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Rodrigo Lara

Congresistas Latinoamericanos acuerdan medida para recuperar el orden constitucional en Venezuela

 

Este viernes se llevó a cabo el Primer Encuentro de Congresos Latinoamericanos por Venezuela en Cúcuta, principal paso fronterizo entre Venezuela y Colombia, con la participación de diputados de la Asamblea Nacional, representantes del Congreso colombiano y otras figuras parlamentarias de la región.

Durante su intervención, el presidente de la AN, Omar Barboza, unidad a toda América para hacer un trabajo conjunto y «devolver» así la democracia al país. Por ello, apeló a la «hermandad y fraternidad» de los pueblos del continente para derrotar a «la dictadura» en que considera que se ha convertido el Gobierno de Nicolás Maduro.

Barboza consideró que su Gobierno es «contra natura» por desconocer «la democracia y los derechos humanos para imponer por la fuerza un régimen que se ha convertido en opresor, promotor de impunidad y que además dice representar una revolución en favor de los pobres y se ha convertido en una fábrica de pobres».
Como consecuencia, consideró que hoy Venezuela está dividida en dos: los que sufren dentro (del país) la crisis, el «fracaso» de la gestión del presidente Maduro y los que la sufren afuera porque han tenido que salir huyendo de las consecuencias de «esta nefasta gestión».

Otro parlamentario venezolano que tomó la palabra en el Encuentro fue Julio Borges, quien reiteró que la dirigencia política venezolana “comprende la importancia de la Unidad”.

«Nosotros estamos listos para enrumbar a Venezuela hacia el progreso y la libertad», dijo Borges, al tiempo que señaló que la claridad en la estrategia y objetivos es el motivo de ataques y amenazas “de un régimen sin escrúpulos a la oposición venezolana”.

“Toda América nos acompaña en esta lucha. Ha sido parte de las gestiones, de los esfuerzos, de los avances. Conocemos el tamaño del compromiso que hemos asumido y sabemos muy bien que no será fácil, pero estamos determinados a conquistar cada uno de los objetivos”, sentenció el parlamentario.

Este encuentro en Cúcuta ha sido convocado por el Congreso colombiano, y el presidente del Senado neogranadino, Efraín Cepeda, aseguró que el objetivo es «redactar una declaración que tendrá como fin activar planes conjuntos de alivio humanitario y el restablecimiento de la democracia y el orden constitucional en la República de Venezuela».
«Que la palabra sea el vehículo para, juntos, construir una agenda responsable frente a la profunda crisis venezolana que genere un marco democrático para proteger los derechos humanos, el orden constitucional y la democracia en el continente», aseguró.
Finalmente, mostró su esperanza de que en el encuentro surja un marco normativo común que mande un mensaje a Maduro, su Gobierno y al mundo entero: «en América vive la democracia y no descansaremos hasta hacerla volver a Venezuela».

Por su parte, el presidente de la Cámara de Representantes de Colombia, Rodrigo Lara, recordó que en Cúcuta hubo «un grito de libertad que se escuchó en todo el continente americano», pues fue en esta ciudad donde se firmó en 1821 la Constitución de la Gran Colombia y así fue elegido por Simón Bolívar.
Asimismo, dijo que en Venezuela hay hoy una «hambruna de unas dimensiones que jamás habías existido», algo que aseveró que en América «no pueden seguir tolerando». Por todo ello, Lara propuso que en todos los países atiendan a los migrantes y refugiados venezolanos, para lo cual tendrán «que flexibilizar las normas internas».
Además, cree necesario «coordinar instrumentos legales y administrativos» para sancionar «a miembros del régimen que participen en actividades criminales».
Finalmente, Lara propuso exigir que «se suspenda a la dictadura en la (Organización de Estados Americanos) OEA y desconocer los resultados electorales» del pasado 20 de mayo día qn que fue reelegido Maduro. Todo ello, para conseguir que «la libertad vuelva a la tierra del Libertador».

Sobre la resolución

 

 

 

Después de las intervenciones, los parlamentarios emitieron una resolución en conjunto en la que, entre otras cosas, acordaron plantear iniciativas parlamentarias en sus países para negar y revocar visas a los altos funcionarios del Gobierno de Nicolás Maduro «involucrados en la violación del orden constitucional».

Además, pidieron activar unidades de inteligencia e investigación financiera y «adoptar la legislación necesaria para incautar y congelar los capitales controlados por altos funcionarios del Gobierno venezolano en los países de la región, de las empresas controladas por estos y los fondos y demás patrimonio personal y de sus testaferros».
En el documento también aseguran que promoverán en sus órganos legislativos aprobar normas para conceder refugio «de forma automática» a dirigentes que hayan sido elegidos mediante voto popular desde 1998, a corporaciones o gobiernos locales, al igual que a los integrantes del Poder Judicial de Venezuela que así lo soliciten.
De la misma manera, promoverán leyes para facilitar la permanencia y tránsito de ciudadanos venezolanos con pasaportes y documentos caducados, «ante la incapacidad o negligencia del régimen de Maduro para suministrarlos».
Con respecto a la Asamblea Nacional (AN), pedirán que sus diputados tengan libre tránsito y permanencia en los países de la región.
Finalmente, instarán a sus gobiernos a crear un fondo de cooperación internacional para garantizar la atención humanitaria de los migrantes, «su inserción laboral y productiva transitoria».

*Con información de EFE

Colombia mira su pasado en serie de Netflix sobre Pablo Escobar

PabloEscobarNetfilx

 

BOGOTA, Colombia (AP) -€” Cuando se trata de los barones del narcotráfico, Pablo Escobar no tiene igual. Pasadas más de dos décadas desde su muerte, sus enormes riquezas, su megalomanía, su violencia implacable aun fascinan a públicos y audiencias como lo demuestra la expectativa que ha despertado la serie de Netflix «Narcos», de inminente estreno, sobre el capo.

La serie biográfica promete presentar un retrato auténtico de Escobar, de manera que era lógico que el director y productor ejecutivo brasileño Jose Padilha optara por filmar los 10 episodios en Medellín, la capital mundial del asesinato durante el apogeo de Escobar en los 80.

Filmar la serie en Medellín habría sido inconcebible hace pocos años, cuando los colombianos aún culpaban a Escobar por volver inseparable la palabra narcotráfico de Colombia. Pero a medida que se desvanecen los recuerdos y la tasa de homicidios cae a su nivel más bajo en décadas en la ciudad, los colombianos han empezado a ver con más desapasionamiento su violento pasado. Tanto es así que el presidente Juan Manuel Santos, amante del cine, aceptó aportar los dos millones de dólares a la producción para que Netflix pudiera filmar en el paí­s.

La serie que debuta el 28 de agosto se basa en el relato de Steve Murphy y Javier Peña, agentes ahora retirados de la oficina antidroga estadounidense DEA, y a quienes se les encargó poner fin al reinado del capo. Es uno de varios proyectos que ha revivido el interés por el capo difunto, denominado el «Rey de la Cocaína». El año pasado Benicio del Toro protagonizó la película «Escobar: Paradise Lost». Hay al menos dos películas más sobre Escobar en desarrollo.

 

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El actor Pedro Pascal, a la izquierda, como Javier Peña, y Boyd Holbrook como Steve Murphy en una escena de la serie original de Netflix «Narcos». (Daniel Daza/Netflix via AP)

Dado que aún perduran las susceptibilidades por la mala imagen que Colombia le debe a Escobar, los directivos de Netflix y Padilha viajaron a Bogotá el año pasado para reunirse con Santos antes de iniciar la filmación.

El presidente, cuya familia llevó la cadena de salas Cinemark a Colombia, se entusiasmó con el proyecto, según Claudia Triana, jefe de la agencia de promoción cinematográfica Proimágenes, que cuenta con fondos estatales. Pero el presidente exhortó a Padilha a que no presente una imagen romántica de un criminal que se presentaba como un Robin Hood colombiano a pesar de ordenar miles de asesinatos, desde candidatos presidenciales a los pasajeros de un avión comercial, donde hizo colocar una bomba.

Triana dijo que la imagen de Colombia sería la misma independientemente de donde se filmara la serie, de manera que valía la pena filmarla en el paí­s pues se sensibilizaba a los productores y actores extranjeros que trabajan en la serie acerca del baño de sangre propiciado por Escobar.

Netflix, con la productora local Dynamo, obtuvieron el subsidio para filmar bajo una iniciativa lanzada por el gobierno de Santos en 2013 para promover a Colombia como el mejor lugar de Sudamérica donde rodar pelí­culas. El gobierno paga hasta el 40% de los costos a productores extranjeros que contratan personal técnico local y gastan al menos 600.000 dólares en el país.

Aunque algunos funcionarios temían que la serie presentara una imagen negativa del paí­s, Triana dijo que la resistencia a hacer películas sobre la historia violenta del país ha cedido, gracias en parte a las popularí­simas «narconovelas» que presentan una imagen sin adornos de las guerras del narco.

Con todo, el congresista Rodrigo Lara expresó dudas de que una serie que intenta atraer al público con avisos que dicen en inglés, «No hay mejor que negocio que la coca», pueda ser un retrato fiel de la compleja historia colombiana.

«Cuando se toman hechos reales y se convierte para televisión, siempre va primar la necesidad de entretener y enganchar la audiencia», dijo Lara, hijo de un ministro de Justicia asesinado por los sicarios de Escobar en 1984.

El hijo de Escobar, que se cambió el nombre a Sebastián Marroquín y se radicó en la Argentina después de la muerte de su padre, también pone en duda hasta qué punto se reflejarán los hechos en la serie.

«No me convencen mucho las historias que se venden como ciertas, que utilizan sin autorización el nombre propio de mi padre e ignoran a propósito a las fuentes principales de sus memorias: su familia», dijo Marroquín a The Associated Press ví­a correo electrónico. ɉl es autor de un libro y un documental sobre su relación con Escobar.

Wagner Moura

El actor Wagner Moura como Pablo Escobar, en la serie original de Netflix «Narcos». (Daniel Daza/Netflix via AP)

Peña y Murphy, consultores técnicos de la serie, dijeron que Padilha y los actores se esforzaron por retratar fielmente lo que era entonces la cacería del hombre más grande del mundo. El actor brasileño Wagner Moura, que encarna a Escobar, estudió español en Medellí­n para captar lo más posible el acento regional del capo. Pedro Pascal y Boyd Holbrook, quienes hacen los papeles de Peña y Murphy, convivieron con agentes antinarcóticos en la academia de la DEA en Quantico, Virginia.

Murphy dijo que trataron de asegurarse de que los innumerables héroes de la policía colombiana tuvieran «reconocimiento por su trabajo y los riesgos que corrieron». Visitó el plató en Bogotá con su esposa y sus dos hijas, niñas colombianas que adoptaron cuando vivían allá.

La cocaína sigue fluyendo desde Colombia en enormes cantidades y la violencia se mantiene en niveles altos. La tasa de homicidios del año pasado fue la más baja en una década, pero seis veces más alta que la de Estados Unidos.

Pero la posibilidad de que Colombia se convierta en un narco-estado, como pudo suceder en la época de Escobar, ha desaparecido, dijo el escritor antioqueño Héctor Abad Faciolince, lo que permite a los colombianos tener una visión más objetiva del narcotráfico.

«Hace unos años los colombianos éramos híper reactivos a que se mostraran nuestras llagas, nuestras lacras y heridas: ahora podemos soportarlo mejor, porque nos parece que lo peor ya quedó atrás», concluyó.

 

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Los actoress Wagner Moura como Pablo Escobar, en el asiento del pasajero del jeep, y Juan Pablo Raba como Gustavo, en la serie original de Netflix «Narcos».  (Daniel Daza/Netflix via AP)

La caída de un capo, el resurgimiento de un país por Brian Fincheltub

ElEspectador

 

“Así como hay fenómenos que compulsan el desaliento y la desesperanza, no vacilo un instante en señalar que el talante colombiano será capaz de avanzar hacia una sociedad más igualitaria, más justa, más honesta y más próspera”. Fue el último editorial del periodista, Guillermo Cano Isaza, director del diario El Espectador de Colombia. Horas más tarde, el 17 de diciembre de 1986, aproximadamente a las siete de la noche, fue asesinado por dos sicarios en una moto pagados por Pablo Escobar.

Eran tiempos oscuros en el país hermano, las mafias se habían apoderado del país, del poder político, de la justicia, habían tejido alianzas con el poder económico. Todo parecía podrido, Colombia era conocida mundialmente por el negocio de la droga y por la guerra. El narcotráfico era la industria más rentable. Nadie parecía insobornable, todos era susceptibles a caer ante tanto poder. Otros, para “salvarse”, optaron por guardar silencio frente a todo aquel terror que se había apoderado de Colombia.

En medio de todo este panorama el periodista Guillermo Cano escribió su editorial. En el momento más difícil de su país se mostraba optimista, aferrado al futuro, sin saber que perdería la vida por defender la verdad, por ser frontal contra las mafias, por denunciar, por no asumir la complicidad. Su lema: “Hay que decirle a la mafia: ¡Ni un paso más!”. Nunca lo dio, tampoco el diario El Espectador, quien no solo soportó la muerte de su ilustre director, sino que el sábado 2 de septiembre de 1989, el periódico fue blanco de un atentado terrorista orquestado por Pablo Escobar y sus sicarios.

Fue Guillermo Cano quien encontró en las mismas páginas del periódico la prueba de los vínculos de Pablo Escobar con el tráfico de drogas: en junio de 1976 el diario había publicado una noticia que daba cuenta de la captura de Escobar, cuando intentaba sobornar a dos agentes policiales para evitar que un cargamento de droga fuera incautado. También se conoció que los dos agentes que lograron la captura del capo fueron asesinados y la jueza que llevaba el caso había sido amenazada.

Escobar quedó expuesto y aunque intentó a toda costa buscó evitar que El Espectador circulara, su nombre ya estaba asociado con el narcotráfico. Fue entonces cuando un juez llamado Gustavo Zuluaga reabrió el proceso por el asesinato de los agentes del DAS y firmó una resolución de acusación contra Escobar que llevó a que el 20 de octubre de 1983, con el impulso de Rodrigo Lara, para entonces Ministro de Justicia, la Cámara de Representantes le levantara la inmunidad parlamentaria al capo. Escobar tuvo que dar un paso al costado y renunciar a su cargo.

Desde ese momento comenzó la guerra de Pablo Escobar contra el Estado, que manchó de sangre al pueblo colombiano durante años.  El 2 de diciembre de 1993 Colombia cerró una de las páginas más violentas de su historia con la muerte del capo de la droga. Hoy, 21 años después, Medellín, principal campo de operaciones de Escobar, es ejemplo de gobernabilidad, innovación y cultura ciudadana. Es la misma ciudad donde hace apenas dos décadas, prácticamente la única opción para los jóvenes era ser sicarios.

Hoy Colombia exporta mises y nosotros cocaína, son cada vez más venezolanos los que se refugian en el país hermano por la violencia, hoy el eslogan turístico de Colombia es “el riesgo es que te quieras quedar”. Es el país donde reinaba el terror y de desesperanza, donde todo parecía podrido y corrompido. Nadie apostaba a que Colombia pudiese levantarse y lavarse el rostro. Es el resurgimiento de una nación.

Yo hoy suscribo las palabras de Don Guillermo Cano y me permito adaptarlas a nuestra realidad: Aunque los hechos que vive Venezuela puedan llenarnos de desaliento y desesperanza, no vacilo un instante en señalar que el talante nuestro será capaz de avanzar hacia una sociedad más igualitaria, más justa, más honesta, más próspera y sobre todo más democrática. Eso júrenlo. Contra la mafia ¡Ni un paso atrás!

 

@Brianfincheltub

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