso de alimentos a través de la frontera con Brasil, cerrada desde hace días por decisión de Nicolás Maduro.

Rangel Gómez informó que entre el viernes y el sábado habían sido detenidas 135 personas por los disturbios en las distintas localidades del estado. Agregó que se desplegaron al menos 500 efectivos de la Guardia Nacional en estos lugares para restablecer el orden.

En La Hoyada: Un camión cargado de azúcar se detuvo por una cola y fue saqueado

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Foto: @ElPoliTwico 

La tarde de este jueves, un camión que se detuvo por una cola fue saqueado en la avenida Fuerzas Armadas, cerca de La Hoyada, en pleno centro de Caracas.

Por las redes sociales se hicieron virales las imágenes del hecho, que, al parecer, empezó cuando el camión se detuvo en plena avenida por la cola que se generó por un semáforo y un grupo de transeúntes le quitaron la carga que llevaba.

https://twitter.com/ElPoliTwico/status/786722692535881728

Saquean gandola cargada de arroz y azúcar de Brasil en San Félix

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15 toneladas de azúcar y arroz aproximadamente fueron saqueadas de una gandola en la noche de este domingo en San Félix, en el sector Los Naranjos, a escasos 100 metros del peaje.

El transporte de carga venía con mercancía brasileña desde Santa Elena de Uairén, con destino a un supermercado asiático en Guatire, estado Miranda.

El chofer de la gandola, Douglas Sierra, contó que se quedó accidentado a las 6:00 de la tarde. Había pasado el peaje y la unidad se quedó sin combustible frente al antiguo club Los Ponys, en el kilómetro 4 de la autopista San Félix- Upata, en una zona muy oscura debido a la falta  de alumbrado público.

Dos motorizados se acercaron y le pidieron una paca de alimentos, con la amenaza de que lo iban a saquear. No pasaron ni cinco minutos, cuando más de 40 personas, relató, rodearon la gandola y empezaron a robar los empaques de los extremos del transporte.

“Tomé un taxi y me fui al peaje para llamar al 1-7-1 y a la Guardia Nacional, pero ya estaban saqueando, ¿qué iba a hacer?”, dijo.

Sierra tiene cinco años trabajando como chofer y nunca había pasado por saqueos. Cuenta que no tenía temor, pues estaba escoltado por la Guardia Nacional que iba varios metros delante de la gandola. “Ni vieron porque iban lejos, no se dieron cuenta de que me quedé accidentado y ni pude llamarlos”, dijo.

Al realizar el alerta en el peaje, funcionarios de la Policía del estado Bolívar y Guardia Nacional llegaron a custodiar la unidad. A menos de 10 metros, personas de la zona seguían en el lugar y algunas, incluso, empezaron a buscar por el monte cercano y consiguieron unos 10 empaques de azúcar entre la vegetación.

“El pueblo tiene hambre”, gritó un vecino del sector rural a un funcionario castrense, que les pedía alejarse de la gandola.

 

GN custodia unidades desde Santa Elena de Uairén

Desde hace dos meses aproximadamente, la Guardia Nacional custodia las gandolas que cruzan la frontera en busca de alimentos. La escolta se realiza desde la frontera entre Venezuela y Brasil hasta su destino, confirmó -hace un mes y medio- el comandante de la Zona de Defensa Integral (ZODI), Jesús Mantilla.

“Hay un control que se hace a lo largo de las carreteras nuestras (…) Nuestros funcionarios están pendientes de que el transporte llegue seguro a su destino”.

El surtido de apenas seis productos de la canasta alimentaria, con sello de Brasil, le permitió al gobernador de Bolívar, Francisco Rangel Gómez, afirmar la semana pasada que habían logrado un abastecimiento de 76% en la entidad, una cifra que contrasta con cálculos privados que ubican la escasez en más de 60% en Ciudad Guayana.

Diputado Luis Stefanelli: Corrupción en PDVSA llega a niveles de saqueo

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El diputado por el Estado Falcón Luis Stefanelli aseguró que la corrupción en PDVSA llega a niveles de “saqueo”, por lo que considera que debe ser destituida toda la directiva y que para poder recuperar la industria petrolera se requiere de una inversión de 30 mil millones de dólares.

El señalamiento lo hizo el diputado por el Estado Falcón, durante la discusión sobre el proyecto de acuerdo sobre la situación de Pdvsa, que fue aprobado por la plenaria de la Asamblea Nacional este jueves. Quien nombró una lista de todos los equipos que fueron robados y de las empresas catalíticas que han sido paradas por falta de mantenimiento y repuestos.

“Estas son algunas cosas que están ocurriendo en PDVSA sobre todo en el circuito de refinación, aparte de la situación que está ocurriendo en producción. La catalítica FSC de la refinería de Cardón está parada desde el 31 de marzo. Se robaron tres de los equipos intercambiadores de calor, los sacan por el muelle de la misma industria para Aruba para venderlos como material reciclable. La catalítica de de Amuay los equipos están fallando por falta de repuestos, allí hay fuga al ambiente, por lo que deben pararla todos los meses. Su capacidad  es de 108 mil barriles y solo procesan 70 mil barriles al día. La Refinería El Palito también  está parada desde el 11 de Abril por falta de repuestos. Se paró la producción de gas doméstico en Falcón, tienen que traerlo desde el Zulia. Se han quemado varias gabarras y otras las han agarrado contrabandeando”.

Aseguró que la industria petrolera requiere de una inversión de 30 mil millones de dólares para poder recuperarse. También denunció la grave contaminación que se produce desde PDVSA y que está ocasionando graves problemas no solo al ambiente, sino a la población, como es el caso del Estado Falcón, el Complejo Refinador de Paraguaná, está produciendo dióxido de azúfre, “lluvia ácida” en proporciones muy altas que afecta la salud de las personas que viven cerca de la industria.

Finalmente dijo que los directivos de PDVSA no se van a escapar nunca de la justicia, que van a llevar esta situación a niveles internacionales y que hay suficientes pruebas que demuestran y sustentan estas denuncias.

Robaron camión de pollos en el distribuidor Aranzazu de Valencia

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Foto: Saúl Zerpa / El Carabobeño

A las 10:00 del 21 de julio varios cuerpos policiales recibieron la alerta de una tensa situación en la Autopista del Sur, específicamente en el distribuidor Aranzazu, sentido sur-norte, en Valencia. Lo que quedó en el pavimento fueron las huellas del acto donde nadie llegó a tiempo.

Al parecer, un grupo nutrido de personas de las invasiones cercanas obstaculizaron el paso de una gandola cargada de pollos vivos. Algunas cestas se cayeron y los animales fueron hurtados. Se presume que el vehículo de carga se dirigía al matadero. Las plumas y algunos cadáveres quedaron tendidos en el asfalto junto a calzados de los presuntos autores del hecho. No hubo detenciones.

En un punto de control más cercano autoridades resguardaron lo que quedó de mercancía. El resto de las cestas fueron trasladadas por un camión encava que prestó apoyo. En el sitio se encontraban funcionarios de la Policía de Carabobo, Policía Nacional Bolivariana y Guardia Nacional Bolivariana.

Escrito por Sara Pacheco para El Carabobeño

La vida en Venezuela transcurre en largas filas

 

 

CARACAS, Venezuela (AP) — La gente llevaba horas esperando frente a la farmacia, aturdida por el calor y el aburrimiento, cuando llegaron los pistoleros.

Le exigieron a un hombre de 25 años, de pantalones cortos, que entregara su celular. Pero Junior Pérez salió corriendo hacia la entrada de la farmacia. Se escucharon ocho disparos y Pérez cayó de bruces.

Impasibles, los clientes en la fila conservaban sus puestos mientras los pistoleros hurgaban en los bolsillos de Pérez. Contemplaban los hilos de sangre de la cabeza del joven que chorreaban por los surcos de la acera. Y cuando llegaba su turno, cada uno compraba sus dos tubos depasta dental que el programa de racionamiento les autorizó.

«Ahora, la cola tiene prioridad sobre todo», dijo la farmacéutica Haidé Mendoza, presente esa mañana. «Te aseguras de conseguir lo que necesitas y no sientes pena por nadie».

A medida que las filas se vuelven más largas y peligrosas, se han convertido no solo en el escenario de la vida cotidiana sino en un telón de fondo de la muerte. Más de dos docenas de personas han sido asesinadas en las filas en los últimos doce meses, incluida una niña de cuatro años atrapada en un tiroteo entre pandillas. Una mujer de 80 años murió aplastada cuando una fila de clientes se convirtió repentinamente en una turba de saqueadores, algo que sucede con una creciente frecuencia, a medida que en Venezuela se acaba prácticamente todo.

 

La magnitud del derrumbe económico se puede medir en la longitud de las filas que aparecen en todos los barrios. El venezolano que sale de compras pasa en promedio 35 horas mensuales en las filas para comprar comida, tres veces más que en 2014, de acuerdo con la firma encuestadora Datanálisis.

«La crisis se ha empeorado exponentemente. Eso se convierte en grandes colas que es la vida ordinaria de un venezolano que no compre en el mercado negro», dijo el presidente de Datanálisis, Luis Vicente León. «Esta población que está en la calle es hipersensible, puede haber conflictos, peleas, trampa, de todo. Están competiendo por un bien escaso».

La vasta riqueza petrolera de Venezuela era el combustible de una economía rebosante. Pero años de mala administración bajo un gobierno que se dice socialista provocaron la parálisis de buena parte de la producción, y el país pasó a depender en gran medida de las importaciones.

La cadena de la oferta se cortó, primero lenta, luego bruscamente, a medida que la caída de los precios del crudo dejaba al país sin dinero para pagar incluso por artículos de primera necesidad.

Las carencias ocupan el primer lugar entre las inquietudes de los votantes, por encima de la seguridad. Lo cual es insólito en un país con una de las tasas de homicidios más altas del mundo.

La desesperación alimenta la violencia. La estudiante de medicina María Sánchez parecía tímida y tan distraída como cualquiera en una fila en Caracas para comprar harina, pero cuando una mujer trató de adelantarse a ella y su madre, empezó a lanzar puñetazos.

Solo se detuvo cuando la intrusa se alejó cojeando. Sánchez pasó el resto de la espera con los labios apretados, mientras su madre lloraba suavemente.

«Hay que ser pila o la gente se aprovecha», dijo Sánchez. «La necesidad tiene cara de perro».

Y la necesidad está en todas partes.

Los miércoles, los vecinos de uno de los barrios más ricos de Caracas hacen fila con bidones de 20 litros a la espera de un camión que trae agua potable. Los más pobres se disputan de por decenas el agua de los arroyos que bajan del cerro junto a la ciudad.

Los viernes se alargan las filas de los bancos porque los cajeros automáticos, que dan ocho dólares diarios, no dan abasto con la inflación más alta del mundo, y los cajeros no se recargan los sábados ni los domingos. Los venezolanos evitan el dinero en efectivo, y hasta los vendedores callejeros de jugo de naranja aceptan tarjetas de crédito.

Los lunes y martes las colas se alargan en las aceras frente a las oficinas de inmigración, como si la gente hubiera decidido durante el fin de semana que no soportan una semana más de espera mientras se les va la vida.

Cada noche, hombres empujan autos enormes junto a un río para hacer fila frente a un depósito que vende baterías de automóvil pero siempre se le agotan las existencias para la media mañana.

Todos los venezolanos, adultos y menores, tienen asignados dos días semanales de compras de acuerdo con el número de su documento de identidad. Hacen filas en supermercados antes de que abran, dejándose llevar por rumores o por buenas experiencias en el pasado. Las embarazadas y los ancianos tienen sus propias filas prioritarias y cada uno puede comprar hasta dos unidades de lo que haya en venta.

Las filas más largas son para los bienes más escasos: los alimentos.

Nueve de cada 10 personas dicen que no pueden comprar alimentos suficientes, de acuerdo con un estudio de la Universidad Simón Bolívar. Los precios andan por las nubes gracias a la escasez, el acaparamiento y los revendedores del mercado negro. Los venezolanos hacen fila una y otra vez para adquirir bienes subsidiados, sin saber qué habrá cuando finalmente les toque el turno.

Cuando llegan los camiones abastecedores, los trabajadores abren las puertas a la manera de los concursos televisivos para revelar si se conseguirán los preciados artículos de primera necesidad o un premio consuelo como la comida para perros.

A veces la frustración es insoportable. Cientos de personas tomaron por asalto un mercado en Caracas cuando el camión que habían esperado durante horas fue desviado a otra parte. «Nos morimos de hambre», gritaban mientras los tenderos bajaban las cortinas metálicas sobre puertas y ventanas.

Las filas de miles de personas son blancos para los ladrones, que a veces la recorren persona por persona. Los supermercados y camiones de abastecimiento suelen ser vigilados por soldados con lanza gases y fusiles de asalto. La Guardia Nacional ha matado a tres personas y arrestado a cientos durante el verano mientras trataba de controlar los alborotos en todo el país, provocados por la escasez de alimentos.

A pocas cuadras de la fila para dentífrico, donde murió Pérez, otros clientes que hacían fila para comprar comestibles vieron a una turba quemar vivo a un hombre acusado de ladrón. Una vez que se lo llevó la ambulancia, algunos de los atacantes formaron fila para hacer sus compras.

Aunque la amenaza de violencia siempre está presente, la fila también es un lugar donde suceden hechos ordinarios y a veces extraordinarios.

 

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En esta imagen, tomada el 8 de julio de 2016, una mujer espera en una fila en el exterior de un supermercado para comprar comida, en Caracas, Venezuela.  (AP Foto/Ariana Cubillos)

 

Merlis Moreno dio a luz a una niña mientras hacía fila bajo el sol candente para comprar pollo en El Tigre, una población de los llanos. La flaquita de 21 años sospechaba que tenía contracciones cuando abordó el autobús antes del amanecer. Pero no tenía opción: se le había acabado la comida.

Dio a luz con ayuda del empleado de limpieza del supermercado y envolvió a la niña en una manta polvorienta del depósito.

En la octava hora de una fila para comprar papel higiénico, desconocidos sudorosos cantaban canciones infantiles y aplaudían mientras un niño de un año se lanzaba a caminar.

Los chicos hacen su tarea escolar en la acera. Algunos jóvenes aprovechan las horas muertas para conocer mujeres y concertar citas. Pero la mayoría de las historias de amor terminan en la fila.

Sasha Ramos rompió un noviazgo de cinco años en una fila de varias cuadras para conseguir cuchillas de afeitar. Él había pasado la mañana quejándose de que la cola casi no se movía, señal de que nunca ayudaba a hacer las compras. Discutieron y él se fue furioso, dejándola mirando el suelo junto a desconocidos que habían presenciado toda la escena.

«Fue tan desconsiderado», dijo Ramos. «Le había perdonado una infidelidad. Estas filas no son buenas para el amor».

Para las personas mayores, el calor se vuelve insoportable.

Irama Carrero había pasado horas con la mirada en blanco en una fila para ancianos de una tienda de alimentos en un barrio pudiente de Caracas en mayo. Bruscamente, su cuerpo se inclinó hacia atrás. Nadie la atajó, y se golpeó la cabeza en el pavimento. Al recuperar el sentido, empezó a vomitar.

Un joven se ofreció para llevarla a la sala de emergencias mientras que el resto se quedó en la fila. En el taxi, camino del hospital, Carrero dijo que no probaba bocado desde el día anterior.

«No hay jubilación para esto», dijo al reclinarse y cerrar los ojos.

Las filas reflejan la escasez y la pobreza, pero también hasta qué punto la gente ha abandonado los empleos tradicionales. Con un sueldo mínimo inferior a 15 dólares mensuales y una inflación de tres dígitos, el trabajo no paga ni lo mínimo. Desde el punto de vista económico, es preferible llenar la alacena y vender o permutar lo que no sea de primera necesidad.

Los campos están abandonados mientras los agricultores pasan el día esperando comprar bienes importados. Los maestros dejan las clases por ir a buscar comida que puedan comer o revender. Las oficinas públicas cierran temprano porque los funcionarios también tienen que hacer la fila.

«La mayoría de esta gente gana más dinero con esto que con otros empleos», dijo David Smilde, experto en Venezuela de la organización WOLA, Oficina para América Latina en Washington.

Los más emprendedores han convertido la fila misma en un negocio. María Luz Marcano alquila taburetes de plástico y celulares cargados, y verifica las bolsas en un puesto improvisado de vigilancia. Gana en un solo día la mitad del sueldo mínimo mensual.

«Estoy ganando mucho dinero. Me encanta ser una mujer de negocios independiente», dice con una amplia sonrisa frente a sus clientes de rostro adusto.  

 

Las líneas más sombrías son las de la morgue de Caracas. Fuera de la escasez, está al exceso de muertes.

Cuando llegó el cuerpo de Pérez, a mediados de abril, había gente que llevaba días esperando los cuerpos de sus seres queridos. Ese mes la morgue manejó 400 cadáveres sólo por homicidios. La cifra mensual normal para Caracas es el doble de la cifra anual de homicidios de Nueva York o Los Ángeles.

Durante las horas que pasan frente a la morgue, los familiares, con los ojos enrojecidos, se cubren la nariz con pañuelos para evadir el agrio hedor. El acondicionador de aire no funciona y los productos para embalsamar se han acabado.

De allí se va al cementerio.

La espera para el entierro es de tres días.

Aristóbulo Istúriz anuncia intervención la policía de Sucre tras saqueos

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El vicepresidente de la república, Aristóbulo Istúriz, dió un balance sobre los hechos ocurridos el pasado martes 14 de junio en la ciudad de Cumaná, estado Sucre para informar que se realizará una jornada de recuperación a las infraestructuras de la ciudad que sufrieron daños durante los saqueos.

Por su parte, Istúriz aseguró que “por orden del presidente de la república, Nicolás Maduro, la Policía del estado Sucre será intervenida y reestructurada” como medida para preservar la tranquilidad en el estado.

En este sentido, Maduro asignó al contraalmirante William Miguel Serantes Pinto, como el nuevo jefe de las Zonas Operativas de Defensa Integral (ZODI) en estado Sucre. Además, designó al general de brigada, Jesús Rafael Salazar Velásquez, como el protector del estado Sucre para acompañar y complementar al gobierno del estado Sucre, encabezado por Luis Acuña.

 

Luis De Lión Jun 19, 2016 | Actualizado hace 8 años
Saqueo y provecho político por @ldelion

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El grado de perversión y de crueldad de una sociedad, tiene relación directa con el ambiente en el que se desenvuelve dicha sociedad. Es así como ésta semana, fuimos nuevamente testigos, a pesar de la censura, de violentas protestas, disturbios y saqueos. La ciudad de Cumaná, fue ésta vez el escenario de unos hechos que se han venido repitiendo a lo largo y ancho del territorio.

¿Cómo llegamos a esto?

Quienes han venido ejerciendo el poder en Venezuela desde 1999, han desfigurado los problemas que pretendían resolver. Todo ha sido llevado hacia una deriva ideológico-religiosa. (bolivarianismo, chavismo, socialismo del siglo XXI) Una seducción demagógica, que logró escamotear el trabajo de pensamiento y análisis realista de los problemas de una sociedad determinada. Así ocultó el castrochavismo, el objetivo del dirigente que, aparece pretendiendo organizar, cuando su fin es desorganizar. Creer que va a modernizar cuando su aspiración es destruir, lucir precavido cuando su meta es precipitar. Inspirando ponderación cuando sus palabras exaltan y alborotan.

La historia de la humanidad está llena de dirigentes perversos que concebían todo lo contrario de lo que pretendían hacer. Fidel Castro, Chávez y Maduro, comparten ese selecto grupo de tiranos que desplazan del debate todo aquello que luzca racional, imponiendo lo estrictamente emocional.

Desde que Maduro fue catapultado al poder por el difunto Teniente Coronel Hugo Chávez, el delfín, ha logrado en muy poco tiempo, niveles de perfección en la práctica de la perversión estratégica. Comenzando con el affaire Daka, Maduro, ensayó la sutileza psicológica de hacerle saborear al pueblo las mieles del poder (legalizar el saqueo). Hasta el presente, cuando valiéndose del hambre, de la desesperación, de la enfermedad y las añoranzas humanas, decreta de forma tácita, el saqueo como política de Estado.

De nuestra cultura petrolera, Maduro saca un brutal provecho político. La historia del saqueo en Venezuela, jamás ha sido selectiva socialmente hablando. Es su esencia tan democrática como vernácula.

Una táctica diabólica, cuyo alcance, pone al distraído liderazgo opositor, ante la disyuntiva de despreciar a los venezolanos que saquean. Pero solo cuando los saqueos se hagan en los centros y sedes del poder podremos saber si eran aliados incondicionales, pueblo y Maduro.

Esta dirigencia oficialista, no llega a niveles de ineptocracia. Maduro y sus cuadros de poder, no son ineptos, son genialmente perversos. Capaces de reinar sobre los escombros, como sus mentores, los hermanos Castro, que llevan más de medio siglo reinando sobre las ruinas de todo un país.

La sociología política del crimen de Estado, está escribiendo páginas perversamente históricas en estos momentos en Venezuela. Estamos ante la genial perversidad de un régimen carroñero, de torpe apariencia y liderazgo.